Friday, June 30, 2006

Infinita tristeza

No hay enojo ni frustración, ni siquiera reproches. Sólo hay tristeza, infinita tristeza.
Se irá mañana, o tal vez hoy mismo, ahogada en alcohol.
Hay orgullo y, en el fondo, poco que agregar. Sigue molestando que los magnates que manejan el fútbol lo sigan matando poco a poco, cargándolo de política (que pactos, que acuerdos, que ex futbolistas devenidos empresarios con lobby en la FIFA), de economía (Alemania ganará el mundial porque es econonómicamente rentable) y de ideología (pancartas contra el racismo y frases pomposas). Lo matan uniendo al fútbol a lo que no le compete. Lo matan aniquilando la pureza del espíritu de grupo, la nobleza del hambre de gloria y el temperamento del guerrero. Métanse en el culo el Fair Play, se juega con contacto y eso de medir el impulso es para el ajedrez. Métanse en el culo el racismo, es un problema social pero en la cancha se trata de competir y de hacer espectáculo, no de combatir las desigualdades. La gente como Blatter, como Beckenbauer, como Pelé, como Havelange, como Julio Grondona o como Platini matan al fútbol aún si (paradójicamente) algunas vez lo hicieron vivir.
Y en el fondo uno sigue queriendo a Maradona, porque se lo ve auténtico. Ignorante y bruto, pero ama al fútbol. No mira los billetes, no mira la política, no regala su culo para vender Viagra (como hace el malnacido de Pelé) o no entrega sus creencias para ganar votos (pregúntenle a los hipócritas de Platini o Beckenbauer).
El fútbol sigue viviendo en momentos de fantasía en los terrenos de juego. Pero en realidad lo mataron.
Y uno se pone triste, porque cuando veintitrés tipos que uno aprecia y quiere como si fueran amigos íntimos dejan todo lo que tienen y sudan todo lo que tienen que sudar para defender lo que uno mismo quiere, no hay nada que reprocharles. Sobre todo si los derrota una mafia organizada a escala global, donde unos nazis come salchichas pagan fortunas para autocelebrarse.

Thursday, June 29, 2006

Sin alarmas ni sorpresas



Barcelona, 10: 28 de la mañana. Sentado en mi balcón, sintiendo la brisa leve del verano. Se acabaron mis obligaciones, no tengo nada por hacer. Estoy, paradójicamente, de vacaciones. Es el tiempo de los planes y las despedidas. Viene Londres, viene París (por eso la foto con mi amiga Viole, contacto oficial en Francia), luego vendrá la Bella Italia.
Pero ahora como cereales, tan simple como eso. En este momento, lo que importa es mi desayuno. En una hora importará otra cosa y así sucesivamente. Paso a paso. Sensación de paz absoluta.

Tuesday, June 27, 2006

En pie de batalla

Uno anda por ahí y tiene que escuchar tonterías como que el fútbol no es importante. Claro, la gente de bien, la gente seria, cree que lo que importa en la vida es la cultura y la educación y que el nacionalismo sólo se justifica en cuestiones bélicas o militares.
Déjenme que les diga algo, hipócritas: el deporte en general y el fútbol en particular son expresiones culturales tan importantes como los libros, los cuadros o las películas; muestran la idiosincracia tanto o más que los discursos políticos o las normas educativas; y son dignos de enorgullecerse tanto o más que una guerra o un acto patriótico.
Eso de que "es sólo un partido de fútbol" me tiene las pelotas infladas. El fútbol me representa y me motiva y me resulta mucho más relevante que una bandera o una cita literaria.
Entonces aclaremos: el jugador de fútbol defiende tanto o más mis intereses que un soldado y me lo tomo con la misma (o más) seriedad. ¿Que en el otro caso está la vida en juego? Todo el tiempo, en todas partes está la vida en juego y nadie deja de vivir por eso.
Y, si bien el mundo publicitario se monta en la pasión futbolera para vender más electrodomésticos o más petróleo, si bien la gente aprovecha el mundial para no trabajar y si bien se usa a los partidos de la Selección como cortina de humo para tapar probelmas económicos o crisis sociales, a mí el fútbol me importa.
Sólo con el fútbol siento que mi país existe, que la gente que vive o nació en él tiene un sentido como unidad. Y no es que yo sea un patriota o un nacionalista, lejos estoy de eso. Pero sí creo que hay valores y sensaciones y características que compartimos y sólo se ponen de manifiesto cuando vemos a la Selección y nos entusiasmamos con ella (y que se vayan a la mierda las compañías de telefonía celular y las petrolíferas por aprovecharse de esta realidad).
Lo que quiero decir es que, en el fondo, cuando la Selección argentina enfrente a Alemania el Viernes, va a estar mucho más en juego que un partido de fútbol. Ese es consuelo para cobardes. El fútbol es la versión moderna de la lucha grecorromana y en ella había un componente divino, la fuerza que esos hombres cargaban era sobrenatural. Y yo elijo (no me lo imponen, elijo) que estos jugadores me representen. Lo hacen mucho mejor que las autoridades que elegí para representarme políticamente o las figuras del arte y la cultura que me tocaron en suerte.
Basta con eso de que tiene que haber amor en el mundo para todos. El odio es una sensación perfectamente natural y auténtica, no seamos hipócritas. Basta de Fair Play y amistad inventada por las instituciones. Hay que aceptar el odio genuino y no negarlo. Odio a los brasileños, los detesto con todo mi alma y me configuro como individuo al odiarlos, representan todo lo que considero vulgar, grosero y sucio en el mundo. Y el fútbol me permite expresar ese odio hacia ellos. Me frustra verlos avanzar levantando la bandera de la mediocridad y de la prepotencia. Quiero verlos caer y no se me ocurre manera mejor que bajo los pies de mis jugadores. El tiempo dirá.
Que me ataque quien quiera, que me llame facho al que le parezca y que me llame exagerado el más moderado. Pero me tiene sin cuidado; estoy cansado de que me digan lo que tiene que estar bien y lo que tiene que estar mal. Que me digan lo que es importante y lo que no. Yo elijo lo que me importa y no voy a tolerar que nadie me corrija.
Dicho ésto, que ruede el balón.

