Friday, September 30, 2005

Los famosos y la caridad

Cuando uno tiene dudas sobre algo, no importa qué, tiene que recurrir a Niezsche. El gran Federico opinó sobre todo y la mayor parte de las veces lo hizo bien. Tomemos el caso de la caridad; el hombre explica, en Aurora, que no hacemos caridad por el bien del otro, sino por el bien propio, para sentirnos superiror al "beneficiado", para ejercer un poder sobre él y poner en evidencia nuestro dominio sobre esa persona.
Los famosos siempre hacen caridad. Van a eventos, se dejan fotografiar, donan dinero, se hacen los comprometidos. ¿Por qué? ¿Porque son almas caritativas? Patrañas. Los famosos son aficionados a la caridad por otros motivos:
1) Su status exitoso les ha demandado poco trabajo y eso les genera un complejo de culpa. Son cantantes, actores, conductores de TV o modelos y saben que no han tenido que sudar ni esforzarse hasta el dolor para ser reconocidos. Como vivimos en una sociedad cristiana, esa impunidad que poseen por ser "famosos" también les genera culpa. De ahi que siempre insistan en que son "gente común".
2) Creen que son dioses. Les sube la fama a la cabeza y creen que eso les da derecho a participar activamente en todos los ámbitos de la vida pública (ejemplo 1: Maradroga). El pensamiento es "ya fui reconocido en lo que hago, el próxima paso es convertirme en santo o en defensor de los humildes". Por eso se candidatean a políticos o ayudan a "los más necesitados". El paso siguiente a la fama es la sanctificación, por más que no tengan idea para qué la quieren.
3) Pretenden vivir como en el primer mundo pero no pueden escapar a su corazón sudaca (en el caso de nuestros famosos autóctonos). Esa pesadez que les genera su herencia subdesarrollada intentan compensarla con donaciones de dinero. Pero Dios sabe que no es para los ricos el reino de los cielos y ese saber es el peso con que tienen que cargar.
Ahora bien, estudiadas las razones, podemos ahora sentir un poco más de conmiseración por nuestras celebridades. No sólo es glamour su vida, amiguitos, también es droga, decadencia y olvido. Y caridad. E hipocresía. Pero no seamos moralistas, aprendamos a reir.
El caso particular que quiero analizar, para finalizar, es el de las adopciones. Está en boga el fenómeno de adoptar bebés africanos, orientales o marcianos. Las modelos y actrices salen a gritar a todos los medios que "quiero adoptar un bebé negrito" (Nicole Neumann dixit). Mi amor, mi cielo, la República Argentina está repleta de niños carenciados... ¿Por qué no adoptar un desnutrido niño santiagueño o un famélico bebé jujeño? No, ellas quieren un crío extravagante, exótico, de tierras lejanas, un item coleccionable igual que sus perros callejeros o sus alhajas kistch de Palermo Hollywood.
Para colmo después les ponen nombres como Whatusi o Jacksonette o Andreigo, inmudicias modernosas e irresponsables, por las cuales el jovencito tendrá luego un tremendo trauma, cuando en el colegio los amigos deformen su impronunciable nombre hasta los extremos más hirientes o simplemente le digan "negro de mierda".
Así es la fama, esto le hace a la gente. No me acusen de sermonero, si yo fuera famoso (y lo seré algún día), sería igual. Una casa en un barrio cerrado de Maschwitz pero dos veces por semana eventos de caridad, un BMW descapotable pero embajador de UNICEF, un harén de trolas en mi placard pero imagen pública de marido y padre ideal.
Por ahora déjenme mantener la impunidad de ser un nadie. Al menos a nadie le importa un bledo a quien me muevo o qué consumo.

