Sunday, July 24, 2005

Cronica oriental

Rompí la primera regla tácita. Lo hice sin quererlo, me dolió en el alma, pero igual lo hice. Sabía que no podría evitarlo y sin embargo fingí por unos días que lo lograría. Mis mentiras son tan elaboradas, pensé... nadie lo notará, pensé... soy tan hábil pensé... pensé... pero no contaba con la horda desenfrenada de seguidores que este blog posee desde sus mismísimos comienzos. Esos mismos fanáticos animales que, ávidos de notas/posteos/anécdotas, derribaron el portón de mi residencia palaciega, exigiendo novedades. Señores, lo confieso: pasé más de un día sin subir un posteo. O peor: fueron varios días, creo que tres o cuatro.
Mi excusa es válida, sepan disculparme. Me fui al Oriente, esa zona del globo de bellezas extrañas, de costumbres lejanas y aromas inusitados... o simplemente me fui al Uruguay, que no carece de bellezas pero que representa un oriente vecino y menos glamoroso. Colonia del Sacramento, para ser específico, donde reside mi morada campestre, donde vuelco mis raptos bucólicos y románticos, donde mis alocados cabellos (o lo que queda de ellos) danzan a gusto de los vientos.
No diré, sin embargo, que grandes cosas ocurrieron, ya que se va allí a alejarse del mundanal ruido y no a vivir horas desenfrenadas de excesos y festines diabólicos. Fueron días de estudio, de reflexión recoleta, de buceo del alma (frase acuñada por un Filósofo de colectivo o un crítico de almacén).
Aquí mi top 10 de esta estadía en el Este:
1) El silencio: basta de mujeres que me queman el cerebro con su histeria barata y su parloteo de relleno, de hombres ignorantes y malhablados, de smog y bocinas, de televisores que no se callan y de radios contestatarias. Al fin tres días de vacío, de calma, de quietud.
2) Andar en moto: señores, mi padre el motoquero. A sus 54 años, se le dio por seguir los pasos de Pappo (Dios quiera que no lo lleve hasta las últimas consecuencias) y adquirió una Yamaha de motocross, que nos permite deslizar por la hierba, saltar por las dunas o golpearse violentamente luego de equivocarse con el freno. Fue una experiencia emocional única, y un mundo ideológico nuevo (?).
3) El hombre sin atributos: pude contactarme con el libro que tanto deseaba leer y no me ha decepcionado. Hay algo titánico, casi sobrehumano de leer una novela taaaaaaaan gigante (ahí te ves, Ulyses; keep going, Magic Mountain). Novela, tratado filosófico, perfil de época. Un libro particular, casi de culto. Eso sí, es saladito: 210 pesos en su librería amiga.
4) Las vacas: el animal más estúpido pero simpático del mundo. Bicho curioso, carne caminando, son como señoras viejas que en vez de ir al mercado comen pasto y duermen. Es hermoso cuando se chocan con el alambrado y les da la electricidad. Animal bruto, sin memoria, sin sensibilidad, pero entrañable... si uno les canta un tango, parece que se quedan...
5) Los lacteos uruguayos: les patean el culo a los argentinos. Basta de joder con "lo nuestro"... una sola mousse Parmalat, un sólo queso/yogurt/lechita Colet de Conaprole valen más que toda la producción agropecuaria argentina. ¿Vieron? ¡Al final no sólo son mejores tipos que nosotros sino que además tienen mejores productos alimenticios y probablemente mejor mate!
6) Dormir: en estos territorios donde el aire es fresco y el silencio total (ver puesto número uno), se duerme tan plácidamente que cuesta despertar. El cuerpo se relaja, no hay prisa y el frío invernal invita a quedarse. Dormir nueve horas es poco en este paraíso pastoral. Según la doctora Itatí Di Guglielmo, abogada y productora ejecutiva cinematográfica, los músculos sufren una descontracción general que genera un estado de somnoliencia extremo, pero esta teoría aún no ha sido verificada.
7) Los juegos de mesa: ayudan a matar el tiempo y al mismo tiempo desarrollan el intelecto. En una veloz partida de Scrabble humillé a mis padres (oh, sí, el Toro tiene padres... ¿Qué creían? ¿Que me engendré sólo? ¿Qué sería entonces? ¿Cristo? Mmmm) en una demostración más de erudición e inteligencia práctica. Todavía se los puede escuchar llorando en los rincones.
8) La fauna local: los animalitos tienen instintos y poco los importa nuestra pacatería o nuestros modales o nuestra moral. Ellos viven en su medio natural y, si uno decide construir una casa allí, de poco vale pedirles que la desalojen. Esto puede ser o bien bueno (vemos animales salvajes gratis, cerca, sin tener que encender el Discovery Channel) o malo (invaden, destruyen, molestan, hacen ruido). Un extraño roedor de afiladas pezuñas se descargó en altas horas de la noche con el deck de madera, aberrantes pájaros carpinteros agujerearon las paredes de ladrillo y más de una mulita distraída invadió los pagos, con carita de "¿Quién? ¿Yo?".
9) Los ánimos de la gente: todos relajados, todos considerados, todos colaboradores, todos bienintencionados. En estas tierras, esos seres insportables e insistentes a los que llamamos padres se vuelvern moderados, se ocupan de asuntos que consideran más relevantes (traer madera para el fuego, encender la estufa, hacer compras de víveres, hablar con pintores, hacer visitas sociales) y libran a uno a su total albedrío, en silencio y civilizadamente. Se comparten charlas amenas sobre deportes, alimentos o temas emocionales y cualquier gresta es veloz y fácilmente olvidada. Ah, el campo.
10) El encuentro blogger: antes de partir, el Gran e Ilustre Nazachong me llevó a conocer a miembros de la numerosa comarca blogger, algunos de los cuales ya se habían topado con mi feroz escritura en comments o posteos en blogs de amigos y probablemente esperaban a un matón sanguinario de 2 metros y 200 kilos, una bestia prusiana con el apetito de un oso polar y la violencia de un puma en celo. Sorpresas en sus rostros ante este efebo de tez cándida y pose de caballero, enfundado en atuendo oscuro y cuidado, la mirada firme, el brazo inquebrable. Resultó ser buena gente y, sin bien entendí poco de las encendidas contiendas musicales, intriduje sendos comentarios sobre películas y salvé las apariencias. Es de esperarse que se repita, ya que este blog necesita aliados o camaradas, como modo de conquistar al mundo.

Olvidables serán la lluvia, la falta de deportes, la cobardía de Gaudio, la canallada de Nadal, la falta de joda nocturna o los paupérrimos capítulos de Curb your Enthisiasm.
Señores, estoy de vuelta. No se alteren, no sufran, no vengan a mis puertas. Cuando Cadmo, el Toro, se pone a escribir, no hace falta que Mahoma vaya a la montaña pues ella sola, mansa, se deposita a sus pies.

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