Saturday, October 23, 2010

Juegos de museo

La tarde fluye en una plaza pública, es sábado, tal vez domingo. Ya pasaron las noches del fin de semana, pienso ahora, ya pasó la locura de conocer gente nueva. Sí, diría que es domingo. No hay nada que hacer, todos los jóvenes salimos a la calle con resaca, arrastrando los restos de la noche anterior. Vamos al cine a ver cualquier cosa, o tomamos café con el o los amigos del alma, no queremos que sea lunes, divagamos tratando de sacarle jugo a las últimas horas de sol del fin de semana. A mí me acompaña un amigo, Mariano, nos vimos la noche anterior y él no se acuerda mucho lo que pasó. Yo me acuerdo pero apenas refrescamos algunos momentos, nada demasiado memorable, pero hay que hacer historia. Caminamos sin rumbo, no queremos ir a ninguna parte en particular, sino que el día nos lleve. Abrimos los ojos, pero el andar es pausado. El peso silencioso del lunes ronda el aire, pero no lo suficiente. Soñamos despiertos.
Estoy cansado. Despierto y lúcido, pero las piernas piden tregua. Entramos a uno o dos museos, chocamos con cuadros y fotos al azar. Me concentro poco, ando disperso, pensando en alguien que todavía no sé quién es. Entonces te veo. Mirás los cuadros de los retratistas venecianos y me doy cuenta de que te interesan pero no te importan. A mí me pasa lo mismo. Los miro, los estudio, pero en realidad quiero mirarte. No sé quién sos, te asigno una personalidad antes de poder elegir. Por un instante te siento cercana. Busco tu mirada, no la encuentro. Sospecho que me mirás cuando yo no miro, o eso querría creer. Las holandesas y alemanas trazan sus recorridos, no son lo mío. Me gusta tu altura, la remera que no alcanza la cintura, ese andar displicente.
No me entusiasmo. Ya estuve acá antes. Ya te vi en otras caras. Ya tuve fantasías veloces y, una vez elaboradas, te dejé ir. No me importó. Ya no me hago mala sangre. Lo que viene, viene. Pero me mirás. Dura un segundo, pero me di cuenta. Es la puerta de un mundo nuevo. Ya sé que vas a ser complicada, ya sé el precio que voy a pagar. Es el juego. Es así.
Girás haca la sala vecina. Miro a Mariano, ocupado mandando un mensaje a alguien. ¿Te sigo? ¿Me atrevo? ¿Tendré algo inteligente qye decir? ¿Querrás escucharme? Las pinturas dejan de existir, los guardias del museo se vuelven difusos. El museo es ahora el territorio de una persecusión. No quiero perseguirte, quiero envolverte. Quiero que tu mundo no tiemble cuando yo diga hola. Quiero ser sofisticado sin ser falso. Quiero romper con lo predecible.
Te vas, te miro partir. Mariano me mira, yo lo miro. Nos sonreimos. La vida sigue, tu vida sigue en un carril diferente. Voy a retenerte en la memoria, al menos unos minutos más. Te alejás y tu jean gastado roza contra el suelo. No puedo. Pienso que podríamos haber sido grandes amantes, pero ya nos volveremos a ver. Otra cara, otro lugar. El destino tiene su propio juego.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home