Mi Barcelona
No puedo irme sin hablar de ella, esta ciudad tan única y cautivante. Uno traza sus recorridos, tiene sus preferencias. Por eso elegí narrarlas todas, o casi todas. Es para mí, para que la memoria no me falle, pero también para los que estaban conmigo, para los que me acompañaron, para los que me llevaron, para los que llevé y, también, para los que aún no conocen la ciudad y planean hacerlo.
Por eso esta extansa lista. Sé que es larga, pero juro que no sobra nada, incluso está organizada temáticamente.
PLAN DE SHOPPING
Un buen lugar para hacer un desayuno tardío o prealmuerzo es El Refugi, más conocido como el café de las lesbianas, sobre el Pge. de la Pau, cerca de las Ramblas. Buen ambiente, barato, rico café, juegos de mesa y la posibilidad de encontrarse con gente conocida que está perdiendo el tiempo de la misma manera que uno. Un poco más tarde, antes de almorzar, se puede pasar por la calle Avinyó, a mirar un poco las tiendas (sobre todo el soberbio local de Adidas retro) o un breve recorrido por la calle Tallers, para mirar tiendas de ropa usada o de discos antiguos. En este mismo plan, recomiendo ir al local de películas y discos que se encuentra en una de las calles que desemboca en la plaza del Macba; no sé el nombre, pero el dueño es un personaje muy pintoresco y con él se puede hablar de películas de culto y discos imposibles de conseguir por horas. Si se está por esta zona, por supuesto que visitar el Macba puede ser una buena opción, aunque yo me daría una vuelta por la librería La Central, que tiene una de las mejores secciones de libros cine que jamás ví. Sobre esta misma calle está el Hotel Camper, digno de ver (además que el calzado de Camper es hermoso, siempre). Si aún nos quedamos con ganas de hacer shopping alternativo, sobre el Carrer Ample hay una tienda formidable de ropa inglesa, muy brit pop y un poco punk, para ver durante horas y muy cerquita del café de las lesbianas.
Vale la pena pasarse por la comiquería sobre Via Laietana, que tiene una gran variedad y buenos precios.
PLAN CINEMATOGRAFICO
En cuanto a los estrenos, es obligatorio ir a las salas que pasan las películas en versión subtitulada. Hablo, por supuesto, de los cines Verdi y Verdi Park, Renoir (prefiero Floridablanca a la sede de Les Corts) e Icaria. Si estamos en plan un poco más cinéfilo, hay que ir a uno de mis cines preferidos de toda Barcelona, el Méliès. En él se respira un clima de familiaridad y cinefilia casera. Su programación es excelente, sus copias son de primera calidad, es barato y siempre hay poca gente. Ideal para una cita.
Luego, claro, está la Filmoteca, frecuentada por personalidades del cine y del mundo académico, siempre recomendable, aunque yo prefiero al CCCB y su programación de Jueves y Domingo (más conocido como Xcentric). Mucho riesgo, mucho por descubrir y gente que sabe perfectamente lo que programa sin temor a equivocarse. En esta misma categoría coloco al Antic Teatre, muy cerquita de allí, buen lugar para ver cortos.
Los martes por la noche, en el Apolo, la programación del Ambigu es una buena ocasión para ver películas de Europa del Este, los países nórdicos o Asia en buenas copias y sentado en un teatro antiguo, lo cual suma mucho a la experiencia.
En un plan un poco más informal, el bar Almazen, por el Raval, tiene una pequeña salita al fondo y proyecta DVDs de películas muy difíciles de ver. Es relajado y se puede beber y fumar mientras uno mira una película en lo que podría ser una sala de living.
Si uno quiere conseguir DVDs de películas asiáticas gratis, basta acercarse a la Casa Asia, sobre avenida Diagonal y encontrar un lugar no solo muy pintoresco sino también muy generoso y dispuesto a expandir el conocimiento de la cultura asiática.
PLAN GASTRONOMICO
En Barcelona se puede comer realmente bien y por precios accesibles. Los menúes del Oviso, sobre la plaza del Trippy (se llama en realidad Plaza George Orwell, pero nadie la llama así; esta plaza también es interesante de noche) son ricos y buenos para el mediodía, aunque creo que uno de mis placeres a la hora del almuerzo es ir de tapas por el Born, cualquiera de los bares que tiene terraza sobre la Rambla del Born es bueno y una buena mezcla de pulpo, tortilla de papa, pinchos, etc. Se disfruta y mucho.
Si uno está dispuesto a invertir unos buenos morlacos, la Cervecería Catalana y Ciudad Condal son dos sitio muy tradicionales que nunca defraudan. Sabores increíbles sin perder esa cosa tan tradicional y popular que ambos poseen. Nada de gaseosas, en ambos hay que pedirse una cerveza.
