Thursday, August 11, 2005

Mientras pasa el tiempo, niego el espacio

Ya no puedo vivir en Buenos Aires. Ya no la tolero, aún si a ella yo le resulto indiferente. Yo no la hago a ella pero ella no me hace a mí. Lo cierto, claro e indisimulable, es que ella me alienó; no fue intencionalmente, ya que tiene problemas más serios que mi bienestar en su atareada agenda, pero lo hizo. O yo me dejé alienar en ella, no sé. Algo se rompió, algo se dobló más de la cuenta, algo se quebró. Y ya no puedo ser yo en esta urbe sudamericana, ya no hay recomposición en el interior del circuito. Ya no hay nuevos circuitos sino que todos se reducen a un sólo, único, eterno circuito multiforme y polifacético en el que las caras cambian para sólo ser siempre las mismas. Me cansé.
Y sin embargo... la pasividad. Ya sin angustias, sino con tierna resignación. Un desamparo otoñal y descendente, pequeñas ráfagas de viento que sólo traen oxígeno degradado. Es imperante y necesario empezar de nuevo, donde nadie me conozca, donde no haya redes, ni códigos tácitos archiconocidos, donde las palabras se reinventen y la lucha cotidiana sea justa, válida, digna de ser llevada a cabo. Donde me pueda calzar la armadura y montar el caballo con la frente en alta, con la espada cargada, en soledad, como los buenos viejos caballeros.
Es cuestión de mirar al panorama.
Descartemos Los Angeles por vasta, por fea, por mundana. El mismo principio se aplica a la inmunda y menemista Miami.
Ni hablar de Nueva York, por su mentira étnica, por su estereotipo de cosmopolitismo, por su suciedad y su aislacionismo disfrazado de bienvenida.
Qué hermosa es Madrid, es una pena que esté tan invadida por latinoamericanos sudorosos, malhablados y salseros. Sus hermosas avenidas y museos se ven opacadas por el argentinismo reinante.
Barcelona, la bella Barcelona es un encanto, pero todos los santos mozos son argentinos. Además, es demasiado pequeña para ser una ciudad y sólo posee dos cines donde las películas no se den dobladas.
No quiero volver al D.F. ya que sus autopistas, su violencia racial y su desproporción me apabullan.
Canadá es prolija, respetable y poblada de bellos paisajes pero aburrida y sosa.
París, la ciudad luz, no carece de historia y atractivos, pero los parisinos son insufribles y aberrantes. La neoderecha tampoco ayuda.
Con Roma no he tenido el placer pero desconfío y Berlín me atrae más como sitio turístico que como residencia permanente.
Amo a Londres con toda mi alma, aún si la invaden los atentados, el conservadurismo y los elevados precios.
Japón y Hong Kong me dan claustrofobia, China me da agarofobia y los maremotos le restan ese salvaje encanto a Tailandia y Malasia. Vietnam sería ideal para poner un restaurant (Hanoi), pero la idea de extranjero occidental exótico se agotó en los años sesenta.
Marruecos es extraño y seductor, pero no tanto como en las películas y a la larga implicaría el tedio desértico y los dolores estomacales. Sudáfrica es chata y racista y en Kenia no hay más que safaris y población nativa que no sabe liberarse del yugo inglés.
Algún día veré Australia y me perderé en alguna isla polinésica, pero el día no ha llegado y la idea de vivir aislado de la industria cultural me da un poco de miedo.
El mundo de hoy es inhabitable, es peligroso, es poco encantador, es hostil.
Me da miedo, me paralizo y me quedo donde estoy.
Aquí, en Buenos Aires, sigo alienado, sigo extrañado y sigo envuelto en la ingenua costumbre de hundirme en dulces mentiras diarias, prolijamente catalogadas como cultura u ocio, para olvidarme un poco de quien soy.

5 Comments:

Anonymous Anonymous said...

zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

4:48 PM  
Anonymous Anonymous said...

demasiado ruido... muy pero muy pocas nueces. te recomiendo un post por semana, if you will.

8:41 PM  
Blogger Cadmo von Marble said...

Gracias, pero no gracias.
Este es mi espacio y reflejo en él todo lo que me place.
El que se aburra o no le interese, está invitado a no leer.
Es el nuevo concepto de extimidad: el borde externo de la intimidad, mi intimidad como lugar compartido con otros, públicamente.
Seguiré mi camino.

3:24 PM  
Anonymous Anonymous said...

la fobia a los espacios abiertos se llama agorafobia, no "agarofobia", como vos pusiste

10:57 PM  
Blogger Cadmo von Marble said...

Es verdad, me equivoqué.
Gracias por la corrección.

3:20 PM  

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