Monday, June 16, 2008

No piense, proponga

Digamos que hay una serie de elementos inconexos. Llamemos a cada uno de ellos piezas del juego. Llamemos al juego unir las piezas para construir una unidad. El sentido de unidad lo da quien la propone. Las piezas son las siguientes:

- Una mujer de pelo oscuro y voluptuoso
- Un torno de dentista
- Un número de teléfono que no corresponde a un abonado en servicio
- Un papel con una dirección anotada
- Una relación del pasado que vuelve a partir de un recuerdo borroso
- Una mujer joven, deformada y sin pelo que vende cigarrillos en un burdel
- Un hombre pelado y peludo que va a todos lados con el torso desnudo
- Una puerta de restaurant que da a un cuarto donde varios hombres miran imágenes
- Un tren de juguete funcionando
- Un travesti ladrón
- Guantes de mayordomo blancos

En el orden que más desee y según el criterio que mejor le resulte, pero sin dejar de lado ninguno de los elementos planteados, proponga una unidad; recuerde: una unidad da coherencia a una suma de elementos inconexos, no debemos entender por ella la aglutinación a la fuerza de las piezas en juego. A eso lo llamaremos pastiche, y queda inmediatamente descartado.

Tiempo... ahora.

Saturday, June 07, 2008

La puerta abierta

Mi computadora llevaba muerta varios meses. No desmayada, ni dormida, ni siquiera distraída. Muerta. Recuerdo la desilusión y la culpa vaga que me invadieron cuando descubrí que la garantía había vencido algo menos de un mes antes. Me sentí estafado y presa de una conspiración, convencido de que esos canallas que la habían fabricado habían predestinado su fin prematuro justo después del vencimiento de la cobertura gratuita ante todo mal. Sí, el culpable de no haber comprado el Apple Care fui yo, pero ellos sabían que yo sería tan descuidado de no comprar la extensión de garantía y, de algún modo, eso me eximía de todo mal.
Mis mejores líneas salieron de esta Mac iBook modelo 2005, blanco sobre blanco, G4 para más señas particulares. Mis nostalgias y euforias en Barcelona, mis derrames emocionales y mis turbulencias porteñas, mis amores inflados y mis desamores sibilantes (sibilantes, sí, como esos neumáticos pinchados que hacen uuuiiiiiiii mientras dejan escapar su aire y mueren). Todo salió más o menos de acá. Creo que hasta abandoné este blog desde acá.
Hace unas semanas que mi Mac volvió a la vida. Milagrosamente, diría, contra todo pronóstico o sentido. Decidido a no invertir en un arreglo desmedidamente grande y convencido de que no necesitaba una nueva, dejé a este viejo aparato gentil reposar en su olvido, como un objeto de decoración gratuito, exhibicionista y atroz.
Sin embargo, luego de dejarla dormir varios meses, de permitirle purgar su mal interior, ella volvió.
Y, así, también vuelvo yo. No sé cómo, ni por cuánto tiempo, no sé casi nada.
Pero aquí estoy. Calladito, humilde... y escribiendo.
Gracias.