Saturday, February 14, 2009

Dulces sueños de hombres sin mujeres

M. está de guardia en el balcón. Todos los médicos estan vestidos como mozos y el ambiente de hospital es como una cocina abierta. Estan trabajando cuando empieza el discurso. Desde el balcón se puede ver a la calle llena de gente, miles de personas presenciando a Obama, hablando desde la tarima. Los médicos-mozos siguen haciendo su trabajo en la guardia-balcón-restaurant, sin prestar atención al discurso presidencial. Súbitamente, desde el centro de la multitud, una cara anónima grita, un hombre alza su voz hacia el escenario.
- ¡Negro puto! - grita el tipo, alterando el clima festivo del discurso.
Todos callan, algunos giran la cabeza hacia el hombre, que sigue altivo y no parece arrepentido de sus palabras. Obama deja de hablar, hay conmoción.
En el balcón, los médicos-mozos dejan de trabajar y rápidamente se alinean. Al unísono, levantan los brazos como en un gesto de tribuna futbolera y entonan en una sola voz, como autómatas encendidos por el ritmo:
- ¡Oh oh oh oh oh oh oh, negro puto! ¡Oh oh oh oh oh oh oh, negro puto!

P. está sentado en una butaca en el estadio central en Wimbledon. El estadio está repleto, pero no hay jugadores en la cancha central. En vez de raquetas, pelotas o figuras contrapuestas en ropa deportiva blanca, en el centro del court está recostada Marcela Klosterboer, desnuda, frotándose. P. mira a su alrededor. Todos sonríen, a nadie parece importarle el cambio de espectáculo. La joven actriz se sigue frotando en el centro de la cancha, bajo el sol, todos aplauden.

N. sabe abrir la cerveza con los ojos. Se ha congregado un grupo de gente a su alrededor, hombres de smoking y mujeres de vestidos negros con encaje. Esperan impacientes. N. levanta la botella de vidrio, se la lleva al párpado y, cerrándolo, destapa la botella con un golpe seco. Todos sonríen y aplauden, uno de los hombres se lleva la botella y todos se alejan comentando lo sucedido. Mientras se alejan de espaldas a él, N. abre los ojos. Uns gota de sangre espesa cae desde el párpado hacia la mejilla.

G. seduce mujeres. No es atractivo ni inteligente, habla demasiado y tiene una postura corporal encorvada. Sus huesos son frágiles y suelen rompérselos en peleas callejeras que él inicia, provocando a hombres que lo duplican o triplican en tamaño. Tiene una mandíbula prominente, los ojos constantemente cargados con sangre y una cabellera grasosa y enrulada. Se viste en casas de moda, pero siempre elije las prendas menos interesantes.
Aún así, seduce mujeres. Se acerca a ellas, se aferra a ellas con sus manos-garra y habla, simplemente habla. Su voz se desarrolla en una única frecuencia monocorde, con escasas variaciones. Esa frecuencia hipnotiza a las mujeres y las duerme, les impide escuchar una sola palabra de lo que G. dice. G. habla y habla y habla y las mujeres quedan idiotizadas por el poderoso tono de voz que G. emite y que todo lo nubla.

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