Sunday, December 31, 2006

Hoy se puede

Es verdad, es una convención, pero también lo es que su peso relativo es importante.
Cada fin de año se vive con la incertidumbre y con esa vaga cuota de angustia para las cuales no hay palabras.
Llenamos ese vacío con los deseos de cortesía, con expresiones de amor y de alegría y con alcohol.
El el fondo sabemos que estamos solos y, como pocas veces en el año, lo pensamos sin sentir miedo.
Solos ante los desafíos, solos ante las promesas que no cumplimos, solos ante el constante planteo de qué pasará a continuación.
Es un final y también es un comienzo. Y cabe decir que es muy hermosa esa tristeza que recubre al último día del año, esos momentos en los que uno se asoma a la noche, se aleja de las copas que chocan y se deja llevar por esa brisa indiferente, porque la noche no sabe que es diferente a cualquier otra.
La última noche del año y la madrugada del primer día del año entrante sólo existen para eso: para no guardarse nada, para no vivir ni demasiado en el pasado ni demasiado en el futuro. Presente puro, sin angustias, sin dolores. Está bien reir, está bien llorar, está bien alcoholizarse, está bien drogarse, está bien bailar, está bien quedarse quieto y está bien cualquier clase de intercambio con otras personas. Hoy está todo mal y, sin embargo, está todo bien.
Queridos lectores: no dejen pasar esta oportunidad de hacer exactamente lo que les plazca. Hoy, como todo el mundo bien lo sabe, se puede.

Saturday, December 30, 2006

Keep it simple

"Hacer que se vea natural".

No puede ser más simple que eso. Todo se reduce a eso. ¿Querés hacer las cosas bien? Sólo hay un principio al cual aspirar y es ése: hacer que la acción parezca natural, como si no hubiese otra forma de hacer las cosas. La gran paradoja entonces es: ¿Cómo es posible que vivamos en una sociedad que desde un comienzo haga todo antinatural y complejo? Es paranoicamente aterrador: todo, absolutamente todo nos aliena y nos desnaturaliza. Todo se vuelve un simulacro absurdo y eso nos cubre de miedo y el miedo nos paraliza y... adivinen. Somos poco espontáneos, poco naturales.
Y parace tan simple. Pero para llegar a la simpleza hay que saber lidiar con la complejidad que la rodea. Sí, parece tonto, pero hay que invertir horas para llegar a esa simpleza cercana a lo infantil.
Hacerlo simple es hacerlo bien. Y hacerlo simple implica pasar por todos los pasos, no saltear ni uno. Lo simple se ve bien, se escucha bien, se siente bien y se entiende bien. La perfección está en la simpleza, no en la complejidad.
¿Por qué entonces, encaramos a la vida como si fuera compleja? ¿Por qué nos siguen adoctrinando para que todo se vea a priori complicado o, peor aún, para que intentemos que las cosas sean complicadas para que otros piensen que son dignas?
Los hechos hablan solos.
Miles Davis hace sonar a esa trompeta como si nunca hubiese sonado antes. Su sonido invita a que todos lo hagamos.
Ronaldinho maneja la pelota entre los pies con una sencillez espeluznante. Casi parece que imitara a un manual.
Pero la cuestión no son ellos, somos nosotros. La cuestión no es la praxis, el hecho concreto del hacer, sino la teoría. Lo que separa a lo simple de lo complejo... es la mente. Si te enseñan que complejo es bueno, pero te quedas maravillado con lo simple, es necesario hacerse la siguiente pregunta:
¿Por qué entonces no empiezo de cero, apunto a lo simple y me olvido de toda esa mierda que me dijeron que era lo correcto?
Tal vez así nos encontremos una tarde, haciendo eso que tanto placer nos da, viendolo fluir con la simpleza de un arroyo y pensando para qué sirven los espejitos de colores cuando un pedazo de vidrio es mucho más hermoso.

Friday, December 22, 2006

Que gusto

No pierdan el tiempo.
Háganlo, no esperen que alguien les diga que es una buena idea.
Coman mierda.
Tengan sexo con cualquier cosa que camina.
Digan cosas ofensivas.
Lastimen a todo el mundo.
Hagan LO QUE QUIERAN sin pensar en nada ni en nadie.
Déjense llevar por esos impulsos...

Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh.... qué gusto, ¿no?

