Tuesday, September 21, 2010

¿Qué pasa con las mujeres en este país?

Parece cosa de locos, uno no sabe bien si es locura generalizada o catástrofe personal. Los amigos cercanos cuentan cosas que suenan parecido y uno ya empieza a pensar que es algo cósmico, una de esas teorías salvajes que circulan donde parece que en este año toca la alineación de no sé qué luna y planeta y nadie moja el churro por un año por catarsis general o retracción de casta. La cosa es que cada vez está más difícil eso del amor libre, porque cada vez la gente entrega menos. Las mujeres, al menos - en cierta clase social, vamos a reconocer -, están cada vez menos predispuestas a lo desconocido, cada vez más solemnes y cada vez más confundidas con el concepto de coqueteo. Violencia no es seducción, y el silencio es una forma de violencia.
Yo ya no sé qué hacer para que me den bola. O para que me dirijan la palabra. Ya dejé atrás la época en la que tomaba represalias cuando no me deseaban, o cuando me hacían mal. Antes era vengativo y moralista, quería enseñar masivamente que hay ciertos códigos de convivencia que hay que respetar. Ahora lo sigo pensando, pero ya no me ensaño, soy menos reaccionario. Tal vez en mi mente sea igual de autoritario, pero al menos ya no ando predicando. Y eso que me dan ganas cuando escucho o vivo en carne propia ciertas cosas. ¡Qué insistencia que hay con eso de no comprometerse! ¡Qué miedo tan infantil! ¡Si un polvo no es matrimonio, si el disfrute no es pecado, che! ¡Qué moralina, qué obsesión con proteger al cuerpo como si fuera un templo sagrado! Mojáte las vestiduras, mi amor, revolcate conmigo y si no te gusta no hablamos más. Pero hay que probar, hay que mancharse para saber, sino todo es predecible y aburrido. Y, al final de cuentas, todos nos vamos a morir, y todo va a haber dado lo mismo. Mejor entregarse al momento y tener la convicción, o intuir de qué va la cosa.
Las mujeres me abren la puerta y me la cierran antes de que yo llegue a decir "ah". Arbitrariamente, sin motivos aparentes, o bajo una lógica que me es tan ajena que no logro entender. Me dan besos y después no responden mis mensajes. Me responden una vez y la siguiente dejan de hacerlo. Me piden que las llame un mes después para salir. ¿Un mes después? Es una locura. "No te vas a acordar las facciones de mi cara", le digo. No responde. Está de moda ser maleducada y fóbica, igual que la ropa de mierda de los años 80 y hacer películas sobre la incomunicación adolescente. ¡Qué modas de mierda que tenemos! Y yo que creía que ser cortés y educado era atemporal y universal. Pues no. Ahora las mujeres se liberaron y juegan a la de tener cientos de amantes simultáneos. ¡Y estoy de acuerdo, muy de acuerdo! Pero no si eso además implica que te usan y te tiran sin antes haberte dado la chance. Los hombres andamos paseando el bacalao por diferentes ríos, pero en general siempre respondemos. Incluso los primates más asquerosos son garcas en la cara y no en silencio, a distancia. Yo prefiero siempre la violencia frontal, porque es más sincera, porque no le hace perder el tiempo al otro, porque cicatriza rápido.
El tema es en realidad la desconsideración. No hacerle perder el tiempo al otro. Si la mina me dice "mirá, estoy en otra, perdón pero no pierdas el tiempo", todo bien. Si me gustaba me molestará, pero no me voy a enojar. Estaré agradecido. Yo lo vengo haciendo, y en general recibe buenas respuestas. A dos chicas últimamente les dije que conmigo perdían el tiempo y que yo no deseaba eso, que mejor buscarse tipos mejores que las traten bien y no yo, que porque les tengo cariño prefiero no limarles la cabeza. Una entendió bien pero con cierta tristeza, la otra me puteó diciendo que quién soy yo para decirle qué hacer o qué pensar. Pero a la larga es mejor. Ojalá las minas me dijeran eso. No me gustás, sos abominable, prefiero a los lampiños, no sé, lo que sea. Me gustan los menores de edad, me gustan los viejos, tenés mal aliento, cualquier cosa. Cualquier cosa antes que el silencio.
Es verdad que yo soy el gil que sigue buscando en chicas de clase media pseudo progre con pretensiones artísticas de Palermo. Suelen ser las más lindas, pero también las más enroscadas del cerebro. Con el sexo no están a gusto. Lo desean y le temen. La palabra amor les produce espanto, aunque en el fondo siguen siendo unas niñas de trenzas que quieren casarse. Creen que ser modernas y estar a la moda de Nueva York es ser lo máximo. No hablan de política y salen con chicos que tienen cara de nena. Son lo peor. Pero me muevo entre ellas. Sí, por condición de clase, por moverme en el cine, por círculos de amigos. Siempre lo mismo, el mismo paradigma de minita, el mismo desencanto y el mismo odio, las mismas ganas de deformar caras a golpes y la misma pena por esas almas perdidas que hacen mal porque no saben hacer otra cosa. Siempre las mismas fantasías de conocer a una rolinga o a una chica proletaria que no tenga dramas con darle duro al culo contra mi miembro, que me chupe toda la energía vital a golpes de sudor y que me diga "vení, cheto puto, vení, a ver qué tan guachito sos cuando te pongo estas nalgas en la cara". Se quedan en eso, en fantasías, si ni siquiera me da el cuero para pagarme un buen gato los domingos a la tarde cuando pinta el calentón después del fracaso del sábado a la noche.
Ando perdido, sin fijas ni contactos de trasnoche. Perdí a mis chicas o las dejé ir y ya no acostumbro a mandar mensajes a las cuatro de la mañana a ver si puedo ir a descargar tensiones. Aún si lo hiciera, ya no responden. Invito a tomar café las tardes de sol y no responden. Invito a hacer algo loco y nuevo y no responden. Probé ser rebelde, probé ser polémico, probé ser dulce, probé ser romántico, probé ser galante. Nada funciona, todo va al tacho. Me siguen juzgando por lo que creen conveniente. Ahora voy a probar el rechazo total, la total indiferencia, mirarlas con desagrado y asco, como si fueran un pedazo de carne caminando. Sé que no va a funcionar tampoco, porque no tienen solución, pero al menos el orgullo sigue intacto. Seguiré haciéndome la puñeta, que es algo que nunca me cansa y además siempre me deja sereno. Me caso con mi mano y listo. Es una chica que estará siempre conmigo y además sabe hacer de todo. Pero, por sobre todas las cosas, me entiende. A fin de cuentas, somos la misma cosa.