Tuesday, June 27, 2006

En pie de batalla

Uno anda por ahí y tiene que escuchar tonterías como que el fútbol no es importante. Claro, la gente de bien, la gente seria, cree que lo que importa en la vida es la cultura y la educación y que el nacionalismo sólo se justifica en cuestiones bélicas o militares.
Déjenme que les diga algo, hipócritas: el deporte en general y el fútbol en particular son expresiones culturales tan importantes como los libros, los cuadros o las películas; muestran la idiosincracia tanto o más que los discursos políticos o las normas educativas; y son dignos de enorgullecerse tanto o más que una guerra o un acto patriótico.
Eso de que "es sólo un partido de fútbol" me tiene las pelotas infladas. El fútbol me representa y me motiva y me resulta mucho más relevante que una bandera o una cita literaria.
Entonces aclaremos: el jugador de fútbol defiende tanto o más mis intereses que un soldado y me lo tomo con la misma (o más) seriedad. ¿Que en el otro caso está la vida en juego? Todo el tiempo, en todas partes está la vida en juego y nadie deja de vivir por eso.
Y, si bien el mundo publicitario se monta en la pasión futbolera para vender más electrodomésticos o más petróleo, si bien la gente aprovecha el mundial para no trabajar y si bien se usa a los partidos de la Selección como cortina de humo para tapar probelmas económicos o crisis sociales, a mí el fútbol me importa.
Sólo con el fútbol siento que mi país existe, que la gente que vive o nació en él tiene un sentido como unidad. Y no es que yo sea un patriota o un nacionalista, lejos estoy de eso. Pero sí creo que hay valores y sensaciones y características que compartimos y sólo se ponen de manifiesto cuando vemos a la Selección y nos entusiasmamos con ella (y que se vayan a la mierda las compañías de telefonía celular y las petrolíferas por aprovecharse de esta realidad).
Lo que quiero decir es que, en el fondo, cuando la Selección argentina enfrente a Alemania el Viernes, va a estar mucho más en juego que un partido de fútbol. Ese es consuelo para cobardes. El fútbol es la versión moderna de la lucha grecorromana y en ella había un componente divino, la fuerza que esos hombres cargaban era sobrenatural. Y yo elijo (no me lo imponen, elijo) que estos jugadores me representen. Lo hacen mucho mejor que las autoridades que elegí para representarme políticamente o las figuras del arte y la cultura que me tocaron en suerte.
Basta con eso de que tiene que haber amor en el mundo para todos. El odio es una sensación perfectamente natural y auténtica, no seamos hipócritas. Basta de Fair Play y amistad inventada por las instituciones. Hay que aceptar el odio genuino y no negarlo. Odio a los brasileños, los detesto con todo mi alma y me configuro como individuo al odiarlos, representan todo lo que considero vulgar, grosero y sucio en el mundo. Y el fútbol me permite expresar ese odio hacia ellos. Me frustra verlos avanzar levantando la bandera de la mediocridad y de la prepotencia. Quiero verlos caer y no se me ocurre manera mejor que bajo los pies de mis jugadores. El tiempo dirá.
Que me ataque quien quiera, que me llame facho al que le parezca y que me llame exagerado el más moderado. Pero me tiene sin cuidado; estoy cansado de que me digan lo que tiene que estar bien y lo que tiene que estar mal. Que me digan lo que es importante y lo que no. Yo elijo lo que me importa y no voy a tolerar que nadie me corrija.
Dicho ésto, que ruede el balón.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

estic molt d-accord amb tu...ahora por fin, que se acabo nuestro sueño, estoy contigo, argentina.

8:27 PM  

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