Sunday, June 25, 2006

Verano al rojo vivo

El jugoso título que engalana el posteo de hoy - casi de película picaresca o de revista de actualidades - responde a que la temporada estival en Barcelona está ardiente. En todo sentido. Las temperaturas en el aire son exageradas y las de la gente, cuándo no, también. Entonces, harto de levantarme y desperdiciar el día en una habitación clausurada, me fui a la playa. Fiel a mi costumbre, cada tanto me hago una escapada a la costa catalana, cada vez probando un sitio diferente, siempre solo (recuerden el ya mencionado "factor soledad": cuando uno no está acompañado, es tal vez más factible que termine estándolo, y encima con alguien nuevo). El turno hoy fue para Castelldefels.
Una vez atravesada la típica arquitectura de pueblo catalán, con edificios de principios de siglo de no más de cuatro plantas, en colores ocre o gris y mucho ladrillo, arribé a la playa. Encontré mi sitio, siempre cerca de algún grupo de chicas con ánimo de "uuuuhhhh" o de "qué fría está el agua" o de "juguemos a la pelota-paleta sin sostén". Y, de hecho, como suele ocurrir en Europa, las mujeres no usan la parte superior de sus bikinis y los únicos desubicados que no paramos de mirar fascinados somos los sudacas.
La playa es siempre un espacio cargado de sexualidad y se caracteriza por un ritmo oscilatorio: veo una nena que apenas sale de la pubertad y me excito, luego veo a su madre y me desexcito. Veo a un cuerpo despampanante de mujer amazona bajada de los cielos y luego una marea de obesidad en forma de familias. El interés sexual y el apetito, entonces, fluctúa aún más que la bolsa de valores. Abundan los gritos desesperados de padres hacia niños, generalmente "Jordi" o "Lluis" o "Joan" o "Carles".
Una vez que cumplí con todas las actividades playeras, como puede ser leer un libro; meterse al mar cada media hora; volver a leer el libro pero sólo para disimular que uno mira mujeres; comer cualquier alimento que aparezca cerca y en cualquier orden (helados, coca-cola, choclos, fruta); dormir aún sin sueño; tomar sol; mostrarse en público simulando tener músculos, me dediqué a lo que más hago en la playa: mirar mujeres (creo que este ítem ya lo había mencionado).
Aún si desde mi posición suelo contemplar todo el panorama, me gusta elegir una sola mujer y fantasear con que le voy a ir a hablar y que voy a lograr tener con ella sexo duro tras los médanos, cosa que nunca pasa. Y, como bien sé, nunca iré a hablar. Pero me quedo y miro y fantaseo y bueno... paso el rato en la playa. A las otras que están en el panorama voy y vuelvo con la mirada, las uso como Plan B si mi mujer de fantasía no me diera bola en mi fantasía, pero en general me sale todo bien (y claro... ¿Sino para qué mierda sirva la fantasía? Fracasar en la vida real ya es muy duro).
Encontré una joven de curvas armoniosas que, sin embargo, no es de esas que hacen que las multitudes se vuelvan locas. No era una modelo, no era una vedette, no era grosera, no era extravagante y no era ostentosa. Eso sí... deliciosa, girando por la arena cada tanto, podía jurar que incluso ronrroneaba de vez en cuando. Su amiga no valía ni dos centavos y era más bien repelente y hortera. Pero a ella le daba igual.
No la escuché hablar en todo el rato, pero puedo jurar que era francesa. De esos franceses que vienen a Barcelona a alejarse un tiempo de sus padres burgueses, a simular que viven la vida loca. Pero no era tonta, eso seguro. Tampoco frívola, supongo, simplemente confundida o buscando un poco de aventura. Y yo pensando: "¿Querés aventura? ¿Te basta con un argentino medio moreno, de sonrisa fácil, que encima se las rebusca con el francés?".
Hay que decir que tenía unas tetas formidables. Naturales pero no desorbitantemente grandes, equilibradas y nada prepotentes. Por supuesto, sólo se colocaba la parte superior del bikini para ir al mar. La parte inferior del mismo quedaba elegantemente corto, pero no tanto como para revelar más de lo que debía. El sol le pegaba en los huesos de la cadera y dibujaba un triángulo isósceles perfecto, con el vértice inferior en el espacio cubierto. Y yo pensando: "Se dio cuenta de cómo la miro y hace todo para mí."
En un momento, le dice algo a la amiga y ésta, enfundada en unas gafas de sol groseras y decadentes, se levanta y se va al mar, a mojarse los piecitos. Y yo me digo: "Claro, notó que la miro y le dijo a la amiga que la deje sola, así yo me acerco a hablar." Pero también podía ser mi fértil imaginación y empiezo a dudar. Que sí, que no, la amiga vuelve. Me desespero pero también me tranquilizo, menos presión.
Finalmente, una vez que mi mirada ya está instalada y que casi me falta gritar de deseo, se levantan y emprenden la retirada. Ella se coloca un pantalón blanco de algodón, ultra fino, que pone en evidencia que además posee un espléndido culo. Se cubre con una camisa holgada de color marrón, con tiras cruzadas. Es definitivamente francesa.
Espero que se alejen un poco y, rápidamente, me visto y levanto todo, con plan de seguirlas.
En ese momento, paso por un bar y están dando Inglaterra-Ecuador. Con el fútbol me olvido de todo y me quedo en el bar a verlo, con un bocadillo de fuet y una Coca-Cola helada como compañeros. Vuelvo a Barcelona y me voy a otro bar a ver Holanda-Portugal, que ofrece un formidable espectáculo de hombres adultos agrediéndose, golpeándose, llorando, insultando y armando revuelo. Un buen gol, innumerables amonestaciones, cuatro expulsiones y varias polémicas me alegran la tarde-noche.
Gracias a Dios que existe el mundial.

