Saturday, January 28, 2006

Cinco letras

Qué hermoso cuando el deseo tiene cara, cuando encontramos a alguien que le ponga cara a eso que queríamos, que es eso que queríamos, y sos eso que yo quiero, Cinta, en cierta manera, a través de mis fantasías ingenuas, sos eso, sos real, cuando tantas otras (todas) no lo son, nadie es real y vos sos real. No me canso de decir tu nombre, Cinta, y me siento un idiota a la vez que disfruto de este melodrama de amores prohibidos, porque yo sé el final y mi cinefilia (nuestra cinefilia) encuentra así un goce pleno, un final de comedia romántica, pero todavía estamos en el nudo del relato y te toca decirme que no. Y un poco me gusta, porque todavía saboreo esos dos segundos que me dejaste de beso antes de decirme que todo eso no estaba bien. Si viviésemos en fotos en vez de en cine, hubiésemos podido estar juntos por tiempo indeterminado. Cinta, Cinta, Cinta, no conocí a nadie antes con ese nombre, pero nunca estuve con catalanas antes y me encanta, me encanta que en la película de nuestra historia seas Cinta, la cinta de video, la cinta en el pelo... Que me pones cuando te enojas, tía, que cuanto carácter, qué presencia, joder... Que vengo del Razz, que es gigante y en sus cinco pistas no encontré a nadie como tú, querida, y soy un iluso, un muñeco de juguete, pero no había nadie como tú. Llueve, llueve, el frío casi de nieve hiela los huesos y yo que necesito que vengas a abrazarme y sacarme de este frío (mental) y sólo tengo esta estufa que me calienta los pies pero no las entrañas. Que estoy flipando, tía, acabemos con el juego de una vez y hagámonos bien antes de que acabe el invierno, que luego llega el verano y somos todos frívolos, semidesnudos, sacando a relucir toda esa humanidad obscena, ridícula, banal.

Friday, January 27, 2006

Como a Truffaut, amo al cine y a las mujeres (sentimientos peligrosamente cercanos)

¿Por qué será que cada vez que le ofrezco a una mujer un rol protagónico en la película de mi vida se contenta con un cameo ligero y me deja finalmente con una película construida con secuencias aisladas, sin relato coherente y sin descenlace a la vista? La película de mi vida, ¿es en alegre Technicolor, o seré víctima de uno de esos pretenciosos artistas que me filma en blanco y negro? ¿Y si a fin de cuentas soy tan superficial que mi relato se merece un Oscar? ¿Seré un proyecto personal o un film por encargo? ¿Qué género construye mi vida cotidiana (soy moderno, seguro, nada de géneros, posmoderno, pastiche, incluso)? ¿Entraré en el top ten de alguien, o, más importante, alguien se dedica a verme y reverme cuando está solo, cuando se siente triste, cuando lo ataca la melancolía?
¿Sería yo un espectador de mi propia vida, como el Quijote, como Hamlet? ¿O acaso ya lo soy?

