Mi actividad cinematografica reciente
Señores, antes de que me olvide, me agradaría sobremanera expresar un poco el estado de cosas en mi mundillo cinematográfico. A continuación, y sin elaborar demasiado, una lista de los films que vi ultimamente en DVD en mi casa. Todos ellos son piratas Y ME ENORGULLEZCO POR ESTO, ya que quien impulsa la lucha antipiratería es principalmente la Motion Picture Asociation of America, es decir, los magnates de Hollywood, los verdaderos piratas, dispuestos a conquistar nuevas tierras en sus barcos (o tanques, si somos más precisos) para opacar a las sufridas y restringidas expresiones cinematográficas locales. Suficiente de esta cháchara. La lista de las películas que vi en la última semana y una breve opinión:
Wimbledon (2004, Richard Loncraine): tierna comedia deportiva, sin mayores ambiciones. Notable el intento por darle dinamismo en el cine al tenis, deporte poco tratado por la pantalla plateada. Gracias al duro entrenamiento de los actores y a los dotes del motion control (cámara programada por computadora para reproducir exctamente un mismo movimiento las veces que sea necesario), un digno entretenimiento flemático, aunque muestra una leve tendencia a querer conquistar a los primos brutos, los gringos. Me encanta Kisrten Dunst porque no es objetivamente linda y podría ser la mina de la esquina, a mi alcance; además el buena actriz y el coloradito Bettany muestra ser siempre versátil.
La vuelta al mundo en 80 días (2004, Frakn Coraci): Tremendo bodrio, que no se salva ni por la presencia de dos enormes personalidades como Steeve Coogan o Jackie Chan. Falta de ritmo, cubierta de animaciones grasas y ochentosas y torpe en su fluir. La chica que hace de francesa está buena, pero ese acento me saca de las casillas. No llegué ni a la mitad del metraje, pero les aseguro algo: Schwartzenegger haciendo de turco es impagable porque ni siquiera abandona su acento austríaco, a pesar de llevar una absurda peluca enrulada negra.
Anchorman (2004, Adam McKay) y Dodgeball (2004, Rawson Marshall Thurber): las coloco juntas porque el nuevo equipo de compinches/amigotes/juglares que conforman Ben Stiller - Owen Wilson - Luke Wilson - Will Ferrell - Vince Vaughn no para de producir películas similares sin cansancio. No son malas películas y están dotadas de una liviandad y un grado de chabacanería adorables. Chistes a veces ingeniosos, a veces pésimos, mucha incorrección política y un invisible pero admirable manejo de cámara y espacio (apuesto a que nadie dijo esto antes, pero vean la cobertura de los partidos en Dodgeball y la pelea callejera en Anchorman y me darán la razón). Los directores son marionetas y el conjunto de acotres lo son todo, pero con suerte dispar: Stiller ya no para de repetirse y, si alguna vez fue el Dios de la comedia, ha caído en picada. Los hermanos Wilson saben sus limitaciones y sin embargo el encanto está intacto; será el legado de Wes Anderson, tal vez. Will Ferrell ha demostrado tener personalidad y empeño como para hacer roles diversos, pero la gran sorpresa es Vince Vaughn quien, luego de una decepcionante seguidilla de thrillers y dramones en los que parecía un niño fuera de la guardería, encontró su veta en estas comedias disparatadas y, admitamoslo, se luce. Repito: el argumento y demases son frutillas del postre, la gracia está en las caras y su interacción.
Primer (2004, Shane Carruth): tal vez el mejor film del año, absolutamente desapercibido en estos pagos. Lo dijo el Village Voice y yo lo tuve que comprobar. En la vida real, un matemático texano decide abandonar su trabajo y, con su dinero ahorrado, hacer una película. Se toma dos años para escribir el guión, para hacer todas las preguntas que le surgen y para leer libros. Con 7000 dólares, entusiastas amigos y varias cosas prestadas, hace una película. No sabe editar, así que se toma otro año para aprender y la edita él. Escribe, dirige, protagoniza, produce e ilumina la película, además de hacer la música. Su nombre es Shane Carruth y su pequeña joya personal arrasó con Sundance 2004; uno desconfía de esos lauros, pero esta vez hay que callarse la boca. Es un relato complejísimo, hermético, laberíntico, todos los adjetivos juntos. Mezcla de ciencia ficción y peuqeño drama burgués, se presenta como una especie de Pi (el film de Aronovsky) actual, pero aún más rebuscada. No basta una mirada para entender y tal vez nunca desentrañemos del todo lo que está pasando, o lo que pasó o lo que pasará. La información se va acumulando pero nada se aclara, sólo podemos especular, asumir, comentar entre nosotros. ¿Qué es esto que estamos viendo? ¿Vimos algo parecido antes? Sólo verla implica acercarse a ella porque describirla es una absoluta pérdida de tiempo.
