Sunday, October 16, 2005

Todo lo que uno ama demasiado, termina matandolo

No creo haber estado seguro de lo que decía cuando pronuncié esas palabras. Las dije, a la pasada, como si citara poéticamente en forma baladí. Pero no. Creo que me refería a mi apasionado interés en la serie El Prisionero y los elementos que tomé de allí para componer a mi cortometraje recientemente filmado, El Prisionero de Litterville; pero puede que hablara de otra cosa, del amor verdadero, del que uno siente por un cuerpo ajeno y enajenante, de querer y destruir, de la vida y lo que hacemos con ella. No sé. No puedo decir que soy amo y señor de mis palabras, o de lo que quise decir, o de lo que final e indefectiblemente dije.
Terminé de filmar y había que festejar. A lo loco, a lo bestia, hasta arder las velas. La joven guardia se fue borrando y sólo quedé en comunicación con Gustavo, quien prometió llevarme a una fiesta alocada llena de niñas. Accedí. Una siesta, unas cervezas importadas y un viaje en auto después, lo pasé a buscar y partimos hacia el cumpleaños en cuestión.
La mirada rápida, buscar posibles targets. Localizado: una rubia insunuante, con una formidable acento español, vasco para ser preciso. Y sí, y whisky, y churros sin dulce de leche, y demás, y cachondeo. Se va conformando un grupo, una unión: las dos españolas (la catalana versus la vasca), un gorra con pinta de zapa pero muy astuto y yo. Y que Nai, la vasca, se siente mal, y está enferma, yo creyendo que es una perfo gigante, pero no. Que está mal, joder. Que decide irse, coño, justo mientras yo meaba. Y me voy, entocnes, invitado por gorra y la catalana a una fiesta de "electrocumbia". Suena bizarro y me digo que vale la pena.
Paso las cuadras y no entiendo nada pero de repente llego a una fiesta cuya entrada es a voluntad del consumidor. Un largo corredor interior, árboles, una casa convertida, asambleas populares, los vecinos de palermo. Una locura total. Y yo bailando electrocumbia, como si me importara. Y la catalana, que me habla como si fuéramos amigos de siempre, y gorrita que le acaricia la cintura, y yo entiendo.
En eso me embolo y decido irme. Le pido a la catalana el teléfono de Nai (la llamaré hoy, domingo) y me despido. Me bastan dos pasos para girar y encontrarme con...J. Sí, J., esa que nunca encuentro cuando la busco y ahora que no la busco encuentro en todos lados. Me saluda y yo no lo puedo creer, y estoy bajo la influencia, y no puedo parar de hablar y se ríe ante mis palabras. No sé si hay amor, o si me importa, o incluso si me gusta, pero tiemblo como un muñeco.
Y bailamos y hablamos, y la abrazo y le prometo regalos para su cumpleaños y me muero de ganas de besar, no sé si a ella, puede que sí, pero besar en general, con la sensación verdadera de quien besa porque no tiene alternativa, de quien se lanza por la necesidad amorosa.
Los chistes no cesan de brotar de mi boca y no puedo parar de mirar a todo el mundo, la fascinación por los rostros.
Pero no puedo más y me voy y ellas vienen tras mí. J y sus amigas. Entran a un quiosco y compran una variedad de objetos kistch que desata las carcajadas de toda la clientela del lugar. Miro a una joven tatuada y perforada y le sonrio. Me mira y decide comenzar un diálogo, al cual accedo feliz, mientras J mira celosamente.
"¿Te dolió mucho?", pregunta, señalando al aro en mi nariz.
Niego y ella me confiesa su temor a las agujas. Yo la tranquilizo, yo la motivo, pero pronto volvemos a la realidad y ella vino a buscar cigarrillos y yo vine a acompañar a las muchachas y no hay razón por la cual deberíamos dirigirnos la palabra.
Pero hablamos y ella me desea, pero nunca me tendrá, no porque yo no lo desee, sino porque hay normas tácitas y un levante en el calle nunca puede salir bien.
Ya he tenido suficiente y aún no son las cinco. Está bien, estoy cansado y he visto de todo.
El rodaje, el encuentro con J, el conocer a Nai, el deambuleo... nada planeado.
Tal vez lo mejor sea dejarse llevar y no aferrarse a las cosas, no vaya a ser que uno les quita así la vida.

2 Comments:

Blogger Mariano Dorr said...

Hoy ya escribí dos entradas. Ayer... dos. Un loco, realmente. Tendría que ponerme a trabajar en mi proyecto de "Perras", y dejar el blog. Pero estoy equis. Hubiera preferido estar con vos en esa fiesta de electrocumbia, y no con la equis enorme de C..., que me limó el cerebro, realmente, con su marilynismo de cuarta. Me mató, te juro. En fin. Veamos una peli pronto, cuando quieras. Me llamás al celu y tomamos unas cervezas y conversamos o vemos cine. O "hacemos" cine. Tengo un mini rollo de super 8, 7 minutos. ¿Tenés cámara super 8? Podemos hacer un corto de 45 segundos. ¿Cómo la ves?

8:39 PM  
Blogger Cadmo von Marble said...

No tengo cámara de super 8, don Mariano, pero siempre se puede conseguir. Acabo de terminar de filmar un corto de unos 15 minutos en 35 mm. Rock n roll a full.
Y en relación al amor... a veces se gana, a veces se pierde. Hoy llamé a la española (Nairana, o algo así) y le dejé un mensaje en el contestador. "Me quedé con ganas de verte" le tiré. Ruego que me llame, estoy seguro de que es un costicismo sano.
Adhiero a full con la cerveceada. O Fernet. O vino, lo que quieras. Estoy pasando una etapa trash y me gusta.

12:40 AM  

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