Esa tierna debilidad
Dicen que los noventas no produjeron nada bueno. Patrañas. Dicen que Hollywood ya no es lo que era. Mentiras groseras. Si nos tomamos unos breves instantes para reflexionar y abundante tiempo muerto en nuestras vidas como para hacer zapping, descubriremos que hay infinidad de películas (que el cable repite una y otra vez) que simplemente no podemos dejar de ver. Están dobladas, con cortes publicitarios cada dos segundos y censuradas, pero su calidad cinematográfica es tan intensa que tenemos que verlas por enésima vez, revivir cada instante como si fuera la primera vez que lo vemos. No siempre son buenas películas y no siempre han sido bien tratadas por público o crítica (como si alguno de los dos parámetros importara), pero nosotros las amamos por ser, simplemente, encantadoras.
Las restricciones o condiciones son las siguientes:
1) Todas las películas deben haber sido producidas por esa tierra ficticia y atemporal llamada Hollywood.
2) Todas las películas deben haber sido realizadas en la década del noventa.
3) No se puede repetir directores, aún si muchos se lo merecen. Se pone la mejor de cada uno de ellos en esa década.
4) No cuenta la calidad artísitica, sino la capacidad de la película de ser vista infinidad de veces sin cansar o aburrir.
5) No hay jerarquías, todas son igual de buenas.
Sin más, comenzamos:
- Groundhog day (Harold Ramis, 1993): Conocido aquí como El día de la marmota o Hechizo del tiempo, es una de las diez mejores películas de todos los tiempos. Sin ser una pieza de autor (nunca más volvió Harold Ramis a hacer una película a la altura de esta), es una feliz conjunción de un guión maravilloso (metafísico y a la vez divertido, noble y a la vez disparatado, tierno y a la vez cínico), de un actor más grande que la vida misma, de un elenco secundario notable y de un roedor que prevee el clima. Toda universidad de cine debería partir de esta película para enseñar como narrar, como montar, como manejar diálogos y timming, como dirigir actores, como trabajar el sonido... Me quedo con una frase del enorme Phil Connors: "¿Cómo que esta línea es para famosos o emergencias? Yo soy ambas".
- Back to the future III (Robert Zemeckis, 1990): sin ser la mejor de la serie, es la única que pertenece a los noventas y es aún así hermosa. Un homenaje al western clásico sin dejar de lado a lo mejor de Sergio Leone y Clint Eastwood merecía estar en la lista. No sólo eso: cierra a la perfección con la serie entera y maneja la misma adrenalina y alegría que las películas anteriores. Zemeckis nunca pudo repetir una mezcla tan explosiva, guiada por el encanto sin igual de Marty y Doc.
- Hudson Hawk (Michael Lehmann,1991): Sáquense el sombrero, señores. Clase, glamour, notables chistes y un robo al Vaticano. ¿Más razones? Criminales con nombre de chocolates, David Caruso haciendo de mimo, Danny Aiello imitando a Sinatra, Bruce Willis autoparodiándose en Moonlighting y un personaje llamado George Kaplan, en honor a Alfred Hitchcok y su Intriga Internacional. Y Sarah Bernhard haciendo lo que mejor sabe, de psicótica. Es un coctel hermoso, arriesgado, que mezcla a Da Vinci con los croones de los 50 y tira en la mezcla a lo peor de la cultura norteamericana. Otro caso de "one hit wonder", esta vez para el mediocre Michael Lehmann, que sin embargo haría más tarde otro hit noventero, "Airheads" (no incluido para no romper la regla 3).
- Rushmore (Wes Anderson, 1998): Una de las películas más tiernas y a la vez tristes de la década, la marca registrada del director. Es la perla más lograda de su carrera, balanceda, armónica, contagiosa. El duelo Murray - Schwartzman es tan noble y aventurado y adrenalínico que le transmote a uno felicidad incalculable. Todos los puntos fuertes de Anderson están presentes: una banda de sonido gloriosa y variada, la camaradería y las derrotas felices, la bondad y las bromas pesadas. Aún antes de los Tenenbaums, el director nos dejaba a más de uno boquiabiertos, pidiendo por más.