A la hora de la cena no tengo dudas: el Flash Flash, con su estética setentosa, se lleva todos los premios. Siempre fui bien acompañado y siempre comí una hamburguesas espectaculares. No falla y además tiene historia.
También a la hora de la cena es interesante ir a La Luna de Júpiter, que está ubicado en un lugar ideal, tiene unos camareros de lo más amable, la comida es osada y sabrosa y es perfecto para ir en una cita, en una de las terrazas, a la luz de la vela.
Si uno anda por Gracia y le apetece tomarse un buen helado, Tomo II es el lugar. Los mejores helados de Barcelona aunque, hay que admitir, son argentinos.
Otro imperdible: a las cinco o seis de la mañana, cuando la noche empieza a terminar, es un imperdible pasarse por la calle Nou de la Rambla y seguir a la gente, que conduce hacia un portón donde un señor vende una caja gigante e interminable de medialunas y dulces caseros. Le alegra la noche a cualquiera.
PLAN DE BARES
La mejor vida nocturna de la ciudad pasa por los bares, al igual que la mayor variedad de opciones. Es una pena que deban cerrar a las tres por ley, pero eso no impide que uno pueda pasear de uno a otro y emborracharse a piacere. El número uno en mi lista, tanto porque fue de los primeros que conocí como por su particular encanto, es La Bata de Boitiné, sitio guarro si los hay. Es un placer atravesar su extenso y angosto pasillo, poblado de seres de la noche que gritan, tiran humo, te tocan el culo (unas tres veces por minuto) y se mezclan. Es imperdible el legendario travesti quincuagenario que atiende la barra y no se puede pasar por aquí sin dialogar con señoras desfasadas, gays bastante putones y niñas que no saben bien cómo llegaron aquí. A pasos de aquí se puede pasar por el Marsella, uno de los bares más tradicionales de la ciudad, regenteado por el irlandés más asqueroso que conozco. Aquí se viene a tomar absenta y no se sale hasta no estar perdido de la mente (dos o tres vasitos deberían sobrar). Como detalle turístico, recomiendo atravesar también la calle que bordea al bar, es una de mis preferidas de toda la ciudad: de noche conviven prostitutas con personalidad, traficantes clandestinos, inmigrantes de países que ya no existen y vendedores de muñecas antiguas cuyos negocios no cierran de noche. Hay un ambientillo turbio e ilegal en esta calle que me recuerda a los puertos de ciudades costeras, como si fuese Marsella o Nápoles.
Igual importancia tiene el Café Royale, aunque claro, es mucho más refinado. Su decoración al mejor estilo Kubrick, su música lounge y su mezcla étnica lo llevan un escalón más arriba. Para bailar a lo loco y dejarse llevar por una ola de glamour. Y si estamos tan cerca de Plaza Real, por qué no pasarse un rato por allí, ver qué pasa en el Sidecar (sobre todo los jueves a la noche, cuando su subsuelo explota de gente y cachondeo) o el Jamboree, con sus sesiones de jazz.
Si uno quiere parranda, el jueves es el día para salir. Por supuesto que se puede ir al Apolo o a La Paloma, pero mis preferidos para este glorioso día son, por ejemplo, el Moog (el segundo piso, más pequeño y hot, hierve en rock and roll y siempre se pone bueno) o incluso el Shoko (con temática oriental, bien para ir cada tanto a beber junto a la playa y moverse en un círculo un poco más adinerado; me gustaba sentarme en la playa a beber unas cervezas antes de entrar). Pero tengo que admitir que mi debilidad está en el Raval, sobre todo si implica pasarse un rato en La Concha, bar ambientado con estética marroquí, cubierto de fotos de Sara Montiel y donde se pueden ver homosexuales árabes fumando del narguile, como si se estuviera en una película de Fassbinder. Luego de un rato aquí, recomiendo dos opciones: o enfilar hacia Les Enfants, con su clima juvenil y hormonal, o a El Cangrejo, mítico sitio donde la música es caliente, la gente es caliente y creo que hasta el alcohol es caliente (aquí conocí a mi amor, así que le tengo aún más cariño que al resto).
¿Apetece algo un poco más moderno, más “gente linda con ropa retro”? Pues el Fantástico es un bar ideal para eso, con chicas vestidas como en los años cincuenta y DJs tocando al lado de uno, juegos de luces y fotos proyectadas en las paredes. En este mismo sentido, es válido dirigirse a la Rambla del Raval, donde podemos ir al bar que tiene esos cuadros de doncellas medievales con cara de los muppets (nunca supe su nombre, pero es fácil llegar a él) y sillones de lo más cómodos, todo muy pop. En esta misma zona está el Zentraus, donde hay mucha experimentación con la música electrónica y vienen DJs de todo el mundo; es muy cool, muy ameno y además es gratis, aún si termina a las dos de la mañana. Pero claro, hay tiempo para pegarse la vuelta a la esquina y entrar a Sifò, todo adornado con sifones y muy lindo, buen ambientillo.
