Saturday, June 27, 2009

Vidrios rotos

Uno de los personajes es la madre pero él no logra reconocerla, dice creer conocerla pero no recuerda de dónde, y al final aparece ella horrorizada de que su hijo se vaya a morir. Otro personaje exótico dice las frases boludas. Otro es un "corrector" o "delatador social", ahí se ven mis visiones sobre el lenguaje y sobre las influencias norteamericanas que hay en él. La escena del técnico telefónico habla de las comodidades de la vida y de los lujos en relación a la muerte. El protagonista es como Cristo, como Apocalipsis, Dios llega a la Tierra y se acaba el mundo (él entra en su cabeza y mueren todos). Escena del puerto, travesti pide fuego, no tiene la respuesta, avanza hacia la playita y hay una carpa, se acerca y hay títeres, los títeres desarrollan la historia de los muertos. El director de la película va al bar donde aparecen personajes de la historia, el caballero es el mesero y le pregunta qué hora es, el viejo lo llama y discuten sobre la película, todo contado a través de flashbacks. El pibe dice podría ser así y lo vemos, el viejo dice mejor así, y lo vemos, el viejo propone algo más clásico, que busquen algo, una cosa, un lugar. El joven tortura al director, cae en una tumba lentamente y ve las caras de la gente asomada a la tumba: Roberto y las dos Marisas, los tipos que hablaban en el set de filmación, el director. En el fondo hay telgopor. En la escena final, una oficina con ruido constante de máquinas de escribir, todo muy cincuentas. En la oficina trabajan todos sin parar, todos los personajes vistos hasta ahora, pero ellos no se miran. Se los presenta a todos, después las máquinas se callan y empieza a sonar Theme from a summer place. La música se corta abruptamente cuando se escucha el grito. Todos se acercan a ver y se forma una muchedumbre. En el medio está el hada que antes era títere y que ahora es mujer, con la cara deformada, igual que el títere. La cámara se acerca hasta que nada se distingue, fuera de foco. Fundido a negro y final.

Thursday, June 25, 2009

El ansia inútil

El hombre moderno, comido por su ideal, logró finalmente darle la espalda a aquello que más deseaba.
La vida es más fácil así, sin sudor ajeno y sin esfuerzos.

