Lo mismo de siempre, un tono mas abajo
Como diría un buen dicho popular: No doy pie con bola.
Son días en los que, más allá de que el cielo amaga a venirse abajo - y lo hace por momentos -, no me queda otra más que levantarme de la cama y enfrentar a la vida, que bastante absurda se hace. Me miro al espejo por enésima vez en el día y comienzo a enumerar.
No logro avanzar con la decisión sobre mi futuro. Creo que me da igual ser bombero o cineasta y ya no sé si es en serio o en broma cuando entro a la página de la Universidad de Hong Kong para averiguar sobre un posgrado de dos años en Cine y Televisión.
Pero es una realidad que no paro de sumar disgustos con mis cortometrajes. Que la cassetera de Beta funciona mal, que hay drops, que el DVD se graba mal. No logro conseguir la imagen terminada y final, esa que le puedo mostrar a mis padres y que digan "ah, nuestro hijo el director".
Mi novia, que vive en otro continente, no me escribe mails hace varios días ni me responde a los míos ni me llama por teléfono y me pongo paranoico. Ya no sé qué desición tomar sobre esta relación, pero si algo hay de seguro es que mi vida amorosa es nula, un vegetal recibe más contacto afectivo que yo.
No estoy trabajando ni consigo interesarme en la idea y me paso al menos seis horas encerrado en la sala de sonido, rodeado de gente encantadora, pero alienado de todos modos.
No me gusta lo que escribo, cada día soy más crítico con mis ideas y, en comparación con lo que hacen otros, mi producción creativa me parece una mierda.
Siento que mis dientes se ponen cada día más marrones, a pesar de que me los lavo todas las veces que considero necesarias.
Estoy nervioso, irritable, inestable y creo que la herida que me hice en la mano con el alambre oxidado se infectó.
Dejé de ir al cine, de ver exposiciones, de discutir sobre actualidad y, casi, dejé de sentir nostalgia.
No me emborracho tanto como desearía y sigo diciendo que no a las drogas pesadas.
Cada día me interesa menos el futuro y vivo menos el presente.
Y, encima, hablo con un amigo que anda perdido por la tropicalía tailandesa, viviendo la vida, corriendo riesgos y echando por la borda los planes de profesional que forma una familia para tener romances internacionales en paisajes asiáticos.
Gente, amigos lectores y amables paseantes... ¡Qué gran mierda es estar vivo!
¡Qué poco apetitoso es levantarse cada mañana y ver lo mismo de siempre y mirar al espejo a ese viejo cuerpo de siempre y tener siempre las mismas perspectivas! ¡Qué triste es llevar esta vida opaca y regular, en la que uno está siempre a la misma distancia de la vida y de la muerte!
Creo que es hora de unirse al ejército e ir a pelear a algún paraje lejano donde me puedan asegurar que voy a volver dentro de un cajón.
Yo mismo me haría el favor de decir adiós, sino fuera que me da miedo que todo vuelva a empezar.
Ríanse de mi desdicha, así al menos uno de nosotros la pasa bien.
Son días en los que, más allá de que el cielo amaga a venirse abajo - y lo hace por momentos -, no me queda otra más que levantarme de la cama y enfrentar a la vida, que bastante absurda se hace. Me miro al espejo por enésima vez en el día y comienzo a enumerar.
No logro avanzar con la decisión sobre mi futuro. Creo que me da igual ser bombero o cineasta y ya no sé si es en serio o en broma cuando entro a la página de la Universidad de Hong Kong para averiguar sobre un posgrado de dos años en Cine y Televisión.
Pero es una realidad que no paro de sumar disgustos con mis cortometrajes. Que la cassetera de Beta funciona mal, que hay drops, que el DVD se graba mal. No logro conseguir la imagen terminada y final, esa que le puedo mostrar a mis padres y que digan "ah, nuestro hijo el director".
Mi novia, que vive en otro continente, no me escribe mails hace varios días ni me responde a los míos ni me llama por teléfono y me pongo paranoico. Ya no sé qué desición tomar sobre esta relación, pero si algo hay de seguro es que mi vida amorosa es nula, un vegetal recibe más contacto afectivo que yo.
No estoy trabajando ni consigo interesarme en la idea y me paso al menos seis horas encerrado en la sala de sonido, rodeado de gente encantadora, pero alienado de todos modos.