Thursday, September 29, 2005

Siempre tendre Viena

El tiempo pasa y uno va consruyendo su propio ideal romántico. No, no es una elección: el entorno y la cultura en la que estamos embuidos nos fuerzan a construir un complemento amoroso a nuestra vida trivial. No se confundan: no hay resentimiento de mi parte, la búsqueda del amor es un juego sensual y entretenido, si uno aprende a jugarlo con liviandad (la cultura de masas inventó variantes para las almas más pasionales, con el melodrama y la telenovela, y para las almas más juguetonas, con la comedia de enredos o las novelas por entregas).
Como el desarrollo de la Historia y de la historia de la Estética (nos pusimos pretensiosos, así, tan de repente), uno varía sus gustos y su ideal de belleza. Y elige un especímen perteneciente a su entorno cercano para poner en práctica todas sus tretas amorosas. Las cosas funcionan o no, uno logra lo que quiere (sufrir por amor y finalmente resignarse, románticamente, con un suicido simulado) o fracasa completamente (conquista a la presa y descubre que en realidad es un ente monofacético y monótono que admira a Natalia Oreiro y sueña con besarle las verrugas a Madonna).
Súbitamente, en uno de esos momentos en los que los planetas se alinean, varias de nuestros objetivos/romances pasados se reaparecen en conjunto, el pasado en bloque viene a acecharnos. Así están las cosas hoy, donde se reaparecen los fantasmas. Deebe ser una señal.
A los catorce años, yo estaba perdidamente enamorado de J.S., jovencita de rasgos exóticos y medidas envidiables. Como el galán que les escribe era en ese momento un timorato niño con aparatos (sí, metal, vil metal), jamás ocurrió nada, aunque a ella mis frenos le resultaban "lindos". Hoy, sendos años después, su novio de la secundaria, el que aprovechó la posta que yo dejé, viene a trabajar a mi rodaje, oh, sí, trayendo consigo al fantasma de ella.
Al poco tiempo fijé mis ojos en A.V., similar a la chica anterior - si algo tengo es coherencia -, con la que nuevamente me deglutí los mocos. Lo que diferencia a este caso es que siempre me la encuentro en fiestas, eventos, reuniones o funerales (???), y no pueso evitar quedarme patitieso. Ella cree que estoy perdidamente enamorado de ella y...no. Simplemente me atemoriza porque me recuerda a ese niño que yo fui (lugar comun, la muerte).
Se desata la locura: A.V. es amiga de J.L., mi affaire actual, que a su vez vive con L.P., con quien tuve un asuntillo antes, que es amiga de S.R., en quien fijé mis ojos en algún momento del año pasado. A todo esto, me reencontré con L.B., con quien compartí una noche, hablo fluidamente y cachondamente con P.M. (con quien pretendo saldar una deuda pasada) y cada tanto pienso en J.A., mi primera novia, a quien recientemente vi más crecida y apetecible que nunca.
Y así, ad infinitum. El pasado va y viene, se superpone con el presente y el futuro, como en capas, como Deleuze releyendo a San Agustín.
Cierro la reflexión con Jesse y Celine, en esa eterna cabina de disquería vienesa, con las miardas desfasadas, pero pensando lo mismo, postergando ese hermoso momento inminente. La voz es de Kath Bloom.

There's wind that blows in from the north.
And it says that loving takes this course.
Come here. Come here.
No I'm not impossible to touch, I have never wanted you so much.
Come here. Come here.
Have I never laid down by your side.
Baby, let's forget about this pride.
Come here. Come here.
Well I'm in no hurry. Don't have to run away this time.
I know you're timid.
But it's gonna be all right this time.

Siempre tendr(emos)é Viena, amigos.

Monday, September 26, 2005

Versos en la baulera

1967 fue el año en que la banda inglesa Procul Harum editó el single que los catapultaría a la fama. El título del tema es A whiter shade of pale y nadie lo utilizó mejor que Martin Scorsese en Life Lessons, su fragmento sobre un pintor neurótico y atormentado, que compone la película Historias de Nueva York.
Curioso en un tema pop, la canción muestra un arreglo orquestal similar al de un himno, tomando como punto de partida a las composiciones en órgano de Johann Sebastian Bach. La letra, por otra parte, consta de un barroco desarrollo literario, que no sólo muestra vueltas de lenguaje interesantes (deudoras del inglés isabelino) sino que incorpora una profusión de metáforas marítimas y pequeñas frases populares.
Pero la música pop, o el rock and roll, también deben vender y a los producotres mucho no les gustó la duración original de la canción y dos estrofas completas fueron omitidas. El arreglo no fue poco feliz, ya que sumó al aire críptico y misterioso del tema, pero justamente en esos versos finales conocemos el final de la historia del borracho tímido que debe luchar contra sus miedos para seducir a la bella salvaje en el bar de la esquina.
Estas son las dos estrofas perdidas, intraducibles, al natural:

She said, 'I'm home on shore leave,'
though in truth we were at sea
so I took her by the looking glass
and forced her to agree
saying, 'You must be the mermaid
who took Neptune for a ride.'
But she smiled at me so sadly
that my anger straightway died


If music be the food of love
then laughter is its queen
and likewise if behind is in front
then dirt in truth is clean
My mouth by then like cardboard
seemed to slip straight through my head
So we crash-dived straightway quickly
and attacked the ocean bed.  

