Saturday, April 01, 2006

Aventuras y desventuras de un tipo como yo

Como dice el título arriba. Ayer estaba en la comodidad primaveral de Barcelona, hoy me despierto en el leve calor perfumado de Nueva York. La fantasía casi cinematográfica de llegar al aeropuerto con escaso tiempo, tomar un taxi conducido por un hindú y llegar al teatro sobre la hora para ver un show de danza contemporánea. Así soy yo, vivo de la fantasía y, cuando puedo, la concreto.
El vuelo fue un calvario. Pesadilla. Todo de día, como si la noche existiera. Volando contra reloj, como dicen. Junto a mí, un madrileño un tanto regordete y otro tanto facho, simpático pero bribón. Filósofo de la vida, pero con ciertas visiones oscuras.
"Cuando tomas un gran pedazo de mierda y le das forma, sale un catalán. Pero no te pases de ancho porque te sale un vasco, eh", dice mi amigo madrileño, Pedro. Se ríe con los ojos entrecerrados, como el perro pulgoso, y yo se lo festejo, menos porque me divierta que porque me da trabajo discutir con el. Despues intenta levantarse a la azafata, la Sargento Lorenzo, pero ella le muestra su mejor cara de chásis. El me mira, pero a mi no me importa nada.
Antes de salir de Barna, soñe que una horda de peronistas invadían mi casa de Buenos Aires (???). No se que los hacía reconociblemente peronistas, pero se que yo gritaba que salieran de mi casa, que lo que hacían era ilegal, que se sacaran mi ropa. Lo miraba a mi papá y le decía: "Yo te dije que hay que ser reaccionario, hay que matarlos a todos". Extraña visión propia, no del todo mentirosa. Porque, en el fondo, pero tambien en la superficie... soy bastante facho. El hijo de puta medio querible.
De una manera un tanto loca, extraño tambien a X. Bien sabido es que no soy adepto a poner seudónimos, que en este blog a la gente se la nombra con nombre y apellido, sin importar las consecuencias. Pero esta vez es distinto... ella es tan sutil y tan refinada que no quiero compartirla con ustedes. Y lo mejor es que no es consciente de su elegancia, no está trabajada. Como dirían mis amigos los españoles, "una gozada, tío". Disfruto tanto de su pudor, de sus pequeños gestos ingenuos, de cuando me habla como si fuera una nena, mordiendo sensualmente una lapicera. Me encantan sus anteojos color salmón (un detalle de color y de riesgo que me fascina)y esa mezcla tan inusual de gracia y torpeza que me vuelve loco. Como las buenas adicciones, me deja fabulosamente insatisfecho. Una vez más, soy presa de la idealización completamente autoconsciente, pero... ¿A quien puede molestarle, más allá de a mí mismo?
Hoy toca más danza, más cemento neoyorkino, algún cafecito en un bar del Village y, probablemente, Barcelona - Real en algún bar gallego, para no perder la costumbre.
Si alguna vez vuelvo a decir que la vida me maltrata, por favor, denme golpes en el rostro hasta que pierda su forma original, pero no se olviden de que quede en evidencia que es un acto de amor. Siempre un acto de amor.

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