Friday, December 12, 2008

Red

Yo le dije a ella que era divina. Ella se rió y prefirió no tomarlo en serio. Yo insistí en el bar y luego en el auto. Ella dejó una puerta mínimamente entreabierta. Yo le escribí un mensaje al día siguiente. Ella me dejó ir a su casa. Yo le dí un beso mientras ella hablaba. Ella actuó sorprendida. Yo le dije que quería quedarme toda la noche. Ella dijo que no era conveniente. Yo volví a llamarla dos días después. Ella aceptó verme, luego se echó atrás. Yo intuí que en el fondo quería verme. Ella acabó aceptando mi visita. Yo le di todos los besos y le regalé todas las palabras que me surgían al contemplar su belleza. Ella se quedó dormida frágilmente. Yo salí discretamente para no despertarla. Ella salió de la cama para despedirme con un beso. Yo me ilusioné. Ella dijo que prefería despedirse como si fuera la última vez, ya que no sabíamos cuándo volveríamos a vernos. Yo decidí que la llamaría ni bien volviese de Finlandia.

Yo la llamé en cuanto regresé, desde un casamiento. Ella se alegró de escucharme. Yo fui a verla al día siguiente a la clase de teatro. Entre la gente apareció él, me abrazó y me dijo que tenía algo que contarme. Yo, que la buscaba a ella con la mirada, pretendí estar interesado. El me contó que se estaba acostando con ella. Yo tragué saliva y ensayé mi mejor cara de piedra. Ella apareció y fue simpática, pero distante. El me colmó de elogios y cariños. Yo comencé a sentir como subía el desencanto por todo mi cuerpo. Ella me ofreció una conversación cortés pero helada. El me abrazó una vez más. Ella susurró algo al oido de él y se fue sin despedirse. El vino conmigo y otra gente a tomar cerveza. Yo me hundí en una melancolía agria. El me dijo que ella lo esperaba con la cena lista en su casa. Yo me pregunté por qué a mí no me había tocado cena ni cama compartida.

Yo le envié a ella un mensaje al día siguiente, aclarando que los hombres como yo no perdonamos la falta de tacto. Ella respondió dolida por mis palabras y mencionó el regreso de un novio. Yo abusé de las comillas y la acusé de inmadura y de manejos turbios. Ella me llamó y se echó a llorar. Yo le dije que sabía lo que había pasado con él. Ella negó todo. Yo le dije que daba igual. Ella dijo que no toleraría que se dijeran mentiras sobre ella. Yo intenté ser racional y le dije que nos olvidáramos del tema. Ella dijo que llamaría a él para pedir explicaciones. Yo dije que no quería tener nada que ver con ella, con él o con el novio de ella. Ella dijo que yo era tajante. Yo dije que era realista.

Yo volví a escribirle diciéndole que era muy linda y que era una pena que no me prefiriera a mí. Ella dijo que yo no sabía de qué hablaba. Yo le dije que me sentía un payaso diciéndole las cosas que le decía. Ella dijo que yo no era ningún payaso. Yo la llamé y le dije que la buscaría hasta encontrarla, que deseaba correr hasta su casa a verla urgente. Ella dijo que estaba con la familia. Yo pensé que estaba con él, o con el novio, en caso de existir tal novio. Ella no pareció molestarse con mi insistencia.

La siguiente vez que lo ví a él no me dirigió la palabra. Yo entendí que ella le había contado todo. Ella se mostró insinuante, pero casi de un modo profesional. El evitó mi presencia cada vez que pudo. Ella no habló con él en toda la velada y la noté incómoda en mi presencia. Yo no hice avances de ningún tipo. Ella estalló y dijo que estaba harta de su vida y de ser egoísta. Yo dije que estaba harto de que no se valorara mi amor, que se lo tomara como si fuera un amor juvenil moderno del montón. El gritó que se sentía traicionado por alguien a quién había considerado su amigo y que él había amado y que ahora todo se había acabado. Ella me gritó a mí de manera desafiante, acusándome de soberbio y bravucón. Yo leí sus gritos como una cortina de humo y le pregunté por qué en vez de armar ese escándalo no reconocía que yo le gustaba tanto como ella a mí. Ella pensó, esta vez sí, que yo era un payaso. Yo la acusé de tener mal gusto, de "chirusa" y de mujer vulgar de poco vuelo. El no abrió más la boca. Yo me fui sin saludarlos. Desconozco si se fueron juntos.

Y lo único que yo puedo pensar es: ¿Qué le vio ella a él que no me vio a mí?

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