Sunday, April 16, 2006

Sensaciones y teorias/Alla y aca/Antes y ahora

Llevo demasiado abrigo para esta mañana excepcional, pero poco me importa. El chaleco verde petróleo y la campera deportiva holandesa son mis fieles compañeros y no pretendo abandonarlos por un simple cambio climático. O simplemente me da igual tenerlos puestos o quitármelos. Me da igual de la mejor de las maneras posibles, lisa y llanamente todo está bien.
Atravieso Paseo de Gracia a paso lento y cansino, los pies hinchados por las botas, otras amigas íntimas que no me abandonaron en la duración del periplo. Me duelen los pies y decido darles un descanso en una de las tantas mesas que dan a la vereda de los cafecitos céntricos. Llevo la barba espesa y sin delinear, las ojeras groseras y el cutis grasoso, denso. Coincide con el hecho de que hace unos tres días que mi cuerpo no pasa bajo el efecto del agua o del jabón y la evidencia está presente. Mis labios están cubiertos de cicatrices y estoy más flaco que nunca, al borde de ser transparente. Me siento como una mezcla bastante desequilibrada entre Hunter Thompson y Ernest Hemingway. No es que alcance en algún sentido la altura literaria de cualquiera de esas dos figuras míticas, pero los dos días que llevo sin dormir, robando horas de sueño en plazas públicas o en estaciones de tren, y mi tendencia a tomar cervezas en bares de paso o cafés en cafecitos semidesiertos o poblados de especímenes raros me acercan a esos dos hombres de letras. Y de excesos, claro está, pues no se puede pasar una semana en Amsterdam y no consumir algún tipo de narcótico (Thompson) o beber algún tipo de bebida intensa y alucinógena, probablemente ilegal (Hemingway).
Lo cierto es que estoy de vuelta en tierra catalana y siento que algo cambió. Los siete días transcurridos en tierra lejana se sienten como una eternidad, como un lapso de tiempo mayor, como si hubiese vuelto de una guerra. Como si hubiera vuelto a casa. Eso cambió. Me siento en casa. Luego de siete días de lluvias y nubes, me invade este intenso sol mediterráneo y me hace olvidar de todo. Caminar por las calles semivacías inundadas por la luz de este sol radiante despeja todas las dudas. Se parece mucho a la felicidad.
¿Pero qué es casa? ¿Qué imagen viene a la mente cuando pienso en casa? Cuando pasaba frío, recostado y revuelto en un banco de plaza en Amsterdam, y soñaba con estar en una cama propia... ¿Qué cama era? ¿La cama de dos plazas, abierta y señorial, que me espera más o menos impaciente en Buenos Aires? ¿O mi catre de una plaza modelo Ikea que reposa en Barcelona, donde duermo de prestado? Buenos Aires aparece en mi memoria como un recuerdo lejano e inmemorial, de otra época u otra vida, poblada de seres extraordinarios de quienes sé todo pero poco parezco asociar a mi actual existencia. La vida parece componerse de fragmentos, o de esferas, y vaya uno a saber si esas esferas son realmente reconciliables.

Holanda y Bélgica no solo me dejaron sus paisajes y sus molinos, sus drogas y sus museos, sus lluvias y sus pobladores altos, rubios y hermosos, como Hijos del Sol. Yo creía que lo más relevante del viaje era que iba a conocer a la meca de los Coffe shops y a la tierra del museo Van Gogh, pero me olvidaba del detalle clave. Viajar solo. Solo. Ser responsable único y total de las decisiones tomadas. Tomar decisiones, todo el tiempo. Lidiar con el tiempo, con el silencio, con la soledad. La soledad. Así, pensando, entendí algunas cosas que no creo que supiera reconocer antes. Lo que algunos llaman “conocerse a uno mismo”.
No es lo mismo estar solo que sentirse solo. Es fácil confundirse, pero la diferencia es, en un principio, física; hay o no hay un otro cerca. Suele ocurrir que en el día a día uno tiene a otro cerca pero no sabe cómo crear el vínculo o no sabe cómo llegar a ese otro. Eso es, básicamente, sentirse solo. Cuando uno se encuentra en una tierra ajena, sin posibilidad de contacto directo con elementos de su propio entorno, de forma tangible - acordemos que el teléfono o Internet no son más que hologramas que olvidan la necesidad humana de contacto -, eso es estar solo. La distinción parece superficial, o incluso caprichosa, pero no lo es. Sentirse solo tiene solución inmediata, es un mal consolable. Estar solo no, no tiene fin inmediato, es el ser mismo y su angustia corporizada. La diferencia, por nimia que parezca, marca el límite entre el (posible) capricho y el dolor.

La soledad puede llevarse calma o turbulentamente. De cualquier modo, contamina la existencia y la experiencia; el modo en que llevamos a la soledad (o en que la soledad nos lleva a nosotros) determina el modo en que vivimos. Los viajes son un ejemplo básico de esto: uno es aislado de su entorno y esto lleva a que la soledad se configure positiva o negativamente, según el estado de las cosas. Una soledad bien llevada puede derivar en una actitud contemplativa, observadora, en una naturaleza inconscientemente voraz por absorber todo lo que ocurre alrededor en el más preciso detalle. Una soledad mal llevada conduce a la angustia, al enclaustramiento dentro de uno mismo, a la incapacidad de retener no sólo detalles sino superficies o fenómenos de gran escala. La angustia positiva es centrípeta, la angustia negativa es centrífuga. El animo que uno tiene, el entorno y el azar determinarán el resultado final.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

No me interesa el anonimato poruqe me arriesgo a ser reconocida por mi texto....La capacidad de estar a solas ..tan propia de la experiencia de autonomia infantil ..esa que te pone en contacto con las representaciones internas de las cosas que te pertenecen ,se ejercita ,se siente ,se disfruta y a veces se padece...Hay algo profundo en la diferencia con la soledad de no tener ,por que sentirse solo es del ser....y es algo de lo insustituible poruqe la marca es de vacio.....Me parece que ponerse en falta o en riesgo es una operacion que esta muy lejos del sentimiento verdadero de soledad....es un ejercicio que se goza poruqe hay una pequeña garantia de poder salir de es profundo ....Ya no sos el mismo

7:53 PM  
Blogger Cadmo von Marble said...

El comentario me deja anonadado, carente de respuesta. Es bienvenido, pero de este lado solo hay silencio. Me deja perplejo. ¿Se refiere a mí o a todo el mundo?

10:07 PM  

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