Volver al presente
Mi vida ahora es como una caja china, o como un sistema en el que la información se mueve hacia abajo y hacia arriba en diferentes niveles. ¿Se entiende? Volví, luego de tres semanas en Italia volví a Barcelona y eso implica bajar un nivel de información. Pero falta otra vuelta, la de Barna a Baires, otro descenso en la cadena de información. Podría darse un sistema recursivo en el que para volver a Baires hay que volver a Barcelona y para volver a Barcelona hay que volver a Barcelona y...
Pero no, en la vida real la información viaja en un sentido y es lineal.
Ayer fue un día alocado, la verdad. A las ocho de la mañana estábamos en Nápoles, a las once de la mañana en Roma, a las once de la noche en el aeropuerto de Barcelona y a las doce, en un bus. A las dos llegábamos a un bar donde nos encontramos con Chiara (finalmente) y Chuchi y algunos invitados más que conocimos con gusto. A las cuatro estábamos junto al puerto en una batucada callejera, a las seis estábamos vagando por las Ramblas y a las ocho estábamos echados en la playa, donde dormimos hasta las nueve. A las diez y media me eché en la cama, finalmente.
Y ahora, ¿Qué?
Antes que nada, una buena noticia. Acá aún quedan más amigos de los que esperaba encontrar. Está Adri, está Carles, está Andrea, María...
Vienen días de no proponerse nada, días de dejarse llevar por la circunstancia, de no ponerse límites ni horario de cierre. Días de estar con la gente, de escuchar a la gente, de dejar marca en la gente. Días de dar lo que no se dio hasta ahora y de dar incluso lo que no se tiene.
Tengo pocas certezas, pero les puedo adelantar lo que sé: en estos días haré una lista de mis lugares preferidos e imperdibles de Barcelona y también haré un recuento de conciertos, experiencias y personajes que quedaron en estos meses tan intensos.
Perdón si este posteo se vuelve un poco magro, un poco escueto... pero creo que a esta altura soy transparente, ya saben más de mí de lo que yo sé de mi mismo.
Pero no, en la vida real la información viaja en un sentido y es lineal.
Ayer fue un día alocado, la verdad. A las ocho de la mañana estábamos en Nápoles, a las once de la mañana en Roma, a las once de la noche en el aeropuerto de Barcelona y a las doce, en un bus. A las dos llegábamos a un bar donde nos encontramos con Chiara (finalmente) y Chuchi y algunos invitados más que conocimos con gusto. A las cuatro estábamos junto al puerto en una batucada callejera, a las seis estábamos vagando por las Ramblas y a las ocho estábamos echados en la playa, donde dormimos hasta las nueve. A las diez y media me eché en la cama, finalmente.
Y ahora, ¿Qué?
Antes que nada, una buena noticia. Acá aún quedan más amigos de los que esperaba encontrar. Está Adri, está Carles, está Andrea, María...
Vienen días de no proponerse nada, días de dejarse llevar por la circunstancia, de no ponerse límites ni horario de cierre. Días de estar con la gente, de escuchar a la gente, de dejar marca en la gente. Días de dar lo que no se dio hasta ahora y de dar incluso lo que no se tiene.
Tengo pocas certezas, pero les puedo adelantar lo que sé: en estos días haré una lista de mis lugares preferidos e imperdibles de Barcelona y también haré un recuento de conciertos, experiencias y personajes que quedaron en estos meses tan intensos.
Perdón si este posteo se vuelve un poco magro, un poco escueto... pero creo que a esta altura soy transparente, ya saben más de mí de lo que yo sé de mi mismo.
1 Comments:
no te preocupes por dejar impronta, tu huella ya es vieja.
solo disfruta todo lo del mundo, porque luego la nostalgia será una mierda.
un beso
yola
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