Pasear por los bares de Gracia, sobre todo los que dan a la Plaza de la Virreina es un plan más tranquilo pero placentero. Es difícil conseguir mesa afuera pero lo vale, sobre todo porque uno puede admirar la galería de seres que pululan por ahí: los freaks, los borrachos, los enamorados y los punks que cantan flamenco en las escaleras de la catedral. En plan calmo y no mucho más lejos de aquí, está el bar Falstaff, que funciona como bar pero la gente baila. Es curioso, queda entre la calle Libertad y la calle Peligro. Aquí pasé buenos momentos con amigos.
Para días de semana, cuando todo va un poco más tranquilo, hay dos opciones que me gustan particularmente: o bien beber cerveza en la plaza del Macba, comprada a los pakis que andan ofreciendo, o bien pasar un rato por Musical María, un bar al mejor estilo Hard Rock pero casero, montado por su dueño. Queda en la calle de María, cerca de Gran de Gracia, y sus fotos, sus recortes de periódicos, sus discos y sus viejitos rockeros pasados de edad hacen que una noche de mitad de semana sea mágica.
No hay que olvidarse tampoco de La Oveja Negra y de El Agüelo, dos clásicos para beber a lo grande. Con sus aspectos de tavernas medievales, sus techos de madera y sus paredes de piedra, sus jarras de cerveza y sangría. Son ideales para embeberse a lo loco en grupos numerosos y luego salir de fiesta.
PLAN DE CAFECITOS
Para la media tarde, cuando uno quiere beber un café o hacer un parate, la ciudad también está llena de posibilidades. Un lugar que amo y que solía frecuentar con mi amigo David es la tetería de Manu Chao, llamada La Clandestina. Tiene unos tés frutales fenomenales, aunque yo siempre fui fiel al té de menta. Tirarse en los sillones, beber té y alejarse del frío hablando sobre temas íntimos, no se me ocurre situación mejor.
Un lugar que conocí tardíamente y gracias a Andrea es el bar Lil, cerca de la calle Princesa, donde uno puede sentarse y beber algo mientras lee alguno de los libros a disposición. Es verdad que tiene una excelente acústica y supongo que podría escuchar conversaciones ajenas si fuese un fisgón.
También frecuenté mucho el recorrido que definen las plazas de Gracia, tanto la Plaza del Sol como la Rius y Taulet como la Plaza de la Luna. Uno avanza en diagonal y va llegando a las plazas, donde siempre hay vida. En cualquier barcito es agradable sentarse a tomar un café o una Coca-cola con limón.
Si uno quiere quedar bien o ser distinguido, no está nada mal pasar un rato en el Hotel Omm tomando un cafecito. Su decoración es sublime, vuela en el aire un aroma a sofisticación y, por supuesto, todo es mucho más caro, pero un café no afecta a la economía.
No me olvidaré de la cafetería de la Universidad y no está de más volver a mencionar al café de las lesbianas, pero eso al turista desinteresado no le interesa demasiado.
PLAN DE FIESTA
A algunos lugares ya los he mencionado, pero vale la pena colocarlos en su sitio. Un miércoles es el único día en que vale la pena ir a City Hall, frente a Plaza Catalunya. Buena música, mucho baile y un jardincito afuera donde sentarse a beber y descansar. El Apolo es muy interesante los miércoles, con sus ritmos funky y soul, aunque los Jueves también se pone bueno. La Paloma, siempre bella e imponente, diferente cada vez, con una iluminación que motiva y buena programación de eventos, se luce más los Viernes. Mi opción de Sábado, una vez cada tanto, es el Razzmatazz; nunca sabré si está bueno o no, pero es la discoteca más imponente que ví en mi vida: ex fábrica convertida en boliche, tiene cinco pistas donde pasan músicas diferentes en simultáneo y miles de personas cada noche. Vale la pena verlo, al menos, y si uno puede pasarse por el Dixie antes, a beberse unos cubatas, mejor. Se ven punks, niñas bien, poppies y seres de la noche, todos juntos en una mesa, bebiendo a morir antes de entrar al Razz.
En plan más popular y cutre están los programas de estilo okupa. A escasos metro de Via Laietana se encuentra un gran teatro ocupado donde siempre hay fiestas salvajes, en las que se pueden ver drogas de todo tipo, alcohol de todo tipo, gente de todas las edades e individuos de toda calaña, meando, teniendo sexo, vomitando o gritando. Todo un espectáculo, con DJs okupas haciendo saltar a todos y pancartas anticapitalistas.
