Sí, ahora que soy un año más grande estoy hecho una pinturita, che
Es lunes, tengo el pelo revuelto y cada vez lo veo más escaso, hay bolsas tiradas por mi habitación y estoy en pantuflas y pantalón de vestir esperando que el tiempo no pase. ¡Que no se pase, que tengo que entrar a trabajar! Me quedan filtros pero no me queda tabaco, ni siquiera puedo rolarme un cigarro patar matar el ansia. Llueven los mensajes, ¡Feliz cumpleaños!, me gritan, festivos, convencidos de mi éxito.
Yo veo todo negro. Tengo las manos llenas de rasguños. El café estaba un poco aguado. El fiambre se pasó, ese salame estaba un poco lívido. Pero está bien, eso fue lo que siempre pensé: no importa el estado de la cosa, lo que importa es la cosa. ¿Se entiende? El café es café, así, en general, da igual si es el mejor colombian del world o si es el pseudo café de constitu. Supongo que es mi vagancia, o mi defensa de la vida mínima (ascética), o mi odio por la lógica del diseño, que dice "no todo es lo mismo, si tu separa yemas de huevo es así, no solo tenés el huevo desyemado sino que además tenés un artefacto bello en tu hogar".
Los gatos me comen los zapatos y me chupan el pelo, no entiendo por qué. Por dentro me río. Jajaja que suena con eco, porque retumba: jorjorjorr...
No me voy a bañar, que me vean sucio, como mi alma. Yo no lo puedo ver de otra manera. Mamá llama a las horas del AM y me dice "feliz, feliz, te queremos mucho, tomáte el día". ¿Tomarse el día. está loca? Soy un laburante ahora, ¿No es esto lo que quería? Ganarme el mango de diez a siete. Cortar y pegar para armar el docu que te clavas en History cuando no sabés qué mierda hacer. Paradoja: te trabajo el ocio, tu ocio es mi laburo. ¿Y mi ocio qué es? Minas que te hacen la fantasía y después se dan la media vuelta, te dejan expectante, aferrado a un pedacito de algo que se parecía al amor y resulta que es tu soledad desdoblada...
Gracias, ma, me puse el despertador a las ocho y seguí hasta las nine thirty, porque ya fue, qué me voy a poner a leer antes del laburo, mejor soñarla. ¡No lo sueñes, sélo! Qué difícil, el sueño, empezar a entender de qué va antes de aplicarlo... Mamá dice, vamos a almorzar con vos, y yo pa qué, si solo tengo cuarenta pa salir a comel. Tenés razón, dice, andá a comer con los del laburo, y yo: que no, que me dejen tranquilo, eso es lo que quiero, ni les voy a decir que cumplo años. Ya conozco la dinámica: ¿Cuántos? Veintiséi. No te lo puedo creer, parecés más grande. Ya sé, la concha de tu hermana, me vas a decir que porque soy muy maduro, pero también estás mirado mi parche de calvicie. Es un homenaje a los frailes franciscanos, la concha puta de tu madre eternizada.
Y sí, el fuckin balance de cada año. Cómo andan las cosas... y bien, debe haber gente que está peor, o gente que quiere este combo. Me doy cuenta de que la gente que conozco espera mucho menos de la vida, o se contenta con menos. ¡Yo quiero el trono! Y acá con el banquito de plástico. ¿Será que siempre es un banquito de plástico? Qué sé yo, Michael tocó la cima pero se cambió la piel, se empernó a un par de nenes y se murió triste y solo con la morfina al cuello. Nosotros veíamos el trono y él el banquito, qué sé yo. Esa idea me gusta, porque quiere decir que no soy el único que nada en el fango sucio, que estamos todos en la misma mierda. ¿Y por qué sonríen tanto? Esos rubios, digo, los que viven en las películas, los que cantan en las bandas. ¿La hicieron o no la hicieron? ¿Se les pasa el peso denso de la mañana por vivir como viven?
Ya sé, pa los treinta falta, pero uno anda acá arrastrado, comiéndose la presión de hacer algo útil, y las ganas locas de irse al campo y de comer manzanas y rascarse las bolas aún bajo cielos encapotados, porque total da lo mismo... y basta del chamuyo ese del amor, que ya lo compré y no me dieron ni el valor de la primera cuota. Basta de todo, hasta de la literatura, que se ve regia cuando uno la lee de mano ajena, pero de la propia... mamadera, se ve magra, escueta, uno se siente que su imaginación es del tamaño de un quinoto. ¿Esto fue lo mejor que se me ocurrió?
