Wednesday, October 28, 2009

Border patrol

Mueve la mano izquierda en el aire, dibuja las calles de El Paso y baja la mirada, que se nubla en el parche de luz que se acaba de colar indiscretamente por la ventana. Sus pies bailan sobre la alfombra decolorada. Escucha e interrumpe. ¿Qué va a develar el programa?, pregunta. El otro, explayado entre la butaca roja y el borde vidriado de la mesa, expone. No es la típica historia del Espalda Mojada. Paredón, paredón, paredón y el partido de tenis en la frontera.
Eso está bueno, dice el primero, y los ojos se le pierden entre la luz y la sombra. Juega con una bolita de papel, piensa en las fotos, en los medicamentos, en el tiempo mismo.
No nos vamos a poder ir en Navidad ni en pedo.
El está. ¿Qué hay que sumar allá? ¿Vamos nosotros?
Tiene que ir un equipo que se tiene que familiarizar con los tipos. Si vamos y nos volvemos antes, nos vamos a comer una puteada de puta madre.
El otro tuerce la mano en el espacio intermedio, frunce el ceño, dibuja un avance metódico con ambas palmas abiertas.
A la distancia es una cosa... Presenta simulitudes con la situación de la guerrilla en centroamérica en los ochenta. Tareas humanitarias... refugiados... Más camas y más recursos...
La familia los reclama, los acoge, les exige postergar esos sueños con dinero prestado. Hablan del desamparo, ¿Pero lo conocen? Las historias que buscan contar parecen afectarles personalmente.
Habría que buscar casos no tan parecidos.
A ver... vos me decís gente pobre. A ellos les molesta que sean todos periodistas.
Hay que buscar un policía.
O un padre de familia que trabaja donde opera un narco.
Suena el teléfono y uno de los dos tira un sobre encima de los libros apilados de la biblioteca y de las viejas películas que ya nadie mira.
Esta es medio monqui.
El que tiene visa va cuando quiere. No es un protagonista, pero sí hay que contar el fenómeno de migración.
No, el que tiene guita caza un plane y se va. Hay que mostrar el cul de sac. El drama del que no tiene.
¿Es lo mismo el que se fue a Chicago que el que se fue cruzando la frontera?
Hay que concentrarse en un foco, la variedad que hay de casos diferentes sobre un mismo problema.
Tiene que ver con la urgencia. De la noche a la mañana, me tuve que ir, como en la Argentina, con los militares.
Callan y piensan, intentan convencerse. Se escuchan y vuelven a darle vueltas a la idea. Pero no dura.
Si el periodista volvió, no tiene fuerza la historia. Dejó de hacer policiales y vive en otra parte, pero ese no es central.
¿Fueron mediáticos? Dicen que sí. Ilícitos del ejército, a pesar de que él mismo se había censurado.
Tres años después le pasó eso. Yo me pongo en abogado del diablo: ¿El tipo estaba sin trabajo?
Hay que ver qué dicen del otro lado. Difícilmente uno tenga pruebas. ¿Hay testigos?
Es muy... se está dando mucho, no es descabellado.
No estoy dienciedo eso.
Hay que viajar.
Las manos van en paralelo y después se cruzan, vuelven al punto de inicio y se ríen.
¿Qué es lo que les pasa? Es una excusa también, vamos a la fuente. Tony Montana. Usted es un criminal.
Eso está buenísimo. La credibilidad y la no credibilidad. La periodista y la morgue de Juárez. El background.
Suena el teléfono, los mismos hilos tiran de las cejas y de los labios, se unifica el rostro en una roca única.
Hay que volar, es fundamental mostrar que son ciudades gemelas. Con la border lo mismo, si uno puede...
Hay que ver cómo meterlo.
¿Ellos a quién se entregan?
A la border.
Juarense... ¿Juareños o Juarenses?
Se encierran en sus máquinas y piensan, fruncen más el ceño, golpean el teclado con la fuerza de topadoras y vuelven a hablar, vuelven a encontrarse, vuelven a decir.
¿A quién mandamos?
Yo puedo ir.
Me miran. Los miro.
Vos no operás cámara.
Sí opera.
¿Operás?
Opero.
¿Estás seguro?
Estoy seguro.
Entonces paso a ser parte del cuadro. Y el que sube al plane, ahora dicen, soy yo.
Pero sigo hablando otro idioma. Another fucking language, mi hermano.

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