La Makabra es un estilo okupa más organizado y comunal y allí viven familias en un ala industrial, resistiendo contra los planes para construir torres comerciales. Tienen una escuela de circo muy completa y los espectáculos circenses del sábado a la noche son baratos y muy buenos. La fiesta que les sigue es excelente (uno se ve bailando en una fábrica que parece un circo y alucina) pero lo mejor de todo es la cerveza artesanal, potente y sabrosa.
Si uno se queda con las ganas cuando amanece, hay afters, claro. Los hay míticos, como Souvenir, aunque yo nunca fui. Pero sí conozco a Papillón, en el gótico, que funciona como un bar normal pero a las siete de la mañana. Uno se toma una cerveza, ve a mujeres vulgares paseándose por ahí y a marroquíes jugar al billar.
PLAN CULTURAL
El circuito Gaudí es recomendable, pero eso lo hace todo turista. Pero si uno se fija bien, en La Pedrera siempre hay exposiciones temporarias gratuitas, bien organizadas e interesantes. Y El Parque Güell es precioso, pero hay que ir los días nueblados y de lluvia, cuando nadie va, a pensar o a dejarse llevar, aunque los atardeceres de verano desde la cruz tampoco tiene desperdicio.
En cuánto al teatro, cosa que nunca me gustó demasiado, tengo un solo lugar que recomendar (porque fui a pocos, la verdad). Y es El Grec, anfiteatro al mejor estilo griego, en Montjuïc. Es pintoresco y la programación de verano es muy buena. Su restaurant y sus jardines de entrada alegran al espíritu.
La música tiene cita todo el tiempo en Barcelona y tiene donde. El Forum es el lugar para ir a ver eventos y megaconciertos de varios días. Es como una nave espacial caída junto al mar pero uno puede caminar por él e ir de escenario en escenario; frente a él hay unos pedazos de barco esparcidos por el pasto, es interesante para pasar en bicicleta. Si el plan es un concierto de una sola banda pero de igual peso, uno va al Palau Sant Jordi, que es espectacular y muy oriental, en la cima de Montjuïc. Si la cosa es aún más reducida, más íntima, puede tocar que vayamos a Badalona o, mejor aún, al Palacio de la Música.
No hay que perderse al KBB (Kultur Burö Barcelona), como un pedacito de Berlín en la ciudad. Lo mejor, sin dudas, es el ascensor que te lleva allí, cubierto en graffitis e inscripciones. Está muy cerca del Macba.
Para una tarde de lectura o de investigación, mi lugar es la Biblioteca de las aiguas. Tengo una debilidad por sus pasillos extensos, su silencio, sus luces tenues y su estanterías marrón claro.
PLAN DE PASEO
Para pasear sin rumbo hay varias posibilidades. Uno puede echarse en una plaza o parque, a mirar a la gente y dejar pasar el rato. Para esto, nada mejor que tirarse bien acompañado en el Parque de la Ciutadella o en la Plaza que contiene restos arqueológicos de la época de los romanos, con sus puentes y sus formas angulares. Está camino al Born y creo que se llama Villa de Madrid.
También está bien echarse en el puente que lleva al Maremagnum, todo de madera y vidrio. Uno puede leer, comer algo o disfrutar del sol y el mar sin tener que salir de la ciudad.
Si la idea es ir a la playa sin tener que tomarse el tren de cercanías, elijo las playas de Bogatell y, particularmente, la playa nudista. Me fascina que haya gente desnuda en plena ciudad, aún si yo no me desnudo.
Si uno quiere ver algo novedoso, puede pasarse por la puerta de una narcosala, para ver a los drogones que salen de darse con heroína, coca y demás en un ámbito creado para que lo hagan legalmente. Pero no es para mucho rato, yo pasé por la que está en el gótico.
No viene mal visitar al Camp Nou en este momento del gloria del Barça, tampoco.
Pero me guardo dos de mis sitios predilectos: Santa María del Mar, más conocida como la Catedral del Mar (hasta tiene una novela en su honor), con sus interminables columnas y sus hermosos vitrales en contraluz, para sentarse un rato por la tarde a apreciarlos.
Y claro, la plaza más hermosa de todas, San Felipe Neri. Perdida entre callejuelas y la Catedral, esconde un encanto antiguo, un silencio único y un escalofrío, junto a esas huellas de disparos que delatan los fusilamientos que allí ocurrieron durante la guerra civil española. Venir de noche, sentarse en la fuente, sentir cómo las hojas amarillas de los árboles caen sobre la cara... Es espectacular, para enamorarse de ella y con ella.
Si llegaron hasta aquí, los felicito por su perseverancia, pero también les agradezco por estar.
Adios y buena suerte.
Por eso esta extansa lista. Sé que es larga, pero juro que no sobra nada, incluso está organizada temáticamente.
