Tuesday, August 22, 2006

El duelo interior

La memoria es una fuerza bondadosa. Así como todos dicen "si vas a Italia tenés que ir a Nápoles" nadie recuerda de avisarte que Nápoles es en realidad una ciudad horrible, peligrosa y bastante deprimente. Del mismo modo, cuando la gente hace una experiencia de vida en otro país, constantemente mencionan lo bien que la pasaron, las cosas que hicieron, las aventuras y anécdotas que quedaron, pero muy pocos hablan de lo dura que fue la vuelta. Admito que mi Chiara y la Yola me hablaron del difícil regreso, pero en general los otros se saltean esa parte de sus experiencias.
Y los entiendo, porque la memoria es generosa, engalana todo, oculta las zonas difíciles y recicla las zonas dudosas.
Por eso confío en que dentro de un tiempo todo volverá a la normalidad, pero mi vida tendrá una cuota mucho más generosa de anécdotas, de recuerdos y de matices.
Eso es bueno, pero también es triste. Aceptar el final de un ciclo maravilloso es un duelo tan duro como el duelo que se hace por un ser querido. Yo soy de esos que pronto se convencen de que superó los obstáculos, pero ésta vez no me miento. Luego de tres días de angustias y llantos, hoy puedo decir que recuperé mi racionalidad, que puedo pensar. Porque juro que, como nunca antes, estos días de aterrizaje no pude pensar. Sólo pude sentir, visceralidad pura, un grito silencioso que brotaba de las entrañas a cada momento; es una sensación tan dolorosa como hermosa, reconocer cuánto ha cambiado uno, cuánto cariño puede sentir por los lugares, la gente, las cosas.
Pero hoy recuperé la cordura. No soy el mismo de antes pero al menos puedo moverme, puedo interactuar con los otros seres que me rodean, puedo hacer trámites. Ya no me da miedo la burocracia, la calle, los ruidos, las multitudes. No digo que los quiera o los acepte, pero ya no me encierro en mi casa, paralizado por la angustia.
Hay cosas que no cambian tanto, diré: los viejecitos al sol argentinos son equivalentes a los catalanes, sentados en un banco de plaza, viendo el tiempo pasar. Los quioscos son parecidos, las ferreterías y los almacenes. Ni hablar de los cafés. Hay cosas que no cambian, ese diálogo tan de pueblo en el medio de la ciudad, las señoras paseando a su perro diminuto, la policía multando y controlando sin cesar. Incluso cierto color en los edificios, ese marrón, ese ladrillo opaco, esa rajadura en la pared como marca del paso del tiempo y de una arquitectura bien entrada en años.
No, señores, el cambio es interno. La realidad importa, pero la extrañeza le pertenece solo a uno.
Y este es un duelo que, a la larga, dará frutos. "Es un crecimiento", te dicen, y uno se pregunta para qué mierda quiero yo crecer, pero a largo plazo es inevitable, incluso saludable. Los amigos no se pierden, las distancias se pueden acortar, el mundo ya no es un lugar tan grande. Y Barcelona seguirá siendo ella por mucho rato, con todos los que la habitan (real o simbólicamente) y Roma seguirá siendo tan caótica y legendaria y los amigos seguirán siendo los amigos, vivan ellos en España, en Estados Unidos o en Argentina.
El duelo sigue, amigos, pero al menos ya no tengo ganas de morirme.

5 Comments:

Anonymous Anonymous said...

En el momento en que logres decir Bar-ce-lo-na y en lugar de soltar lágrimas dibujes una sonrisa de melancolía, habrás pasado a la siguiente fase.
La de puro ensamblaje.

Vas estupendamente.

3:32 PM  
Anonymous Anonymous said...

Siempre termino apelando a la misma frase, casi un lugar comun estos días: "No es lo mejor, es lo que hay". Ya puedo mirar a las fotos y a los videos sin llorar y narrarles a otros el momento de la foto o quienes aparecen en ella. Y hasta sonrío. También escucho ciertas canciones y logro disfrutarlas, sin que sean del todo una tortura dulce. ¿Me estoy apresurando o realmente voy bien?

5:03 PM  
Anonymous Anonymous said...

Salud y amén al post.

1:24 PM  
Anonymous Anonymous said...

Salud, y amén al post.

1:36 PM  
Anonymous Anonymous said...

me alegro de que hayas llorado ya este primer torrente de lágrimas. te mando un besazo desde coroico, en medio de las yungas bolivianas, tras tres días de caminar la ruta del inca. atrévete, sal a la calle y enfréntate a tu pasado, ahora que eres otro, y mejor. te quiero, yola

11:17 PM  

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