Wednesday, June 24, 2009

Perca

Me encontré con Roberto a tomar un café a la salida de mi primer día de trabajo y me sentía fresco, bien predispuesto, aún a sabiendas de que ese breve encuentro con Roberto era, a su manera, una reunión de trabajo. A Roberto le gusta distender las reuniones - aún si uno puede percibir su urgencia por entrar en tema, atenuada por chistes de los que él mismo empieza riéndose - y siempre hay un tiempo previo destinado a hablar de noticias o fútbol o la vida personal de cada uno. Siempre pasa una chica linda, o no tan linda, y Roberto para la conversación para que todos podamos ver el culo de la chica, y tengo que decir que el gusto de Roberto no está nada mal.
Esta vez éramos solo yo y él, y nos atendió el mozo viejo de anteojos enormes y boina que siempre se hace el gracioso a la hora de tomar el pedido. Después hablamos del tema laboral, pero lo fuimos mechando con el resumen del partido de España (¡Qué placer, la caída de una promesa!) y con cosas varias, como suele suceder cuando uno se entrega al diálogo con Roberto. Me contó que un tiempo atrás vivía en el barrio un tipo de la calle que era muy culto y que había sido, o aún lo era, un extraordinario escritor. Quise saber más sobre el hombre, su edad, su condición, su pasado. Me dijo que el hombre, con el cual él había desarrollado un vínculo por vivir en la casa contigua al trozo de tierra que el tipo llamaba su casa, le había regalado una poesía de inusual belleza y que él, a cambio, le había regalado un libro de poesía que él mismo - Roberto - había publicado. El hombre, que debía tener unos treinta y tantos y al que todos conocían como "Perca", había quedado fascinado con el libro, y había declarado, con alevosía y buen tino, que había en los textos algo de Bukowski mezclado con Gelman. Roberto estaba asombradamente de acuerdo con esas palabras, y con el tiempo llegó a llamarlo su amigo. Cada vez que se cruzaban en la vereda, el hombre se acercaba, hablaban de temas varios y, luego, "Perca" resumía las cosas que había visto en Colegiales, barrio al cual solía calificar de "El Centro del Mundo" o, sino, "Colegiales D.C."
Un día Roberto llegó a su casa y, para su sorpresa, allí estaba "Perca", sentado con su hijo, Tadeo, y la guitarra de por medio. Al salir el visitante de la casa, Roberto, un tanto descolocado, quiso saber de qué hablaban en la intimidad del cuarto. Tadeo le explicó que "Perca" había hecho referencia a la música que Tadeo y sus amigos tocaban, y que él escuchaba desde la calle a través de la ventana. "Perca" le había sugerido que sus letras eran un tanto pueriles y que él sabía el modo de mejorar los estribillos. Así, le indicó a Tadeo que escribiera una línea por día, que la dejara reposar y que, al día siguiente, intentara retomar a la idea de esa línea sin verla; de todas las recreaciones salía una letra evocativa, como un recuerdo lejano de una imagen borrosa, como el tiempo. Roberto jura que esas tres canciones que Tadeo compuso con el método son lo mejor que hizo jamás, al menos musicalmente.
Una tarde, cuando empezaba a osurecer, Roberto encontró a "Perca" un tanto abatido y derrotado. Todo el mundo sabía que "Perca" era amigo de la bebida y que podía tener ánimos belicosos sin motivo aparente. El alcohol parecía hacerle verdadero mal, le nublaba los sentidos, le quitaba el don del habla, lo hacía derrumbar en añicos a esa cortesía en bruto que lo caracterizaba. Roberto le preguntó qué le pasaba, y "Perca" explicó que necesitaba ayuda, que las cosas se le habían ido de las manos. Así, Roberto movilizó al barrio, juntó a otro vecino y juntos salieron a buscar clínicas para internar (voluntariamente) al amigo de la calle. La cosa fue ardua, porque eran todas muy caras y nadie ahí tenía dinero para derrochar. Finalmente, Roberto encontró una clínica en Vicente López, a tres cuadras del Raggio - Rómulo Raggio -, y allí, con la plata que ponía el PAMI, lo internaron. El resto, unos trescientos pesos restantes, lo repartieron entre cuatro vecinos y tema solucionado.
Los meses que estuvo adentro, "Perca" tuvo una recuperación asombrosa. Las enfermeras estaban maravilladas por ese hombre resplandeciente y de veloz inteligencia. Nunca lo habían visto tan reluciente, tan erguido y tan limpio. A los seis meses, el internado decidió hacer una prueba de reintegración social y lo lanzaron a la calle. La primer tarea, ir al Ministerio de Trabajo, "Perca" la cumplió. Pero al segundo mes ya no fue, y nadie más supo del asunto.
A las pocas semanas, "Perca" estaba de vuelta en "Colegiales D.C.", vagando por las calles o gritando de alcoholemia. Roberto volvió a frecuentarlo, y más de una vez fue víctima ocasional de la ira de "Perca", perdido de borracho. Insultos, patadas, agravios, cualquier cosa hacía aquél hombre cuando estaba poseído. En una de sus últimas apariciones, un vecino con el cual Roberto no tenía trato llamó al SAME y a la policía, que estaba ya harta de lidiar con los escándalos de "Perca". Un abogado en bata se asomó en medio del tumulto y dijo que mejor era "hacer desaparecer" a ese hombre, visiblemente hinchado de feroz intolerancia. Roberto estaba indigando. ¿Qué decía ese hombre, hacerlo desaparecer? ¿En la Argentina?
Finalmente, "Perca" dejó de aparecer. Nadie más lo vio ni supo de él, aunque se comentó, tal vez a través de la policía, que lo habían llevado al Borda.
Roberto estaba apenado. Me decía que el tipo venía de una familia acomodada, su padre era un profesional, tenía un hermano que dirigía una productora de cine... ¿Cómo explicar que terminara en la calle? Roberto asumía que la familia se debía haber hartado, tenerlo así desde los veinte años... tal vez lo había dejado perderse. A mí me resultaba inconcebible esa opción: ¿Quién es tan monstruoso como para abandonar a un propio hijo en sus momentos de debilidad? Hasta las personas más diabólicas, hasta los abogados que exigen desaparecidos, quieren a sus hijos y les otorgan el perdón cristiano cuando se aclaran las trivialidades que separan a la gente.
Después llamamos al mozo, me invitó el café y quedamos a llamarnos para volver a juntarnos, pero no sé para qué arreglar, si igual siempre nos cruzamos por el barrio, lo cruzo cuando compra las verduras o cuando yo voy al quiosco y él a la tienda naturista. Tal vez somos nosotros, que andamos en algún lugar de la mente por los mismos recorridos, o es Colegiales, a los que algunos llaman "El Centro del Mundo".