Qué gusto hacer todo eso que nos dijeron que estaba mal.
Qué gusto saber apreciar de un acto aberrante.
Qué gusto sentirse bajo, vil, grotesco... CULPABLE.
Qué gusto.

No se bañen nunca más porque no va a salir.
El olor, no va a salir.
La sangre tiene el mismo olor en todas partes.
Sale en iguales chorros de todo el cuerpo.
La mía es tan espesa como la tuya.
Laméme la sangre, toda. Yo te lamo la sangre también.
Toda.
Qué gusto.

Y ahora le chupo la sangre a todos, como un vampiro fuera de control.
Les dejo el cerebro seco de tanto succionar de él con una pajita.
Un sorbete. Una pajilla. A straw.
Y después la escupo toda en tu boca y te alimento, como los pingüinos.
Y te cago en la boca y te aplasto la mierda con una sopapa y te obligo a que te la tragues toda y te exijo que te guste.
Y si no te gusta, te excomulgo. Te castigo a un exhilio en las tinieblas.
Venerá mi mierda como la venero yo.
Succioná tu sangre como la succiono yo.
Un tajo no es un tajo sin otro tajo sin otro tajo sin otro tajo.
Rojo más rojo más rojo más rojo igual rojo. Y negro. Y blanco, pero sólo al final.
Me cago en toda tu puta constitución y en todo tu puto discurso, en todas tus putas emociones frágiles y estúpidas. Me cago en tu boca y no pretendo menos que lo goces, que te guste. Si no la pasás mal, yo no la paso bien. Pasémoslo todos bien haciéndonos mal o haciéndonos bien en el proceso de hacernos mal y, después, volvamos a empezar hasta que todo lo rosa sea gris. El cerebro, gris. Seco. Sin sangre rosa. Está toda en mi estómago. Junto con tu mierda, junto con tu bilis, junto con tu saliva, junto con tus uñas, junto con tu esperma, junto con tus ojos y tus pestañas quemadas por el fuego de la hoguera.
Qué gusto tener tanta mierda metida en el estómago, consumiéndome desde adentro.
Te desafío.
A que me mires en el estómago y que te guste.
Y que te comas todo ese puto bolo alimenticio que hice con los restos de tu dignidad.
Y sólo cuando te los comas, voy a ser feliz. Voy a estar a gusto.
Qué gusto.
Qué gusto.
Qué gusto, qué gusto, qué gusto, qué gusto.
Qué gusto.

Wednesday, December 20, 2006

Nothing comes from nothing

"Perhaps I had a wicked childhood
Perhaps I had a miserable youth
But somwhere in my wicked, miserable past
There must have been a moment of truth."

