Sunday, June 21, 2009

Coda

Hace días que me pica el cuello y detrás de las orejas. De entrada pensé que tenía psoriasis, pero sé que es falso. Pensé que los gatos podían tener pulgas, pero el veterinario me confirmó que no. Simplemente me pica. Debo estar brotado por algo que no sé qué es.
Ayer me encontré de nuevo en una fiesta con María. En algún momento se me ocurrió que me gustaba y decidí que tenía que hacer algo. Cuando hice avances, accedió, después retrocedió y la cosa quedó en nada. Estaba ya cansado del tema, pero apareció en la fiesta y, después de que yo la ignorara, se acercó a hablar ella. Las mujeres, pensé, uno las ignora y entonces quieren. Hablamos, me dijo que en una función se dio un golpe y se le enderezó la columna. ¿Eso no es bueno? No, la columna tiene que estar torcida. Ahora quedó así, tal vez para siempre. Hubo empatía, al menos eso parecía. Seguimos hablando y, cuando la banda empezó a tocar, nos quedamos uno al lado del otro. Después se movió una persona y se puso adelante mío. Cada tanto nos rozábamos. La agarré de la cintura y me acerqué hasta oler su pelo, hasta estar imposiblemente cerca. Gentilmente me quitó las manos, se giró y me pidió que no lo hiciera. No se ofendió, solo dijo no. ¿No ahora o no nunca? ¿Nunca lo había pensado? Ella pensaba que nos conocemos mucho, yo pienso que en realidad no tenemos idea de quién es el otro. Me dijo que era lindo, pero que algo le incomodaba. Claro, el pasado, el hecho de que yo la conozco antes de que fuera la actriz que es. Actriz en serio, de esas que se ponen en pose, son histéricas, inconsistentes y se expresan todo el tiempo en todos lados. Insoportables, la verdad, no hay nada peor que un actor y encima porteño. Son de mentira. En el fondo la vi insegura, el que debía ser inseguro - yo - estaba seguro. Se asustó, no quiso que el pasado se entrometiera en su prometedor ascenso al Olimpo de la Frivolidad. Me sentí aliviado. Tengo que dejar de hacer cosas que en realidad no deseo.
De noche soñé con Buenos Aires, me llevaban en auto y yo daba indicaciones de cómo llegar. No pasaba nada concreto pero recuerdo sentir que me hundía. Sentir que ya era tarde, que me había quedado adherido a esta ciudad cancerígena y que los sueños estaban muertos. Me desperté con los gatos a mi lado, y eso me hizo sentir mejor. No habrá amor humano para mí, pero tengo a los gatos.
Y hoy, domingo, mis amigos andan equis y yo hago el aguante, pero nadie me hace el aguante a mí. Al menos ganó Huracán, que no es mi equipo pero representa aquello que me gusta, y ya no le hago asco a los pequeños consuelos.

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