Sunday, December 19, 2010

La mañana áspera, el cisne de fuego

A veces querría que todo sea más simple. Después siempre descubro que nada es complicado ni sencillo, que todo es pura circunstancia. Y que la decisión que uno toma lo define pero no necesariamente lo petrifica en un estado. Uno se aferra a una convicción, o mismo una palabra - una palabra basta - para sentirse más entero. Pero todo es flujo, azar, mística. Y digo mística porque cuando uno mira para atrás se da cuenta que no necesariamente sabe por qué pasaron las cosas. Pasan, simplemente pasan. Y si no pasaran estas cosas, habrían pasado otras. La vida es una extensa improvisación.
Hace un tiempo ya que construyo desde la improvisación, y me gusta. No sé si tengo la mejor vida posible, la que quise - o la aún sigo creyendo querer, "la que me merezco" - pero siento que con el tiempo construí un sistema de valores que me gusta. Y que, más allá de ciertos ataques de frustración, es benigno con la humanidad. Tengo hacia el otro una genuina consideración, y cuando la pierdo me esfuerzo por volver al camino. Porque un momento de buenas intenciones hacia un desconocido me llena más que el sexo, o las drogas, o la ambición. Me pongo un poco cristiano con este tema, pero creo que hay un costado bueno del cristianismo, y es ese: la prédica de amor por el otro.
El amor particular, para una sola persona, es otra cuestión ya. Más difícil, más exigente. Ese me cuesta mucho más, y generalmente siento el impulso de huir. Porque el otro carga con una cuota de miedos e inseguridades, y uno tiene las propias, y hay de entrada una especie de negociación donde se busca que el otro confirme que no me va a herir malsanamente, ni viceversa. Pero cuando esas puertas se abren, puede surgir la pregunta: ¿Estoy preparado para asumir el compromiso de ser el bote del otro en la tormenta? Y a eso solo se responde positivamente si hay un deseo que se renueva, un misterio que nunca llega a resolverse, el impulso de tocar antes que decir.

¿De qué estoy hablando, de todos modos? Hace un tiempo ya que siento que no logro decir lo que quiero decir escribiendo, sino que me sale mejor en persona. Tal vez sea este momento de la mañana, la confusión narcótica o simplemente que no me conozco lo suficiente. Ay, basta de este vacío absurdo. De tirar manotazos para llenar el bache. Me voy a seguir viviendo.