Cuando uno escucha por enésima vez, un día cualquiera por la mañana, que tiene cara de culo, comienza a sospechar que puede ser verdad. Y no le parece tan descabellada la idea de pensar por qué demonios es que uno ostenta esa innegable cara de ano. La cuestión es que uno ya lo sabía desde un principio y las razones, si bien nunca antes formuladas, eran ya evidentes y reconocibles desde el inicio. “La vida no va como yo esperaba”, se podría formular, o “he tomado decisiones de las que dudo que pueda dar marcha atrás”. Efectivamente, a medida que pasan los años, uno está más y más fregado y, si da la mera casualidad de que ha jugado sus cartas bien, puede celebrar por esta Navidad, y por la que viene, y por varias a venir.
Hay gente que la tiene fácil: la Naturaleza les ha dado una virtud tan absurdamente obvia que habría que ser idiota para no dedicarse a eso. Los dibujantes, por ejemplo, o los usureros, que suelen tener un don natural para acumular dinero. También están los condicionados por el medio, caso prototípico de los futbolistas: nacen en hogares pobres y patean todo el santo día el balón para escapar de la miseria de su paisaje. La práctica eterna noche y día les indica un camino directo y, aún si arduo, casi único. Nadie conoce a un niño de clases baja que haya pasado toda su infancia tras un esférico y que haya acabado siendo economista o publicista. No es un asunto de prejuicios, sino de especialización absoluta o, en el peor de los casos, de estadística. Lo cierto es que todos ellos ven a los 16 lo que el resto recién notamos a los 23 ó 24, cuando ya es demasiado tarde como para ser tomado en cuenta.
Pero la gran mayoría vivimos la vida de juerga en nuestros años mozos y, llegado cierto momento, cerramos los ojos, estiramos el dedo índice y elegimos un casillero con el nombre de un oficio, luego inventamos todo un interés histórico falso en torno a esa categoría y, finalmente, una vez adentrados en los estudios, descubrimos que aquello no está tan mal, que incluso nos gusta saber algunas nomenclaturas y que, llegado el caso, no nos daría asco recibir dinero por eso. Nos mueve la afinidad de intereses, no la verdadera pasión.
¿Quiénes son los apasionados? Los verdaderos iluminados de nuestra sociedad. Los que han sido dotados por gracia divina y no tienen más remedio que perseguir ese camino que los dioses les han marcados. Suelen llegar a ser estrellas y celebridades y no sin motivo: su trayectoria es lineal y ascendentes y hasta sus camaradas de infancia más hoscos descubren esto. No abundan los casos en los que uno está en presencia de una futura eminencia, pero cuando ocurre uno abre los ojos y cierra la boca. Esa persona está haciendo eso que uno hace con más naturalidad, más estilo, más perseverancia y mejores resultados. Casi logra que uno sienta que el propio desempeño es ridículo, que es hora de colgar las botas e irse a vivir a Honolulu, donde las indígenas locales le harán olvidar a uno que es un bueno para nada y que lo mejor es pagar por sexo y dormir la mayor cantidad de tiempo posible.
Pero en ese momento aparece la otra especie, los seres impensados: los esforzados, los que obtienen a puro sudor y perseverancia. También son pocos y son beneficiarios de otro don estelar, uno de menor valor pero nada desdeñable. Su persistencia y su creencia en los proyectos es tan delirantemente intensa que la vida los acaba recompensando con premios jugosos. Su camino es más arduo, sus derrotas más duras, pero su éxito es rotundo y despierta envidia. Su ánimo y su fe ha vencido al cinismo de nuestro grupo, los intermedios. Ellos han plantado un viñedo donde nosotros sólo veíamos un desierto.
La pregunta clave sigue siendo una: ¿Es realmente demasiado tarde? O, aún más relevante, ¿Es factible pasar de ser un medio pelo a ser un iluminado de la noche a la mañana? ¿Puede la genialidad o la habilidad llegarnos una mañana, tomarnos por sorpresa, regalarnos esa sonrisa que sólo puede darnos una mamada matinal? ¿O es igual que con el amor y las clases sociales, según la estricta división que dice que los aristócratas procrean entre sí, los pobres se juntan y los intelectuales forman parejas, sin que el mestizaje sea posible?
Lo que yo pienso, es que para mí es demasiado tarde. Lo que yo quiero pensar es que aún tengo posibilidades. Y lo que mi entorno cree es que yo soy uno de los elegidos. Qué tremendo caos de opiniones y predicciones. Yo sigo peleando, aunque mi cara de cada mañana se de por vencida. Y si tengo cara de culo... ¿Qué? Me gané el derecho a ser pesimista. Si el día de mañana me doy cuenta que estuve equivocado, disculpas pública, fiesta de despedida y funeral en la plaza del pueblo.
Ser cínico, al igual que ser feliz, es gratis.

Tuesday, December 19, 2006

Todos dijimos

Yo dije:

Un viejo blues
me hizo recordar
momentos de mi vida
mi primer amor
pero aquí estoy
tan solo en la vida
que mejor me voy.

Y entonces me respondieron:

No basta tener pocas ganas de vivir
para desear morir.

Y yo dije:

Ok, camaradas.

