Ya mismo, ahorita
Hace unos días, hablando con un reconocido crítico de cine de modo informal, le mostré que estaba leyendo La Montaña Mágica, de Thomas Mann. Me miró con cara de respeto pero al mismo tiempo de sorpresa, como diciendo con la cara que debe ser un poco pesado de leer y que seguro que hay cosas más entretenidas.
"Si no lo leo ahora, no lo leo nunca", le dije. Desde sus treinta y tantos, me miró y, entre risas, me dijo:
"¿Nunca? Tenés 23 años".
Y sí, uno a veces se olvida de que no es tan grande. Supongo que es la ansiedad por vivirlo todo ya, ahora, a mil revoluciones. Sé que en la vida en general, y en el camino que elegí en particular, la paciencia es un factor clave. Pero no es fácil de adquirir. Yo me rijo por esa máxima adolescente que dice que no sé lo que quiero pero lo quiero ya.
Del mismo modo, ayer, en un encuentro amistoso con un amigo ecuatoriano a quien hacía varios meses que no veía, hablamos del futuro inmediato. Me dijo que en Diciembre vuelve a su patria, al menos por un año. Que la experiencia internacional (descontando a Buenos Aires, claro) le apetece, pero aún no. Y no es el primero que lo pone en esas palabras. Y yo pensaba "joder, cómo admiro esa capacidad de decir aún no".
Porque para mí todo es ya, debe ser ya. Me levanto a la mañana, miro a mi alrededor y pienso "¿Qué hago que todavía no estoy encaminado del todo hacia donde quiero ir?". Y es tanto un tema de edad como de rumbo.
Pero después me acuerdo de la paciencia. Y me digo que seis meses más acá o un año no van a hacer la diferencia. Construir lo que uno quiere es una cuestión de tiempo, de trabajo progresivo y no siempre veloz. Los frutos pueden llegar en la madurez y, aún así, quienes reciben un reconocimiento promediando la vida, se lo toman con calma, siguen en su sitio, no varían el modo de ver las cosas.
Hoy es una de esas mañanas en las que todo es urgente, nada es presente y no hay pan para hoy.
Una de dos, o me pongo frenético y empiezo a recopilar información, para convencerme de que no estoy haciendo nada; o me pongo a leer La Montaña Mágica, como ejercicio de relajación y como autoenseñanza de que hay que saber esperar para luego cosechar.
"Si no lo leo ahora, no lo leo nunca", le dije. Desde sus treinta y tantos, me miró y, entre risas, me dijo:
"¿Nunca? Tenés 23 años".
Y sí, uno a veces se olvida de que no es tan grande. Supongo que es la ansiedad por vivirlo todo ya, ahora, a mil revoluciones. Sé que en la vida en general, y en el camino que elegí en particular, la paciencia es un factor clave. Pero no es fácil de adquirir. Yo me rijo por esa máxima adolescente que dice que no sé lo que quiero pero lo quiero ya.
Del mismo modo, ayer, en un encuentro amistoso con un amigo ecuatoriano a quien hacía varios meses que no veía, hablamos del futuro inmediato. Me dijo que en Diciembre vuelve a su patria, al menos por un año. Que la experiencia internacional (descontando a Buenos Aires, claro) le apetece, pero aún no. Y no es el primero que lo pone en esas palabras. Y yo pensaba "joder, cómo admiro esa capacidad de decir aún no".
Porque para mí todo es ya, debe ser ya. Me levanto a la mañana, miro a mi alrededor y pienso "¿Qué hago que todavía no estoy encaminado del todo hacia donde quiero ir?". Y es tanto un tema de edad como de rumbo.
Pero después me acuerdo de la paciencia. Y me digo que seis meses más acá o un año no van a hacer la diferencia. Construir lo que uno quiere es una cuestión de tiempo, de trabajo progresivo y no siempre veloz. Los frutos pueden llegar en la madurez y, aún así, quienes reciben un reconocimiento promediando la vida, se lo toman con calma, siguen en su sitio, no varían el modo de ver las cosas.
Hoy es una de esas mañanas en las que todo es urgente, nada es presente y no hay pan para hoy.
Una de dos, o me pongo frenético y empiezo a recopilar información, para convencerme de que no estoy haciendo nada; o me pongo a leer La Montaña Mágica, como ejercicio de relajación y como autoenseñanza de que hay que saber esperar para luego cosechar.
2 Comments:
lee chico lee, te irá bien, seguro
estoy enganchada a tu blog
y sabes porqué?
porque eres el que escribe todas mis dudas, mis miedos, mis angustias
parece que yo lo sienta y tú seas el valiente que es capaz de escribir las palabras exactas
te sigo leyendo, día a día
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