Wednesday, June 24, 2009

Un país muy hermoso

Había una vez un tipo con cara de idiota que, desarrollando su sentido comercial, hizo de su cara de imbécil una marca registrada del humor. El en sí no era gracioso - más allá de su cara de infradotado -, pero se rodeó de otros idiotas y resabios sociales, un grupo de descastados y marginales que, aparentemente, sí eran graciosos. Como todo buen conjunto de inservibles, terminaron en la televisión y tuvieron mucho éxito. El idiota, que nunca cambió la fórmula sino que la hizo más chabacana, hizo el recorrido natural de todo idiota exitoso y se volvió, además, hijo de puta. Como todo buen hijo de una gradísima puta, siguió aparentando ser un idiota para poder ejercer su hijadeputez con toda impunidad. Para eso, mantuvo el discurso de ser un tipo de barrio y siguió comiéndose las eses al final de las palabras, a pesar de veranear en balnearios caros y mandar a sus hijos a colegios privados. Durante veinte años se aferró el hijo de una puta malcogida al micrófono, entreteniendo con basura a las masas y, como Hitler, se dedicó a gritar al micrófono, que justamente sirve para no tener que elevar la voz. Gritar a un micrófono aturde, y eso es lo que el idiota hizo siempre: aturdir. Lo grave, de todos modos, no era que el idiota hubiera alcanzado la posición que alcanzó, sino que todo un país sostuviera esa atrocidad. Porque, para que un idiota tengo éxito, tiene que haber un gran - grandísimo - número de idiotas que lo siguen y lo apoyan, o que encuentran gracioso lo que el idiota y su clan tienen para decir. Ahora bien, el humor del idiota se basaba en la humillación, el machismo, la degradación, la carencia de ideas y en todos los pilares de la ideología de ultra derecha: nula tolerancia, discriminación, homofobia y sometimiento. Que su fórmula tuviera éxito no es culpa del idiota/hijodeputa, sino de la gente que lo sigue, de un país retrógrado, nefasto, subdesarrollado, reaccionario y muy pero muy pero muy nazi, como el idiota mismo. Un país con pasado de dictaduras militares que nunca se acabaron, un país que nunca abolió los campos de concentración porque todavía compartimenta a su población, un país donde las elecciones las ganan tipo con bigote modelo Adolph y un país donde ser oscurito de piel merece la persecusión y el aporreo hasta sangrar por las alcantarillas.
¡Qué país tan maravilloso, agujero en la tierra, saco de mierda, poblado de excrementos en dos patas! ¡Qué hermoso país fascista, primitivo e imbécil, que pone en el trono al imbécil comerciante, al imbécil que mejor refleja sus valores! ¡Y qué maravilloso vivir en un país donde uno entra en una pizzería un martes a la noche para comerse una buena porción de fugazzeta antes de meterse en la cama y se encuentra con veinte monos anestesiados, mirando fijo a una pantalla donde un subnormal que cobra cincuenta mil dólares por mes sodomiza a una modelo menor de edad para finalmente, cuando la chica llora y se lamenta, decirle que es una jodita para el programa del Imbécil y que sonría a cámara, porque además le regalan un viaje, un televisor y no sé cuántas nimiedades más!
Algo tendré que hacer para no sentir que yo también soy un imbécil, rodeado de imbéciles y gobernados por imbéciles, todos fachos, todos garcas, todos genocidas.

1 Comments:

Blogger Sergio said...

Me gustaría a mí tener un programa de televisión.

Transmitiría desde mi casco y pondría en subtitulos lo que estoy pensando, gracias a mi pens-translator.

12:59 PM  

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