Friday, December 15, 2006

Enough


Ya sé, ya lo dije antes, pero no deja de sorprenderme. Cada vez más.
Debemos ser realmente estúpidos o realmente sumisos. O ellos son demasiado astutos, cosa que nadie duda.
Son los reyes de la estrategia, los que tienen el saber indiscutible sobre "lo que la gente quiere".
Mejor aún, son los que inventaron y siguen inventando "lo que la gente quiere".
Y nosotros lo compramos, tanto aquí como a veinte mil kilómetros, obedientemente lo compramos.
No es llamativo que esto ocurra en este territorio o en Australia, en Sudáfrica o en Canadá. Después de todo, ninguno de estos países tiene historia extensa, ni culturas milenarias, ni tradiciones tan antiguas. En eso nos parecemos a ellos, salvo que ellos creen en sus falsas tradiciones y en sus ritos paganos como si fuesen dueños de un pasado mítico que no poseen.
Lo grave es Europa, o Asia. Ellos tienen historia, son los dueños de la historia, llevan a todo el pasado de la humanidad tatuado en sus genes. Pero son testigos mudos y consumidores ávidos, al igual que nosotros. Ellos deberían avergonzarse aún más que nosotros. Pero nosotros no nos avergonzamos y ellos, la verdad, es que tampoco.
Todos juntos seguimos manteniendo viva esta farsa.
Compramos lo que nos dan, jugamos a sus juegos, elegimos formar parte activa de su cultura.
Si nos invitan a ser parte de sus fronteras, corremos encantados y hasta jugamos a ser ellos. Los ingleses, los australianos, los canadienses y los sudafricanos, sobre todo, están encantados de jugar a que son uno más, imitando el acento y todo.
Es una cultura que nos idiotiza y nos corrompe, con sus ideas conservadoras y sus fines moralizantes. Eso hacen: nos quieren convencer de que seamos protestantes, igual que ellos. Y nosotros aprendemos, decimos lo contrario pero al final repetimos lo que ellos nos dicen que digamos.
Nos incitan a vivir una vida que es falsa, alienante e imposible. Miramos a sus series de chicos y chicas perfectos y nos convencen que esos romances juveniles y esos melodramas de manual son como la vida misma. Salimos a pedirle a la vida que sea eso, casi sin quererlo, porque eso nos han enseñado. Y la vida nos muele a golpes, porque no sabe de culturas ni de convenciones.
Sus películas son mediocres y facilistas, pero eso elegimos ver cuando no queremos pensar. Nos enseñan, mediante imágenes digeribles y canciones pop melancólicas, a no pensar. Y nos encanta.
Conocemos a todas sus bandas adolescentes y a todos sus gigantes del rock, sabemos sus letras y pagamos con antelación para que nos llenen los estadios.
Sabemos de memoria su geografía, sus costumbres rurales, sus fobias al contacto y su necesidad por que todo sea pulcro, prolijo, muy anglo. Conocemos su himno, su bandera, sus modismos, sus formas de vestir y sus marcas. Y ellos, sin embargo, de nostros no saben nada. Ni de ellos, ni de esos otros, ni de aquellos. Conocen, de cada lugar, la imagen artificial que se crearon en su mundo de ficción: que en París está la torre eiffel y es romántica, que en Italia se come pizza y que en Africa son todos negros y hablan sin verbos. De nostros saben que bailamos tango y que acá vivió Evita (gracias a un musical horrendo), pero no quieren saber nada más.
Sentimos que los productos que ellos ofrecen son más seguros, aún si casi todo lo compran de otros países y luego lo venden más caro. Salvo por Japón, no hay casi nada que no produzcan y su proteccionismo es más fuerte que nuestra resistencia.
Son la cultura más narcisista y obtusa del mundo: sólo conocen lo propio y, si alguien en algún lugar del mundo tiene la osadía de hacer algo que no conocen, lo compran, lo imitan, lo adaptan a su medio local. Importan pensadores, compran los derechos, rehacen hasta que todo sea a su manera.
Y no les basta eso, sino que sintieron que tenían derecho a apoderarse del nombre de un continente, todo para ellos. Y nosotros, los que misteriosamente somos parte de ese continente, somos unos envidiosos por pretender que esa barbaridad geográfica sea corregida.
Son los turistas más insoportables, a quienes todos rechazan y de quienes todos se burlan. Pero allí donde se puede ir, están, regalan dinero, hacen preguntas estúpidas. Usan bermudas, zapatillas deportivas, camisas de flores, gritan por cualquier razón y hablan mal todos los idiomas, hasta su idioma natal, al cual destruyen con placer. Pero a nadie le choca este comportamiento: ya estábamos preparados, porque miles de películas, series, libros, discos y merchandising nos lo había advertido. Somos todos cómplices y consumidores de una cultura chata, llana, burda y tosca.
Pero nadie dice nada. O, peor aún, la menor crítica es rápidamente asociada a ideologías de izquierda. Hasta en ese punto impusieron sus maneras: "o estás con nosotros o sos un comunista." ¿Comunista, yo? ¿Qué tal "defensor de la diversidad", mejor? ¿O "persona que respeta el derecho a cada cultura de desarrollarse y de adquirir rasgos propios sin que otra cultura la invada constantemente, con el deseo de eliminarla"?
Es triste. Nosotros somos tristes. Ellos son tristes, felices con un proceso destructivo que ignoran, convencidos que los que está pasando está bien. Claro, la historia la escriben los que ganan. Qué triste historia tendrán entonces nuestros hijos, y sus hijos. Nosotros al menos podemos leer aún sobre tiempos pasados de fuentes fidedignas. Pero, al ritmo que van las cosas, dentro de algunos años habrá dejado de existir la prehistoria, el medioevo e incluso el Renacimiento. La historia comenzará en 1776, glorioso año en que ellos comenzaron a ser ellos y en que se empezó a gestar el reinado de la intolerancia.