PLAN DE SHOPPING
Un buen lugar para hacer un desayuno tardío o prealmuerzo es El Refugi, más conocido como el café de las lesbianas, sobre el Pge. de la Pau, cerca de las Ramblas. Buen ambiente, barato, rico café, juegos de mesa y la posibilidad de encontrarse con gente conocida que está perdiendo el tiempo de la misma manera que uno. Un poco más tarde, antes de almorzar, se puede pasar por la calle Avinyó, a mirar un poco las tiendas (sobre todo el soberbio local de Adidas retro) o un breve recorrido por la calle Tallers, para mirar tiendas de ropa usada o de discos antiguos. En este mismo plan, recomiendo ir al local de películas y discos que se encuentra en una de las calles que desemboca en la plaza del Macba; no sé el nombre, pero el dueño es un personaje muy pintoresco y con él se puede hablar de películas de culto y discos imposibles de conseguir por horas. Si se está por esta zona, por supuesto que visitar el Macba puede ser una buena opción, aunque yo me daría una vuelta por la librería La Central, que tiene una de las mejores secciones de libros cine que jamás ví. Sobre esta misma calle está el Hotel Camper, digno de ver (además que el calzado de Camper es hermoso, siempre). Si aún nos quedamos con ganas de hacer shopping alternativo, sobre el Carrer Ample hay una tienda formidable de ropa inglesa, muy brit pop y un poco punk, para ver durante horas y muy cerquita del café de las lesbianas.
Vale la pena pasarse por la comiquería sobre Via Laietana, que tiene una gran variedad y buenos precios.
PLAN CINEMATOGRAFICO
En cuanto a los estrenos, es obligatorio ir a las salas que pasan las películas en versión subtitulada. Hablo, por supuesto, de los cines Verdi y Verdi Park, Renoir (prefiero Floridablanca a la sede de Les Corts) e Icaria. Si estamos en plan un poco más cinéfilo, hay que ir a uno de mis cines preferidos de toda Barcelona, el Méliès. En él se respira un clima de familiaridad y cinefilia casera. Su programación es excelente, sus copias son de primera calidad, es barato y siempre hay poca gente. Ideal para una cita.
Luego, claro, está la Filmoteca, frecuentada por personalidades del cine y del mundo académico, siempre recomendable, aunque yo prefiero al CCCB y su programación de Jueves y Domingo (más conocido como Xcentric). Mucho riesgo, mucho por descubrir y gente que sabe perfectamente lo que programa sin temor a equivocarse. En esta misma categoría coloco al Antic Teatre, muy cerquita de allí, buen lugar para ver cortos.
Los martes por la noche, en el Apolo, la programación del Ambigu es una buena ocasión para ver películas de Europa del Este, los países nórdicos o Asia en buenas copias y sentado en un teatro antiguo, lo cual suma mucho a la experiencia.
En un plan un poco más informal, el bar Almazen, por el Raval, tiene una pequeña salita al fondo y proyecta DVDs de películas muy difíciles de ver. Es relajado y se puede beber y fumar mientras uno mira una película en lo que podría ser una sala de living.
Si uno quiere conseguir DVDs de películas asiáticas gratis, basta acercarse a la Casa Asia, sobre avenida Diagonal y encontrar un lugar no solo muy pintoresco sino también muy generoso y dispuesto a expandir el conocimiento de la cultura asiática.
PLAN GASTRONOMICO
En Barcelona se puede comer realmente bien y por precios accesibles. Los menúes del Oviso, sobre la plaza del Trippy (se llama en realidad Plaza George Orwell, pero nadie la llama así; esta plaza también es interesante de noche) son ricos y buenos para el mediodía, aunque creo que uno de mis placeres a la hora del almuerzo es ir de tapas por el Born, cualquiera de los bares que tiene terraza sobre la Rambla del Born es bueno y una buena mezcla de pulpo, tortilla de papa, pinchos, etc. Se disfruta y mucho.
Si uno está dispuesto a invertir unos buenos morlacos, la Cervecería Catalana y Ciudad Condal son dos sitio muy tradicionales que nunca defraudan. Sabores increíbles sin perder esa cosa tan tradicional y popular que ambos poseen. Nada de gaseosas, en ambos hay que pedirse una cerveza.
A la hora de la cena no tengo dudas: el Flash Flash, con su estética setentosa, se lleva todos los premios. Siempre fui bien acompañado y siempre comí una hamburguesas espectaculares. No falla y además tiene historia.
También a la hora de la cena es interesante ir a La Luna de Júpiter, que está ubicado en un lugar ideal, tiene unos camareros de lo más amable, la comida es osada y sabrosa y es perfecto para ir en una cita, en una de las terrazas, a la luz de la vela.