Un país muy hermoso

Había una vez un tipo con cara de idiota que, desarrollando su sentido comercial, hizo de su cara de imbécil una marca registrada del humor. El en sí no era gracioso - más allá de su cara de infradotado -, pero se rodeó de otros idiotas y resabios sociales, un grupo de descastados y marginales que, aparentemente, sí eran graciosos. Como todo buen conjunto de inservibles, terminaron en la televisión y tuvieron mucho éxito. El idiota, que nunca cambió la fórmula sino que la hizo más chabacana, hizo el recorrido natural de todo idiota exitoso y se volvió, además, hijo de puta. Como todo buen hijo de una gradísima puta, siguió aparentando ser un idiota para poder ejercer su hijadeputez con toda impunidad. Para eso, mantuvo el discurso de ser un tipo de barrio y siguió comiéndose las eses al final de las palabras, a pesar de veranear en balnearios caros y mandar a sus hijos a colegios privados. Durante veinte años se aferró el hijo de una puta malcogida al micrófono, entreteniendo con basura a las masas y, como Hitler, se dedicó a gritar al micrófono, que justamente sirve para no tener que elevar la voz. Gritar a un micrófono aturde, y eso es lo que el idiota hizo siempre: aturdir. Lo grave, de todos modos, no era que el idiota hubiera alcanzado la posición que alcanzó, sino que todo un país sostuviera esa atrocidad. Porque, para que un idiota tengo éxito, tiene que haber un gran - grandísimo - número de idiotas que lo siguen y lo apoyan, o que encuentran gracioso lo que el idiota y su clan tienen para decir. Ahora bien, el humor del idiota se basaba en la humillación, el machismo, la degradación, la carencia de ideas y en todos los pilares de la ideología de ultra derecha: nula tolerancia, discriminación, homofobia y sometimiento. Que su fórmula tuviera éxito no es culpa del idiota/hijodeputa, sino de la gente que lo sigue, de un país retrógrado, nefasto, subdesarrollado, reaccionario y muy pero muy pero muy nazi, como el idiota mismo. Un país con pasado de dictaduras militares que nunca se acabaron, un país que nunca abolió los campos de concentración porque todavía compartimenta a su población, un país donde las elecciones las ganan tipo con bigote modelo Adolph y un país donde ser oscurito de piel merece la persecusión y el aporreo hasta sangrar por las alcantarillas.
¡Qué país tan maravilloso, agujero en la tierra, saco de mierda, poblado de excrementos en dos patas! ¡Qué hermoso país fascista, primitivo e imbécil, que pone en el trono al imbécil comerciante, al imbécil que mejor refleja sus valores! ¡Y qué maravilloso vivir en un país donde uno entra en una pizzería un martes a la noche para comerse una buena porción de fugazzeta antes de meterse en la cama y se encuentra con veinte monos anestesiados, mirando fijo a una pantalla donde un subnormal que cobra cincuenta mil dólares por mes sodomiza a una modelo menor de edad para finalmente, cuando la chica llora y se lamenta, decirle que es una jodita para el programa del Imbécil y que sonría a cámara, porque además le regalan un viaje, un televisor y no sé cuántas nimiedades más!
Algo tendré que hacer para no sentir que yo también soy un imbécil, rodeado de imbéciles y gobernados por imbéciles, todos fachos, todos garcas, todos genocidas.