Michel


Ella me miró con incredulidad y yo, que no quitaba mis ojos de la avenida y del volante del auto, le repetí la frase, para que supiera que yo hablaba en serio.
- Es mentira que siempre se tiene ganas de coger. Yo a veces estoy concentrado en un pensamiento y, si me incitaran, diría que no estoy interesado - dije, enfáticamente - Odio la idea de que a los hombres basta tocarlos un poco para tenerlo alzados y disponibles para el sexo.
Ella rió y contraatacó con velocidad.
- No sólo los hombres, todos - respondió - todo el mundo piensa en sexo 24 horas por día.
Yo estaba escandalizado, pero su punto era interesante y sincero. La sexualidad es una preocupación humana básica y, tal vez, uno de los aspectos más decuidados de la vida moderna.
En casa, confronté la situación con Houellebecq, quien siempre tiene algo para decir al respecto.
Y dijo:
- Lo que los occidentales ya no saben hacer es precisamente eso: ofrecer su cuerpo como objeto agradable, dar placer de manera gratuita. Han perdido por completo el sentido de la entrega. Por mucho que se esfuercen, no consiguen que el sexo sea algo natural. No sólo se avergüenzan de su propio cuerpo, que no está a la altura de las exigencias del porno, sino que, por los mismos motivos, no sienten la menor atracción hacia el cuerpo de los demás. Es imposible hacer el amor sin un cierto abandono, sin la aceptación, al menos temporal, de un cierto estado de dependencia y de debilidad. La exaltación sentimental y la obsesión sexual tienen el mismo origen, las dos proceden del olvido parcial de uno mismo; no es un terreno en el que podamos realizarnos sin perdernos. Nos hemos vuelto fríos, racionales, extremadamente conscientes de nuestra existencia individual y de nuestros derechos; ante todo, queremos evitar la alienación y la dependencia; para colmo estamos obsesionados con la salúd y la higiene: ésas no son condiciones ideales para hacer el amor.
Me quedé en silencio, pensando sobre el sentido global de sus palabras. Iba a acotar algo, probablemente alabando la claridad de su línea de razonamiento, pero en ése momento Michel se levantó, dio una pitada veloz a su puro cubano y, saludando con un gesto casi militar, detrás de su camisa de flores, se marchó.
Qué agradable es hablar con Michel cuando no está excesivamente cáustico.

Thursday, December 14, 2006

Comillas

"Imagina qué atrevido, mi mano en tu muslo, en una disco concurrida, entre caras que nos conocen. Yo sé que te incomoda y aún así no me detengo porque sé que no tendrás el coraje para quitármela de allí. Apuesto aún más fuerte y juego con mis dedos sobre la superficie interior de tus piernas, que revelan una gota gorda de sudor, tal vez por el calor que reina en el ambiente y tal vez porque la presión que te ejercen las ganas de que yo siga te tornan vulnerable. Pero sabes que no me detendré, que no bastará todo el entorno ni toda la puta ciudad para ponerme freno... y te gusta saberlo. Te gusta pensar que, a pesar que no me salga con la mía en esta pista de baile sucia y solitaria, me vas a dejar ganar al final. Me deslizo con sigilo y aterrizo sobre tus braguitas con el descaro de quien se cree inocente. Revoloteo sobre el exterior, pero pronto comienzo a bailar con mis dedos una rumba pausada y te siento húmeda, anhelante bajo esa falda tan moderna. El sobrevuelo se convierte en tacto, frontal y discreto. Veo desde las alturas como tus labios se abren levemente para dejar escapar un vaho fresco de placer, sincero e inocultable. Me miras con cierto aire de reproche, fugaz y dramático.
Embisto una vez más y mis dedos queman bajo el influjo de tu coño caliente, que roga a gritos ser satisfecho. Siento el escalosfrío que recorre tu espalda en ese momento y no lo dudo un segundo más. Te cojo del brazo, te arrastro sin piedad hasta el lavabo y te arranco las braguitas de látex y polietileno, que se desprenden de tu cuerpo como si de seda se tratase. Bajo mi cremallera y te penetro una y otra vez, sintiendo tu miedo constante a que abran la puerta, a que alguien nos vea, a que acabe tu reputación de niña buena y casta. Pero te penetro aún más duro, a ritmo constante, mi polla entra y sale con la potencia de un toro y veo cómo tu cuerpo se entrega por completo a mi juego de dominación. Te siento cálida e ida cuando finalmente te corres sobre mí, en ese lavabo público. Miro en tus ojos y veo paz, y veo calma, pero también veo culpa y resignación y odio."