Saturday, June 24, 2006

Knock out

Me duelen todos los músculos y apenas si tengo voz.
Sudé gotas groseras de transpiración y creo que envejecí diez años.
Pero ganamos. Si quedábamos afuera hoy, se echaba a perder toda mi semana.
Joder, este tipo de heridas no cicatrizan fácil.
Pero tenemos una semana más de vida y, después... se verá.
Saldría a festejar, pero soy sincero. Ir a ver a la Selección es casi como que te caguen a palos.
Después de tanto sufrir, joder tío... me voy a dormir.

Thursday, June 22, 2006

Yo soy el camino, coño

Asumo que lector tiene tantos problemas como todo el mundo. Yo también los tengo, y uno tiende a pensar que son miles todos los días y que se suman más preocupaciones a cada día que pasa. Pero también descubrí una forma fácil y eficiente para reunir todos esos problemas en un solo o, a lo sumo, dos. Todo se resume en dos preguntas:

1) ¿Para qué?
2) ¿Cómo se puso todo tan complicado?

Una vez definidos estos asuntos, podemos proseguir a responder a estas preguntas.

1) Preguntarse por la utilidad de una acción es casi lo mismo que preguntarse por su sentido. Y se los digo: no importa en qué están pensando, no vale la pena. Háganlo para matar el tiempo, pero sepan que no vale la pena, ergo, no tiene sentido. ¿Para qué hacer las cosas? Excelente pregunta que nunca tiene respuesta válida. Las cosas se hacen o no se hacen, pero optar por una o la otra cosa, a la larga, no implica ninguna diferencia.
2) Pregunta acertada e imposible de responder. Aunque uno haga algo o no haga nada, las cosas se complican. Siempre. Cuando hace lo correcto, se complican. Cuando se equivoca, como era de esperarse, se complican. Con la suerte a favor, con la surte en contra, con ayuda o con muchos enemigos, las cosas se complican. Y, como no podía ser de otra manera, el momento en que uno se pone a reflexionar sobre el tema es el instante en el que uno se da cuenta de que ya no hay vuelta atrás o solución posible.

Ahora bien, es evidente que mi simplificación de la realidad no resuelve nada. Exacto. Las cosas no se resuelven. Esa es la solución a tus problemas, lector, sean los que sean: aprende a aceptar que las cosas no van a mejorar, ni empeorar, ni nada. Déjate estar, renuncia a todo lo que puedas, deja de interesarte, deja de preocuparte, deja de hacer todo lo que haces y no hagas nada más. Dejarse llevar en el sentido más pasivo posible.
Y siempre con una sonrisa, no hay nada de que avergonzarse o razón para sufrir.
Ahogarse en el río de la ignorancia y del vacío debe ser exquisito, el verdadero significado de lo sublime.