Sunday, September 25, 2005

El otro yo, mi idolo

El mejor estado posible se logra sin mayores intenciones. Cuando uno dice "me voy a poner como loco, voy a planificar mandar todo por la borda", las noches acaban siendo tibias, sin ton ni son. Ayer no fue el caso y sí... fue una gran gran noche. Arrancó con una batahola (alta palabra) de partidos de Winning Eleven, el mejor juego de la historia de Playstation (de más está decir que los juegos de fútbol hacen a la vida mejor). Pero estoy divagando.
Señores, ayer fui lo que siempre creo que debería ser. Ayer me recibí de galán con especialización en dandismo.
Empezamos bebiendo unos whiscachos en lo de Layo, el hermoso. Así, al natu, con unos hielitos. Nada de coca, los hombres bebemos whisky como viene, saboreándolo.
Una vez acabados los vasos, partimos hacia lo de Federico, el modelo publicitario, amigo de la infancia con un llamativo parecido a Gael García Bernal. Federico había citado en su casa a un variado conjunto de muchachas, no carentes de atractivos, que había conocido en una manifestación o uno de esos eventos masivos y populares a los que la gente como yo jamás va. Como Layo y yo habíamos fijado la mirada en la misma garota y esa tarde me había molido a goles en el Winning Eleven, la competencia se puso en marcha. Pobre chaval, no tuvo chances.
La sumatoria de alcoholes empezó a surtir efecto. Todos sabemos que la alcoholemia tiene su faceta genial y en un momento decae.... y cuando lo hace la cosa es medio violenta, uno se deprime mal y quiere irse a dormir. Nunca ocurrió. La noche creció, creció, creció... y nunca decayó.
Pronto me descubrí en un estado de ensoñación, donde el pudor se había fugado y las frases brotaban de mi boca redondas, pulidas, adorables. Había nacido un otro yo ultra galante, muy sofisticado, muy sutil y salvajemente insinuante. Y enfrente mío, zas, la jovencita antes mencionada, hojeando un libro como si matara el tiempo, como si me esperara.
Y ya no había nada que pensar, no había nada por qué angustiarse, un estado zen de olvido, de presente puro. La histeria era una placer (al fin), el juego se desenvolvía fluidamente, todo era goce y disfrute. Ambos sabíamos adónde iba la cosa, pero no había prisa.
Y bebí, más y más, ya no importaba nada, no había mañana (hoy), el dinero no era problema y las ganas de bailar abundaban. Y las miradas, y los contactos breves y casi accidentales, y yo convertido en el rey de la fiesta (que por cierto era en Barracas, de esos tugurios que a mí me suelen deprimir, pero ayer me parecía encantador). Entonces llegó el momento de atacar. Acercamiento a su oreja, leve soplido, como para despertar zonas erógenas.
"¿Qué te parece si nos alejamos del grupo?"
Y sí, cómo me iba a decir que no, si nada podía salir mal. Y salimos, y vinieron los besos pasionales, y yo siguiendo el manual del buen amante, encendido, convencido de que estaba haciéndole a esa chica lo que toda mujer pretende que un hombre haga. La sensación era muy fuerte, como de seguirdad absoluta, que se traducía en un tacto preciso y exhuberante, casi adictivo. Y ella que pedía más y yo que dosificaba provocativamente...
Entonces me dijo, solita, sin que nadie la presionara: "Yo me iría con vos adónde quieras, pero estoy con Andrés."
Está bien, no te hagas problema, si a mí no me importa nada y, de última, no necesito tener sexo para sentirme satisfecho, me basta con un buen jugueteo y con hacer lo que me sale, sin tapujos.
Y nos fuimos, veintemil en mi auto, y yo contento por ser el conductor feliz y dado vuelta que lleva a la masa danzante a su hogar. Y la música a full y los cuerpos rozándose, y yo dialogando con los basureros, gritándoles "salúd".
La noche acabó a eso de las 8 de la mañana, con un sol hermoso sobre mi cabeza, con un saludo cordial pero no desinteresado hacia L..., mi compañera de noche. No me hablen de amor, no me hablen de compromiso, no me digan nada de pedir teléfonos o mails. Ella entendió. Las cosas son lo que son y duran lo que deben durar.
Y besos a Emma, mi encantadora perra bloodhound, e irse a dormir, agotado, con la tenue luz naranja de la hora mágica, con la liviandad de ser uno, natural, con los deseos medianamente satisfechos.

Saturday, September 24, 2005

Un minuto

Un minuto nada más. Sólo uno. Sesenta segundos.
Un minuto sin mentiras, un minuto sin cinismo, sin ingenuidad, sin nostalgia, sin falsedad. Un minuto sin reflexiones, sin angustias, sin posturas, sin pasiones, sin palabras, sin pensamientos. Un sólo minuto pequeño, concreto, redondo, sin reclamos, sin ambiciones, sin deseos y sin esperanzas. Sesenta segundos sin mujeres, sin hombres, sin encuentros y sin desencuentros. Sin declaraciones, sin silencios, sin poesía y sin prosa.
Denme un sólo minuto de micromuerte total y juro no pedir nada más.
Esto de llenar los espacios que constituyen la vida me ha saturado.
Déjenme ser el ente más neutro y hueco y vacío e impasible del universo.
Sólo un minuto.