1944

Wednesday, December 13, 2006

Asimov


Súbitamente, todo tiene sentido.
La obsesión por la perfección, tanto propia como ajena.
El rechazo a las emociones, a la debilidad, al contacto físico y al dolor.
El gusto por los colores opacos y por ropa de tonos sobrios.
La admiración por los modales británicos y el estilo de vida flemático.
La intolerancia a los excesos, al mal uso del lenguaje y a los hombres de barba y pelo largo.
El amor por la simetría.
La apreciación del orden militar y por la disciplina.
El rechazo hacia lo vulgar, lo grosero y lo grotesco.
La preferencia por los países nórdicos, por Japón y por Alemania.
La elección de estar solo antes que acompañado.
La pretensión de que todo el mundo sea culto, educado, refinado y metódico.
El desprecio por mi país y por todos los países de tradición latina, adeptos a los excesos y a la celebración desmedida.
El fetichismo con el metal, con el acero, con el plástico, con el vidrio y con los materiales sintéticos.
La frustración por no haber sido físico, o químico, o ingeniero, o científico.
La aversión por los pelos y los fluídos corporales.
El fanatismo desmedido por Daft Punk, Stanley Kubrick o Thomas Mann y sus precisiones mecánicas.
Resulta casi evidente.

YO QUIERO SER UN ROBOT.

Saturday, December 09, 2006

Nutrientes y deshechos

Para vos también es así, ¿no?
No te perdonás por ciertas cosas,
ves lo tuyo más dañado que lo de los otros
y no parás de cuestionarte por las decisiones tomadas.
Te preguntás si tiene sentido seguir esperando
a que pase algo, que algo diferente rompa el molde,
un evento inesperado, fortuito, un golpe de suerte,
un toque de distinción.
¿Lo tiene?
Mmmm.
Uno sigue adelante, sigue haciendo, siegue pensando, sigue viviendo.
¿Son ellos como nosotros?
¿Les basta con llevar el pelo igual que las revistas y con vestirse con lo que les dicen y con tener miedo a lo que les dicen que es temible para ser felices? ¿O saben en el fondo lo frágiles que somos, lo efímero de todo y lo difícil que es vivir en armonía con las cosas?
¿Sería posible, si todas las cortinas del pudor y del prejuicio cayeran, que ellos y nosotros hablásemos con franqueza de los obstáculos que la sociedad del espectáculo nos coloca en el paso? ¿Podríamos conversar sobre el miedo a la vejez, sobre los sueños caídos y sobre las presiones que otros nos imponen para que seamos lo que no queremos ser?
Al final, da igual.
Porque uno se aferra a lo que cree que vale, aún cuando todo se subasta a precios módicos.
El alcohol acaba siendo más un fin que un medio,
las mujeres aburren y no son más que piedras en el zapato
y toda la cultura no es más que un solo relato repetido ad infinitum.
Sólo queda cagar y comer.
Nutrientes y deshechos, sìntesis de la naturaleza humana contemporánea.

Tuesday, December 05, 2006

Imperativo y apremiante

Es hora ya de cortar con el pasado.
Basta, hombre, basta.
Basta de vivir pendiente de qué dirían las voces que ya no te hablan.
No respondés a nadie más que vos mismo.
Tus juicios son los juicios universales.
Si ellos gritan, gritá más fuertes.
Pero sin rencor, eso es para los débiles de espíritu.
La confianza en las propias acciones es lo único que importa.
Y si el día de mañana eso que sembraste da frutos,
no pierdas el tiempo buscando a aquellos que te
hicieron tambalear o que dudaron de tu potencial.
No pierdas más el tiempo.
Ahora es el momento de empezar.
Son sólo sueños, sueños del pasado.
Pero sólo sueños.
Esta sangre y este sudor y esta mierda son tuyas,
defendélas como defendés tus ideas.
Y cuando ames a tus virtudes y a tus defectos
como no sos capaz de amar a nada ni a nadie más,
ni el mundo entero podrá negar la contundencia de tus pasos.
Y, lo que es más importante, habrás olvidado incluso
que hay un mundo allí afuera, más allá de tu cuerpo.

