Escribir me mata porque es como vivir con tiempo prestado
Cuatrocientos millones de pompas de jabón surcan el cielo y yo pienso en cuánto te amaba cuando estabas echada al sol.
Y rompo vidrios con un bate, rompo vidrios con un bate, porque quiero gritar ¡Yo te amo, yo te amo! pero ya no estás y en esta habitación se quemó la lamparita.
Después hicimos una torta, y le pusimos cosas de más, solo para ver si el empalague era universal, y no, era nuestro.
Seda prensada, algo que tocar, una oruga en tus brazos y yo paseo con los ojos por esos pliegues, que te quedan tan tan plegados, tan sobre los poros, que te quedan tan bien.
Después te doy besos en la parada del 26 y me decís, como si no pasara nada, que es lindo perderse en el sabor de un beso.
Yo me saco todos los pelos, no dejo ni en la barbilla, a ver si al final me puedo sentir limpio.
Seamos libres, mierda, hagamos algo que nos haga dormir bien, pero no esto, mierda, no esto, y esto es exactamente lo que hacemos.
Qué olor a carne picada, qué ganas de no tener sentido en nada y de hacer conexiones que nadie más ve.
Los gatos sobre el colchón duermen la mona, no guiñan el ojo ni cuando sacudo el plato, no opinan nunca.
Debería bastarte con mi amor, y no tendríamos que tener más que una sola bala, un solo tiro, y fallar, fallar, cagarse de risa del yerro hasta que nos duelan las costillas y gritar, juntos, al unísono ¡Silencio, Señor, silencio!
Silencio de calma pero también de ausencia, de no saberse solo por no tener opción.
La historia de nunca acabar, la de las palabras que se van, se las lleva el polvo.
Al final solo sabemos amarnos con palabras, y qué carajo implican las palabras, si no son más que esto, ¡Esto! Manchas sobre una superficie lisa, encajes de tinta, una camisa de fuerza muy tensa, muy húmeda, muy epidermis de serpiente.
Crucifixión, risa mal grabada y archivo, silencio de redonda, incoherencias que acaban ocupando el lugar que antes tenía la poesía.
Y rompo vidrios con un bate, rompo vidrios con un bate, porque quiero gritar ¡Yo te amo, yo te amo! pero ya no estás y en esta habitación se quemó la lamparita.
Después hicimos una torta, y le pusimos cosas de más, solo para ver si el empalague era universal, y no, era nuestro.
Seda prensada, algo que tocar, una oruga en tus brazos y yo paseo con los ojos por esos pliegues, que te quedan tan tan plegados, tan sobre los poros, que te quedan tan bien.
Después te doy besos en la parada del 26 y me decís, como si no pasara nada, que es lindo perderse en el sabor de un beso.
Yo me saco todos los pelos, no dejo ni en la barbilla, a ver si al final me puedo sentir limpio.
Seamos libres, mierda, hagamos algo que nos haga dormir bien, pero no esto, mierda, no esto, y esto es exactamente lo que hacemos.
Qué olor a carne picada, qué ganas de no tener sentido en nada y de hacer conexiones que nadie más ve.
Los gatos sobre el colchón duermen la mona, no guiñan el ojo ni cuando sacudo el plato, no opinan nunca.
Debería bastarte con mi amor, y no tendríamos que tener más que una sola bala, un solo tiro, y fallar, fallar, cagarse de risa del yerro hasta que nos duelan las costillas y gritar, juntos, al unísono ¡Silencio, Señor, silencio!
Silencio de calma pero también de ausencia, de no saberse solo por no tener opción.
La historia de nunca acabar, la de las palabras que se van, se las lleva el polvo.
Al final solo sabemos amarnos con palabras, y qué carajo implican las palabras, si no son más que esto, ¡Esto! Manchas sobre una superficie lisa, encajes de tinta, una camisa de fuerza muy tensa, muy húmeda, muy epidermis de serpiente.
Crucifixión, risa mal grabada y archivo, silencio de redonda, incoherencias que acaban ocupando el lugar que antes tenía la poesía.
2 Comments:
Ay, cómo extraño cuando me hablaban... qué lindo era una palabra de aprobación, o de rechazo...
Denme amor, vamos, denme amor.
queremos mas!!!!
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