Una duda menos
Era el primer día de clases de mi quinto y último año de colegio secundario.
Mi mamá se ofreció a llevarme en auto hasta el colegio, más para honrar al tiempo pasado que por necesidad.
Como solía ocurrir en ese trayecto de media hora desde mi casa de zona residencial hasta el corazón del microcentro porteño, ella me ofrecía dormir una siesta hasta llegar a destino. Y yo casi nunca decía que no (a menos que tuviese que repasar para un examen, claro, o que me diese culpa el sacrificio que mi madre hacía por mí), pero ese día no dormí, aún si la noche anterior me había acostado tarde y había descansado poco.
En plena travesía por la avenida 9 de Julio, a escasos metros de llegar al obelisco, la miré. Y le formulé la pregunta como si la acabase de pensar, pero supe que había estado merodeando por mi mente los últimos días y que no era irrelevante el hecho de que ese día era el comienzo del fin para una etapa, el ocaso de la adolescencia absoluta y el comienzo de la adultez:
"Ma, para vos, ¿Qué sensación es más importante, la nostalgia o el amor?".
Y hablamos, pero el tiempo fue escaso para responder a tamaña duda y creo que el tema quedó pendiente.
Lo hemos retomado varias veces y, sin embargo, no puedo recordar a qué conclusión llegamos, o si siquiera llegamos a una conclusión. Hoy en día, no creo que la pregunta merezca una respuesta.
Ambas ganan. O ambas son una sola cosa. Son los dos grandes motores de todo, la base oculta de la belleza de todo y el motivo de sufrimiento más profundo. No puedo ni quiero elegir, me quedo con ambas sensaciones.
Y así cierro otro episodio más de mi adolescencia, con ustedes como testigos.
Mi mamá se ofreció a llevarme en auto hasta el colegio, más para honrar al tiempo pasado que por necesidad.
Como solía ocurrir en ese trayecto de media hora desde mi casa de zona residencial hasta el corazón del microcentro porteño, ella me ofrecía dormir una siesta hasta llegar a destino. Y yo casi nunca decía que no (a menos que tuviese que repasar para un examen, claro, o que me diese culpa el sacrificio que mi madre hacía por mí), pero ese día no dormí, aún si la noche anterior me había acostado tarde y había descansado poco.
En plena travesía por la avenida 9 de Julio, a escasos metros de llegar al obelisco, la miré. Y le formulé la pregunta como si la acabase de pensar, pero supe que había estado merodeando por mi mente los últimos días y que no era irrelevante el hecho de que ese día era el comienzo del fin para una etapa, el ocaso de la adolescencia absoluta y el comienzo de la adultez:
"Ma, para vos, ¿Qué sensación es más importante, la nostalgia o el amor?".
Y hablamos, pero el tiempo fue escaso para responder a tamaña duda y creo que el tema quedó pendiente.
Lo hemos retomado varias veces y, sin embargo, no puedo recordar a qué conclusión llegamos, o si siquiera llegamos a una conclusión. Hoy en día, no creo que la pregunta merezca una respuesta.
Ambas ganan. O ambas son una sola cosa. Son los dos grandes motores de todo, la base oculta de la belleza de todo y el motivo de sufrimiento más profundo. No puedo ni quiero elegir, me quedo con ambas sensaciones.
Y así cierro otro episodio más de mi adolescencia, con ustedes como testigos.
4 Comments:
Las despedidas y la nostalgia son esos dolores dulces
ya decía yo q andabas "down"... atravesas una de las tantas crisis del fin.. pero comienzo de..mañana venime más up como fido dido.. como seven up...
No saben vivir el uno sin la otra.
Ni la una sin el otro.
Y cuando uno siente nostalgia por un amor pasado?
Entrás en el matrix y conocés al architect...
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