- Before Sunrise (Richard Linklater, 1995): Linklater empezaba a demostrar por qué es tan importante para el cine actual. Una comedia romántica inteligente, sensible, fuera de las convenciones y de los límites del género. Un efecto de realidad perfecto y para nada demagógico, una ciudad europea (Viena) que pocas veces fue mostrada con tal color y luminosidad, una pareja hermosa, real, tangible, adorable. Todo en esta película está donde debería estar y cada plano secuencia es impagable, notorio. Quien no sufrió con el final (todavía no sabíamos que habría secuela) no merece mi respeto.
- Fear and loathing in Las Vegas (Terry Gilliam, 1998): la mejor película sobre las drogas de la historia, una de las mejores adaptaciones de una novela de la historia y sin dudas el mejor film de Gilliam. Depp no actúa de Hunter Thompson, porque ES Hunter Thompson. Diálogos memorables, imágenes lisérgicas, cocodrilos alcohólicos y murciélagos ruteros. Por primera vez una novela brillante recibe una adaptación literal brillante, casi una transposición, casi un complemento. Esta todo allí: los setentas y Nixon, las drogas y el hippismo, el fin de un sueño y el comienzo de una pesadilla. Toda una cultura deglutida y descripta desde las entrañas, todo una contingencia política y social caldeada, toda la necesidad de un generación de escapar de sus mandatos, la nostalgia y la psicodelia. Además, un elento francamente notable.
- Great Expectations (Alfonso Cuarón, 1998): Cuarón no filma, pinta. Y cuando lo hace, sus verdes son tan intensos que se hacen imborrables. Todo el tedio del libro de Dickens fue reemplazado por esta fábula moderna de amores imposibles y corazones rotos y una nostalgia dulce, incluso por lo que no se ha vivido. Otra majestuosa banda de sonido y un conjunto de individuos encantadoramente trágicos; porque amamos a Mrs. Dinsmoor a pesar de su psicosis; amamos a Arthur Lustig por su nobleza, aún si es un maleante vulgar. Incluso a Estella, quien es más la víctima de una madre engañada que un objeto de maldad. Técnicamente hermosa, al borde de arrancar un lágrima a partir de una iluminación centralizada virada al verde (cuando no) y delicados movimientos de cámara, no hay manera de no identificarse con Finnegan Bell, ese encanto llamado Ethan Hawke.
- Shawshank Redemption (Frank Darabont, 1994): aquí estrenada como Sueños de Libertad, el tercer caso de la lista donde un director mediocre o artesanal produce una película maravillosa. Extraordinario drama carcelario, sacó lo mejor de la novelita de Stepehn King y construye un relato fragmentario y hacia atrás, relatando la mejor fuga y venganza de la historia del cine (Incluso mejor que Escape de Alcatraz). Tim Robbins finalmente se puede lucir en un rol a su medida y Morgan Freeman nunca podrá dejar de ser Red, a quien ya quiero como si lo conociera. El trabajo con el gris, los planos cenitales de la prisión y esa melancólica pieza musical que atraviesa la película no dejan de impactarme. Y si alguien dice que no se emociona con la muerte de Brooks o con la secuencia en que Andy pone la ópera por los altoparlantes, simplemente se está perdiendo de entender de qué va el cine.
- Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994): No voy a agregar más a lo que todos ya saben. Ñoño y todo, excesivo y todo, Tarantino hizo una película demasiado buena para ser verdad. Y si bien uno puede empeñarse en criticarla, verla de vuelta cada vez deja más en claro por qué marcó a la cultura popular que vendría.
- Ed Wood (Tim Burton, 1998): un gigantesco acto de amor. Un acto de amor personal, burtoniano, pero sincero y, sobre todo, hermoso estéticamente. Johnny Depp vuelve a decirnos que ningún otro galán actual actúa como él lo hace, los pulpos gigantes de goma pueblan la pantalla, Orson Welles le da a nuestro protagonista coraje y, por si fuera poco, tenemos a Bill Murray haciendo de las suyas. Desde el centro mismo del mainstream, un voto a favor de los geeks, de la clase B, del amor al cine y del amor a un género. Burton incluso le permite a Wood tener una premiere mundial, moño de oro a la gran revancha que Ed se da desde su tumba.
