Friday, August 18, 2006

Flaca



No puedo contigo, flaca.
Ni contigo ni con los recuerdos ni con las distancias.
Sentado solo en un avión con dirección marcada, pero con destino a ninguna parte. Porque ahora todo es lejos, ahora todo tiene un poco sabor a nada, entre estos rostros opacos, entre uniformes y máscaras, entre gente que parece toda igual.
Todo me recuerda a ti, flaca, o será que la realidad juega trucos conmigo. No puede ser casualidad que aparezcas en cada esquina, disimulada en un objeto, en un sonido, en un anuncio. No puede ser mera coincidencia que el lavabo vacío de El Prat me reciba con la música de El Tercer Hombre, ni puede ser casual que centre mi mirada en un tal Caffè di Fiore, con su obvia proximidad a tu amado Campo di Fiori. No creo que sin razón alguna la puerta de embarque más próxima a la que conducía a mi avión tuviese destino a Santo Domingo, flaca. Bastaba que estuvieras al lado mío para subirnos, para perdernos en una playa caribeña donde nadie nos encuentre.
Pero estoy aquí, en esta cárcel aérea, a escasas horas de llegar al invierno gris de la gran urbe gris de América del Sur. Y estoy perdido. Decíme si no parece absurdo que en un espacio tan lineal como un avión esté perdido, pero es así. Las horas no pasan, todo se ve claustrofóbico y triste y solitario y definitivo ahora que no estás a mi lado.
Todo es un funeral, flaca, me siento como un invitado al entierro de un sueño demasiado bueno para durar y a veces hasta jugueteo con ser yo el que va en el cofre. Pero la vida sigue, ya lo sabes, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
Y el único consuelo que tengo por ahora son tus fotos, tus pequeños videos, los cuales veo una y otra vez en mi ordenador, adherido a mi mínima butaca de clase turista. Me ofendo de pensar que vuelvo de tu ciudad en clase turista luego de las cosas que viví en ella; el turista viene y se va, pero yo todavía no me fui. Dejé todo ahí menos el cuerpo, que viaja solo, hueco, en este avión hacia el pasado.
No puedo, flaca, me quiebro todo el tiempo. Y me contengo, porque no quiero llorar delante de todos estos desconocidos, no quiero compartir mi dolor con ellos y sus existencias mediocres, sus viajes de turismo, sus bromas de familia, sus entretenimientos pasajeros.
Ya sé que de nada sirvió mi advertencia, que nunca es suficiente, que siempre querremos más. Es eso, flaca, tan simple como eso: no importa cuánto me des, siempre querré mas. Pero qué más da, si de todos modos me muero de ganas por un rato más contigo, un tiempo extra, una muestra gratis.
Y lo quiero decir, porque esta vez va en serio: en este momento, nada ocupa mi mente tanto como tú, ni el futuro, ni la gente, ni las ciudades ni los planteos. Flaca, puedo afirmar sin temor a equivocarme que todo me parece una mierda menos lo nuestro, menos tú y menos yo. Todo lo demás sobra, este avión, los continentes, nuestro destino profesional y las resistencias que puedan poner los otros.
Dime que es mentira, invéntame una historia que me haga sentir bien, pásame a buscar en la moto, vamos a toda velocidad por la ciudad iluminada, déjame tomarte de la cintura y sentir tu mano sobre la mía, vamos a pasar la tarde al parque de la Ciutadella, o a cenar a la Luna de Júpiter o déjame que te escuche en San Felipe Neri, bajo los árboles que lloran flores amarillas, en una noche de verano. Dime que no es cierto que ciertas cosas no serán como eran, que ya no nos seduciremos en discotecas pobladas, que ya no nos separaremos a los gritos para volver juntarnos en escenas de película, que ya no vendrás a dormir la siesta en el cuarto del fondo mientras la lluvia nos aisla del mundo.
Volvamos al pasado y empecemos de nuevo. Peleemos más seguido, así sentimos que entre nosotros hay una cotidianeidad y no un amorío fugaz. Hagamos más tonterías, colémonos más a museos, robemos más galletas, veamos más películas que no nos gustan. Seamos más seguido guía turístico para el otro a distancia en ciudades que conocemos o, mejor aún, viajemos juntos. Volvamos para poder volver a partir. Regalémosnos más música que habla de nosotros, más libros con dedicatorias eternas, más sonrisas de amor y más miradas perdidas de melancolía. Necesito que te burles de mi acento, que armes más escándalo cuando todos se apalancan, que te quedes pensando cuando intentas decirme algo o que hables de todas esas amigas que aún me falta conocer.
Hagamos algo loco, flaca, pasemos una temporada en tu Roma y otra en mi París, hagamos de turistas en Barcelona y de ladrones en Buenos Aires. Yo te sigo a cualquier parte, basta que me lo pidas.
El resto puede esperar.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Paré en un semáforo en el que nunca había parado, al lado de una terraza monísima que nunca había visto. El bar se llamaba San Telmo. Regresó de las vacaciones mi jefe argentino. Y trajo nuevos dvd's para la colección. Uno era de Svankmajer.

Adelante.

8:14 AM  
Anonymous Anonymous said...

No me dijiste nada de la oferta para venir. Falta mucho aún para Viena. Vamos, dime que sí. Una vez tu y una yo y entonces sí, prometo perder mi vuelo de vuelta.

12:24 PM  
Anonymous Anonymous said...

C: "Did you ever see Nina Simone in concert?"
J: "No, I never did...Can't believe she's gone...!"
C: "I know, it's so sad!"
J: "I saw her twice, in concert."
C: "She was so great... That's one of my favorite songs of hers."

"...I know where I'm going...

...No more doubt of fear...

...Found my way...

click, click, click."

2:09 PM  

Post a Comment

<< Home