Monday, June 19, 2006

Impresentable (parte dos)



La secuela, como siempre... es peor. Año 2002.
No hay por qué avergonzarse de lo que uno es, o fue.
De terrorista, sólo el aspecto. Pura fiesta, señores.
Las razones de este retrato, como es costumbre...
en otra entrega.

Friday, June 16, 2006

Como un vampiro cuya sangre, al ser inyectada, resulta alucinogena y, por eso, es vampirizado por humanos

Te levantás en calzoncillos, pegado al colchón por el sudor frío, y abrís los ojos los suficiente como para saber que en realidad en ningún momento estuviste dormido. Son las doce y no sentís deseo por nada, ni fiesta, ni mujeres, ni alcohol. No hay razón aparente para salir pero tu cuerpo se ve guiado por una fuerza invisible hacia la noche. Mirás en Internet y, de la oferta variada y extravagante, elegís una fiesta. El Antisónar. En el Borne, el barrio cool. Te vestís y salís solo, la modalidad más extrema para encarar la noche: o morís en el aburrimiento de la soledad o te ves envuelto en situaciones exóticas.
Llegás al Borne, hay un movimiento agradable de gente. Vas, venís, caminás, pasás por la fiesta. Está muerta. Decidís rendirte justo en el momento previo en el que te forzás a quedarte. Elegís no tomar nada, no entrar a un bar, no hacer la obvia. Desafiás a las reglas de la noche: no ir a lo obvio, no nublarse con alcohol, no dejarse llevar. Elegís elegir. Te sentás en un banco a esperar que algo pase. Sin prestar atención al reloj, empezás a estudiar el flujo de gente, sus costumbres, los grupos que se arman y desarman, las nacionalidades, los excesos, los gritos y las miradas. A tu lado van cambiando los acompañantes: amigos que comen pizza, amantes que hacen un parate en su rutina, otros voyeurs que se detienen a admirar el paisaje urbano. Tu faceta contemplativa llega a su fin cuando viene el regador de la calle, enfundado en su traje amarillo fosforescente, y moja a todos. Las chicas norteamericanas gritan y las suecas tocan la manguera. Los italianos cantan “llegaron los bomberos” y sacan fotos.
Volvés a la fiesta. Ya son las dos y se supone que tomó vuelo. Entrás, das una vuelta y nada parece lo suficientemente interesante. Justo antes de atravesar la puerta de salida notás que hay un sótano. Bajás sin pensarlo dos veces. Es un espacio lúgubre y virado al rojo, la iluminación es súper concreta y hay cajas de cerveza esparcidas por todas partes. Entre el humo espeso hay individuos tirados en sillones de cuero y de terciopelo. Fuman y hablan, miran y asienten. En el cuarto de al lado hay un DJ pinchando. Entrás y te sentás en uno de los sillones, a escuchar y a mirar. Las luces rojas y verdes te encandilan y te dejan la mente en blanco. El DJ es bueno, la música fluye por tus venas y pronto te ves hipnotizado. El groove es tan bueno que te erectás. Comenzás a agitar la cabeza al ritmo de los beats y notás que el efecto es narcótico. Sonreís ante la ironía de estar colocado sin haber consumido nada en toda la noche. Te despertás por segunda vez en la noche sin haber dormido, pero sin saber tampoco cuánto tiempo ha pasado desde el comienzo del transe. Entra un paki vendiendo rosas, bailando al ritmo de la música, su aparición resulta mágica e hilarante.
Estás un poco cansado. Te levantás y, atravesando cuartos llenos de hombres, salís a la calle. Tu anterior zona de estudio, la rambla del Borne, está casi vacía. Quedan los rezagados y los borrachos. Estás energético, cruzás del Borne hacia Via Laietana cantando, sonriente. Pensás en visitar la casa tomada que frecuentabas en los primeros tiempos en la ciudad, donde suelen haber fiestas brutales. Te lo cuestionás seriamente y elegís ir hacia la catedral. Avanzás por calles medievales y oscuras, un viaje místico por el tiempo y la mente. Te dejás llevar por los pasadizos ondulantes pero pronto descubrís que sabés exactamente dónde estás y hacia dónde vas. La ciudad ya no tiene secretos a tus ojos. Desde Avinyó hasta la plaza George Orwell o Plaza del Trippy, centro neurálgico de rastafaris, drogodependientes, travestis y policías.