- Die hard with a vengeance (John Mctiernan, 1995): Mctiernan vuelve al juego luego de la decepcionante secuela dirigida por Renny Harlin y nos mete nuevamente en la vida frenética de John McClane, el duro de matar. El tipo es lo que todo hombre querría ser: se corta, anda borracho, la barba crecida, en camiseta, tira tiros y salva a todos, al mismo tiempo que mantiene su sentido del humor. Hay que quererlo sí o sí y verlo escapar de cada nueva humillación de Simon es un festín absoluto. Recuerden la escena de McClane con el cartel de "odio a los negros" en pleno Harlem. Eso es comedia de primer nivel sin escaparse de la trama. Samuel Jackson resulta un complemente perfecto y la adrenalina se acumula, se apila, crece. Acción de la mejor, matizada por diversión pura del mejor estilo Willis.
- Reality Bites (Ben Stiller, 1994): una pequeña reflexión madura de Ben Stiller, quien sorprende jugando el rol de villano yuppy. Adolescentes pasados de edad, tensiones amorosas y las insatisfacciones de no haberse jugado las fichas que se debían. Ethan Hawke y Wynonna están al borde de la belleza absoluta y cada encuentro entre ellos es glorioso. El clip para la MTV de los videos caseros con los rinocerontes cogiendo es un momento tan gracioso como trágico. La generación X, sin golpes bajos, sin clichés y tratada con empatía y cariño.
- The Big Lebowski (Joel Coen, 1998): los hermanos Coen decidieron simplemente dejar de ser cínicos al pedo y al mismo tiempo le dieron a Jeff Bridges el mejor rol de su carrera, construyeron la mejor alegoría sobre la era Bush (padre) y la Guerra del Golfo, sin por eso descuidar los diálogos que son de lo mejor de la década. Todo en esta película es maravilloso, todos los personajes son encomiables, todo tiene un fin perfecto, todo cumple una función, toda unión del montaje dice algo. No sólo nos enseñó a pasarla bien, sino que con ella descubrimos al trago White Russian y decidimos pasearnos en bata. Esta película es la libertad absoluat y hay pocas tan lúcidas, tan dinámicas, tan disparatadas y tan reflexivas en toda la época. This agression will not stand, man.
- Don Juan de Marco (Jeremy Leven, 1995): sensiblera, lacrimógena, extrema, sí. Pero es hermosa y saca lo mejor en cada uno (el espíritu navideño, ja). Vemos a Brando luego de mucho tiempo y, aún gordo y todo, tienen una presencia abismal, que se complementa con la frescura de Depp, tal vez el Brando de nuestra época. Es todo meloso y estereotipado, pero genera simpatía inmediata y cuenta con una gran colaboración entre Bryan Addams y Paco de Lucía, titulada "Have you ever really loved a woman?"
- The bridges of Madison County (Clint Eastwood, 1995): Clint nos convence de que no sólo es un gran director sino de que no sólo de héroes de western y oficiales racistas vive el hombre. Envejecido y tierno, Robert Kinkaid es un hallazgo para el director, quien se reinventa y hace de una novelita de cuarta una épica historia de amor prohibida, un adulterio pasional para parejas post-40. Una sensibilidad y una fluidez tal sólo está en tipos como Eastwood, pero no hay muchos melodramas modernos tan hermosos, delicados y bien fotografiados como este.
- A life less ordinary (Danny Boyle, 1997): Boyle se va a Hollywood y se lleva consigo a McGregor. Atrás queda la sordidez de Trainspotting y nos topamos con una road movie-comedia romántica-delirio religioso-melodrama-musical aboslutamente fuera de órbita. ¿Quién le dio el visto bueno a este delirio? Gran acierto, ya que este coctail pasional resulta magnético, y nos lleva a un disfrute casi infantil, hermosamente naif y al mismo tiempo alocadamente sexual. Un elenco fabuloso (Delroy Lindo, Holly Hunter, Dan Hedaya, uno mejor que el otro) y un descenlace de cuento de hadas punk.