Curioso, lo mejor acaba saliendo de la queja. Destino de comediante: mejor quejarse de todo y sufrirla, que parece que a los otros eso les hace reir, los salva de su calvario cinco minutos. No es mal comercio: catársis pública que alivia las almas con el humor. ¡Pongan billetes, yo pongo pálidas! Ganamos todos, lo cual es una forma de decir, porque ganar, ganar, no gana ni Dios.
Yo veo todo negro. Tengo las manos llenas de rasguños. El café estaba un poco aguado. El fiambre se pasó, ese salame estaba un poco lívido. Pero está bien, eso fue lo que siempre pensé: no importa el estado de la cosa, lo que importa es la cosa. ¿Se entiende? El café es café, así, en general, da igual si es el mejor colombian del world o si es el pseudo café de constitu. Supongo que es mi vagancia, o mi defensa de la vida mínima (ascética), o mi odio por la lógica del diseño, que dice "no todo es lo mismo, si tu separa yemas de huevo es así, no solo tenés el huevo desyemado sino que además tenés un artefacto bello en tu hogar".
Los gatos me comen los zapatos y me chupan el pelo, no entiendo por qué. Por dentro me río. Jajaja que suena con eco, porque retumba: jorjorjorr...
No me voy a bañar, que me vean sucio, como mi alma. Yo no lo puedo ver de otra manera. Mamá llama a las horas del AM y me dice "feliz, feliz, te queremos mucho, tomáte el día". ¿Tomarse el día. está loca? Soy un laburante ahora, ¿No es esto lo que quería? Ganarme el mango de diez a siete. Cortar y pegar para armar el docu que te clavas en History cuando no sabés qué mierda hacer. Paradoja: te trabajo el ocio, tu ocio es mi laburo. ¿Y mi ocio qué es? Minas que te hacen la fantasía y después se dan la media vuelta, te dejan expectante, aferrado a un pedacito de algo que se parecía al amor y resulta que es tu soledad desdoblada...
Gracias, ma, me puse el despertador a las ocho y seguí hasta las nine thirty, porque ya fue, qué me voy a poner a leer antes del laburo, mejor soñarla. ¡No lo sueñes, sélo! Qué difícil, el sueño, empezar a entender de qué va antes de aplicarlo... Mamá dice, vamos a almorzar con vos, y yo pa qué, si solo tengo cuarenta pa salir a comel. Tenés razón, dice, andá a comer con los del laburo, y yo: que no, que me dejen tranquilo, eso es lo que quiero, ni les voy a decir que cumplo años. Ya conozco la dinámica: ¿Cuántos? Veintiséi. No te lo puedo creer, parecés más grande. Ya sé, la concha de tu hermana, me vas a decir que porque soy muy maduro, pero también estás mirado mi parche de calvicie. Es un homenaje a los frailes franciscanos, la concha puta de tu madre eternizada.
Y sí, el fuckin balance de cada año. Cómo andan las cosas... y bien, debe haber gente que está peor, o gente que quiere este combo. Me doy cuenta de que la gente que conozco espera mucho menos de la vida, o se contenta con menos. ¡Yo quiero el trono! Y acá con el banquito de plástico. ¿Será que siempre es un banquito de plástico? Qué sé yo, Michael tocó la cima pero se cambió la piel, se empernó a un par de nenes y se murió triste y solo con la morfina al cuello. Nosotros veíamos el trono y él el banquito, qué sé yo. Esa idea me gusta, porque quiere decir que no soy el único que nada en el fango sucio, que estamos todos en la misma mierda. ¿Y por qué sonríen tanto? Esos rubios, digo, los que viven en las películas, los que cantan en las bandas. ¿La hicieron o no la hicieron? ¿Se les pasa el peso denso de la mañana por vivir como viven?
Ya sé, pa los treinta falta, pero uno anda acá arrastrado, comiéndose la presión de hacer algo útil, y las ganas locas de irse al campo y de comer manzanas y rascarse las bolas aún bajo cielos encapotados, porque total da lo mismo... y basta del chamuyo ese del amor, que ya lo compré y no me dieron ni el valor de la primera cuota. Basta de todo, hasta de la literatura, que se ve regia cuando uno la lee de mano ajena, pero de la propia... mamadera, se ve magra, escueta, uno se siente que su imaginación es del tamaño de un quinoto. ¿Esto fue lo mejor que se me ocurrió?
Curioso, lo mejor acaba saliendo de la queja. Destino de comediante: mejor quejarse de todo y sufrirla, que parece que a los otros eso les hace reir, los salva de su calvario cinco minutos. No es mal comercio: catársis pública que alivia las almas con el humor. ¡Pongan billetes, yo pongo pálidas! Ganamos todos, lo cual es una forma de decir, porque ganar, ganar, no gana ni Dios.
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