Sunday, December 21, 2008

Una puñalada al ego, certera

Estoy solo, no es la primera vez y no será la última. Ni siquiera está la perra, se la llevaron no sé adónde. Me vuelvo loco buscando cigarrillos por toda la casa. No encuentro, enciendo un habano. Me sirvo un whisky doble con hielo y pienso en vos. Lo termino, me sirvo un Cointreau y pienso en vos. Me fumo todo el habano, aunque dicen que no es bueno fumárselo todo de una sola vez. Creo que lo disfruto, no sé. Pero pienso en vos.
Las cosas tomaron un rumbo extraño, o tal vez no. Nunca sé qué pensar. La noche, la mañana, la vuelta a la normalidad, los hechos del día. Monté un plano y pensé en vos, manejé el auto y pensé en vos, sentí sueño y me eché en una cama sin poder dormir y pensé en vos. Pensé en esa bombachita de encaje y cómo la hubiese tocado aún si estuviera en llamas. Pensé en cuánto vale una ilusión y cuánto duele. En las postergaciones que uno se permite con tal de gozar con del pensamiento.
Si supieras de cuántas mentiras está hecho mi mundo. De cuántas sonrisas tengo que valerme y de cuántos complementos - tan bien estructirados, tan bien construidos - para ser quién soy.
En la pantalla ellos juegan, interpretan. El es refinado, él maneja los códigos, él entra a un lugar y dice a qué ritmo se baila. El final es predecible: ella es otra cosa. La música de fondo no me gusta, es muy noventas. El le dice que el champagne sabe mejor con frutillas. Yo conozco esa estrategia. Tomar Cointreau me hace sentir poderoso. El gusto es secundario.
No me está saliendo esto, hoy no. Yo pensé que iba a ser diferente. Siempre es diferente.
Es esta tendencia que tengo, me voy lejos. Estoy lejos en este momento.
Arrinconado contra una pared recién pintada, haciendo el esfuerzo titánico por no despertarte, pensaba... ¿Qué pensaba? ¿Acaso importa? Soy tan inhumano a veces, ojalá puidera ser más persona, menos títere. Me odio cuando encuentro las palabras para decir lo que no quiero decir.
Y, cuánto más me odio a mí mismo en la penumbra del jardín, mirando de reojo a las remeras que me regalaron - son tan ochentas, yo no sé si puedo usarlas -, me desdibujo completamente.
Un beso en el hombro y se cae abajo el universo. Yo también soy orgulloso, pero más aún soy frágil. En el reflejo del espejo, en las rutinas, en los interesticios. Y esa voz que dice que no hay que exponerse, ¿Qué sabe?
La cabeza me gira, la brisa me molesta, incluso la luz naranja de los faroles me parece una insolencia.
¿Podés creerlo? Un instante hace que pensaba en la ducha del mediodía, en los pasos que separan la puerta de salida del almuerzo, en la lluvia intermitente, en los momentos imprevistos en los que, pensando en otra cosa, en realidad pensaba en vos.
Ojalá fuera de caucho, para no imaginar con antelación, para no planear tan seguido, para ser otra cosa, otra persona, de lo que soy. ¿Aún así te interesa? Especulo que sí, y me asusta. No le temo al no, le temo al sí.
Este yo no es yo, este vos no es vos. Esto es solo literatura.
Decíme que hay otra manera. Mirá más allá de esto, de estos tejidos, de esta prepotencia, de este dscaro tan mal calculado.
La escitura no se termina, uno simplemente la abandona en el momento apropiado.

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