- There´s something about Mary (Peter y Bobby Farrelly, 1998): la mejor película de los Farrelly, la que sentó las bases, la que les dio notoriedad, la que definió que un humor violento, grosero, escatológico y políticamente incorrecto puede al mismo tiempo ser noble, democrático e hilarante. Plagada de chistes antológicos (los dientes postizos, el perrito, el hermano de Mary, Warren) e invadida por dos músicos que acotan de manera impecable a cada instante, no hay momento de la película que no nos haga reir o sentir vergüenza o asco con igual intensidad. Un mérito dudoso, pero sin dudas original.
Hasta aquí llegó mi memoria. Prometo más revisiones de películas, cuando sea que la memoria me de, o las ganas o me den o cuando no esté pegado al cable, buscando a alguna de estas joyas para verla una vez más, que seguro no será la última.
Las restricciones o condiciones son las siguientes:
1) Todas las películas deben haber sido producidas por esa tierra ficticia y atemporal llamada Hollywood.
2) Todas las películas deben haber sido realizadas en la década del noventa.
3) No se puede repetir directores, aún si muchos se lo merecen. Se pone la mejor de cada uno de ellos en esa década.
4) No cuenta la calidad artísitica, sino la capacidad de la película de ser vista infinidad de veces sin cansar o aburrir.
5) No hay jerarquías, todas son igual de buenas.
Sin más, comenzamos:
- Groundhog day (Harold Ramis, 1993): Conocido aquí como El día de la marmota o Hechizo del tiempo, es una de las diez mejores películas de todos los tiempos. Sin ser una pieza de autor (nunca más volvió Harold Ramis a hacer una película a la altura de esta), es una feliz conjunción de un guión maravilloso (metafísico y a la vez divertido, noble y a la vez disparatado, tierno y a la vez cínico), de un actor más grande que la vida misma, de un elenco secundario notable y de un roedor que prevee el clima. Toda universidad de cine debería partir de esta película para enseñar como narrar, como montar, como manejar diálogos y timming, como dirigir actores, como trabajar el sonido... Me quedo con una frase del enorme Phil Connors: "¿Cómo que esta línea es para famosos o emergencias? Yo soy ambas".
- Back to the future III (Robert Zemeckis, 1990): sin ser la mejor de la serie, es la única que pertenece a los noventas y es aún así hermosa. Un homenaje al western clásico sin dejar de lado a lo mejor de Sergio Leone y Clint Eastwood merecía estar en la lista. No sólo eso: cierra a la perfección con la serie entera y maneja la misma adrenalina y alegría que las películas anteriores. Zemeckis nunca pudo repetir una mezcla tan explosiva, guiada por el encanto sin igual de Marty y Doc.
- Hudson Hawk (Michael Lehmann,1991): Sáquense el sombrero, señores. Clase, glamour, notables chistes y un robo al Vaticano. ¿Más razones? Criminales con nombre de chocolates, David Caruso haciendo de mimo, Danny Aiello imitando a Sinatra, Bruce Willis autoparodiándose en Moonlighting y un personaje llamado George Kaplan, en honor a Alfred Hitchcok y su Intriga Internacional. Y Sarah Bernhard haciendo lo que mejor sabe, de psicótica. Es un coctel hermoso, arriesgado, que mezcla a Da Vinci con los croones de los 50 y tira en la mezcla a lo peor de la cultura norteamericana. Otro caso de "one hit wonder", esta vez para el mediocre Michael Lehmann, que sin embargo haría más tarde otro hit noventero, "Airheads" (no incluido para no romper la regla 3).
- Rushmore (Wes Anderson, 1998): Una de las películas más tiernas y a la vez tristes de la década, la marca registrada del director. Es la perla más lograda de su carrera, balanceda, armónica, contagiosa. El duelo Murray - Schwartzman es tan noble y aventurado y adrenalínico que le transmote a uno felicidad incalculable. Todos los puntos fuertes de Anderson están presentes: una banda de sonido gloriosa y variada, la camaradería y las derrotas felices, la bondad y las bromas pesadas. Aún antes de los Tenenbaums, el director nos dejaba a más de uno boquiabiertos, pidiendo por más.