Llegás a territorios ya conocidos y hacés el clásico tour por las puertas de lugares que supiste frecuentar: la Macarena, el Moog, el Fellini, la Concha, el Cangrejo, el Pastis e incluso considerás pasar por la Bata de Boitiné, pero de poco vale si tenés decidido no tomar alcohol. No entrás a nigún lugar, solo mirás y mirás, ves a la gente pasar. Comprás una lata de Coca-Cola en un puesto de diarios y los pakis dejan de ofrecerte “cerveza, beer” porque creen que tu coca es una birra. Una prostituta africana te llama “dear” pero le decís “no, yo soy de aquí” y responde “pues sigue tu camino, entonces”. Un guiri alto y barbudo te pide una moneda en un castellano timorato y, vaya ironía, el sudaca le da al gringo (5 céntimos) para que compre alcohol. Sonríe y le palmeás el hombro, condescendientemente. Pasás por la puerta de un cabaret de mala muerte y pensás en entrar, pero ni siquiera preguntás el precio.
Ves la cercanía a Plaza Catalunya y sabés que ahí se acaba la noche. Te planteás acercarte a hablar con alguna chica de un país exótico pero todavía estás resentido con el género femenino y no disimulás la irreparable distancia que te separa de la gente. Aparece una rubia vestida de capitán de barco y una quince amigas vestidas de marineritas, todas a rayas. Típica despedida de soltera decadente y falsamente osada. Unos borrachos se trepan a la fuente de Canaletas y cantan a los gritos “Vizca el Barça” o “Lo, lo, lo, lo, lo, lo, Fútbol Club Barcelona”, obligando a unos inmigrantes africanos a que repitan con ellos.
Camino a casa, ves a una chica rubia con rastas repartir de un frasquito pastillas a todo un grupo que la rodea y tentás a agarra, pero te das cuenta que no es gratis. Es una dealer trabajando a plena luz. Su amigo, otro dealer, te ve mirando con curiosidad y se acerca amigablemente. Apenas si se mantiene en pie y los poros de su cara están cubiertos, su piel no respira de tanto sintético que lleva adosada. Te pregunta si consumes “farlopa” y respondes que puede ser, aún si es mentira, sólo para ver qué responde. Te ofrece cocaína y MDMA, mientras caminan por Rambla de Catalunya, iluminados por los faroles azulados de la calle. Le decís que no te interesa, que tal vez otro día. El dealer insiste, quiere hacer negocio, te dice que desea firmemente ser tu dealer de confianza y que no dudes de él. Le sonreís y explicás que la noche ya terminó y que pierde su tiempo, que tal vez mañana. “Compra hoy y lo consumes mañana”, retruca y agrega “hoy me voy a Tarragona y vuelvo por aquí recién el Martes”. Le decís que lo ves el Martes, entonces, mintiendo con inocencia. El alega, inexplicablemente y sin que nadie le pregunte, que se va a estudiar a Bélgica y que te hace precio. Un mili por treinta, dice, o algo así, te cuesta entenderle cuando habla. Cruzan una obra en construcción y se golpea contra una viga, grita de dolor. Le decís finalmente que no vas a comprar y se pierde en el camino. Te preguntás si no fuiste demasiado cauto, si no hubiese sido buen negocio comprar un poco de MDMA, te cuestionás si la vida es más o menos intensa de lo que debería ser. Sos consciente de que siempre decís que no a todo antes de aceptarlo, pero también sabés que ya te remarcaron este defecto antes.
Llegás a tu casa, te sacás la ropa, abrís la ventana y dejás que el viento fresco te libere un poco del agobio del calor y la humedad. Necesitás tener sexo más que nunca antes en tu vida, pero sabés que no lo vas a obtener. Ni hoy ni mañana ni pasado. Evidentemente, hay un problema.
Te vas a dormir una vez más, en calzoncillos, sin cubrirte con nada. Mañana vas a despertar y, una vez que te percates de lo poco que dormiste, te vas a comer una taza grande de cereales y todo va a volver a empezar, fatal e indefectiblemente.