Tuesday, January 24, 2006

Más sobre eso que Ovidio llama arte

La ignorancia es una bendición. Pero de nada sirve pretender ser ignorante una vez que uno está desperdiciado por el conocimiento.
Los hombres inteligentes y dotados de conocimiento (ese mal que no siempre elegimos) buscan amor, los hombres ignorantes (benditos en su ignorancia) buscan entretenimiento. Unos priorizan la calidad, otros la cantidad. Yo, castigo tremendo, soy de los primeros.
No conozco otra forma de vivir que la intensidad total. Será mi juventud, o la influencia romántica de cierta literatura que ya nadie recuerda, pero no sé ni quiero vivir en la medianía. Vivo reflexionando sobre el amor y la pasión y el deseo y no pretendo que en mi vida sean menos que lo que esas reflexiones dictan. Vivir la intensidad del momento antes que aferrarse a amores muertos, dicho de manera un tanto anacrónica. Eso me hace enamoradizo y, a su vez, un tanto débil.
Ella dijo que no. No dio razones, pero las intuje. No dijo que no le agradara mi compañía o que despreciaba esos besos que le robé. Sólo dijo que no.
"Por favor no me hagas esto", para ser más precisos.
Eso me mató. Esas palabras dicen, a mi entender, "quiero esto pero creo que no está bien." No está bien. No entra la idea en mi cabeza. No hago o dejo de hacer porque está bien, sino porque lo deseo.
"Decíme que no lo deseas y juro detenerme, pero hasta ahora no hiciste nada para darme a entender eso", dije, llevado por un personaje con el que me identifico, pero peligroso.
"Por favor, no me convenzas", pidió; "no te afligiría tanto mi esfuerzo si no te interesara al menos un poco que te convenza", seguí. Ella no podía con mis argumentos, yo leía a través de todas sus frases y sin embargo... ¿Quién quiere ganar en el juego del amor? ¿No es tanto más hermoso ganar por seducción que por retórica?
"No vale la pena que lo intentes. No valgo la pena para nadie", susurró. Yo estaba ya listo para comerla a besos, conmovido por sus palabras. "Dejáme que sea yo quien decida eso".
Entonces lo dijo.
"Tu eres extranjero, te vas en un par de meses. No es lo mejor."
Leí entonces en sus ojos el miedo de interesarse en mí realmente, en profundidad. El miedo de hacer algo impulsivo o de correr riesgos, o de exponerse con brutalidad. Leí allí la fuerza del espíritu catalán, presionando sobre la individualidad. La mesura, el cuidado, la precaución. Esas cosas que yo no tengo, con las que aprendí a vivir. Un poco de la impulsividad grosera argentina, supongo.
¿Cómo puede alguien alabar tan intensamente la historia apasionada entre Ingris Bergman y Roberto Rossellini un día y sucumbir ante la idea de comfort y seguridad otro? Si la estrella más grande de Hollywood de su época dejó todo para irse a la Italia destrozada de postguerra para estar junto a un hombre que admiraba, ¿No podemos todos hacerlo? Alguien que se deja atrapar por la magia de ese relato, ¿No puede acaso creer en el amor sin fronteras o en la posibilidad de dejarse llevar por los impulsos?
No sé existir sin lanzarme al vacío en cada relación amorosa que tengo. No sé dejar de elaborar declaraciones de amor desmedidas a cuasi desconocidas o callar lo que me pasa. Pero un choque cultural lo es aquí y en todas partes y cuando una cultura silenciosa y modesta choca contra una pasional y extrovertida, los mundos pueden tambalear. Lo sabré yo, que todavía tiemblo en mis zapatos.