Si uno anda por Gracia y le apetece tomarse un buen helado, Tomo II es el lugar. Los mejores helados de Barcelona aunque, hay que admitir, son argentinos.
Otro imperdible: a las cinco o seis de la mañana, cuando la noche empieza a terminar, es un imperdible pasarse por la calle Nou de la Rambla y seguir a la gente, que conduce hacia un portón donde un señor vende una caja gigante e interminable de medialunas y dulces caseros. Le alegra la noche a cualquiera.
PLAN DE BARES
La mejor vida nocturna de la ciudad pasa por los bares, al igual que la mayor variedad de opciones. Es una pena que deban cerrar a las tres por ley, pero eso no impide que uno pueda pasear de uno a otro y emborracharse a piacere. El número uno en mi lista, tanto porque fue de los primeros que conocí como por su particular encanto, es La Bata de Boitiné, sitio guarro si los hay. Es un placer atravesar su extenso y angosto pasillo, poblado de seres de la noche que gritan, tiran humo, te tocan el culo (unas tres veces por minuto) y se mezclan. Es imperdible el legendario travesti quincuagenario que atiende la barra y no se puede pasar por aquí sin dialogar con señoras desfasadas, gays bastante putones y niñas que no saben bien cómo llegaron aquí. A pasos de aquí se puede pasar por el Marsella, uno de los bares más tradicionales de la ciudad, regenteado por el irlandés más asqueroso que conozco. Aquí se viene a tomar absenta y no se sale hasta no estar perdido de la mente (dos o tres vasitos deberían sobrar). Como detalle turístico, recomiendo atravesar también la calle que bordea al bar, es una de mis preferidas de toda la ciudad: de noche conviven prostitutas con personalidad, traficantes clandestinos, inmigrantes de países que ya no existen y vendedores de muñecas antiguas cuyos negocios no cierran de noche. Hay un ambientillo turbio e ilegal en esta calle que me recuerda a los puertos de ciudades costeras, como si fuese Marsella o Nápoles.
Igual importancia tiene el Café Royale, aunque claro, es mucho más refinado. Su decoración al mejor estilo Kubrick, su música lounge y su mezcla étnica lo llevan un escalón más arriba. Para bailar a lo loco y dejarse llevar por una ola de glamour. Y si estamos tan cerca de Plaza Real, por qué no pasarse un rato por allí, ver qué pasa en el Sidecar (sobre todo los jueves a la noche, cuando su subsuelo explota de gente y cachondeo) o el Jamboree, con sus sesiones de jazz.
Si uno quiere parranda, el jueves es el día para salir. Por supuesto que se puede ir al Apolo o a La Paloma, pero mis preferidos para este glorioso día son, por ejemplo, el Moog (el segundo piso, más pequeño y hot, hierve en rock and roll y siempre se pone bueno) o incluso el Shoko (con temática oriental, bien para ir cada tanto a beber junto a la playa y moverse en un círculo un poco más adinerado; me gustaba sentarme en la playa a beber unas cervezas antes de entrar). Pero tengo que admitir que mi debilidad está en el Raval, sobre todo si implica pasarse un rato en La Concha, bar ambientado con estética marroquí, cubierto de fotos de Sara Montiel y donde se pueden ver homosexuales árabes fumando del narguile, como si se estuviera en una película de Fassbinder. Luego de un rato aquí, recomiendo dos opciones: o enfilar hacia Les Enfants, con su clima juvenil y hormonal, o a El Cangrejo, mítico sitio donde la música es caliente, la gente es caliente y creo que hasta el alcohol es caliente (aquí conocí a mi amor, así que le tengo aún más cariño que al resto).
¿Apetece algo un poco más moderno, más “gente linda con ropa retro”? Pues el Fantástico es un bar ideal para eso, con chicas vestidas como en los años cincuenta y DJs tocando al lado de uno, juegos de luces y fotos proyectadas en las paredes. En este mismo sentido, es válido dirigirse a la Rambla del Raval, donde podemos ir al bar que tiene esos cuadros de doncellas medievales con cara de los muppets (nunca supe su nombre, pero es fácil llegar a él) y sillones de lo más cómodos, todo muy pop. En esta misma zona está el Zentraus, donde hay mucha experimentación con la música electrónica y vienen DJs de todo el mundo; es muy cool, muy ameno y además es gratis, aún si termina a las dos de la mañana. Pero claro, hay tiempo para pegarse la vuelta a la esquina y entrar a Sifò, todo adornado con sifones y muy lindo, buen ambientillo.
Pasear por los bares de Gracia, sobre todo los que dan a la Plaza de la Virreina es un plan más tranquilo pero placentero. Es difícil conseguir mesa afuera pero lo vale, sobre todo porque uno puede admirar la galería de seres que pululan por ahí: los freaks, los borrachos, los enamorados y los punks que cantan flamenco en las escaleras de la catedral. En plan calmo y no mucho más lejos de aquí, está el bar Falstaff, que funciona como bar pero la gente baila. Es curioso, queda entre la calle Libertad y la calle Peligro. Aquí pasé buenos momentos con amigos.