Sunday, June 21, 2009

Coda

Hace días que me pica el cuello y detrás de las orejas. De entrada pensé que tenía psoriasis, pero sé que es falso. Pensé que los gatos podían tener pulgas, pero el veterinario me confirmó que no. Simplemente me pica. Debo estar brotado por algo que no sé qué es.
Ayer me encontré de nuevo en una fiesta con María. En algún momento se me ocurrió que me gustaba y decidí que tenía que hacer algo. Cuando hice avances, accedió, después retrocedió y la cosa quedó en nada. Estaba ya cansado del tema, pero apareció en la fiesta y, después de que yo la ignorara, se acercó a hablar ella. Las mujeres, pensé, uno las ignora y entonces quieren. Hablamos, me dijo que en una función se dio un golpe y se le enderezó la columna. ¿Eso no es bueno? No, la columna tiene que estar torcida. Ahora quedó así, tal vez para siempre. Hubo empatía, al menos eso parecía. Seguimos hablando y, cuando la banda empezó a tocar, nos quedamos uno al lado del otro. Después se movió una persona y se puso adelante mío. Cada tanto nos rozábamos. La agarré de la cintura y me acerqué hasta oler su pelo, hasta estar imposiblemente cerca. Gentilmente me quitó las manos, se giró y me pidió que no lo hiciera. No se ofendió, solo dijo no. ¿No ahora o no nunca? ¿Nunca lo había pensado? Ella pensaba que nos conocemos mucho, yo pienso que en realidad no tenemos idea de quién es el otro. Me dijo que era lindo, pero que algo le incomodaba. Claro, el pasado, el hecho de que yo la conozco antes de que fuera la actriz que es. Actriz en serio, de esas que se ponen en pose, son histéricas, inconsistentes y se expresan todo el tiempo en todos lados. Insoportables, la verdad, no hay nada peor que un actor y encima porteño. Son de mentira. En el fondo la vi insegura, el que debía ser inseguro - yo - estaba seguro. Se asustó, no quiso que el pasado se entrometiera en su prometedor ascenso al Olimpo de la Frivolidad. Me sentí aliviado. Tengo que dejar de hacer cosas que en realidad no deseo.
De noche soñé con Buenos Aires, me llevaban en auto y yo daba indicaciones de cómo llegar. No pasaba nada concreto pero recuerdo sentir que me hundía. Sentir que ya era tarde, que me había quedado adherido a esta ciudad cancerígena y que los sueños estaban muertos. Me desperté con los gatos a mi lado, y eso me hizo sentir mejor. No habrá amor humano para mí, pero tengo a los gatos.
Y hoy, domingo, mis amigos andan equis y yo hago el aguante, pero nadie me hace el aguante a mí. Al menos ganó Huracán, que no es mi equipo pero representa aquello que me gusta, y ya no le hago asco a los pequeños consuelos.

Wednesday, June 17, 2009

El poema de las piedras meditabundas

El mago tiene que créerselo antes de hacérnoslo creer. El truco no está en la carta, está en el aire.
Escribir canciones sobre artefactos tecnológicos no nos acerca más a la realidad.
La poesía no está muerta porque los precios del supermercado se hayan triplicado.
El bebé se ríe porque cuando mira al perro no piensa en la idea del perro.
Y ese psicoanalista encontró su veta hablando de divanes en vez de personas.

Hay quien confunde a la disciplina con autoristarismo. Encuentra así su excusa para la desidia.
Hay homosexuales que se mueren por no encontrar amor, pero son noticia por tragar y escupir.
Las monjas viejas también hulen a menopausia, aunque no se hagan preguntas.
En la Edad Media se morían antes de cumplir cincuenta pero tocaban la mierda con las manos.
El rocanrol suena apagado en las radios de autos de plástico.

Los viejos sueños fueron buenos sueños. No funcionaron pero nos mantuvieron despiertos.
El corpiño en el piso no se ve también como cuando lo tenés pegado a la piel.
Las milanesas son carne empanada pero eso no explica su sabor.
El gato se estira justo lo suficiente como para ser elegante, pero nadie lo pone en un desfile.
Los guardacárceles viven adentro del presidio. ¿No se sienten encerrados ellos también?

Las combinaciones no se acabaron pero seguimos repitiéndonos.
¿Estará en los cromosomas el ciclo de las cosas o somos calcos de otros?
El panadero ama a su mujer aunque le faltan tres dientes.
La mandíbula inferior prominente no la hace menos atractiva, sino más introspectiva.
Las personas centradas también matan aquello que aman.

Si reivindico al diccionario, ¿Tengo derecho a abrazar al silencio?
¿Hubo santos que no usaran sandalias?
¿Quién va a defender la belleza del parquímetro cuando cierren los museos?
¿Es la monogamia la contraofensiva contra la fobia a amar a todos?
Hay al menos cinco personas en el mundo que están pensando lo mismo en este instante.

