Marcos, el enmascarado de Algodon
Oscar Wilde era un hombre muy inteligente, pero aún así no logró evitar que la chusma se apropiara de esas maravillosas frases sarcásticas que a él tanto le gustaba pronunciar. Una de ellas me resulta ideal para este momento y, como buena chusma que soy, la reproduciré. "La vida es algo demasiado serio como para tomárselo seriamente", rezan sus palabras.
Y sí... es verdad. Porque cuando uno se quiere tomar en serio a las cosas de da cuenta de que son un gran chiste, una broma de dudoso gusto. Que el presidente actual del país más poderoso del mundo sea una caricatura de las películas de cowboys de hollywood de los años 20 no representa un ejemplo menor. Pero hay otros ejemplos, y en particular uno que es digno de mención.
Chiapas, México. Entre las frondosas selvas habita un ejército de combatientes encapuchados, que exigen el respeto al pueblo, que es a su vez "la dignidad rebelde, el corazón olvidado de la Patria". El Ejército Zapatista de Liberación Nacional aparece ante todos como un gesto extremo de rebelión contra los modelos actuales y contra la deshumanización y la falta de respeto por las tradiciones. Su líder y "cara visible" es el Subcomandante Marcos, quien, a fuerza de persistencia y determinación, ha perdido el status de guerrillero y ha ascendido al de "celebridad" o "figura pública". Incluso se habló de hacer un amistoso entre los soldados de Marcos y el Inter de Milán, equipo poblado de argentinos.
Ahora viene lo gracioso. México es uno de los países con mayor historia de Catch. Durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, las multitudes coreaban a los enmascarados, que se esnfrentaban y se enfrentan por décadas sobre el cuadrilátero, alimentando mitologías y fantasías masivas. Son como dioses y demonios sagrados y en sus peleas se define la religión, la historia, el presente y el pasado. Por eso no pueden quitarse las máscaras: el público no quiere ver hombres detrás de esos cuerpos robustos, ni quiere tener empatía. Quiere ver a la bestia milenaria, al mosntruo sagrado, al dios misericordioso.
Estos luchadores y galdiadores tuvieron su apogeo en la década del 50 y parte del 60, cuando llegaron al cine. El ejemplo más tradicional es Santo, el enmascarado de plata, que peleó a la largo de décadas contra animales, mutantes, monstruos y aberraciones de todo tipo. Santo jamás se sacaba la máscara: si iba a una fiesta, llevaba smoking y máscara; en la playa, era traje de baño con máscara; en la ducha, con máscara. Dudo que incluso en el set de filmación se viera al actor sin su disfraz. Sólo a su muerte se reveló que Santo se llamaba en realidad Roberto Guzmán Huerta.
Tomemos al Subcomandante Marcos y su eterno pasamontañas, y sus arengas populares, y su rol en el imaginario social. ¿Es tan extraño que tengamos en México a un enmascarado como emblema popular de fuerza y coraje? No, en absoluto. La tradición se filtra siempre, lo querramos o no. Marcos es hijo del catch y de la lucha libre, así como nostros somos hijos del dulce de leche, o de la birome, o incluso de Carlitos Balá o Pepe Biondi.
Y sí... es verdad. Porque cuando uno se quiere tomar en serio a las cosas de da cuenta de que son un gran chiste, una broma de dudoso gusto. Que el presidente actual del país más poderoso del mundo sea una caricatura de las películas de cowboys de hollywood de los años 20 no representa un ejemplo menor. Pero hay otros ejemplos, y en particular uno que es digno de mención.
Chiapas, México. Entre las frondosas selvas habita un ejército de combatientes encapuchados, que exigen el respeto al pueblo, que es a su vez "la dignidad rebelde, el corazón olvidado de la Patria". El Ejército Zapatista de Liberación Nacional aparece ante todos como un gesto extremo de rebelión contra los modelos actuales y contra la deshumanización y la falta de respeto por las tradiciones. Su líder y "cara visible" es el Subcomandante Marcos, quien, a fuerza de persistencia y determinación, ha perdido el status de guerrillero y ha ascendido al de "celebridad" o "figura pública". Incluso se habló de hacer un amistoso entre los soldados de Marcos y el Inter de Milán, equipo poblado de argentinos.
Ahora viene lo gracioso. México es uno de los países con mayor historia de Catch. Durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, las multitudes coreaban a los enmascarados, que se esnfrentaban y se enfrentan por décadas sobre el cuadrilátero, alimentando mitologías y fantasías masivas. Son como dioses y demonios sagrados y en sus peleas se define la religión, la historia, el presente y el pasado. Por eso no pueden quitarse las máscaras: el público no quiere ver hombres detrás de esos cuerpos robustos, ni quiere tener empatía. Quiere ver a la bestia milenaria, al mosntruo sagrado, al dios misericordioso.
Estos luchadores y galdiadores tuvieron su apogeo en la década del 50 y parte del 60, cuando llegaron al cine. El ejemplo más tradicional es Santo, el enmascarado de plata, que peleó a la largo de décadas contra animales, mutantes, monstruos y aberraciones de todo tipo. Santo jamás se sacaba la máscara: si iba a una fiesta, llevaba smoking y máscara; en la playa, era traje de baño con máscara; en la ducha, con máscara. Dudo que incluso en el set de filmación se viera al actor sin su disfraz. Sólo a su muerte se reveló que Santo se llamaba en realidad Roberto Guzmán Huerta.
Tomemos al Subcomandante Marcos y su eterno pasamontañas, y sus arengas populares, y su rol en el imaginario social. ¿Es tan extraño que tengamos en México a un enmascarado como emblema popular de fuerza y coraje? No, en absoluto. La tradición se filtra siempre, lo querramos o no. Marcos es hijo del catch y de la lucha libre, así como nostros somos hijos del dulce de leche, o de la birome, o incluso de Carlitos Balá o Pepe Biondi.
4 Comments:
Es bueno tu análisis Cadmo, pero como enmascarada que soy, me veo obligada a ir un poco más allá, al origen de la máscara. La máscara actúa como mediadora entre el hombre y el mundo, la realidad. Recordemos que los superhéroes, suelen ser, casi siempre, enmascarados. No sólo para que su identidad permanezca secreta, esto es, porque no podría sobrevivir a cara descubierta por el mundo, sino porque el hombre enmascarado necesita de la máscara para poner distancia entre el mundo y él. El mundo a cara descubierta es intolerable para el enmascarado y la cara descubierta del héroe es intolerable para el mundo.
Y esto va más allá del catch.
Un gran beso
Nadie más autorizado que usted para hablar, muchacha. Nadie duda de su savoir faire sobre mascarillas...
lindo blog querida... parece que cada vez somos mas...
es cierto, pero el sr. que inventó la birome, era argentino naturalizado, de origen -creo- húngaro.
lo se porque su hija (mariana biro) es la dueña del colegio al que asistí durante la primaria (escuela del sol)
que progre!!!
¿decís que nuestro próximo mashiaj va a tener pelo taza?
jja
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