Exégesis
"El egoísmo es una forma de coherencia"
Voy a dejar atrás el pasado. No es que no me quisieran - o sí, pero no importa -, sino que siempre hablamos en código diferente. En parte por eso no me gusta lo que hacen, les falta pasión, les falta vida. Se sacan fotos con luz de vela y sus zapatillas importadas que no se consiguen en Buenos Aires y se abrazan siendo putones y putonas, como amigos, pero se clavan puñales y se van a dormir llorando.
Yo estoy vivo, pero no hace falta anunciarlo. Hay que vivirlo. Hay que oler el olor a muerto, hay que abrazar a esa concha abierta, hay que comerse todo el queso fundido y echarse a dormir solo con las cuentas pagas.
Pero no vendría mal un poco de amor. Un poco nada más, una fantasía. Una fantasía antes de mi trágica muerte.
Este es mi pequeño refugio infantil. ¿Qué importa si me repito, si soy egocéntrico, si digo incoherencias, si mi poesía es fea y grosera, si me quejo, si pretendo ser mórbido y soy ingenuo? ¿A quién carajo le importa más que a mí?
Siempre, siempre, siempre fue una masturbación pública. Déjenme acabar y que me miren.
El laberinto de mis días, el impredecible remolino de los años, me ha traído hasta aquí y hoy, como Francisco Narciso de Laprida, creo entrever el final, la llave al enigma que angustió mi adolescencia.
Me enterrarás, amiga, en algún sitio cálido a la luna nueva... me enterrarás...
Voy a dejar atrás el pasado. No es que no me quisieran - o sí, pero no importa -, sino que siempre hablamos en código diferente. En parte por eso no me gusta lo que hacen, les falta pasión, les falta vida. Se sacan fotos con luz de vela y sus zapatillas importadas que no se consiguen en Buenos Aires y se abrazan siendo putones y putonas, como amigos, pero se clavan puñales y se van a dormir llorando.
Yo estoy vivo, pero no hace falta anunciarlo. Hay que vivirlo. Hay que oler el olor a muerto, hay que abrazar a esa concha abierta, hay que comerse todo el queso fundido y echarse a dormir solo con las cuentas pagas.
Pero no vendría mal un poco de amor. Un poco nada más, una fantasía. Una fantasía antes de mi trágica muerte.
Este es mi pequeño refugio infantil. ¿Qué importa si me repito, si soy egocéntrico, si digo incoherencias, si mi poesía es fea y grosera, si me quejo, si pretendo ser mórbido y soy ingenuo? ¿A quién carajo le importa más que a mí?
Siempre, siempre, siempre fue una masturbación pública. Déjenme acabar y que me miren.
El laberinto de mis días, el impredecible remolino de los años, me ha traído hasta aquí y hoy, como Francisco Narciso de Laprida, creo entrever el final, la llave al enigma que angustió mi adolescencia.
Me enterrarás, amiga, en algún sitio cálido a la luna nueva... me enterrarás...
2 Comments:
asi como enterre a Lisandro de la Torre...
asi como enterre a Lisandro de la Torre...
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