No somos gaviotas, no intentemos retener al pez entre los labios.
No detengas al falsete porque esos hombres hablan con gruñidos.
Cremas y ungüentos para una cáscara, pero los poros seguirán saturados.
¡Usá a esa nariz como declaración universal, siempre un paso más adelante que los perfectos!
¿Quién no desea el fracaso de los que tuercen al sistema a su favor?

Alguna vez soñé con ser un astronauta pero las estrellas ya no me seducen.
La cerveza se toma de una sola vez, sino, como la oportunidad, sabe mal la segunda vez.
Los viejos amores hablan de quiénes éramos. Nos merecemos amores nuevos.
El consumo solo es inútil si es un tapón para la absurda magnificencia.
Ahora que estás lo suficientemente sucio, lávate las manos. Nada se siente mejor.

Sunday, June 14, 2009

Rumbo

Cuando los frailes menores se dispersaron, de dos en dos, hacia las distintas regiones, le tocó a fray Maseo acompañar a Francisco. Sin saber qué dirección tomar, Maseo preguntó qué rumbo era el indicado. Francisco lo hizo entonces girar en círculos hasta sentir que el mareo le impedía continuar girando. Cuando Maseo, aturdido por las vueltas, se detuvo, Francisco le indicó caminar recto en esa dirección y juntos arribaron a Siena, donde Francisco pacificó a un grupo de hombres en disputa y fue acogido magnánimemente por el obispo.
La lección es clara: elige un camino y continúalo sin cuestionar. La Providencia tiene grandes recompensas para quienes perseveran.

