Moi, l' anglais
Soy hijo de toda la educación que el dinero puede comprar. Hablo inglés con genuina fluidez, tanto con acento norteamericano como británico - o acento del sur de Estados Unidos, si así me lo propongo - y soy capaz de adaptar la voz para cantar en ese mismo idioma. También hablo francés, con menos dominio de vocabulario, pero con un grado más que respetable de pronunciación, como para que los mismos franceses me indiquen con su rostro la sorpresa. Leo en ambos idiomas y sí, soy asquerosamente ostentoso en su uso, de modo que propios y ajenos sepan y recuerden lo bueno que soy en el dominio de esas lenguas foráneas.
Siempre me enorgullecí de ello. Hasta recién, cuando venía en el auto manejando y cantando una canción en inglés. Y me dí cuenta lo incómodo es hablar en otro idioma que no es el propio, aún si lo manejamos a la perfección. Qué es fuerzo mental, tener que elegir cada palabra y que no puedan salir solas. Todo el tiempo. Qué relajo encontrarse con alguien que habla el mismo idioma o, mejor aún, que sea del mismo lugar que uno, por más idiota que sea el otro. Y entendí por qué no todo el mundo se quiere ir del país que le tocó en suerte: porque prefieren tolerar toda la basura que su país les hizo y les hace con tan de no tener que sufrir esa eterna soeldad que produce no poder hablar como uno aprendió de niño.
Y, notando esto, entendí por qué me adapté tan fácilmente a vivir en España: porque todo el mundo habla mi idioma - y esto es clave cuando uno se despierta a la mañana, porque dormido también se puede comunicar con el tipo del metro - y porque está lleno de argentinos, con los que uno habla en argentino. Sí, suena horrible y costumbrista pero es así, a uno lo relaja hablar con otro que entiende con qué jugaba de chico y qué golosinas le gustaban, o incluso qué boliches de Buenos Aires se ponen buenos o cuáles apestarán siempre, por más que uno viva afuera. Entendí que Barcelona puede no ser tan cosmopolita como Londres o Nueva York o París - y joder si es cosmopolita de todos modos, a pesar de ser pequeña y rocosa - pero al menos allí puedo relajarme cuando hablo o articular frases enteras sin tener que pensar mientras me fumo un porro entre amigos.
Me cansó escuchar a la canción en inglés que estaba escuchando e incluso la dejé de cantar. Más extremo aún, las palabras dejaron de llegar a mi cerebro, dejé pensar en la lógica del idioma y de dónde se debe pronunciar qué y cómo. A continuación escuché la más grosera de las canciones en español y se sintió como un bálsamo, un páramo de relajación y no-pensamiento. Uno sólo se relaja en su idioma natal, por mejor que hable otros.
Y eso me pasa, amigos: me estoy cansando de la televisión norteamericana, de la música norteamericana, del cine norteamiericano y de la moda norteamericanos. No, no soy comunista, no soy de izquierda, no soy revolucionario: soy un tipo al que le gusta elegir y que no le impongan. Y menos aún me gusta que no aprecien lo mío a cambio. Me gusta compartir, me gusta el ida y vuelta y, sobre todo, me gusta que cuando quiero estar a solas con lo mío no haya otros entrometiéndose. Si hoy me comí un Snickers, fue sólo porque reconozco que es una categoría en sí mismo y no es que es un rango como "alfajor" o "barra de chocolate con leche", que tiene varias versiones. Las cosas que se hacen en un sólo lugar, como los relojes suizos o los tulipanes holandeses, se compran de ese lugar porque es inigualable, no porque nos dicen que así lo hagamos.
Perdón, sueno a eso horrible que juré que nunca diría, pero hay que hacerse cargo de lo que uno es (y lo digo culturalmente, eh, nada de "patria" o "estado" o vaya uno a saber cuántas patrañas nacionalistas) y del cariño que le tiene a lo que siente propio. Jamás escribiré ni lograré transmitir con la precisión o la transparencia mis ideas - perdón, lo siento así, amo mi escritura con pasión - que con la lengua castellana, o idioma español, vertiente argentina, modalidad porteña de clase media-alta con perfil culto y afrancesado. En inglés podré saber justo las mismas palabras y los mismos giros y los mismos coloquialismos, pero la vida interior, el uso tambaleante del sarcasmo y los guiños cómplices se habrán perdido en el camino.
Podré huir a Estados Unidos o a Europa, como el Hijo Pródigo que me siento, expulsado de su hogar debido, pero mi forma de hablar siempre será argentina. Eso es algo con lo que uno cargará toda su vida. Fatal fue el error de mis padres en invertir sus pesos bien ganados en una educación privilegiada, anhelando que yo tuviera lo que ellos no tuvieron. Sí, la satisfacción de que su hijo narre como un inglés o haga confesiones como un francés les otorgó extensos lapsos de felicidad y orgullo, pero poco sabían que engendraban a un pequeño burgués europeo, deseando retornar al Viejo Continente como Dios manda, o, en su defecto, partir a los Estados Unidos para ver "qué se traían bajo la manga estos americanitos".
Hoy descubrí todo esto. Y me pegó duro.
Es evidente que debo partir y buscar la vida en otros lares. Y la respuesta no es volver a España, aún si hablan allí mi lengua y si conservo allí grandes amigos y pasiones. Hay que jugar las cartas en mesas más arriesgadas.
A Londres o a Paris iremos, pues, navegantes. En cuanto se pueda y en las cicunstancias al alcance.
Deséenme suerte.