Friday, September 23, 2005

Primero, te quiero, igual

Como siempre, uno habla y después hace agua. Vivimos de las máximas que jamás cumpliremos, diré parafraseando. Que a mí no me gustan las rubias, diremos, que a mí me gustan las morochas y ¡zas! nos enganchamos con la rubia, para dar un ejemplo evidente y reconocible.
Entonces puteo, me quejo, hago reproches (ya Gloria Trevi nos advertía del mal del reproche) y... vuelvo al comienzo. Regreso a eso (ella) que había alejado de mi vida, por el bien de mi propia salud.
Debo reconocer la influencia del amigo Mariano Dorr y su reflexión sobre estar "al natu" (consultar a su blog aquí abajo linkeado, vida y obra del costicismo). Me pareció un consejo sano (así lo tomé, aunque ese no era su fin, como una recomendación abierta al público) y me propuse lo mismo. Desde ese punto de partida, apunté a reformular mi relación con J... (perdón, pero la referencia así me gusta) y se lo hice saber.
Primer objetivo: saber negociar, saber ceder para poder ganar al final.
Ella: "Dejá de provocarme". Tenía razón, la estaba buscando.
Yo: "Es un juego."
Ella: "No me gusta"
Yo: "¿A qué querés jugar?"
Ella: "A un juego donde vos no tengas el poder." El poder siempre fue un tema en la relación.
El juego de las confesiones, otra vez, cada vez más al descubierto, menos disimulado frente a las caras conocidas, se puede decir que más "al natu".
Entonces le anuncio mi verdad: "A mí me encanta lo que me hace mal. Por eso me gustás."
Ella: "A mí también, por eso estamos juntos."
Yo: "Me dí cuenta de que lo que te reprocho, que llegues tarde, que seas inconstante, que seas impredecible, que seas compleja, es lo que me encanta de vos. Si no fueras todo eso, no me gustarías tanto."
Ella: "Vos me cortaste. No entiendo qué querés."
Y, como dice la vieja frase, cada vez que quiero salirme del juego me arrastran de vuelta adentro. Y me gusta, me fascina, me siento a gusto. Soy un maldito sádico y un tremendo masoquista, pero debo admitir que me encantan estas relaciones enfermas, yo me busco estos tratos maliciosos, nadie me obliga a tener estas contiendas amorosas. Eso también es estar "al natu", admitir nuestras degeneraciones y disfrutarlas.
El resto fueron besos merecidos, tensiones bien canalizadas, reflexiones generacionales ("como hombres nos toca lidiar con una generación de mujeres que está a medio camino entre la idea tradicional y el ideal feminista, que nos llama machistas si les corremos la silla y poco caballeros si no lo hacemos") y diálogos filosos pero sinceros, visceralmente sinceros. Y más besos, y más abrazos, y más caricias y más confesiones y sí... histeria deportiva mezclada con malicia bien distribuida.
Se fue, como siempre se va, dejándome con ganas de más, tambaleando en mi metro cúbico de espacio, como un niño pidiendo más dulces.
Lo mejor está por venir, aún si haya mucha sangre que derramar en el camino.