No me gusta lo que escribo, cada día soy más crítico con mis ideas y, en comparación con lo que hacen otros, mi producción creativa me parece una mierda.
Siento que mis dientes se ponen cada día más marrones, a pesar de que me los lavo todas las veces que considero necesarias.
Estoy nervioso, irritable, inestable y creo que la herida que me hice en la mano con el alambre oxidado se infectó.
Dejé de ir al cine, de ver exposiciones, de discutir sobre actualidad y, casi, dejé de sentir nostalgia.
No me emborracho tanto como desearía y sigo diciendo que no a las drogas pesadas.
Cada día me interesa menos el futuro y vivo menos el presente.
Y, encima, hablo con un amigo que anda perdido por la tropicalía tailandesa, viviendo la vida, corriendo riesgos y echando por la borda los planes de profesional que forma una familia para tener romances internacionales en paisajes asiáticos.
Gente, amigos lectores y amables paseantes... ¡Qué gran mierda es estar vivo!
¡Qué poco apetitoso es levantarse cada mañana y ver lo mismo de siempre y mirar al espejo a ese viejo cuerpo de siempre y tener siempre las mismas perspectivas! ¡Qué triste es llevar esta vida opaca y regular, en la que uno está siempre a la misma distancia de la vida y de la muerte!
Creo que es hora de unirse al ejército e ir a pelear a algún paraje lejano donde me puedan asegurar que voy a volver dentro de un cajón.
Yo mismo me haría el favor de decir adiós, sino fuera que me da miedo que todo vuelva a empezar.
Ríanse de mi desdicha, así al menos uno de nosotros la pasa bien.
8 Comments:
No se tú, pero yo tengo un plan para el viernes..y suena divertido y sabroso.. si tanto te angustia el futuro..a planear uno cercano de divertidas reuniones mundanas y conversaciones superficiales..vino y comida finoli..y un poquito de festejo varón, que eso del adiós suena tétrico!
pd nunca pensé yo escribir un mensaje tan buena onda..
me corrijo el festejo no es un festejo varón.. sino un festejo, varón, quise utilizar el apelativo..si es q así se llamaba.
Guido, déjalo todo y vente conmigo a Fin-landia, aquí te ofrezco gran intensidad sensorial.
En efecto sí hay otra hispanoparlante en mi vida en Tampere: Pati (Roadmaster en mi fotolog), una chica de padre argentino, madre chilena, nacida en Malloraca y residente en Barcelona, que al dejar Finlandia se irá a L.A. a vivir... De haber estado en Barcelona con certeza nunca habríamos llegado a ser amigas, pero estando aquí, tan lejos de todo, un acento, lengua y gestualidad familiares o una infancia con los mismos programas en la TV, unen mucho. La otra hispanoparlante que me escribe es Júlia, vive en Jyväskylä, a 2 horas en tren y es amiga de un amigo de Barcelona lo que, encontrándonos aquí, crea gran complicidad.
Ah, la darkie es una de ellas... la rubia, fanática de Finlandia, esa que sabe todo de mitología y de trolls... Que en BCN andaba todo el tiempo con esa otra chica de pelo negro y gigante...
Por cierto, ya sé quienes son mis reemplazantes en Barcelona. Es un horror, son un cero. Con perdón, pero no es un legado digno. ¡Son las personas menos fiesteras del mundo! ¿Y para qué va uno a Barcelona si no es para pasarla bien?
El viernes estaré ahí, M.T. Con vino para ahogar las penas y comida para acallar a la mente.
Y, de paso, si alguien que seguramente sigue frecuentando este blog y ya no me habla desea dejarme un mensaje, por leve que sea, me voy a poner contento. Al menos para saber que hay una voz del otro lado.
Te acabo de mandar un mail. Pero como querés que la gente diga presente (y teniendo un blog, entiendo perfectamente). Aqui estoy, y te lo repito:
No te embarres en tus pensamientos, que no te dejan pensar... y a veces, ni hacer.
Dale duro con los 64 segundos.
Uy que pelotudo que soy! Acabo de releer tu comment. No estaba dirigido a "lectores del blog en general". Perdonnnn. Pero bueno, ya está.
sos una divinura, no estes mal , ni te creas el peor...amigate con vos...
tu "desdicha" me hace pasar momentos muy tiernos.
y un chico que de ternura es lo más
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