Sunday, December 25, 2005

Navidad, ponele

Y llega Nochebuena y ponéle que me da igual.
Me hubiese quedado en Colonia, en el campo, en el río, bebiendo Gin y mirando a la lejanía.
Uno vuelve a la ciudad y enfrenta a la familia, ese grupo heterogéneo y diverso con el que uno mantiene una relación de aprecio/indiferencia. Se bebe (lo que se tiene a mano, lo que nos dan, lo que hay en los floreros) y uno más o menos ebrio hace llamados para ver qué sale y analiza el terreno presente para hacer predicciones de la noche. Ejemplo 1: a la hija de la mujer del ex marido de mi mamá le re doy. Puede llegar a ser una buena compañera de revolcones. Ejemplo 2: la prima de mi hermana (que no es mi prima, ya que viene del lado del padre de mi hermana, que no es mi padre) es super apetecible, a sus 30 años, con su pollera semi ceñida y su andar medio seductor, tono de voz acorde. Dudo... ¿Está bien que le tire los galgos? Me veo haciéndolo y la familia circundante me genera una cierta incomodidad, cierta culpa cristiana...
Arreglo una cita nocturna amorosa para entrada la noche pero el transcurrir de los hechos no me permitirá concretarlo.
Tomo cerveza, tomo champagne, tomo Seaman´s shot (bebida noruega mentolada), tomo fernet, tomo vodka hecha gelatina (dos vasos) y ya estoy escabio mal. Arruinado, adolescente.
Voy con Layo el Hermoso a una fiesta careta, medio Gancia, medio gente en la zona de la pileta, con globos, frente al río, San Fernando, Marina del Sol. No conozco a nadie, fumo porro. Me encuentro re loco frente al río, riendo. La fiesta se llena a mis espaldas, me sorprende la multitud danzante, muchas chicas muy chetas, no las distingo. No distingo nada. Sólo a mí. Mantengo diálogos absurdos, les pregunto a las chicas caretas a qué le tienen miedo, les ofrezco jugo de manzana. Me miran con gesto de incomprensión. No entienden cómo este ejemplar medio cincuentoso con jopo y saco de jean llegó hasta su fiesta, pero lo reconocen como parte. Hay espuma, hay champagne, no entiendo nada de nada de nada de nada.
Hablo por teléfono con el pasado reencontrado. Ella me llama, yo la llamo, no arreglamos nada. Me dice que está En Podestá y para mí podría ser Bucarest porque el mundo real se perdió en el camino. Me siento varado en la mitad de un infierno aristocrático y surreal. Un poco de psicodelia. Hago promesas de amor que ni el alcohol ni el cansancio me dejarán cumplir.
Llamo, llama, bebo, río, risas, sillones, jugo de manzana, guirnaldas, chicas.
Tironeo a Layo de su remera para que me lleve. Cree que voy a fornicar, yo también lo creo, pero me caigo a pedazos.
No miro hacia atrás y dejamos la fiesta, a la cual ada vez llega más gente, gente linda, preciosa, perfecta. Un mundo de mentira que se ve encantador. Salimos del barrio privado y de vuelta a la realidad.
Me duermo en el camino. Me despierto al llegar a casa.
Estoy abatido, soy un cadáver.
Mensaje de texto, lamentable: "Mis disculpas pero ¿podemos dejar para hoy más tarde esto?"
Ella: "¿Más tarde cuándo?"
El: "De día, de noche. Cuando quieras."
Ella: "Bueno, dale."
El: (triste, lamentable y final) "Te deja un beso enorme este borracho incurable."
¿A qué sabe la desilusión? ¿Sabe igual que el desamparo? ¿Huele a arrepentimiento, a cansancio, a intolerancia?
Me despierto hoy, ebrio aún, rodeado de niños.
El cielo no se parece a esto.
Año Nuevo vendrá con flores bajo el brazo o no vendrá en absoluto.

2 Comments:

Blogger el_cabo said...

El descontrol etilico y un corazon latente no van de la mano.
FIN

11:38 PM  
Blogger Cadmo von Marble said...

Ni que lo diga, jefe.
Groso Cabonet, eh. Fiel a su estilo.
http://cabonet.8k.com.
Entren, personas.

11:47 AM  

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