Monday, January 23, 2006

Otra canción de amor

Soy impresentable. Una vez más me metí en problemas y sí, una vez más son amorosos. Ocurre que uno no siempre juega el papel que le habían asignado. Y si algo aprendí en este último tiempo de mi vida es que hay que vivir siendo sincero con uno mismo. Con los demás también, pero sobre todo con uno mismo.
Vine a Europa con los papeles de latin lover, de galán. Me decía y me decían que yo iba a matar acá, que las chicas españolas iban a morir por mí. Y yo que sí, que estaría a la altura. Llego a Barcelona y resulta que el noventa por ciento de los hombres es gay y que toda catalana desespera por el acento argentino. Yo, fascinado.
¿En serio?
No.
No, no, no, mentira. Porque yo debía haber sabido (y lo sé ahora) que ese papel no me gusta. Que me encanta seducir, sí. Que me encanta hacerme desear, también. Pero no concreto con cualquiera, sé con quién quiero estar. Las inglesas son feas, las francesas son frívolas, la mayoría de las catalanas no me dicen mucho y las argentinas… puaj. No tocaré una argentina si puedo evitarlo, mujer maldita, histérica y traicionera.
Entonces tengo la suerte de conocer a una mujer increíble en mi primera semana de clases. No es hermosa, pero es encantadora. Puedo saborear sus defectos como hacía rato no me pasaba. Me memoricé sus formas, sus modos, todo. Fuimos de copas la primera vez que la vi, Jazmín, ella y yo. Supe que la deseaba.
Ese mismo Jueves fuimos de fiesta entre varios, le dimos duro al alcohol, una de esas borracheras salvajes y juveniles. En medio de una discoteca junto al mar le pregunté si estaba mal que la deseara, le confesé lo encantadora que me resultaba. El alcohol hablaba por mí, pero no era charla de borracho. Ella cedió, al menos temporariamente, y se sucedieron los besos intensos en la playa. Yo sabía adónde iba, lo sé también ahora.
El asunto pasó desapercibido la semana siguiente. Intenté buscarla, pero me cerró los caminos. No con crueldad, o con maltrato. Simplemente con una sonrisa cordial, con un tierno “no insistas”. Yo no compré el juego, creí que yo todavía lo dominaba. Decidido a no ser el peón de una partida ajena, confesé mi verdad. Quiero más, dije. Si querés que seamos amiguitos, todo bien, pero sabé que yo quiero más. Y que si decidís que quede en lo que quedó, no te hagas la boluda, dije, argentinizando la cosa.
Y esta semana, nada. Yo como loco. Porque el deseo negado sólo incrementa el fuego. No necesito esconder mis ganas, pero me obliga a revisar todo mi manual de seducción, incluso las partes llenas de polvo. La indiferencia, el maltrato, veamos… el encare directo, la movida pública, puede ser… la declaración, la negación del deseo… ¿Qué hacer? Otro país, otras costumbres, otras chicas, la misma histeria…
Hoy lloró delante de mí. No vi salir lágrimas pesadas, ni ríos de sal. Pero lloró. Un comentario a la pasada le recordó de una historia amorosa reciente con un hombre casado. Y yo queriendo consolarla, pero quién carajo soy yo para querer ocupar ese lugar. Quién soy yo para jugar el lugar de héroe romántico, de comfort, quién soy yo para prometerle un futuro mejor, una relación apasionada pero noble, cariño y desenfreno todo junto. Soy el extranjero, el que viene de intercambio. El que no puede prometer futuro porque no lo tiene, al menos no en su país. ¿Quién soy yo si pretendo jugar el rol de quien hace olvidar una relación frustrada para luego partir, de igual modo que el anterior dejó heridas que todavía no cicatrizan? El egoísta, ese soy.
Soy ingenuo y romántico, una reina del drama y un marinero del puerto a la vez. Para un joven que pretende vivir cada instante apasionadamente, ser consciente de la finitud de la experiencia es mortal. Porque vivir el instante es el colmo de la pasión, pero ¿Quién no quiere pensar que el amor durará para siempre? Y, por otra parte, ¿Quiero entrar en el peligroso juego del amor sabiendo que hay mil aventuras todavía por vivir en suelo europeo? ¿No aprendí todavía que el amor es frustrante, que te cambia la vida, que te ata a los lugares y a la gente, que te obliga a dejar de lado proyectos personales, que construye en el vacío, que al final no deja nada más que recuerdos que sangran por todas partes?
Soy un caos y un desastre y un falso bohemio y un falso burgués y un falso poeta y un falso escéptico. Soy un falso querible, tierno. Ténganme lástima, que es gratis, o quiéranme, que es aún más barato. Tanta confesión y tanto pensamiento me tensan los músculos y no hay imagen más cierta del desamparo que un hombre petrificado, sea por amor o por miedo.

