Monday, March 06, 2006

Una eleccion forzada

Con un amigo que he adquirido hace relativamente poco tiempo - aunque nos conocemos los rostros y las mañas hace un rato largo - tuvimos, en circunstancias felices, una conversación que escondía una gran verdad. Yo expuse lo importante que me parecía poder convertir en literatura las tragedias (amorosas, principalmente) cotidianas, eso que en psiconálisis se llama "sublimar". El, en cambio, respondió: "Para mí no viene primero la vida y después la literatura, sino al revés; no me importa pasarla mal si después me permite escribir cosas geniales."
Dos concepciones radicalmente opuestas de lo que implica sentarse a escribir, sobre todo autobiográficamente. La mía, demás está decirlo, es la más convencional y la menos romántica, pero admito que en el fondo siempre fui un optimista y termino creyendo que la vida tiene sentido. Pero ese no es el punto. el punto esta vez es mucho más banal y trillado. La clave esta vez es justificarme: amigos, si no escribo tan seguido como solía es porque estoy ocupado viviendo. Si bien había épocas de vacas gordas en las que hacía crónicas de mis fabulosas aventuras nocturnas, de mis alocadas experiencias alucinógenas o de mis infinitos encuentros y desencuentros con el sexo opuesto, ahora sólo soy prolífico cuando estoy mal. Porque, debido a mi naturaleza melancólica y taciturna, me regodeo en el sufrimiento... escribiendo sobre él. Claro que no soy original, pero cuando las cosas marchan, cuando no hay lugar para planteos, o reflexiones existenciales, o para tiempos muertos donde me quemo la cabeza pensando quien soy, o quien no soy, o que hago, o que debería hacer, o que tendría que haber pasado para que finalmente las cosas se dieran... cuando todo esto NO se da, simplemente me dedico a ser feliz.
Y, de una manera vaga, o pasajera, o incluso mediocre, soy feliz.

Quisiera dedicar un párrafo a algo que sólo noto desde aquí, a la distancia. Uno se vuelve mucho menos crítico con aquello que históricamente formó su cotidianeidad cuando lo ve en perspectiva. Todo aquello que destrocé verbalmente de la cultura argentina, o de Buenos Aires particularmente, se ve desde kilómetros de distancia un poco más agradable, entrañable y pintoresco. Me agarra en general por sorpresa, cuando menos me lo espero, pero se da que extraño las cosas menos imaginables, como la patética melancolía y desolación de Mar del Plata durante su festival de cine; o las noches de borrachera entre amigos que no conducen a ninguna parte más que a beber hasta que duelan las entrañas; o ir a la cancha, aún en esas tardes grises y de lluvia, donde uno sabe que le espera un empate agrio o una derrota magra, en esos partidos de mitad de tabla donde el resultado sólo le importa al equipo chico visitante. Incluso hay momentos de rara nostalgia, cuando mi iPod, configurado para que elija por su cuenta las canciones de mi larga lista, hace sonar a Leo García mientras deambulo por la Barceloneta en una tarde de Sábado, o empieza a sonar Miranda en un bar de mala muerte del Raval donde los argentinos copan la parada. Todo lo que desprecio o respeto poco cobra súbitamente un aire de candidez, como si la mera procedencia y el mal de la distancia cubrieran a todo de un velo tenue, aterciopelado, dulce y delicioso.

No hay grandes historias de amor últimamente y, la verdad, me tiene un poco aliviado. Uno entiende, cuando se muda por solo un par de meses a una ciudad, que es mejor mantener cierta simpleza emocional, no involucrarse en historias turbulentas, dedicarse a vivir en lo que los romanos llamaban la "aurea mediocritas". No deseo y no busco y todo resulta mejor así. No me privo de besos pasajeros con mujeres de procedencia variada (el carnaval de Sitges fue una buena ocasión para probar nuevos sabores), pero tampoco me obsesiono en la búsqueda. Parece que se avecina un período de madurez, dentro de la gran adolescencia que estoy viviendo.

Es un período de esplendor, si se quiere. Pero no un esplendor de jardines de castillos o de teteras de plata, sino un esplendor moderado, otoñal (aún si aquí está por empezar la primavera), de esos que dicen con todas las letras "la vida es un tenue devenir". Es un período para vivir, no para escribir. Cada tanto puedo darme estos lujos, de explayarme en palabras, pero son sólo placeres efímeros, que en sentido alguno implican una cura para el alma o una catarsis volcada en la pluma. Se trata más bien de un ejercicio jovial, un monólogo breve pour la galerie, un estornudo de letras. Sabran entender que mi comunicación en este período sea pasajera y ligera, con pies de plumas. Es un momento de estar vivo y eso... eso sólo se puede escribir con acciones, con sudor y con aliento.

3 Comments:

Blogger Mariano Dorr said...

G...

La "a" de mi teclado está un poco complicada. Te escribo con esas dificultades, pero voy a intentar hacerlo de todos modos.

La literatura o la vida. Siempre se plantea esa cuestión en el escritor, aun cuando no pueda ver que ese problema es ya un problema de la literatura, y no de la vida. "La vida". La vida misma es una pura nada literaria; no es otra cosa que uno de los modos de la literatura.

Está muy bien escrito. Eso. Que lo hiciste realmente muy bien. Que es un placer leer tu narrador. Que si el modo de escribir con esa fantasía es el que conseguís renunciando a escribir para vivir, entonces, excelente, porque es genial.

Estoy con Ceci, en Olivos. En mi casa. Un poco quemados. Ella se aburre porque yo estoy acá, escribiendo.
Te mando un abrazo muy grande con besos.

3:46 AM  
Blogger P.Ing.- said...

Está bueno vivir de un modo profundamente superficial al menos por un rato.

2:14 PM  
Blogger Cadmo von Marble said...

¡Mariano! ¿Te acordás de esa charla, en el jardín de mi casa? Me voy a sincerar: cuando me senté a escribir ayer lo hice de mala gana, pero a medida que avanzaba me di cuenta que iba a salir con un poco de fantasía. La verdad que esto de hacer literatura de la propia vida a veces se torna molesto, pero cuando uno encuentra un buen narrador (como vos decís) desde donde mirarse de afuera, se pone bueno.
Saludos a la López y al Gómez y a todo ese mundillo fabuloso que merodea Olivos pero que en realidad llega mucho más lejos.

2:38 PM  

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