Thursday, June 11, 2009

La punta del mundo

Hubo un tiempo en el cual creía en el amor, hasta hace poco, de hecho. Siempre creí en el amor como una posibilidad, como un acercamiento a la felicidad que nunca tuve, como en las películas. Todas esas fantasías de romance que nunca se concretaron, más allá de las dos o tres veces que me inventé una historia para sentir algo. Pero la mayor parte de las veces simplemente me dañaron, me hicieron perder la esperanza en la gente y me dejaron con las ganas de dar, de ofrecer todo eso que nadie piensa que tengo para dar.
Hace mucho ya que no lloro. Antes sí, antes lloraba cada tanto, me emocionaba con alguna película, o me dolía tanto adentro que me ponía a llorar, y me sentía mejor. Sospecho que el Lamictal tiene algo que ver. Lo tomo todas las mañanas y con él se va el dolor, pero también se va la sensibilidad, las sensaciones, los sentimientos, casi todo. La humanidad queda, pero atenuada. Ya no me importa tanto, y eso está bien, pero también vuelve todo relativo y destruye todo anclaje con el mundo que me rodea. Es un mundo difícil, pero hay gente que cree. Yo no sé, a veces creo y creo eufóricamente, me dan ganas de gritar que todo va a estar bien, y hasta me atrevo a dar consejos. Aparentemente soy bueno dando consejo, porque la gente me quiere y aprecia mis palabras, pero yo no sé. Yo no me creo mis consejos.
No recuerdo momentos de felicidad intensa. Incluso mirando hacia atrás, al niño mimado y consentido que fui, no recuerdo sentir que el mundo se me iba de las manos por la belleza de lo que estaba ocurriendo. Sí recuerdo sentir ansiedad, o excitación, pero no felicidad abrumadora. Tal vez con las drogas, el éxtasis me dio algunos momentos de euforia y de absoluta intensidad, pero eran químicos y la represión no se iba del todo. Siempre me sentí solo estando de éxtasis, e incluso la cocaína, que vuelve mi discurso claro y conciso, me hace sentir lejos de la gente, una cabeza a la cual le sobra el cuerpo. Lo que más me gusta de las drogas, más allá del efecto pasajero, es consumirlas. La amargura de la pastilla que jamás se disuelve, el bolo sólido de cocaína ascendiendo por la nariz y bloqueando la garganta, durmiéndolo todo, el cartoncito de ácido que se va magullando hasta convertirse en una partícula que uno se traga, y después viene la espera.
La esperanza lejana siempre me mantuvo en pie y en ella deposité y aún deposito la razón para vivir. Aún no es mi tiempo, eso es lo que me digo, aún no. La cosa parece tomar demasiado tiempo, pero no sé si hay algo que pueda hacer al respecto. El camino no parece claro y tampoco sé muy bien si debería sostener esta búsqueda absurda o sucumbir al entorno y normalizar mi vida. No sé si tengo la fuerza para empezar de cero, no sé si puedo dar marcha atrás y decidir ser un tipo normal, centrado, con metas claras y que no pierde el tiempo. No creo poder empezar a creer de repente en el mundo, en la gente, en el futuro, en mí mismo. La terapia nunca me ayudó, porque mi escepticismo es más fuerte, y la medicación no parece estar haciendo maravillas. Al principio sí, me dio justo lo que yo estaba pidiendo: serenidad, picos menos pronunciados y valles más atenuados, acción más que palabras. Ahora no sé.
Desde que empecé a fumar, en parte porque siempre sentí que el cigarrillo me queda sexy y en parte porque me gustaba el armado del cigarro, el salir a fumar, matar la ansiedad con algo entre las manos, fumo de a atracones. Paso días enteros sin fumar o fumos diez cigarrilos al hilo, sin cuestionármelo. Siento que aún es una elección. En los días en que no hago nada, el cigarrillo y el café me dividen el día en secciones, hacen que el día parezca más significativo de lo que es. Pero en general son todos bastante parecidos: me levanto cuando me levanto, desayuno o almuerzo, escribo si tengo ganas, salgo a hacer algo por ahí (tomar café, tomar una clase de trompeta o de teatro), tomo café y averiguo de lugares donde me gustaría estudiar, miro películas. Después se hace de noche, tal vez tengo una cena, tal vez salgo con alguna de las chicas que conozco y con las que no me relaciono más allá de los besos y el sexo e intento por enésima vez escribir un guión de película que difícilmente logre filmar. Hay mucho que me separa del mundo y de la realidad.
Como dije, ya casi no creo en el amor. Tan desesperado estaba por este motivo que busqué a una ex novia a la que quiero creer que amé (no estoy seguro, pero cuando me dejó me dolió mucho; a veces pienso que fue más el orgullo que otra cosa, pero dejo margen para decir que fue amor) y salimos un par de veces. Todavía ahora la veo. No siento nada por ella, ni siquiera sé si me atrae. El trato es cordial, ambos somos cuidadosos, pero creo que ella es más cuidadosa que yo; a mí simplemente me da lo mismo. De sexo no hablamos y yo tampoco quiero. Ultimamente, cada vez que me acuesto con alguien me aburro. Hago como que me calienta, pero en realidad quiero que se acabe. Busco acabar a toda costa y a veces tengo tan pocas ganas que no me sale, y las mujeres se desesperan. Quieren que acabe, sino no se sienten realizadas como mujeres, pero yo las tranquilizo: a veces tardo en acabar, no es tu culpa, sexo tántrico, bla bla. Prefiero masturbarme, es más rápido, me sale mejor y lo hago cuando quiero sin tener que lidiar con otra persona cerca.
