Saturday, November 13, 2010

Viernes. Cansancio. Pocas ideas.

Fumo y fumo y fumo para no tener que hablar de cosas importantes. Tomo y tomo y tomo para tener algo en la boca que me impida hablar. Porque cuando hablo las palabras no salen, salvo que sean combativas. Pelear es algo que me sale espontáneamente y que me sale bien. Amar me sale pésimo. Las palabras de amor se diluyen en mi boca, suenan falsas porque sé de antemano que no voy a saber decirlas y que suenen creíbles. Soy orgulloso, muy orgulloso. Habrá quién me diga que es una forma de debilidad, pero últimamente me doy cuenta de que siempre hay alguien que tiene algo que decir en contra de uno. Me cuestiono mis fracasos en el mundo, pero creo que mis triunfos son muchos más. Algo aprendí, sin embargo: cuando uno finge fragilidad, la gente te quiere más. La gente necesita verte un poco quebrado para sentirte cercano, porque si uno aparece demasiado entero, demasiado realizado, el otro piensa: ¿Y yo? ¿Qué hice yo en todo este tiempo? Soy un desastre...
El problema es cuando uno siente que funciona bien pero que no encaja con el mundo. Hay que negociar, hay que ceder. Y uno no siempre quiere.
No tengo mucho que decir hoy. Estoy pragmático últimamente, resolutivo, poco filosófico. Un amigo me dijo que tengo que coger más y pensar menos. Seguramente tiene razón. Trabajar mucho está funcionando bien, de todos modos. Trabajar mucho me hace pensar pero en sentido práctico. Y el trabajo me estimula, me deja cansado y satisfecho. Entonces no tengo mucho tiempo para el amor. Cuando arranco una charla siento que me doy cuenta bastante rápido si la cosa puede estimularme o no. Siempre aparece el que te dice "sos un prejuicioso, estás cerrado sobre vos mismo, estás equivocado". y tantas cosas más. Es interesante, ¿no? Pero también es agotador. Siempre hay alguien que tiene algo que decir sobre cómo uno se comporta. Y a mí no me va fantástico, pero creo que me va bastante bien. Estoy contento conmigo mismo. Y ante lo que me falta pienso: ya vendrá. Sigo escuchando atentamente a los que me sugieren cosas a cambiar (y no hay nada más difícil que cambiar, pero se puede), pero cada vez me da más la impresión de que la gente opina como reflejo de lo que le pasa, no con buenas intenciones. "¿Sabés qué te pasa a vos?", es un típico comienzo de frase. A ver, a ver qué me pasa a mí, a ver... las más de las veces el otro está ofendido por la certeza que uno parece mostrar en ciertas decisiones, aunque después sea falsa. O algo que uno hace le hace ruido a su sistema de pensamiento y eso que lo moviliza se canaliza como violencia contenida.
No tengo ganas de escribir hoy. Me aburro en casa pensando que tengo que irme a dormir y que se vienen días de mucha intensidad y mucha concentración. Hay que concentrarse, es una buena forma de salvarse de la dispersión de la vida actual. No me vendría mal encontrar a una mujer que me comprendiera y que funcionara de compañía en vez de ser una eterno conflicto encarnado. Estoy cansado, quiero descansar acompañado. Sigo pensando que está bien prescindir de lo accesorio, de las compañías que agotan. Lo que me pregunto es si existen compañías de otro tipo, si no será que estar con una persona siempre es, tarde o temprano, un engorro.
El escrito de hoy no tiene temática, ni siquiera fluye. Es, más que nunca, libreta de apuntes. Me alegra ver que gente lee, pensé que ya no había nadie. Me alegra además ver que a algunos les gusta y otros me mandan a la mierda. Que no hay indiferentes. Esa creo que es mi función en este mundo: abolir la indiferencia.
Me voy a dormir, hoy ya no me da la cabeza para nada.
Ya habrá otras cosas, otros días. Ya habrá algo, un instante que salte del resto y que me haga decir: esto no lo preví, esto escapa a mi comprensión. Y me gusta.

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