Sunday, October 08, 2006

Museos, alcohol, drogas, iglesias y swingers

Una a una se fueron encadenando las situaciones para que la noche de ayer fuese... diferente.
Y diferente siempre es bueno. Es la variedad la que nos mantiene vivos.
Comenzó con un reproche a mí mismo y con un evento deportivo.
Por la tarde, debido a mi vagancia, me perdí el festival de bandas, fotografía y pintura en Martínez. Esto me molestó porque: a) la hubiese pasado bien y hubiese sentido menos el peso de sábado a la tarde; b) seguro que había mujeres guapísimas y yo estaba con ánimo de hablar; c) dejé pasar por enésima vez la oportunidad de ver a la banda de Ceci, una de mis ex novias, en vivo, con la curiosidad que eso me genera y con el cariño que el paso del tiempo me dejó hacia ella.
A las ocho y media fui a jugar al fútbol sabiendo que no era un partido más. Porque estaban en cancha gran parte de los integrantes masculinos del grupo selecto de mi universidad, los que siempre sacan la mejor tajada, los que están involucrados en los eventos y beneficios y los que no paran de filmar con apoyo oficial. Y, muchas veces, el fútbol es sólo fútbol pero otras puede ser una declaración de principios. Uno deja en claro quien es, cómo se comporta en la vida y qué pretende por cómo se maneja en el terreno de juego. La camaradería y el respeto se ganan en la cancha, o bien jugando con destreza o bien poniendo coraje y batallando cada balón.
El partido dio lugar a cena en la casa de Rodrigo, el chileno, en La Boca. Tenía pensado ir a la recorrida de museos, como todos los años (es una noche al año en la que todos los museos están abiertos de noche y son gratis), pero tanto yo como Rodrigo llegamos a la conclusión de que nos tenían sin cuidado los museos. El habló por teléfono con gran parte de la sección femenina del grupo antes mencionado y, al final, se decidió que nos juntaríamos en la casa de Marina. Hacia allá fuimos, whisky en mano.
Todos en la mesa, bebimos whisky a gogó, escuchamos a Sinatra y hablamos de eso, esto y aquello. Hacia las 2:30, llegó una chica que yo no conocía y que tampoco era mi perfil de mujer, a pesar de que resultó muy agradable. Me presenté como Hans von Lichtenstein, cosa que le sorprendió, pero algún momento empezó a creer que ese era mi nombre en serio, hasta que a alguien se le ocurrió llamarme por mi nombre real y se acabó el chiste.
Muchos en un auto, pasamos por la fiesta de los museos, meamos en árboles y, aburridos de escuchar a Mimi Maura y sin siquiera poner pie en el castillito que lleva el nombre de Casa de los Museos, caminamos hasta la costanera. Allí armamos un porro gordo y de rápida manufactura, le hicimos honor y nos dirigimos a una ex iglesia que funciona hoy en día como discoteca y existe bajo el nombre de Soma.
La cúpula de la iglesia resultó imponente y, con la ayuda de las imágenes de Pánico y Locura en las Vegas proyectadas en una pantalla gigante, terminé de perder la cabeza. Bailando frenéticamente ante un DJ subido a una tarima episcopal. Johnny Depp encarnado en el Dr. Hunter Thompson, en silencio pero hablándome. Porque me sé cada puta línea de diálogo de esa película de memoria.
- Mirá - le dije a Marina -, yo quiero vivir como él -, dije, señalando a la pantalla, mientras Johnny/Hunter vociferaba barbaridades a ritmo de metralleta, imbuido en lentes angulares y movimientos de cámara entre documentales y enrarecidos.
No pareció causarle mucha gracia, ya que supongo que no es el tipo de cine que le gusta.
- ¡Leí el libro, vi la película veinte veces, amo a Hunter Thompson! ¿Entendés?
A Malena tampoco parecía importarle demasiado mi fanatismo.
Y mientras, bailábamos rock and roll de los cincuentas.
Le escribí a Facu: "Estoy en una ex iglesia, bailando como loco".
Facu respondió: "No te confieses!"
En cierto momento noté que Marina dejaba caer su cuerpo sobre el mío más frecuentemente de lo común y me surgió el impulso natural que tan fácil me brota de decir lo que pienso. Y estaba a pasitos de agarrarla de la cara, acercarme a dos centímetros y decir en voz muy baja: "Vos y yo sabemos que si ahora te doy un beso no me lo vas a rechazar, aún si tu cabeza te dice que no es lo que deberías hacer".
Pero recordé que nos conocemos, y bastante, y que ya intenté hacer algo similar antes y recibí una negativa. Hay errores de los que, por suerte, uno aprende. Y lo dejé ahí.
Hacia las cinco llegó Mariano con Mariana y Nico. Mariano y Mariana, que no tienen un show de tele juntos pero tal vez deberían, como Mork y Mindy, son "amigos". Ella es la novia de un "amigo" de él pero, sorpresivamente, ella y él salen de fiesta juntos. Y se tienen unas ganas que no pueden más, pero ambos dicen que no, que es mentira, que somos todos unos prejuiciosos. Yo estuve en esa situación antes, decir "no, che, es mi amiga". Pero amiga las pelotas... le tenía unas ganas que se me caían y, probablemente, terminé concretándolo cuando la tensión llegó a su punto culminante y el alcohol fluía como para poder disimular el deseo latente acumulado.
Borracho como venía y sin ánimo de ocultarlo, me adherí al toqueteo juguetón de Mariano y Mariana. Pero no de cachondo, sino de ebrio. Y me sumé en la sana histeria de cada día. Nico tenía una remera con un cartel luminoso que alternaba frases en letras rojas como "Puto el que lee" o "Bailen, putos" o "Siamo fuori". Luego le escondimos el saco de terciopelo con el que su padre se casó con su madre y recién se lo dimos antes de partir.
Fuimos hacia la salida, adonde vimos a Filgue, que estaba con una amiga suya muy alta, por última vez.
Después lo llevé a Nico a su casa, pero al llegar a Libertador nos quedamos hablando un rato más, mientras el sol comenzaba a salir y nos invadía la luz naranja del amanecer.
Y Nico dijo:
"Barcelona es una mina fácil, de esas que quiere coger de una. Es medio como una gordita judía, tetona y calentona. París es una mina medio pelo que está buena pero que no se deja tocar mucho. Y Londres es una super modelo, que está buenísima y es muy difícil. Es muy difícil cogerse a Londres". Ambos reímos, luego me miró y me dijo: "El sábado que viene sin falta, eh, vamos al hotel de swingers. Hagámos intercambios de documentos, como prueba".

- No, ni en pedo te doy mi cédula.
- Dále, puto, no te borrés.
- No, en serio, te doy la mano si querés.
- Bueno, te tomo la palabra.
- Me da un poco de miedito toda es gente garchando junta.
- A mí también, boludo, pero hay que ir.
- Bueno, está bien. Vamos.
- Mirá que mañana empiezo la cadena de mails, eh, toda la semana. El sábado vamos.

Y ahora resulta que tengo organizada una excursión al paraíso de las orgías multitudinarias. La verdad es que mucho placer no me da la idea, dado que soy un puritano, pero mi palabra está dada. Y, en el peor de los casos, es una anécdota más para contar, como cuando fui al boliche hardcore gay en Barcelona y no dejaban entrar mujeres.
El viaje a casa fue en solitario, mirando a la luz celeste y naranja del cielo, pensando "qué maravilla es esta hora, me gustaría verla así más seguido... lástima que eso implica dormir hasta las tres de la tarde".
Pero a las doce estaba arriba. A comer con los abuelos.
Sábado a la noche... domingo a la mañana. De punta a punta.

3 Comments:

Blogger rainbow brite said...

Guau, yo me metí con ganas de contar mi sábado a la noche y de paso leo el ajeno, y mirá vos, te tendría q haber mandado un mensaje para saber de esa cúpula con pánico y locura...

6:47 PM  
Anonymous Anonymous said...

por fin te leo como tu. suspiro tranquila. este finde ha sido demasiado desperdiciado para mí. desde esta mañana, soy una chica de moda que estudia cuando debe.
un beset

5:54 AM  
Anonymous Anonymous said...

sí, ya estás en tu mismidad...
alcohol,mujeres baile frenético,
drogas.
ay! que debiles somos!

9:12 AM  

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