Decime, Jazmin, ¿Sabias que...?
¿Sabías que todavía presto atención cuando estás en un clase conmigo o no?
¿Sabías que me incomoda levemente tu presencia, que me esfuerzo en vano por parecer natural cuando estamos cerca?
¿Sabías que me atrae ese coqueteo chato, que me prendo fácilmente en la tosquedad de la oposición directa, casi sin fundamentos?
¿Sabías que sigo cayendo en este juego de niños, donde uno no dice las cosas de frente sino que disimula que no quiere lo que en realidad quiere?
¿Sabías que entro religiosamente a tu fotolog buscando señales de mí?
¿Sabías que estudio mi indiferencia, que calculo mi desprecio y que enfatizo mi intolerancia sólo para vos?
¿Sabías qué pequeño triunfo implica para mí un gesto de celos o una insistencia de tu parte?
¿Sabías que me doy cuenta cada vez que te vas y que escucho con atención cada vez que hablás por teléfono con alguien, o que te sigo con la mirada cuando te sentás a hablar con un grupo de gente?
¿Sabías que me levanto a chicas de tu entorno, sólo para que te enteres y te moleste?
Yo creo que no. Creo que no sabías. Tampoco sé si vale la pena que lo sepas.
Pero qué triste es el mundo cuando uno sostiene una mentira o cuando las cosas mueren.
Quedan las miradas. Que no están prohibidas. Que no esconden nada, porque no saben.
Y los pasillos, y las fiestas, casi de casualidad, y las excusas académicas.
Y las noches de Sábado, que ya no pueden ser compartidas en mensajes de texto fuera de lugar.
¿Por qué un duelo ahora? Porque puedo.
Porque me corto con la punta rota de la copa pero no me importa, porque ya empecé a beber de este vino rancio y no planeo detenerme hasta llegar al final del asunto, donde sólo queda la culata de vidrio y una buena proporción de penas.
¿Sabías que me incomoda levemente tu presencia, que me esfuerzo en vano por parecer natural cuando estamos cerca?
¿Sabías que me atrae ese coqueteo chato, que me prendo fácilmente en la tosquedad de la oposición directa, casi sin fundamentos?
¿Sabías que sigo cayendo en este juego de niños, donde uno no dice las cosas de frente sino que disimula que no quiere lo que en realidad quiere?
¿Sabías que entro religiosamente a tu fotolog buscando señales de mí?
¿Sabías que estudio mi indiferencia, que calculo mi desprecio y que enfatizo mi intolerancia sólo para vos?
¿Sabías qué pequeño triunfo implica para mí un gesto de celos o una insistencia de tu parte?
¿Sabías que me doy cuenta cada vez que te vas y que escucho con atención cada vez que hablás por teléfono con alguien, o que te sigo con la mirada cuando te sentás a hablar con un grupo de gente?
¿Sabías que me levanto a chicas de tu entorno, sólo para que te enteres y te moleste?
Yo creo que no. Creo que no sabías. Tampoco sé si vale la pena que lo sepas.
Pero qué triste es el mundo cuando uno sostiene una mentira o cuando las cosas mueren.
Quedan las miradas. Que no están prohibidas. Que no esconden nada, porque no saben.
Y los pasillos, y las fiestas, casi de casualidad, y las excusas académicas.
Y las noches de Sábado, que ya no pueden ser compartidas en mensajes de texto fuera de lugar.
¿Por qué un duelo ahora? Porque puedo.
Porque me corto con la punta rota de la copa pero no me importa, porque ya empecé a beber de este vino rancio y no planeo detenerme hasta llegar al final del asunto, donde sólo queda la culata de vidrio y una buena proporción de penas.
7 Comments:
uou iu creici fac
¿das yi diserv ol dis yait?
iu llud rilacs meit
No sé, llegué a casa y salió esto. Fue un momento emotivamente revelador. Pero Naza, por favor, basta de spanglish. Me desconcierta.
Venías bastante bien pero el último párrafo se te fue de tono. ¿Qué pasó? La gran técnica del beso no era tan infalible.
Nunca le digas a una mujer todas estas cosas. Nunca. Ya sé, demasiado tarde. O no, quizá es mejor exteriorizar todo aunque eso te ponga en una situación de vulnerabilidad absoluta. A mí no me gusta sentirme vulnerable y menos ante un hombre, supongo que a vos menos delante de una mujer. Contá si tu texto tuvo buenas consecuencias.
Voy a aclarar algo: esto lo escribí el Sábado a la madrugada, cuando llegué a casa. Se lo iba a mandar a ella, pero después me dije "¿Para qué?". No se trata de salvar nada ni de volver a intentar, sino de expresar ideas que me quedaron colgadas. No hace falta que ella las sepa, y eso lo digo en el texto.
Como buen cobarde, pero también como alguien que está enamorado de sus ideas, decidí postear lo escrito.
No quedo vulnerable porque los únicos que lo leen son quienes poco tienen que ver con lo que me pasa (salvo honrosas excepciones).
Ayer, de todos modos, en pleno Elvis Costello, yo estaba rebozante de felicidad y le mandé el siguiente mensaje: "Más allá de todo, te quiero. Sólo quería que lo supieras". La respuesta no se hizo esperar: "Yo también."
Me gustaria saber porque no responder a ese mensaje.
Ella estaba ahi. La viste?. Como es?
Ella ya recibió el mensaje. Las cosas llegaron a buen puerto. Al menos por ahora. Pero el terreno del amor es tan inestable...
Creo que ya todos nos hemos pronunciado sobre este tópico en posts anteriores.
Cadmo, el momento de la reflexión palidece de ensueño,
Actuar.
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