Tuesday, September 20, 2005

La verdad de la milanesa

La gente nunca lee atentamente. Tú no lees atentamente. Crees que sí, pero no. Leerás por encima, apurado, siempre apurado por ir a ninguna parte, por leer cosas más trascendentes, por absorber información que crees que debes poseer.
Detente. Lee atentamente. Presta atención a mis palabras y tal vez tu vida cambie. Voy a revelarte una Verdad.
Tu creíste que el sentido de la vida estaba en la felicidad, en la satisfacción, en el reconocimiento y en los logros.
Pues te equivocas.
Que sí, que te equivocas.
La gente hace, emprende, proyecta, sueña, reflexiona, escribe y produce para disimular que desea tener sexo.
Así es, toda la vida humana se desenvuelve en torno al sexo y qué tan capaces somos de disimular que deseamos tenerlo. No importa con quién, no importa cuándo, no importa cómo. Sexo.
Entonces los cineastas filman, los abogados defienden clientes, los médicos curan enfermos y los científicos juegan con tubos de ensayo... para que el resto no se dé cuenta de que quieren menearse salvajemente con otro ser humano.
Los ganadores del premio Nóbel, premio inventado por el señor Nóbel para que no se notase que quería tener sexo, lo ganan para que no se note que quieren tener sexo. Y el público aplaude en sus butacas para disimular su sexualidad desenfrenada. Y así con todos los premios, con todas las disciplinas, con todos los deportes, con todos los discursos y los espectáculos públicos.
El loco deseo de ocultar el deseo es, por ende, la base de la sociedad y de la cultura. Si la gente no se esforzara tan profundamente por ocultar su ansia de goce, si los cuerpos liberaran su apetito sin límites por otros cuerpos, si diéramos rienda suelta a nuestro constante anhelo por la frotación y la penetración, viviríamos en el caos, en la anarquía.
Alguien, alguna vez, a nuestros antepasados o a sus antepasados, enseñó que hay que disfrazar ese deseo.
Y hemos aprendido. Yo, tú y él hemos logrado ocultar nuestra sexualidad animal y salvaje.
La practicamos a oscuras, en los rincones, en las sombras, en la intimidad, como un crimen, como un pecado.
La comentamos, nos burlamos a costa de ella, la utilizamos como pretexto para vender, para atraer, para crear.
Pero no somos libres de ejercerla como se debe, al aire libre y sin tapujos.
Hemos preferido crear un intrincado sistema de protección y ocultación que nos ha dado enormes logros y gigantescos avances. Avances inútiles e irrelevantes, pero que nos sirven de excusa para no estar inflando el sexómetro del mundo.
El viaje a la luna, el automóvil, los avances técnicos y tecnológicos sólo sirven para disimular que deseamos hacer el amor.
El reinado de mentira seguirá y seguirá, como lo viene haciendo desde siglos atrás.
Pero no para mí.
A riesgo de ser un paria, de sufrir el ostracismo y el rechazo, me erguiré alto.
Señores: se acabó el tiempo de producir, de ser útil, de dar frutos.
Es el tiempo de la inutilidad total, de la sexualidad asumida, de terminar con la fachada.
Ustedes podrán estudiar, trabajar, trazar un futuro y hacer cosas.
Yo, en cambio, elijo coger hasta quedarme sin sangre.
Sin miedo a evidenciar que hay una enorme brecha que me separa del resto de los mortales.

Thursday, September 15, 2005

Llamado a la solidaridad

Un par de años atrás llegó a mis manos un ejemplar editorial de portada un tanto soez pero no por eso menos tierna. Ediciones La Urraca, fondo rojo desgastado, letras amarillas compactas y una foto del autor en desnudez total saliendo de un huevo gigante, roto a pedazos por la emergencia del joven pelilargo, de brazos cruzados, pose rebelde, ceja izquierda levantada. El título: Rompiendo Huevos.
Hojeando el libro por recomendación de un amigo personal, que juraba ser fiel lector del autor en cuestión, y otro tanto por curiosidad ante qué podría seguir a esa urticante cubierta, descubrí allí una fuente de sabiduría inmensa. Un tanto mediada por la necesidad imperante de divertir o de ser machistamente simpático, pero era evidente que Marcelo Lacanna - tal el nombre del joven escritor - era un personaje inteligente, culto y muy entrañable.
Su escaso curriculum indicaba que a los tiernos 19 años de edad ingresó a la redacción de las revistas Humor y Sex Humor y que pronto alcanzó allí un lugar de privilegio, entre redactores y dibujanyes que lo doblaban o incluso triplicaban en edad. El "enfant terrible" de los medios gráficos ganó así lectores y seguidores, que dieron como resultado la publicación del libro antes mencionado, donde el autor retocaba y revisaba algunas de sus habituales columnas mensuales.
Como jocosamente anuncia el libro, "una Biblia de la nueva generación" (según el hermano del autor). Con sus cuatro secciones bien definidas sobre la familia, la adolescencia (magníficas secciones como "El falso mito del verano cinematográfico" o "El falso mito de las reconciliaciones"), la pareja ("¿Quién entiende a las mujeres?") o la adultez, Lacanna traza un panorama cínico, chauvinista, retrógrado pero a la vez encantador, divertidísimo y, sin dudas, grotescamente realista. Noches enteras de borracheras fueron acompañadas de lecturas grupales del ejemplar, al cual llegué a conocer de memoria. Nos peléabamos por quién sería el siguiente en recibir en préstamo el libro y más de una vez se creyó perdido.
Pocos días atrás, un amigo de la facultad, hablando del tema, me informó que no sólo poseía dicho libro, sino que pensaba tirarlo por considerarlo "una reverenda mierda". No lo dudé. Exigí que me fuera entragada la copia.
Volver a Lacanna fue una gloria. Leo y releo los artículos con placer e ingenua admiración y no sólo eso: descubrí que mi estilo de escritura está indudablemente influenciada por la de esta joven promesa literaria.
La pregunta es: ¿Qué pasó con Lacanna? Hay varias hipótesis y pruebas:
- Mariano, el propietario del volumen a través del cual conocí al escritor, dice que Lacanna vive junto a una pareja de rusos, que se enamoró de la señora rusa, pero que ella no lo desea y por ende él vive sumido en una profunda depresión.
- Ha publicado un libro sobre Bon Jovi en colaboración con Fernando Sánchez. No he leído tal biografía.
- Ha posteado sendas veces en E-consultancy, una página sobre consultoras y marketing o algo así.
- Está registrado en la página del Fútbol Club Málaga, de la primera división española.
- Ha escrito sobre la modernización de las instituciones laborales en la Argentina. Ha sido agradecido por los doctores Osvaldo Giordano, Alejandra Torres y Mara Bettiol, que mencionan "la profesionalidad y la paciencia con las que Marcelo Lacanna afrontó la tarea".