- Before Sunrise (Richard Linklater, 1995): Linklater empezaba a demostrar por qué es tan importante para el cine actual. Una comedia romántica inteligente, sensible, fuera de las convenciones y de los límites del género. Un efecto de realidad perfecto y para nada demagógico, una ciudad europea (Viena) que pocas veces fue mostrada con tal color y luminosidad, una pareja hermosa, real, tangible, adorable. Todo en esta película está donde debería estar y cada plano secuencia es impagable, notorio. Quien no sufrió con el final (todavía no sabíamos que habría secuela) no merece mi respeto.
- Fear and loathing in Las Vegas (Terry Gilliam, 1998): la mejor película sobre las drogas de la historia, una de las mejores adaptaciones de una novela de la historia y sin dudas el mejor film de Gilliam. Depp no actúa de Hunter Thompson, porque ES Hunter Thompson. Diálogos memorables, imágenes lisérgicas, cocodrilos alcohólicos y murciélagos ruteros. Por primera vez una novela brillante recibe una adaptación literal brillante, casi una transposición, casi un complemento. Esta todo allí: los setentas y Nixon, las drogas y el hippismo, el fin de un sueño y el comienzo de una pesadilla. Toda una cultura deglutida y descripta desde las entrañas, todo una contingencia política y social caldeada, toda la necesidad de un generación de escapar de sus mandatos, la nostalgia y la psicodelia. Además, un elento francamente notable.
- Great Expectations (Alfonso Cuarón, 1998): Cuarón no filma, pinta. Y cuando lo hace, sus verdes son tan intensos que se hacen imborrables. Todo el tedio del libro de Dickens fue reemplazado por esta fábula moderna de amores imposibles y corazones rotos y una nostalgia dulce, incluso por lo que no se ha vivido. Otra majestuosa banda de sonido y un conjunto de individuos encantadoramente trágicos; porque amamos a Mrs. Dinsmoor a pesar de su psicosis; amamos a Arthur Lustig por su nobleza, aún si es un maleante vulgar. Incluso a Estella, quien es más la víctima de una madre engañada que un objeto de maldad. Técnicamente hermosa, al borde de arrancar un lágrima a partir de una iluminación centralizada virada al verde (cuando no) y delicados movimientos de cámara, no hay manera de no identificarse con Finnegan Bell, ese encanto llamado Ethan Hawke.
- Shawshank Redemption (Frank Darabont, 1994): aquí estrenada como Sueños de Libertad, el tercer caso de la lista donde un director mediocre o artesanal produce una película maravillosa. Extraordinario drama carcelario, sacó lo mejor de la novelita de Stepehn King y construye un relato fragmentario y hacia atrás, relatando la mejor fuga y venganza de la historia del cine (Incluso mejor que Escape de Alcatraz). Tim Robbins finalmente se puede lucir en un rol a su medida y Morgan Freeman nunca podrá dejar de ser Red, a quien ya quiero como si lo conociera. El trabajo con el gris, los planos cenitales de la prisión y esa melancólica pieza musical que atraviesa la película no dejan de impactarme. Y si alguien dice que no se emociona con la muerte de Brooks o con la secuencia en que Andy pone la ópera por los altoparlantes, simplemente se está perdiendo de entender de qué va el cine.
- Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994): No voy a agregar más a lo que todos ya saben. Ñoño y todo, excesivo y todo, Tarantino hizo una película demasiado buena para ser verdad. Y si bien uno puede empeñarse en criticarla, verla de vuelta cada vez deja más en claro por qué marcó a la cultura popular que vendría.
- Ed Wood (Tim Burton, 1998): un gigantesco acto de amor. Un acto de amor personal, burtoniano, pero sincero y, sobre todo, hermoso estéticamente. Johnny Depp vuelve a decirnos que ningún otro galán actual actúa como él lo hace, los pulpos gigantes de goma pueblan la pantalla, Orson Welles le da a nuestro protagonista coraje y, por si fuera poco, tenemos a Bill Murray haciendo de las suyas. Desde el centro mismo del mainstream, un voto a favor de los geeks, de la clase B, del amor al cine y del amor a un género. Burton incluso le permite a Wood tener una premiere mundial, moño de oro a la gran revancha que Ed se da desde su tumba.
- Die hard with a vengeance (John Mctiernan, 1995): Mctiernan vuelve al juego luego de la decepcionante secuela dirigida por Renny Harlin y nos mete nuevamente en la vida frenética de John McClane, el duro de matar. El tipo es lo que todo hombre querría ser: se corta, anda borracho, la barba crecida, en camiseta, tira tiros y salva a todos, al mismo tiempo que mantiene su sentido del humor. Hay que quererlo sí o sí y verlo escapar de cada nueva humillación de Simon es un festín absoluto. Recuerden la escena de McClane con el cartel de "odio a los negros" en pleno Harlem. Eso es comedia de primer nivel sin escaparse de la trama. Samuel Jackson resulta un complemente perfecto y la adrenalina se acumula, se apila, crece. Acción de la mejor, matizada por diversión pura del mejor estilo Willis.
- Reality Bites (Ben Stiller, 1994): una pequeña reflexión madura de Ben Stiller, quien sorprende jugando el rol de villano yuppy. Adolescentes pasados de edad, tensiones amorosas y las insatisfacciones de no haberse jugado las fichas que se debían. Ethan Hawke y Wynonna están al borde de la belleza absoluta y cada encuentro entre ellos es glorioso. El clip para la MTV de los videos caseros con los rinocerontes cogiendo es un momento tan gracioso como trágico. La generación X, sin golpes bajos, sin clichés y tratada con empatía y cariño.
- The Big Lebowski (Joel Coen, 1998): los hermanos Coen decidieron simplemente dejar de ser cínicos al pedo y al mismo tiempo le dieron a Jeff Bridges el mejor rol de su carrera, construyeron la mejor alegoría sobre la era Bush (padre) y la Guerra del Golfo, sin por eso descuidar los diálogos que son de lo mejor de la década. Todo en esta película es maravilloso, todos los personajes son encomiables, todo tiene un fin perfecto, todo cumple una función, toda unión del montaje dice algo. No sólo nos enseñó a pasarla bien, sino que con ella descubrimos al trago White Russian y decidimos pasearnos en bata. Esta película es la libertad absoluat y hay pocas tan lúcidas, tan dinámicas, tan disparatadas y tan reflexivas en toda la época. This agression will not stand, man.
- Don Juan de Marco (Jeremy Leven, 1995): sensiblera, lacrimógena, extrema, sí. Pero es hermosa y saca lo mejor en cada uno (el espíritu navideño, ja). Vemos a Brando luego de mucho tiempo y, aún gordo y todo, tienen una presencia abismal, que se complementa con la frescura de Depp, tal vez el Brando de nuestra época. Es todo meloso y estereotipado, pero genera simpatía inmediata y cuenta con una gran colaboración entre Bryan Addams y Paco de Lucía, titulada "Have you ever really loved a woman?"
- The bridges of Madison County (Clint Eastwood, 1995): Clint nos convence de que no sólo es un gran director sino de que no sólo de héroes de western y oficiales racistas vive el hombre. Envejecido y tierno, Robert Kinkaid es un hallazgo para el director, quien se reinventa y hace de una novelita de cuarta una épica historia de amor prohibida, un adulterio pasional para parejas post-40. Una sensibilidad y una fluidez tal sólo está en tipos como Eastwood, pero no hay muchos melodramas modernos tan hermosos, delicados y bien fotografiados como este.
- A life less ordinary (Danny Boyle, 1997): Boyle se va a Hollywood y se lleva consigo a McGregor. Atrás queda la sordidez de Trainspotting y nos topamos con una road movie-comedia romántica-delirio religioso-melodrama-musical aboslutamente fuera de órbita. ¿Quién le dio el visto bueno a este delirio? Gran acierto, ya que este coctail pasional resulta magnético, y nos lleva a un disfrute casi infantil, hermosamente naif y al mismo tiempo alocadamente sexual. Un elenco fabuloso (Delroy Lindo, Holly Hunter, Dan Hedaya, uno mejor que el otro) y un descenlace de cuento de hadas punk.
