Nemo regnabit
Hay dos clases de personas: las que creen en la vida y las que no. Los primeros salen a trabajar, hacen actividades y toman posiciones sobre el mundo que los rodea. Los segundos no hacen nada, dejan pasar las horas. Obviamente, creer o no en la vida es una elección, pero no siempre la toma uno. Las circunstancias o, peor aún, la educación que nos dieron, son factores claves en que decidamos si la vida tiene sentido o no.
Yo progresivamente me convertí en uno de la segunda clase. Y darme cuenta me alarmó. Dije: "Joder, cómo pasan las horas y no hago nada". Entonces decidí optar por la disciplina, incluso ir más lejos, apuntar a lo más complicado: la autodisciplina. Me dije: "Si logro hacer mi cama y que no quede ni un pliegue, ni una porción de la sábana levantada y que el aspecto de la misma se vea armónico y equilibrado, habré logrado que me importe hacer la cama. Y ese es sólo el primer paso: luego me importará lavar los platos y que queden realmente limpios, afeitarme será relevante cada mañana, creeré en peinarme y en vestirme bien, luego podré tomarme en serio mi salud física y practicar deporte, podré creer en los fenómenos del mundo y opinar sobre ellos, podré enfrentarme al arte y estudiarlo, podré tener un trabajo estable, formar una familia, aportar al mundo y morir en paz."
Disciplina, me dije, sentido del deber, menos cuestionamiento y más acción. La base de creer en la vida.
Pero hice la cama (prolija, prolija, sin pliegues) y me eché a dormir. Me quise levantar a las ocho y me levanté a las once.
No rehice la cama, mi desayuno consistió de un rejunte de cosas en la heladera, no me afeité, no me bañé, no ordené el cuarto ni empecé a trabajar en esos ensayos que iba a empezar la semana pasada.
Señores, me recibí de nihilista.
Supongo que creer en nada, paradojicamente, es una manera de creer en algo. En fin, lo que vos quieras.
Yo progresivamente me convertí en uno de la segunda clase. Y darme cuenta me alarmó. Dije: "Joder, cómo pasan las horas y no hago nada". Entonces decidí optar por la disciplina, incluso ir más lejos, apuntar a lo más complicado: la autodisciplina. Me dije: "Si logro hacer mi cama y que no quede ni un pliegue, ni una porción de la sábana levantada y que el aspecto de la misma se vea armónico y equilibrado, habré logrado que me importe hacer la cama. Y ese es sólo el primer paso: luego me importará lavar los platos y que queden realmente limpios, afeitarme será relevante cada mañana, creeré en peinarme y en vestirme bien, luego podré tomarme en serio mi salud física y practicar deporte, podré creer en los fenómenos del mundo y opinar sobre ellos, podré enfrentarme al arte y estudiarlo, podré tener un trabajo estable, formar una familia, aportar al mundo y morir en paz."
Disciplina, me dije, sentido del deber, menos cuestionamiento y más acción. La base de creer en la vida.
Pero hice la cama (prolija, prolija, sin pliegues) y me eché a dormir. Me quise levantar a las ocho y me levanté a las once.
No rehice la cama, mi desayuno consistió de un rejunte de cosas en la heladera, no me afeité, no me bañé, no ordené el cuarto ni empecé a trabajar en esos ensayos que iba a empezar la semana pasada.
Señores, me recibí de nihilista.
Supongo que creer en nada, paradojicamente, es una manera de creer en algo. En fin, lo que vos quieras.
3 Comments:
Genial reflexión!
Me gustó mucho.
Esta teoria se encuentra subyacente en la ceremonia del te japonés dando importancia a traves de la harmonía (y por lo tanto de la belleza que tanto ansiamos) a un acto mundano. Se sacraliza un acto para que sea mas que un acto y sentirse así parte de su belleza, convirtiendose uno en transmisor de equilibrio y belleza. Creo que debe ser muy dificil llevarlo al conjunto de nuestra vida, pues seríamos santos, hombres sabios.
Hay que empezar por lo pequeño. Lo de la cama es perfecto.
Perdón por mi ignorancia, pero no entiendo el titulo. me lo explicas?
"Nadie reinará".
El título es una excusa, no pretendo que se sepa lo que quiere decir. Pero tiene que ver con un lugar vacío y con el caos.
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