Monday, October 03, 2005

Teenage wasteland

Es lunes a la mañana y yo no sé qué hacer. Es una de esas mañanas negrísimas, en las que uno siente que hay mil cosas para hacer pero se queda estático. Y uno se deprime, pero más por deporte que por otra cosa. Son esos momentos en los que uno planea mandar todo a la mierda y vivir una vida nómade, inmaterial. Mentira.
Tengo que hacer mil llamados y no deseo hacer ni uno. Tengo que cerrar un montón de cuestiones y no me apetece cerrar nada. Tengo que regañar a quien no cumplió con sus promesas, pero no soy el padre de nadie. Y hacer cosas productivas y aprovechar el día, pero no, no quiero, quiero holgazanear impúnemente y reir, y dejar las horas pasar en nada.
Ayer un domingo atípico, el segundo consecutivo. Salidas nocturnas como si fuera sábado y asados, y vinos y picadas y desenfreno adolescente. Y yo en personaje, batiendo las brasas del fuego como un señorito británico. Y Facu que me dice "abandoná ese personaje, ya lo superaste", pero no, como lo voy a superar si ya es parte de mí, si es mi escudo contra tanta mediocridad juvenil y tanto pendejo malhablado.
Y miro al ambiente y me siento con ganas de saborear a una chica normal, no de esas adulteradas. Y justamente encuentro chicas normales y les hablo, con un tono juguetón, armas de seducción, e histeriqueo como quien no quiere la cosa. Y no me doy cuenta qué está pasando en serio y qué es pura fabricación de mi cabeza y lo estoy disfrutando. Y caen los padres de la dueña de casa y yo que saludo ocho veces y el padre que me dice, sonrisa apretada entre dientes, "ya me saludaste".
Y morcillas frías comidas a destiempo. Y el "nos vamos que tenemos yoga mañana" pero hoy ya no hay ganas. Nunca hay ganas de nada el lunes a la mañana.
Y la atención fijada en esas caderas grandes y en ese corpiño (fea palabra, pero no parece haber opción a su uso) que se asomaba entre una remera demasiado amplia que habita una casa con dejos de diseñador de ambientes. Y la suma de todos los consumos, más la suma de todos los deseos, más las ganas de jugar el juego. Y lo juego, entre mis sábanas, completando lo que quedó inconcluso o lo que simplemente no debía concretarse.
Pero hoy yo es lunes. Hoy es vigilia pura. Y soy devuelta un desperdicio adolescente.

3 Comments:

Blogger la enmascarada said...

Bueno hombre la vida es así, no se puede estar siempre "on the top"
A veces hay que soportar que no pase nada, eso también es parte de la vida
Un saludo

2:16 PM  
Blogger Cadmo von Marble said...

La vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...

10:41 AM  
Blogger yukio said...

vivo con esa sensación. yo trabajo como free-lance lo que implica que paso gran parte del día en casa laburando, ejercitando ese que llaman imaginación sociológica que es laburar desde la cama con intrusos en mute (!).
mis gías grisis muchas veces son todos, particularmente cuando no tengo reuniones y por eso no tengo más motivo que salir de mi casa que ir al gym por lo que me cuesta aún contestar el teléfono, le temo al sonido de mi cel sonando porque no quiero escuchar a nadie, no quiero conectar con nadie.
son días en los que prefiero quedarme en casa, encerrado tapado hasta la cintura con la computadora en mi ragazo. hasta el living me parece un lugar hirsuto cuando lo cruzo sólo para buscar agua o un cadbury de frutilla en la heladera.
una excursión al kiosco de en frente supone una hazaña tremenda en busca de cigarrillos así que no fumo.
tuve mis épocas hace unos años en los que esmeraba por musicalizar estos momentos para hacerlos más intensos, como si eso fuera necesario. hoy opté por el corte, o algo así. al menos atiendo el teléfono, con miedo pero lo contesto. de a poco, creo.
(si sonó bucay, por favor, péguenme un tiro, salió del cuore)...

4:01 PM  

Post a Comment

<< Home