- There´s something about Mary (Peter y Bobby Farrelly, 1998): la mejor película de los Farrelly, la que sentó las bases, la que les dio notoriedad, la que definió que un humor violento, grosero, escatológico y políticamente incorrecto puede al mismo tiempo ser noble, democrático e hilarante. Plagada de chistes antológicos (los dientes postizos, el perrito, el hermano de Mary, Warren) e invadida por dos músicos que acotan de manera impecable a cada instante, no hay momento de la película que no nos haga reir o sentir vergüenza o asco con igual intensidad. Un mérito dudoso, pero sin dudas original.
Hasta aquí llegó mi memoria. Prometo más revisiones de películas, cuando sea que la memoria me de, o las ganas o me den o cuando no esté pegado al cable, buscando a alguna de estas joyas para verla una vez más, que seguro no será la última.
15 Comments:
En la misma línea, se podría hacer una lista de actores o actrices que me gustan mucho, en especial a partir de las películas citadas. Corren con ventaja Bruce Willis, Bill Murray, Johnny Depp y Ethan Hawke. Entre las mujeres se destacan Andie Macdowell y Cameron Diaz. No son los mejores sino los que mejor eligieron sus papeles, aparentemente...
Algunas mias, ademas de la suyas que comparto plenamente (menos la de Brandon y depp, que ya me la olvide por completo):
el mundo segun Wayne (1992), Point Break (1991), Rapida y mortal (1995),a night at the roxburry (1998), La mejor de mis bodas (1998), Gremlins 2 (1990), strickly ballroom (1992)
me sumo a la votacion en pro de los hermanos doug y steve butabi !!!
y porque no sumar "locos del aire"?... satirización inolvidable de Top Gun
Adhiero cien por ciento a Gremlins 2.
Muchos mencionaron Point Break, pero no entra en mi canon.
Por cierto, habrá parte dos, pero estroy recopilando material.
Peliculas que faltaron:
GO de Dough Liman
ELECTION de Alexander Payne
BULWORTH de Warren Beatty. Es muy probable que estes encontra de ella.
FACE OFF de John Woo.
VERY BAD THINHS de Peter berg.
Estoy a favor de ELECTION, pero ninguna de las otras (por más que la mayoría me guste) entra en la lista. Recuerden que lo que importa es que SE PUEDAN VER INFINIDAD DE VECES. ¿Realmente podés ver GO más de una vez?
Algunas pelis que me surgieron en estos días y que deberían haber formado parte de la lista:
- 10 things I hate about you (1999, Gil Junger)
- Romeo + Juliet (1996, Baz Lhurmann)
- Waitnig for Guffman (Christopher Guest, 1996)
- Escape from LA (John Carpenter, 1996)
- Joe versus the volcano (1990, John Patrick Shanley)
- A league of their own (1992, Penny Marshall)
- That thing you do! (1996, Tom Hanks)
- Clueless (1995, Amy Heckerling)
- Mumford (1999, Lawrence Kasdan)
- From dusk till dawn (1996, Robert Rodriguez)
- The thin red line (1998, Terrence Malick)
Prometo más películas, en cuanto las recuerde...
Más:
- Gattaca (Andrew Niccol, 1997)
- Grosse Point Blank (George Armitage, 1997)
- Mi best friend´s wedding (P.J. Hogan, 1997)
- Freejack (Geoff Murphy, 1992)
- Dick Tracy (Warren Beatty, 1990)
- The Shadow (Russell Mulcahy, 1994)
- Cool World (Ralph Bakshi, 1992)
- Sweet and lowdown (Woody Allen, 1999)
BILL & TED!!!!
Buena opción. Compro.
Estas peliculas son para ver menos de una vez:
-Joe versus the volcano (1990, John Patrick Shanley)
- A league of their own (1992, Penny Marshall)
-The Shadow (Russell Mulcahy, 1994)
- Cool World (Ralph Bakshi, 1992)
Callate, botón, vos no sabés nada.
Agregar a la lista:
- Beverly hills cop III (1994, John Landis). Si bien es la peor de la serie, se deja ver varias veces, sobre todo por el cameo de George Lucas.
Nooo, Beverly Hills Cop III me la compre por $2,50 y creo que fue la peor inversion de mi vida. La peli la tengo tirada por ahi y uso la caja para guardar cosas buenas
No sé cómo pude olvidarme de Jerry Maguire (1996, Cameron Crowe). Sepan disculpar.
Maro, sos boleta.
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