Para días de semana, cuando todo va un poco más tranquilo, hay dos opciones que me gustan particularmente: o bien beber cerveza en la plaza del Macba, comprada a los pakis que andan ofreciendo, o bien pasar un rato por Musical María, un bar al mejor estilo Hard Rock pero casero, montado por su dueño. Queda en la calle de María, cerca de Gran de Gracia, y sus fotos, sus recortes de periódicos, sus discos y sus viejitos rockeros pasados de edad hacen que una noche de mitad de semana sea mágica.
No hay que olvidarse tampoco de La Oveja Negra y de El Agüelo, dos clásicos para beber a lo grande. Con sus aspectos de tavernas medievales, sus techos de madera y sus paredes de piedra, sus jarras de cerveza y sangría. Son ideales para embeberse a lo loco en grupos numerosos y luego salir de fiesta.
PLAN DE CAFECITOS
Para la media tarde, cuando uno quiere beber un café o hacer un parate, la ciudad también está llena de posibilidades. Un lugar que amo y que solía frecuentar con mi amigo David es la tetería de Manu Chao, llamada La Clandestina. Tiene unos tés frutales fenomenales, aunque yo siempre fui fiel al té de menta. Tirarse en los sillones, beber té y alejarse del frío hablando sobre temas íntimos, no se me ocurre situación mejor.
Un lugar que conocí tardíamente y gracias a Andrea es el bar Lil, cerca de la calle Princesa, donde uno puede sentarse y beber algo mientras lee alguno de los libros a disposición. Es verdad que tiene una excelente acústica y supongo que podría escuchar conversaciones ajenas si fuese un fisgón.
También frecuenté mucho el recorrido que definen las plazas de Gracia, tanto la Plaza del Sol como la Rius y Taulet como la Plaza de la Luna. Uno avanza en diagonal y va llegando a las plazas, donde siempre hay vida. En cualquier barcito es agradable sentarse a tomar un café o una Coca-cola con limón.
Si uno quiere quedar bien o ser distinguido, no está nada mal pasar un rato en el Hotel Omm tomando un cafecito. Su decoración es sublime, vuela en el aire un aroma a sofisticación y, por supuesto, todo es mucho más caro, pero un café no afecta a la economía.
No me olvidaré de la cafetería de la Universidad y no está de más volver a mencionar al café de las lesbianas, pero eso al turista desinteresado no le interesa demasiado.
PLAN DE FIESTA
A algunos lugares ya los he mencionado, pero vale la pena colocarlos en su sitio. Un miércoles es el único día en que vale la pena ir a City Hall, frente a Plaza Catalunya. Buena música, mucho baile y un jardincito afuera donde sentarse a beber y descansar. El Apolo es muy interesante los miércoles, con sus ritmos funky y soul, aunque los Jueves también se pone bueno. La Paloma, siempre bella e imponente, diferente cada vez, con una iluminación que motiva y buena programación de eventos, se luce más los Viernes. Mi opción de Sábado, una vez cada tanto, es el Razzmatazz; nunca sabré si está bueno o no, pero es la discoteca más imponente que ví en mi vida: ex fábrica convertida en boliche, tiene cinco pistas donde pasan músicas diferentes en simultáneo y miles de personas cada noche. Vale la pena verlo, al menos, y si uno puede pasarse por el Dixie antes, a beberse unos cubatas, mejor. Se ven punks, niñas bien, poppies y seres de la noche, todos juntos en una mesa, bebiendo a morir antes de entrar al Razz.
En plan más popular y cutre están los programas de estilo okupa. A escasos metro de Via Laietana se encuentra un gran teatro ocupado donde siempre hay fiestas salvajes, en las que se pueden ver drogas de todo tipo, alcohol de todo tipo, gente de todas las edades e individuos de toda calaña, meando, teniendo sexo, vomitando o gritando. Todo un espectáculo, con DJs okupas haciendo saltar a todos y pancartas anticapitalistas.
La Makabra es un estilo okupa más organizado y comunal y allí viven familias en un ala industrial, resistiendo contra los planes para construir torres comerciales. Tienen una escuela de circo muy completa y los espectáculos circenses del sábado a la noche son baratos y muy buenos. La fiesta que les sigue es excelente (uno se ve bailando en una fábrica que parece un circo y alucina) pero lo mejor de todo es la cerveza artesanal, potente y sabrosa.