Siempre me enorgullecí de ello. Hasta recién, cuando venía en el auto manejando y cantando una canción en inglés. Y me dí cuenta lo incómodo es hablar en otro idioma que no es el propio, aún si lo manejamos a la perfección. Qué es fuerzo mental, tener que elegir cada palabra y que no puedan salir solas. Todo el tiempo. Qué relajo encontrarse con alguien que habla el mismo idioma o, mejor aún, que sea del mismo lugar que uno, por más idiota que sea el otro. Y entendí por qué no todo el mundo se quiere ir del país que le tocó en suerte: porque prefieren tolerar toda la basura que su país les hizo y les hace con tan de no tener que sufrir esa eterna soeldad que produce no poder hablar como uno aprendió de niño.
Y, notando esto, entendí por qué me adapté tan fácilmente a vivir en España: porque todo el mundo habla mi idioma - y esto es clave cuando uno se despierta a la mañana, porque dormido también se puede comunicar con el tipo del metro - y porque está lleno de argentinos, con los que uno habla en argentino. Sí, suena horrible y costumbrista pero es así, a uno lo relaja hablar con otro que entiende con qué jugaba de chico y qué golosinas le gustaban, o incluso qué boliches de Buenos Aires se ponen buenos o cuáles apestarán siempre, por más que uno viva afuera. Entendí que Barcelona puede no ser tan cosmopolita como Londres o Nueva York o París - y joder si es cosmopolita de todos modos, a pesar de ser pequeña y rocosa - pero al menos allí puedo relajarme cuando hablo o articular frases enteras sin tener que pensar mientras me fumo un porro entre amigos.
Me cansó escuchar a la canción en inglés que estaba escuchando e incluso la dejé de cantar. Más extremo aún, las palabras dejaron de llegar a mi cerebro, dejé pensar en la lógica del idioma y de dónde se debe pronunciar qué y cómo. A continuación escuché la más grosera de las canciones en español y se sintió como un bálsamo, un páramo de relajación y no-pensamiento. Uno sólo se relaja en su idioma natal, por mejor que hable otros.
Y eso me pasa, amigos: me estoy cansando de la televisión norteamericana, de la música norteamericana, del cine norteamiericano y de la moda norteamericanos. No, no soy comunista, no soy de izquierda, no soy revolucionario: soy un tipo al que le gusta elegir y que no le impongan. Y menos aún me gusta que no aprecien lo mío a cambio. Me gusta compartir, me gusta el ida y vuelta y, sobre todo, me gusta que cuando quiero estar a solas con lo mío no haya otros entrometiéndose. Si hoy me comí un Snickers, fue sólo porque reconozco que es una categoría en sí mismo y no es que es un rango como "alfajor" o "barra de chocolate con leche", que tiene varias versiones. Las cosas que se hacen en un sólo lugar, como los relojes suizos o los tulipanes holandeses, se compran de ese lugar porque es inigualable, no porque nos dicen que así lo hagamos.
Perdón, sueno a eso horrible que juré que nunca diría, pero hay que hacerse cargo de lo que uno es (y lo digo culturalmente, eh, nada de "patria" o "estado" o vaya uno a saber cuántas patrañas nacionalistas) y del cariño que le tiene a lo que siente propio. Jamás escribiré ni lograré transmitir con la precisión o la transparencia mis ideas - perdón, lo siento así, amo mi escritura con pasión - que con la lengua castellana, o idioma español, vertiente argentina, modalidad porteña de clase media-alta con perfil culto y afrancesado. En inglés podré saber justo las mismas palabras y los mismos giros y los mismos coloquialismos, pero la vida interior, el uso tambaleante del sarcasmo y los guiños cómplices se habrán perdido en el camino.
Podré huir a Estados Unidos o a Europa, como el Hijo Pródigo que me siento, expulsado de su hogar debido, pero mi forma de hablar siempre será argentina. Eso es algo con lo que uno cargará toda su vida. Fatal fue el error de mis padres en invertir sus pesos bien ganados en una educación privilegiada, anhelando que yo tuviera lo que ellos no tuvieron. Sí, la satisfacción de que su hijo narre como un inglés o haga confesiones como un francés les otorgó extensos lapsos de felicidad y orgullo, pero poco sabían que engendraban a un pequeño burgués europeo, deseando retornar al Viejo Continente como Dios manda, o, en su defecto, partir a los Estados Unidos para ver "qué se traían bajo la manga estos americanitos".
Hoy descubrí todo esto. Y me pegó duro.
Es evidente que debo partir y buscar la vida en otros lares. Y la respuesta no es volver a España, aún si hablan allí mi lengua y si conservo allí grandes amigos y pasiones. Hay que jugar las cartas en mesas más arriesgadas.
A Londres o a Paris iremos, pues, navegantes. En cuanto se pueda y en las cicunstancias al alcance.
Deséenme suerte.
4 Comments:
Muy loco que hayas escrito este post sobre el idioma... justo posteé un sueño en inglés. Lo que me pasa es que en lo que va de mi vida, escribí muchísimo más en inglés que en español. Entonces, reconozco que mi forma de escribir en español apesta.
Por eso quería probar escribir en inglés uno de los sueños... para ver si fluía un poco mejor el relato.
Por otra parte, viviendo en NY, me pasa exactamente lo que decís. Hay días en que me cuesta horrores prender el switch "inglés", y no me dan ganas de hacer esfuerzo alguno... entonces trato de evitar a la gente lo máximo posible.
cierto lo que dices pequeño burgués
muy cierto.
tanto si es paris ó londres ó berlin ó whereever you go, date un
paseo por aquí...
pero pronto que sea pronto!
Un croata que tuvo que exiliarse a los Estados Unidos, lugar acogedor, oh, dios! Dijo esta frase simple y eterna: "la única patria es el lenguaje"- qué loco que no haya sido más preciso diciendo idioma. Pues es la lengua de uno donde el espíritu realmente se revela- y en los silencios que ésta misma produce.
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