En la próxima entrega, más títulos: Sin City, Baadasss!, Napoleon Dynamite y otras. Stay tuned.
Wimbledon (2004, Richard Loncraine): tierna comedia deportiva, sin mayores ambiciones. Notable el intento por darle dinamismo en el cine al tenis, deporte poco tratado por la pantalla plateada. Gracias al duro entrenamiento de los actores y a los dotes del motion control (cámara programada por computadora para reproducir exctamente un mismo movimiento las veces que sea necesario), un digno entretenimiento flemático, aunque muestra una leve tendencia a querer conquistar a los primos brutos, los gringos. Me encanta Kisrten Dunst porque no es objetivamente linda y podría ser la mina de la esquina, a mi alcance; además el buena actriz y el coloradito Bettany muestra ser siempre versátil.
La vuelta al mundo en 80 días (2004, Frakn Coraci): Tremendo bodrio, que no se salva ni por la presencia de dos enormes personalidades como Steeve Coogan o Jackie Chan. Falta de ritmo, cubierta de animaciones grasas y ochentosas y torpe en su fluir. La chica que hace de francesa está buena, pero ese acento me saca de las casillas. No llegué ni a la mitad del metraje, pero les aseguro algo: Schwartzenegger haciendo de turco es impagable porque ni siquiera abandona su acento austríaco, a pesar de llevar una absurda peluca enrulada negra.
Anchorman (2004, Adam McKay) y Dodgeball (2004, Rawson Marshall Thurber): las coloco juntas porque el nuevo equipo de compinches/amigotes/juglares que conforman Ben Stiller - Owen Wilson - Luke Wilson - Will Ferrell - Vince Vaughn no para de producir películas similares sin cansancio. No son malas películas y están dotadas de una liviandad y un grado de chabacanería adorables. Chistes a veces ingeniosos, a veces pésimos, mucha incorrección política y un invisible pero admirable manejo de cámara y espacio (apuesto a que nadie dijo esto antes, pero vean la cobertura de los partidos en Dodgeball y la pelea callejera en Anchorman y me darán la razón). Los directores son marionetas y el conjunto de acotres lo son todo, pero con suerte dispar: Stiller ya no para de repetirse y, si alguna vez fue el Dios de la comedia, ha caído en picada. Los hermanos Wilson saben sus limitaciones y sin embargo el encanto está intacto; será el legado de Wes Anderson, tal vez. Will Ferrell ha demostrado tener personalidad y empeño como para hacer roles diversos, pero la gran sorpresa es Vince Vaughn quien, luego de una decepcionante seguidilla de thrillers y dramones en los que parecía un niño fuera de la guardería, encontró su veta en estas comedias disparatadas y, admitamoslo, se luce. Repito: el argumento y demases son frutillas del postre, la gracia está en las caras y su interacción.
Primer (2004, Shane Carruth): tal vez el mejor film del año, absolutamente desapercibido en estos pagos. Lo dijo el Village Voice y yo lo tuve que comprobar. En la vida real, un matemático texano decide abandonar su trabajo y, con su dinero ahorrado, hacer una película. Se toma dos años para escribir el guión, para hacer todas las preguntas que le surgen y para leer libros. Con 7000 dólares, entusiastas amigos y varias cosas prestadas, hace una película. No sabe editar, así que se toma otro año para aprender y la edita él. Escribe, dirige, protagoniza, produce e ilumina la película, además de hacer la música. Su nombre es Shane Carruth y su pequeña joya personal arrasó con Sundance 2004; uno desconfía de esos lauros, pero esta vez hay que callarse la boca. Es un relato complejísimo, hermético, laberíntico, todos los adjetivos juntos. Mezcla de ciencia ficción y peuqeño drama burgués, se presenta como una especie de Pi (el film de Aronovsky) actual, pero aún más rebuscada. No basta una mirada para entender y tal vez nunca desentrañemos del todo lo que está pasando, o lo que pasó o lo que pasará. La información se va acumulando pero nada se aclara, sólo podemos especular, asumir, comentar entre nosotros. ¿Qué es esto que estamos viendo? ¿Vimos algo parecido antes? Sólo verla implica acercarse a ella porque describirla es una absoluta pérdida de tiempo.
En la próxima entrega, más títulos: Sin City, Baadasss!, Napoleon Dynamite y otras. Stay tuned.
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