Llamo a la solidaridad. Cualquiera que sepa sobre la actualidad o el paradero de Marcelo Lacanna, argentino, escritor, por favor infórmelo a la brevedad. Le debo un sentido agradecimiento.

Tuesday, September 13, 2005

La mayor verdad de todas

Textual de Ludwig Wittgenstein, última proposición del Tractatus Logico-Philosophicus:
"Sobre lo que no se puede hablar, hay que callarse la boca."
Más claro, imposible.

Monday, September 12, 2005

Limites

Puedo tolerar el aspecto matinal, incluso encontrarlo encantador.
Puedo apreciar el desenfreno, incluso fomentarlo.
Puedo aceptar la histeria, incluso disfrutarla.
Puedo entender la diversidad, incluso extenderla.
Puedo permitir los celos, incluso quererlos.
Puedo soportar las desapariciones, las inconstancias, las agresiones,
las fallas, las imperfecciones, las traiciones, los olvidos, las relaciones pasadas,
los moralismos, las amoralidades, los desencantos, los desaciertos, los reproches,
los desatinos y los engaños.
Pero no la desconsideración.
No el descuido.
No toleraré ni una sola falta de respeto más.

Saturday, September 10, 2005

Satisfaccion S.A.

¿Qué hace que sepamos distinguir un trozo de carne premium de un resabio de supermercado; una prenda de alto diseño de los descuentos de cualquiera cadena textil; una pintura de manos maestras de un boceto torpe a manos de un amateur?
Los llamados estándares de calidad. No son premeditados, sino casi instintivos, los tenemos aún antes de elegir.
Dicen que algo es bueno y lo aceptamos. Culturalmente, hemos aprendido a apreciar más a Nike que a la producción a bajo costo del Once.
Pero hay productos que no son tan fácil y arbitrariamente catalogables.
¿Cómo decidimos qué tipo de mujer es mejor? La lógica anterior no corre. No es que la cultura de masas nos dice que las modelos son lo mejor que podemos conseguir y por ende corremos solamente detrás de ellas. Hay desviaciones, diferencia de criterios, subjetividad pura.
A mí siempre me gustaron las chicas muy altas, muy flacas, sin demasiados pechos, morochas y con mucha personalidad. El destino no siempre me deparó eso (casi nunca) y jamás me quejé. ¿Por qué sigo diciendo entonces que eso es lo que me gusta? ¿Por qué debería seguir buscando eso, si otras opciones inesperadas también me satisfacen?
¿Puede ser el único caso donde busco un producto en particular pero me contento con otro que cumpla - en mis fantasías - las mismas funciones?
Al carajo con las leyes de mercado.
Yo me contento con la satisfacción.

Friday, September 09, 2005

Los detesto pero esta vez los puedo perdonar

Para no olvidar la vieja manía de los Top 10 cinematográficos, aquí va una lista de actores y actrices que suelen molestarme pero que lograron cautivarme en papeles inesperados. A disfrutar y polemizar, dulces palomillas pochocleras:

1) Renée Zellweger, Empire Records/Jerry Maguire: la que más detesto de todos, por su acento sureño y su falsa sensualidad. No es más que una gordita adelgazada, que merece estar detrás de un escritorio administrativo. Sin embargo, su joven tímida devenida cantante punk y su (otra vez) tímida secretaria fiel fueron no sólo tiernas sino también adorables. Pero no abusemos del recurso, querida.
2) Madonna, Dick Tracy/A League of their own: otra mujer que desprecio profundamente, por vulgar y mediocre. De todos modos, en Dick Tracy me pareció apetecible y noble y luego compuso con carisma a una chica machona y toscamente femenina.
3) Angelina Jolie, Hackers: Angelina "dejá de sacar labios" Jolie siempre fue mala actriz. Sobreactúa, es desmedida y, encima, cree tener clase. Por favor. Con Hackers la descubrimos y, la verdad, es que nos calentó. Por eso se salva.
4) Sharon Stone, Rápida y Mortal: otra mujer soez de mal historial que, como Madonna, de grande decidió ser casta y pura. Un poco por voluntad propia y otro poco por la majestuosidad de Sam Raimi, la Stone se luce en este western extraño y posmoderno, donde hace de una chica que maneja pistolas.
5) Ben Affleck, Chasing Amy: el madera más madera de todos logró conmoverme. Quizás no fuera gracias a él sino a sus partenaires y a la labor del bruto pero querible Kevin Smith. Tal vez yo quería identificarme con ese personaje y por eso el tronco de Affleck sale bien parado. Su hermano Casey le da mil vueltas.
6) Val Kilmer, Top Secret!: el tipo es malo en serio, ni siquiera es del todo lindo. Hizo un Jim Morrison decente, pero si una película lo dejará en la historia, esa es esta legendaria parodia masiva. Su imitación de Elvis es digna de aplauso.
7) Sandra Bullock, Love potion number nine: supuesta megaestrella de Hollywood, esta cualquiera nunca se sacó el aspecto de camarera de comedor 24 horas. Tine poca elegancia, es machona y tiene tanta carsima como un perro pulgoso. Eso sí: en esta juvenil historia de amor la recuerdo con cariño. Como el caso Affleck, creo que el recuerdo de la película la deja a ella en posición de privilegio.
8) Penélope Cruz, Belle Epoque: la etapa española de la Cruz es bastante interesante, pero sus papeles hollywoodenses la hunden del todo. Está bastante abajo en el ranking porque el rol es secundario y porque aún no habían aflorado sus (operadas) tetas. Está simpática, pero la simpatía no basta.
9) Roberto Benigni, Down by law: Roberto no es un tipo odiable, en absoluto. Pero es demasiado italiano, demasiado sensiblero, demasiado gritón. Jarmusch le encontró un lugar apropiado para que sus excesos fueran graciosos y lo juntó con dos tipos callados, que crean un contraste atrapante.
10) Michael Douglas, Wonder Boys: el actor más aburrido de los noventa, nunca llegó a la versatilidad de su padre. Encasillado en roles de empresarios o psicólogos exitosos con problemas familiares, sacó de la nada a este veterano fumanchero y caótico que sin dudas es el papel de su carrera.

He hecho salvedades: los actores de larga trayectoria que cayeron en decadencia no entran porque alguna vez fueron buenos (Robert de Niro, Al Pacino, Sean Connery o Anthony Hopkins) y hay otros tantos que nunca hicieron las cosas bien (Colin Farrell, Jennifer López o Seann William Scott).

Wednesday, September 07, 2005

Clasificado

Toro prepotente busca hembra de cualquier especie que lo ponga en su lugar y lo discipline a latigazos. Más amigo de gatos que de perros. Se preferencia la elegancia de una pantera, la ferocidad de una tigresa y la simpatía de una mona, con una buena cuota de fidelidad y afecto canino y otro tanto de indiferencia calculada felina. Es fundamental el deseo de corretear irresponsablemente por la sabana o de rodar por el sotobosque. Se solicita adaptación a bajas temperaturas y a ambientes húmedos, fácilmente encontrables en una caverna.
Contactarse por este medio a la brevedad.
Muchas gracias.