Impresentable (parte uno)



Año 2001. Sin comentarios.

Wednesday, June 14, 2006

Como la Rana Gustavo, desperdiciado



En efecto, le soy fiel a la botella. Noche tras noche tras noche. Cuando me pregunten cuántas hubo en mi vida, diré: "No sé, pero hubo rubias, negras, argentinas, españolas e incluso rusas". La foto (este retrato de un servidor caracterizado como el famoso batracio verde) es cortesía de Adriana, una amiga de la casa.

Tuesday, June 13, 2006

Nueve veces un tipo fiestero



¡Chupáte esa, Warhol!

Monday, June 12, 2006

Deja vu

Me robás mi tiempo como una revista barata, mientras podría haber estado aprendiendo algo, sabés lo que quiero decir.
Ya hice esto antes y lo voy a volver a hacer, vení y matáme, nena, mientras sonreís como una amiga. Y yo voy a venir corriendo, sólo para hacerlo otra vez.

Sunday, June 11, 2006

Ayer...

... vi el partido de la Selección en un bar repleto de argentinos y experimenté sensaciones del pasado. Grité "Vamos, carajo" o "la concha de tu hermana" y a nadie le sorprendió. Me quedé afónico de gritar y no era el único.
... fui a la fiesta de mi amigo David, que se va a estudiar a UCLA, en Los Angeles. Bebí mis copas y bailé con la gente, la cual se mostraba de excelente humor y accesible. Propuestas indecentes (hechas y recibidas) no faltaron.
... me pintaron los brazos con marcador indeleble, en un brazo decía "¡Quedáte, boludo!" (expresión típicamente argentina) y, en el otro, "Asquer hours" (expresión que acuñé yo).
... salí por las calles con la gente, a tantearlas. Nos sentamos en las puertas de los edificios y hablamos con todo aquel que saliera de dentro. Les preguntábamos de dónde eran y qué hacían. David estaba prendido fuego. Frenó a un chico en una moto y le pidió que esperara. El diálogo fue:
David: ¿Puedes esperara un poco?
Motorista: ¿Tienes casco? Si tienes, te llevo.
David: No, te quiero presentar a un amigo.
Motorista: ¿Tiene casco? Si tiene casco, lo llevo.
El motorista se fue, pero parece que le daba igual follarse a un coco que a una palmera. Por cierto, en Barcelona todo hombre es gay hasta que pruebe lo contrario.
... llegamos a la puerta de un boliche gay hardcore donde no dejaron entrar a las chicas. Ellas se retiraron y yo, un poco por curiosidad y un poco como acto de cariño hacia David, acepté entrar. Cuatro gays y yo, mamma mia. Nunca ví nada similar en mi vida: cantidades de señores musculosos, mucho cuero, muchas fajas y cadenas, videos porno gay en las pantallas, individuos en musculosa y bigote (a la Freddy Mercury) y un baño que daba miedo, a tal punto que ibamos en grupo.
... David nos llevó a Ivan y a mí a conocer, a manera de tour guiado, el cuarto oscuro. Ahora sí, miedo en serio. Tipos gigantes de miembros enormes masturbándose, felándose y teniendo sexo así, en directo. David mientras relataba en voz alta: "Aquí están follando. Síganme por aquí. En esta otra esquina, están teniendo una orgía". Los implicados levantaban la vista y solo faltaba que saludaran al público. Jamás ví cosa semejante, estaba fascinado como si estuviera inmerso en un estudio antropológico, auscultando a una tribu.
... David me quiso presentar a la única mujer presente en el lugar, pero ella dijo "hoy no estoy para eso".
... llegué a casa y comí como un cerdo.

Ayer fue... como decirlo... movidito. Pero interesante.
Para ponerlo en palabras, ya antes citadas en este blog, del Bambi:
"Nene, amí me gusta tanto la noche que le pondría un toldo al día".

Friday, June 09, 2006

3

Fútbol.
Mujeres.
Alcohol.
En esta época del año, no intenten meter nada más en mi cerebro porque no va a entrar.
Veo películas pero pienso en chicas.
Leo libros pero pienso en fútbol.
Voy a la universidad pero quiero emborracharme.
Descontrol para el primero.
Sexo para las segundas.
Fiesta para el tercero.
Y se acabó.
El problema es cuando el fútbol es poco estético pero lo veo igual.
O cuando no consigo a las chicas que deseo.
O cuando me paso de alcohol y me asqueo.
Entonces me levanto preguntándome: ¿Ahora qué?
Pero pronto salgo a la calle
y me invade la publicidad del mundial
y me calienta una gringa de pollera corta
o le compro una cerveza al paki que las vende en la calle.
Y todo vuelve a estar en su lugar.
Fútbol.
Mujeres.
Alcohol.
Del resto, no me acuerdo.

Monday, June 05, 2006

Felicidad

Hoy le di algunos besos a una chica que me encanta y tuve la ocasión de conocer y expresar mi admiración a uno de mis ídolos, Jan Svankmajer.
Mis pies apenas tocan el suelo.

Sunday, June 04, 2006

PS 06

Terminó la edición 2006 del Primaver Sound y una breve crónica está a la orden del día. Fueron tres días de intensa propuesta musical en el Forum barcelonés, un enorme complejo de aspecto espacial en el que se invirtieron millones de euros y solo se usa para conciertos. Confieso que sólo fui al día 3; las razones son de tipo económico (mucha pasta, macho) y de índole laboral (estoy colaborando con la Muestra Internacional de Cine Europeo Contemporáneo). Me dirán que me perdí a The Flaming Lips, que no asistí al show de Dinosaur Jr. o de Killing Joke, que falté a la performance de Richard Hawley o de Castanets, que dejé pasar la ocasión de ver a Baby Shambles, Yo la Tengo, Animal Collective o que incluso desperdicié ocasión de volver a ver a Yeah Yeah Yeahs y a 2 Many Dj´s. Pero el día tres fue realmente variado, de eso no cabe duda. Haré un breve repaso de mi jornada.
LD & The New Criticism: un gordito simpaticón y medio maraca rodeado de freaks de aspecto campesino, haciendo unas canciones tiernas y juguetonas, con violines y bandoneones. Para tirarse a mirar el cielo de la tarde y sonreir.

Akron/Family: los nuevos protegidos del descubridor de Devendra Banhart (menudo título, macho) suenan sensacionalmente. Distorsión, pero de la buena, psicodelia, experimentación sonora, showmanship y capacidad de para dejarnos en estado de transe. Además, luego del show bajaron al escenario y pude hablar con el guitarrista/flautista, amable y accesible.

The Deadly Snakes: un cierto aire a The Doors, probablemente por la voz rasposa del cantante y ese sonido tan característico que produce el órgano Hammond, interpretado por un flacucho que era el alma de la banda. Sonaron bien, pero algo estaba faltando. Tal vez se deba a que cuando un músico del ensemble suena mejor que el líder, algo nos choca.

Television personalities: ausentes sin aviso, por segundo año consecutivo. Poca profesionalidad.

Lou Reed: el señor Lou Reed dio un show digno, preciso y profesional. No podemos hablar ya de explosión o de impacto en esa versión del rocker maduro y entregado al yoga y la meditación. Tocó algunos clásicos, como Dirty Boulevard, retomó algo de Ecstasy, volvió a Velvet Underground en versiones actualizadas (I´m waiting for my man, White Light/White heat, Jesus) y un breve potpurri más. ¿La verdad? Es un placer verlo cambiar el tempo, quebrar las frases, reversionar todo. Es Lou Reed. Pero ya no es lo de antes. Se lo ve cansado, está en el camino de vuelta. Hasta hizo subir a su profesor oriental, un individuo de traje rojo que hizo pasos de baile ante la música.

The Brian Jonestown Massacre: desprolijos, borrachos, perdidos de la mente, los ex amigos/hoy enemigos de los Dandy Warhols hicieron una presentación desordenada y poblada de baches. Suenan bien, eso sí, pero se perdieron en largos discursos entre canciones donde invitaban a chicas a pasar al backstage, donde se quejaban por la ausencia de músicos negros en el festival (?) y hasta se tomaron diez minutos para debatir qué tocaban después. Gracioso sí, memorable no.

Violent Femmes: impresionante. Estos señores subieron los decibeles y el swing hasta hacer a todos bailar. Dueños de hits que yo desconocía que les pertenecieran, hicieron de todo: rock and roll puro, swing, bluegrass, reggae. Y lo hicieron con estilo, dedicación y carácter. El bajista tocó incluso un instrumento que es un palo de madera y suena como los dioses.

Stereolab: el mejor show de la noche. La gente menos glamorosa haciendo el concierto más glamoroso de todos. Sonidos de otra galaxia, luces de todos los colores y un público cautivado. En Francés o en Inglés, nadie quedó indiferente. Tocaron a lo largo de algo más de una hora y diez y la organización puso fin al concierto. Es el defecto de los festivales: lo bueno dura poco. Mientras ellos negociaban con los organizadores para seguir tocando, el público pedía más a gritos. No ocurrió, pero premio a la buena predisposición. Encima, al terminar el show, se los pudo ver a todos los miembros de la banda paseando por otros escenarios, viendo a otros conciertos. Mil puntos para ellos.

Mogwai: bruto, tosco, primitivo, uno de los peores conciertos de la noche. Hay gente que no entiende que guitarra-bajo-batería solos es cosa del pasado. No basta con distorsión y gritos, hacer eso hoy en día es lo mismo que golpear con un palo. Sonaron feo y decepcionaron.

The Rogers Sisters: tiernos, pero nulos. Amateus. Dos chicas que no llegan a los quince años, con vocecitas de nenas, dándole duro a la guitarra y la batería. Un oriental que se aprendió de memoria el manual del rocker hizo el resto. Vi diez minutos y me las piré.

The Boredoms: una maravilla extraña. Sólo los japoneses pueden montar tres baterías en un escenario y tocarlas a un tempo descontrolado a lo largo de una hora y pico, sin parar. Lo más japo que vi en mi vida. Fabuloso, apoteósico, nunca antes visto. La velocidad y el virtuosismo de estos japos deja la mandíbula caída. Le pegan al redoblante o a los platillos al ritmo de videojuego y producen asombro. Punto alto.

Ellen Allien & Apparat: levantaron la movida electrónica en el escenario Ya.com. Muy arriba, mucho funk.

Veracruz sounsystem: dos niñas bien, pasando música retro. No estuvo mal.

Y se acabó. Una buena noche, variada, ecléctica, de esas que dejan buen sabor.
Próxima parada: Summercase. Eso va a ser grosso.