Monday, December 04, 2006

Pizzicato de violin

Ahora que es el momento; ahora que la hora de la mano ha aterrizado finalmente; ahora que es real; ahora que los sueños han dado todo lo que tenían para prestar...
quiero saber
si me quedo o si me voy
y tal vez pruebo otra vez, y
¿Realmente tengo un papel en mi olvido?
Ahora que probé; ahora que finalmente encontré que éste no es el camino; ahora que giro; ahora que siento que es el momento de malgastar la noche...
quiero saber
si me quedo o si me voy
y tal vez quiebre la rima al fin, y
¿Entiendo realmente el entretejido?
Sí, y la mañana me tiene mirando en tus ojos
y viendo los míos
adviriténdome
que lea las señales
más cuidadosamente.
Ahora que salió la luz; ahora que la vela cae y se vuelve más pequeña en mi mente; ahora que está aquí; ahora que casi no estoy tan detrás...
quiero saber
si me quedo o si me voy
y tal vez siga a otra señal, y
¿Tengo realmente una canción sobre la cual cabalgar?
Ahora que puedo; ahora que es fácil, siempre fácil alrededor; ahora que estoy aquí; ahora que caigo a los rayos del sol y de una canción...
quiero saber
si me quedo o si me voy
y si es necesario que haga sólo una cosa, y
¿Puedo elegir otra vez si debería perder la razón?
Sí, y la mañana me tiene mirando en tus ojos
y viendo los míos
adviriténdome
que lea las señales
más cuidadosamente.
Ahora que sonrío; ahora que estoy riendo aún más profundamente hacia el interior; ahora que veo; ahora que finalmente encontré la única cosa que negué...
es ahora que sé
si me quedo o si me voy
y es que finalmente decido
que partiré en la más noble de las temporadas

Saturday, December 02, 2006

Limpieza y soledad

Hubo una época de vacas gordas, en la que tenía miles de nombres a los cuales apelar para iniciar un plan social.
Una era en la que el teléfono celular, el messenger y el mail desbordaban de datos e informaciones, en la que podían surgir cinco o seis planes simultáneos para una salida nocturna de fin de semana.
Pero ese tiempo se acabó, como se acaba todo aquello que no tiene un sustento real.
La realidad, una vez que uno inicia el proceso de crecimiento personal, es que pocos sobreviven.
Los que valen la pena, los que hablan con honestidad y con consideraciòn hacia uno.
Los que recuerdan y hacen recordar.
Los otros se pierden, porque lo tenue y lo liviano se pierden en el camino de lo verdadero.
La soledad es un tanto inevitable, a veces intolerable.
La sensación de sincerarse es placentera, pero van cayendo falsos aliados en la ruta.
Y los que no se perdieron por falsos apóstoles caen por celos.
Y los que no caen por celos caen por resentimiento.
Y los que no caen por resentimiento caen por miedo.
Y los que no caen por miedo caen por tensión.
Hasta que queda poco, casi nada y al mismo tiempo, casi todo.
Uno mira alrededor, ve algunas caras en las cuales confiar y las busca cuando se hace de noche.
Pero cuando hay que gritar, se está solo, y hay que aprender a digerir que no hay ayuda que valga.
La mayor enseñanza es aprender a amar y a ser amado a cambio, dijo Paul, pero no es cierto.
La cosa más importante que aprenderás es a estar bien en soledad, con la propia consciencia y con el propio dolor a cuestas. Y que los triunfos sean propios y que las derrotas se celebren con un solo puño, sin luces que te cieguen.
El jugador de tenis, siempre vestido de blanco, siempre solo ante el peligro, siempre artífice de su destino. Ese es el ideal.
Y una vez que hayas limpiado el camino y que hayas enterrado a tus muertos y que hayas aprendido a cuidar a la manada sin la compañìa de otros seres humanos, podrás decir que no tienes miedo a la muerte.
Que me venga a buscar, si quiere. No voy a estar esperando.