Monday, September 05, 2005

Confirmado: me gusta que me boludeen

Como reza el título arriba, soy presa fácil para el boludeo. En algún punto de mi intrincada mente, disfruto con ser manipulado, subestimado, provocado y maltratado. ¿Por cualquiera? A no confundirse. Hablo sólo de mi desacertado gusto femenino. ¿Siempre? No, pero últimamente más que de costumbre.
Si mi goce fuese pleno, no habría problema. Ocurre que no, que no me gusta ni medio, que no me hago cargo de las estupidas elecciones que mi cerebro toma. Acontece que no me explico como un tipo que se aprecia tanto puede prestarse a tal juego histérico. Sucede que me siento en la crema de la edad y capaz de concretar cuanta aventura erótica que se me plazca con la dama de turno que más sea de mi agrado. Pero no. Elijo y elijo mal. Veamos por qué.
¿Quién puede soportar por más de un rato a una señorita con las siguientes características?
1) Pretensiones de artista, no sólo por los delirantes planteos intelectualosos y soberbios, sino porque pinta, escribe y filma. La ropa a tono, muy palermo hollywood, el corte de pelo idem. Muy nouvellevaguera, muy Godard, muy puaj.
2) El gusto por lo kitsch, por los colores chillones, por el diseño y por el garabato.
3) El capricho como estandarte, la espontaneidad estudiada como bandera, la imprevisibilidad como virtud autoimpuesta e inalienable y el respeto por individuos pretensiosos y excedidos. La falsa creencia de tener glamour y la necesidad de hacernoslo saber. La fascinación por objetos triviales, el ímpetu por descubrir obras maestras donde los demás vemos chatarra.
4) Un conjunto de amigos variopinto, extravagante (milimétricamente extravagante) e insano, seres de museo o de laboratorio.
5) Un gusto acentuado por convertir al deseo ajeno en un circo personal, por postergar esa llamada telefónica al mismo tiempo que se finge una naturalidad impostada y poco creíble.
6) Constantes referencias a la sexualidad, pero persistencia en evitarla. Un poco de contacto cada tanto y, cuando uno está seguro de que finalmente va a recibir su merecido, la negación, bajo un pretexto tonto, del estilo "sabés que está mi amiga en casa".
7) La costumbre de ver en uno a un "latin lover" traicionero y de interpretar cada gesto romántico que uno hace como "egoísta, sólo pensás en vos".
8) La inconveniente (para uno) y conveniente (para ella) manía de salir sin plata y pedir, exigiendo casi, que uno pague la cuenta. La contradictoria obsesión por ir a "tomar un cafecito" a los lugares más recónditos y caros, aún sabiendo que en su billetera sólo hay aire y fotos de antiguos novios.
9) La negación casi titánica de compartir conmigo una salida nocturna en días hábiles (Viernes y Sábados). Siempre hay una buena razón/excusa: "Estoy enferma", "estoy mareada", "ayer trabajé todo el día, con horas extras".
10) Imposibilidad de reconocer que posee al menos uno de los rasgos antes citados.

Me preguntarán entonces, si tanto no me gusta el boludeo, por qué me presto. La respuesta es sencilla, aunque compuesta: porque es hermosa, porque es encantadora, porque tiene estilo y gracia, porque me divierte, porque es inteligente, porque es sensual, porque ve en mí a un tipo elegante y refinado, porque respeta mis acciones y mis ideas y porque, conscientemente, tiene dominado ese difícil arte de dejarme ir de cacería cada fin de semana pero de tenerme atado con un deseo tan intenso que difícilmente pueda ser llenado por otra mujer.

Sunday, September 04, 2005

Mi noche casta y pura

Vivimos en tiempos mediocres. Probablemente se pronuncie esta frase desde que el hombre tiene memoria y miles de labios la han espetado con anterioridad, pero a mí me tocan estos tiempos y hago con ellos como me place.
Vagamos sin fines o creemos tener objetivos claros, pero un mínimo de reflexión revela nuestro desconcierto.
Hagámosnos la siguiente pregunta: ¿Qué hace a una buena noche? Si somos hombres, en el 99 por ciento de los casos diremos que hubo una o más mujeres involucradas (si intercambiamos fluidos antes del amanecer, la noche resulta aún mejor). Lo mismo ocurre con las mujeres, claro, pero sólo hablo de lo que yo sé cómo especímen masculino.
Si bailamos en un ambiente jovial o ameno, la noche también es satisfactoria.
Si fuimos de un lugar a otro, de una situación a otra, conocimos toneladas de gente interesante o simplemente hubo cambios bruscos, es probable que también consideremos a la salida existosa.
Fiestas en zonas alejadas, situaciones atípicas o conversaciones profundas cuentan en la lista.
Lo que siempre, siempre está involucrado, es el exceso. En cualquiera de sus formas, estar "bajo la influencia" y pasarla bien suelen venir de la mano. El interrogante es: si no sabemos bien qué hace a una gran noche, ¿Cómo podemos afirmar que los excesos son sin dudas parte de ella? Era cuestión de probar.
Eso hice, amigos: de comienzo a fin, de atardecer a amanecer. Ni una gota de alcohol, ni un contacto con drogas de pequeña escala, alejamiento de sustancias tóxicas o dañinas, nada de conservantes o lípidos. Mucho té, mucha agua, alguna ocasional ingesta de alimentos sanos y buena predisposición.
Fue un éxito rotundo. Fue casi una experiencia alucinógena, en su extraña manera. Sí, señores, mi noche "limpia" fue novedosa, divertida, variada y refrescante. Hoy logré levantarme no muy tarde y sin resaca, sin malestar, pleno de energía. Llámenme puritano o aburrido, pero hoy empieza mi apología de la vida sana.
Me voy a correr unos kilómetros, para no perder la costumbre.