Me deprimen los cuerpos. Se caen, son imperfectos, huelen. Esto es un poco tenebroso, lo sé, pero en realidad no me molesta pensar así. Lo acepto. Intento cambiarlo, pero en el fondo creo que no quiero cambiarlo. En el fondo no quiero cambiar nada. La paso mal siendo como soy, pero no sé si puedo ser otra cosa. Hay algo que me gusta en odiar a todo el mundo, en pensar que son todos inferiores, en pesanr que nada es suficiente para complacerme, en mirar desde afuera y destruir. Eso es lo que quiero: destruir más que construir. ¿No hay ningún trabajo basado en eso? ¿Debería dedicarme a demoliciones e implosiones de edificios?
Es la presión la que me come, la presión de invertir bien mi tiempo, de estar encaminado, de hacer cosas importantes. Pero no siento que haga ninguna diferencia. No quiero terminar la carrera, no quiero hacer un posgrado, no quiero trabajar en una empresa. Todos nos vamos a morir de todos modos, tal vez mañana, tal vez el mes que viene. ¿Cómo tengo que hacer para creerme la charada de que las cosas son importantes, para que me importe pagar las cuentas y encargarme de arreglar la lamparita que se quemó? Cada vez escucho de más gente cercana que tiene cáncer y sus vidas parecían bastante encaminadas. ¿De qué les sirvió? Mi mamá toma un curso de respiración, me dice que es maravilloso pero a mí me suena new age. ¡No!, dice, nada new age, la mina que lo da estudió no sé adónde, es científico. ¡Como si el discurso de la ciencia tuviera hoy en día alguna relevancia! ¿Quién puede verificar que lo que la ciencia dice vale de algo, que no es apenas un sostén para que crezca la industria farmacéutica? ¿Y lo diet, alguien verifica qué determina que lo diet sea diet, que lo light sea light, que lo "natural" es natural? No, aceptan, consumen. Y, paradójicamente, viven mejor que yo, que cuestiono, me quejo, peleo para ser libre y no logro ser más que cruel.
La libertad, ese es el tema, qué difícil es conseguirla y, peor aún, saber manejarla. Es entendible que todos prefieran evitarla, seguir los pasos de papá, ser economista y trabajar en una multinacional. A nadie parece importarle comer comida rápida yanqui, ver películas yanquis, vestirse como en las publicidades yanquis, escuchar música en inglés, que los carteles en la calle estén en inglés en un país donde menos del diez por ciento habla ese idioma. La libertad, decía, el compromiso, son valores que yo considero que no se pueden negociar. ¿Y los demás? ¿Todos esos, tan cercanos a mí, que no cuestionan nada? Pienso todos los días en irme, en que este país y esta ciudad no son para mí, pero apuesto que todos piensan eso, y ni yo ni ellos tenemos razón. Los que la pelean salen, los nigerianos corren maratones y se salvan, los marroquíes hacen música y se salvan, los mexicanos hablan en inglés y actúan en películas de Hollywood. Yo podría ser como ellos, pero yo no creo como ellos. Yo empiezo a escribir o planear algo que filmar y pienso: ¿Para qué? ¿Acaso no vamos todos a parar al mismo tacho, hagamos lo que hagamos? Mejor tomo café y me clavo una paja, lo mismo da.
Mientras tanto, la vida pasa. Con los años me pongo más lindo, pero también más tímido. Hago avances desesperados sobre mujeres y algunas agarran, pero la mayoría ve mi dolor, o se inventa una pátina de éxito que las seduce, pero ese no soy yo. Quieren inventar un galán solo porque ven los rasgos salientes. Yo les quiero creer, pero en el fondo me siento una lacra. Quisiera sentir amor, pero solo hay desprecio, en especial por mí mismo. Y me aferro a las fantasías, porque esas son las que te sacan de la mierda. Tengo en mi cabeza los diálogos más extraordinarios, las declaraciones de amor más verdaderas, las caras de pasmados de los extraños que quedan obnubilados por mi discurso. Y lo que raro es que las pocas veces en que logré decir esas frases, sonaron ridículas, o funcionaron y aún así me quedé con la sensación amarga de que no estaba a la altura de mis expectativas. ¡Si nunca alcanza, la realidad nunca es tan apasionante!
El tiempo no es suficiente para hacer todo lo que quiero hacer. Tampoco las energías. Somos seres limitados, incluso gente mucho más brillante que yo eligió una sola tarea para toda su vida. Pero sigo pensando que voy a ser un genio de la literatura, un cineasta magistral, un actor único, un músico consagrado y, además, un dramaturgo sufrido y reconocido post-mortem. ¡Empieza por algo, chico, elige y prueba! Pero no, soy un dilettante que salta de una disciplina a la otra, dejando fragmentos de cada cosa. Lo peor es que hago todo bien. En serio, soy el tipo más autocrítico del mundo con lo que produce, ¡Pero soy bueno! El problema es que no sé elegir: no sé elegir disciplina, no sé elegir mujer, no sé elegir ciudad donde vivir, no sé elegir camino. ¡Y al final no hago nada, pedazos, fragmentos, odios y amores que se pelean por el pedacito de papel que dejé! Lo estoy intentando, juro que lo estoy intentando: pude elegir una casa, un compañero de casa, dos gatos maravillosos que huelen a mierda en las patitas pero que me quieren y me buscan y una colección de escritos que, si Dios quiere y el milagro se produce, serán publicados este año.
Seguiría escribiendo para siempre, eso es lo que me mantiene vivo. