Thursday, March 26, 2009

Te miro a la cara, no bajes los ojos

Cuando me hacen mal, cuando me ignoran, cuando se ríen de mí cándidamente, ¿Adónde estás? ¿Y cuándo dicen que me quieren bien y luego mienten, y cuando me agreden con palabras y silencios y violencia discreta y sutil como una aguja? ¿Adónde estás? Te pregunto y vuelvo a preguntar, no porque vayas a enmendar tanta miseria, ni porque puedas (aún si quisieras) hacer que este mundo cobarde sea más noble, o más sincero. Te pregunto porque no veo salida, porque estas heridas no se van a cerrar, porque cada día que pasa todo se vuelve más oscuro, más nefasto, más cómico dentro de las gamas de dolor que conozco.
¿Por qué esta espera infinita, qué te detiene? ¿Es miedo, acaso se llama miedo eso que te estanca en un lugar lejano, al que no tengo acceso? ¿Miedo a qué, a mí? Si yo soy una pluma, soy una pizca de especia confitada, soy un gorrión con la pata chamuscada por las mordidas incestantes de los lobos...
¿Adónde estás?, te pregunto. ¿Adónde estabas mientras me colgaban de una cruz y pretendían que yo no existía? ¿Adónde estabas cuando necesitaba aliados, y prosélitos, y fieles, y cortejos, y funerales, y recuerdos?
¿Adónde estabas entonces y adónde estás ahora?
Quisiera creer que no estás bailando con ellos.
El disco está rayado, ¿No escuchás? El disco salta.
Y cada vez que chirría la púa vieja ellos ríen.
¡No rías también! ¡No hagas una farsa de lo que es verdadero!
Pero hay algo que no pueden tocar. Hay algo de la esencia que es solo mío, que se mantiene virgen, ingenuo, puro, lejos de las manos de cemento.
Yo me muero con mi idea y con mi principio. Duele y arde, pero me muero con lo que es mío. ¿Vas a estar ahí para enterrarme o debo seguir pensando que serás una ausencia, una mancha de tinta en mi testamento maldito?

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