Saturday, June 03, 2006

Simbolismo

Compré mis botas negras en un outlet de Zara, por 9 euros con noventa.
Parecían ser un talle grande, pero las compré igual.
"Si no las puedo usar, las regalo. O las uso una vez y las tiro", me dije.
Pero empezaron a andar. Se veían imponentes en mis pies.
Atravesaron la nieve de Berlín.
Y los puentes de Amsterdam, y la arena de Barcelona, y la lluvia de Bruselas.
Siguieron firmes, cobraron más carácter, tomaron la forma de mi pie.
El negro se hizo gris, se hicieron señores botas en sólo unos meses.
Cada día más hermosas y rockeras, mis botas ganaron la predominancia en mis elecciones de calzado.
La suela empezó a despegarse, el cierre ya no es tan fluido, tienen cortes en la parte posterior.
No creo que sobrevivan hasta Buenos Aires.
Y creo que estará bien.
Estas botas son Barcelona, son la prueba viva de mi experiencia europea.
Querría que vivan para siempre, pero tienen su vida útil.
Pero ya se ganaron un lugar en el Olimpo de mis prendas.
Estas botas fueron hechas para caminar y eso es lo que harán.

Friday, June 02, 2006

27 lineas de texto monocromo dedicadas al mismo topico de siempre

Enamorarse soluciona todos los problemas. Por eso buscamos tan insistentemente.
Desenamorarse cansa y por eso repetimos que no queremos relaciones prolongadas.
Vivimos en el desequilibrio de querer y no querer, de conseguir y de fracasar.
Las relaciones que establecemos con otras personas son la clave de la vida.
Y toda relación se define por ser (o no) amorosa.
La obsesión, el odio, el olvido y la indiferencia son todos actos de amor.
No es poesía, no es metáfora, no es simbolismo. Es cierto.
Crear es un acto de amor, pensar es un acto de amor, sufrir es un acto de amor.
Elegir a alguien es enamorarse, pero a la vez es darle al universo medida, encuadrarlo.
Destruir es también un acto de amor, eliminar aquello que pone límites al amor.
Si todo es un acto de amor, es comprensible que sin el amor no tenga sentido vivir.
No porque lo digan los poemas ni lo canten los cantantes ni lo expresen los religiosos.
No es Eros, no es Deseo, no es Cupido. No se define por ser cortés, o violento, o íntimo.
Si Dios es amor no es porque pretenden que seamos pacíficos, sino porque el amor atraviesa todas las cosas.
Es la razón primera y última de todo ser vivo.
Pero esto ya lo sabías, y yo lo sabía y ellos lo sabían.
Si lo escribo es porque necesito justificarme por estar así, solo. La soledad no es un dilema, es una elección.
Estar solo es enfrentarse al universo todo como pozo sin fin.
Enamorarse es llenar ese pozo y taparlo, un acto ingenuo e infantil, pero acto de amor al fin.
Todo es por amor y el amor, como parche universal contra la nada, está en todo.
Incluso en la neutralidad de estas palabras.
En la banalidad de estas frases.
Es la inutilidad de estas ideas.
En la soledad de mis músculos, en la melancolía de mis huesos, en la nostalgia de mis nervios.
No significa nada. Nada.
Son cuatro letras y esconden el sentido de la vida, pero estamos muy cansados para seguir indagando.
Necesito una buena dósis. Una sobredósis de amor. Sabroso. Y urgente.

Thursday, June 01, 2006

Nemo regnabit

Hay dos clases de personas: las que creen en la vida y las que no. Los primeros salen a trabajar, hacen actividades y toman posiciones sobre el mundo que los rodea. Los segundos no hacen nada, dejan pasar las horas. Obviamente, creer o no en la vida es una elección, pero no siempre la toma uno. Las circunstancias o, peor aún, la educación que nos dieron, son factores claves en que decidamos si la vida tiene sentido o no.
Yo progresivamente me convertí en uno de la segunda clase. Y darme cuenta me alarmó. Dije: "Joder, cómo pasan las horas y no hago nada". Entonces decidí optar por la disciplina, incluso ir más lejos, apuntar a lo más complicado: la autodisciplina. Me dije: "Si logro hacer mi cama y que no quede ni un pliegue, ni una porción de la sábana levantada y que el aspecto de la misma se vea armónico y equilibrado, habré logrado que me importe hacer la cama. Y ese es sólo el primer paso: luego me importará lavar los platos y que queden realmente limpios, afeitarme será relevante cada mañana, creeré en peinarme y en vestirme bien, luego podré tomarme en serio mi salud física y practicar deporte, podré creer en los fenómenos del mundo y opinar sobre ellos, podré enfrentarme al arte y estudiarlo, podré tener un trabajo estable, formar una familia, aportar al mundo y morir en paz."
Disciplina, me dije, sentido del deber, menos cuestionamiento y más acción. La base de creer en la vida.
Pero hice la cama (prolija, prolija, sin pliegues) y me eché a dormir. Me quise levantar a las ocho y me levanté a las once.
No rehice la cama, mi desayuno consistió de un rejunte de cosas en la heladera, no me afeité, no me bañé, no ordené el cuarto ni empecé a trabajar en esos ensayos que iba a empezar la semana pasada.
Señores, me recibí de nihilista.
Supongo que creer en nada, paradojicamente, es una manera de creer en algo. En fin, lo que vos quieras.