Si uno se queda con las ganas cuando amanece, hay afters, claro. Los hay míticos, como Souvenir, aunque yo nunca fui. Pero sí conozco a Papillón, en el gótico, que funciona como un bar normal pero a las siete de la mañana. Uno se toma una cerveza, ve a mujeres vulgares paseándose por ahí y a marroquíes jugar al billar.
PLAN CULTURAL
El circuito Gaudí es recomendable, pero eso lo hace todo turista. Pero si uno se fija bien, en La Pedrera siempre hay exposiciones temporarias gratuitas, bien organizadas e interesantes. Y El Parque Güell es precioso, pero hay que ir los días nueblados y de lluvia, cuando nadie va, a pensar o a dejarse llevar, aunque los atardeceres de verano desde la cruz tampoco tiene desperdicio.
En cuánto al teatro, cosa que nunca me gustó demasiado, tengo un solo lugar que recomendar (porque fui a pocos, la verdad). Y es El Grec, anfiteatro al mejor estilo griego, en Montjuïc. Es pintoresco y la programación de verano es muy buena. Su restaurant y sus jardines de entrada alegran al espíritu.
La música tiene cita todo el tiempo en Barcelona y tiene donde. El Forum es el lugar para ir a ver eventos y megaconciertos de varios días. Es como una nave espacial caída junto al mar pero uno puede caminar por él e ir de escenario en escenario; frente a él hay unos pedazos de barco esparcidos por el pasto, es interesante para pasar en bicicleta. Si el plan es un concierto de una sola banda pero de igual peso, uno va al Palau Sant Jordi, que es espectacular y muy oriental, en la cima de Montjuïc. Si la cosa es aún más reducida, más íntima, puede tocar que vayamos a Badalona o, mejor aún, al Palacio de la Música.
No hay que perderse al KBB (Kultur Burö Barcelona), como un pedacito de Berlín en la ciudad. Lo mejor, sin dudas, es el ascensor que te lleva allí, cubierto en graffitis e inscripciones. Está muy cerca del Macba.
Para una tarde de lectura o de investigación, mi lugar es la Biblioteca de las aiguas. Tengo una debilidad por sus pasillos extensos, su silencio, sus luces tenues y su estanterías marrón claro.
PLAN DE PASEO
Para pasear sin rumbo hay varias posibilidades. Uno puede echarse en una plaza o parque, a mirar a la gente y dejar pasar el rato. Para esto, nada mejor que tirarse bien acompañado en el Parque de la Ciutadella o en la Plaza que contiene restos arqueológicos de la época de los romanos, con sus puentes y sus formas angulares. Está camino al Born y creo que se llama Villa de Madrid.
También está bien echarse en el puente que lleva al Maremagnum, todo de madera y vidrio. Uno puede leer, comer algo o disfrutar del sol y el mar sin tener que salir de la ciudad.
Si la idea es ir a la playa sin tener que tomarse el tren de cercanías, elijo las playas de Bogatell y, particularmente, la playa nudista. Me fascina que haya gente desnuda en plena ciudad, aún si yo no me desnudo.
Si uno quiere ver algo novedoso, puede pasarse por la puerta de una narcosala, para ver a los drogones que salen de darse con heroína, coca y demás en un ámbito creado para que lo hagan legalmente. Pero no es para mucho rato, yo pasé por la que está en el gótico.
No viene mal visitar al Camp Nou en este momento del gloria del Barça, tampoco.
Pero me guardo dos de mis sitios predilectos: Santa María del Mar, más conocida como la Catedral del Mar (hasta tiene una novela en su honor), con sus interminables columnas y sus hermosos vitrales en contraluz, para sentarse un rato por la tarde a apreciarlos.
Y claro, la plaza más hermosa de todas, San Felipe Neri. Perdida entre callejuelas y la Catedral, esconde un encanto antiguo, un silencio único y un escalofrío, junto a esas huellas de disparos que delatan los fusilamientos que allí ocurrieron durante la guerra civil española. Venir de noche, sentarse en la fuente, sentir cómo las hojas amarillas de los árboles caen sobre la cara... Es espectacular, para enamorarse de ella y con ella.
Si llegaron hasta aquí, los felicito por su perseverancia, pero también les agradezco por estar.
Adios y buena suerte.
5 Comments:
... estoy atónito. La verdad? Te pasaste...
(y eso que todavía no leí el post...)
vale, mirándolo por encima...Barcelona es tuya, te la llevas, ala, pá tí. Aquí nos quedamos un trozo de tí, jodido.
beso
Una ciudad capaz de recrear "Antes del amanecer"...
Eso no es cualquier cosa.
Y sí, la bebida en el Cangrejo es caliente. Y todo lo demás también.
JO!!!Me has sorprendido!! soy de Barcelona de toda la vida y tu descrición me ha llegado al alma!! La verdad es que todos los sitios que has dicho son perfectos! Estoy contigo
Monica
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