Más sobre Europa

Queridos lectores/amigos: Decidí hacer un paréntesis de las anécdotas particulares para hablar un poco sobre el global. Mis primeras impresiones sobre España y sobre Europa.
Catalunya es un lugar de lo más interesante, sobre todo en el contexto de España. Dentro de un país retrógrado y bastante obtuso, acá es donde están los intelectuales. También es verdad que están convencidos que son un país aparte y por eso la joda con el Estatuto o con el idioma (el cual ya más o menos empiezo a hablar). Son gente no muy brillante (tampoco pretenden serlo) pero sí muy trabajadora y, cuando uno empieza con el mambo filosófico, ponen cara de "yo en esa no me meto" y se van a hacer otra cosa.
Da la impresión que la juventud europea está unificada y para mal. La estabilidad económica les da una comodidad que los hace vagos, estáticos. No se mueven, no está pasando nada, se van de intercambio y vuelven inalterados. Uno trata de explicarles esto, pero no lo entienden. Es raro, resulta alegre ser un poco hijo del subdesarrollo. El argentino acá es el del rebusque, el que les pega tres vueltas a los gallegos. Y no lo digo desde el nacionalismo, nada que ver. Pero estra en desventaja muchas veces es una fortaleza.
No viviría aquí. No porque la ciudad no me guste, es encantadora. Es porque en el fondo es un pueblo grande. Los límites están a la vista. No puedo vivir en la tranquilidad de la aldea. Me gusta el caos, la posibilidad de enfrentarse a gente desconocida. Aquí el turista es quien da recambio, pero la gente local no varía.
Otra cosa extraña es que la policía te cuida si estás dentro del sistema. España tiene bajo porcentaje de jóvenes y se nota; el mensaje implícito de parte de la policía es "sos el futuro del país. Descontrolála dentro de ciertos límites y no te tocaremos, pero no te pases." Claro que con los marroquíes no son así, con los punks tampoco. Ayer me iba a tomar el tren y les pidieron boleto a un grupo de punks pero a mí me sonrieron, como diciendo "tranquilo, ya sabemos que vos sín tenés boleto".
Tentado por probar cosas nuevas, ayer me subí a un tren y me fui a un concierto a Terragona. Fui a escuchar a Nacho Vegas, un tipo que está realmente muy bien. Como mi amigo, un ecuatoriano llamado Enrique, es amigo del guitarrista, nos sumamos con la banda en el camarín y tomamos cerveza con ellos. Incluso los ayudamos a cargar los instrumentos. Y no es que son una bandita, son reconocidos en toda España. Y yo cargando la guitarra del Nacho por las calles de Terragona y la gente me preguntaba si era una guitarra y yo "sí, la del Nacho". Después nos llevaron de fiesta con ellos y llegué a Barcelona de vuelta a las 9 de la mañana de hoy.
Por cierto, conseguí entrada para los Rolling a 120 euros, se la voy a comprar a un uruguayo desocupado que necesita la plata. Me parece que se justifica el gasto.
Habrá más y prometo ser menos serio la próxima, sudacas.

Monday, January 16, 2006

Cosas que aprendí en España

Ahora vivo en otro país. Hace ya 11 días que habito en Barcelona.
Una de las razones por las que este blog perdió vida fue esa: hay que adaptarse y eso implica menos tiempo delante del ordenador y más tiempo en las calles, viviendo la vida nueva.
Miento si digo que cambié. Simplemente adapté el entorno a mí mismo. Me hice amigos catalanes, salgo de juerga por el Barrio Gótico y tengo clases en catalán. Voy a ver a los Rolling Stones en el Estadi Olimpic en Mayo, no conseguí para Depeche Mode y puede o no que esté interesado sentimentalmente con una niña catalana llamada Cinta.
Pero nada de eso importa, al menos no a los pocos lectores que quedan.
A continuación, lo que usted y yo decimos y lo que los españoles dicen:
Me da paja = me da palo
Copado = guay
grasa = cañero
pulover = jersey
jeans = tejanos
laburo = curro
toallitas femeninas = compresas
bombacha = bragas
U2 = udos
Aquí el jabón en pastilla no existe más, sólo el jabón líquido, y los célulares son Móbiles (con b).
Acostumbrarse y adaptarse. O no. Allí el kit de la cuestión.

Monday, January 02, 2006

Hoy hay fiesta, amigos

El mensaje es concreto y básico.
Hoy a la noche hago mi fiesta de despedida.
Si usted me conoce y todavía no estaba al tanto, llámeme.
O mande un mail,
o deje un comment.
Todo antes de las 22 horas, útlimo horario en el cual revisaré mensajes.
Si usted no me conoce, sería un placer que venga, pero no publico datos en la red.
Me deja un mail y le envío señas particulares.

Vengan, diviértanse, diviértanme y despídanme.
El blog continuará claro, pero desde otro continente.

¡Salúd!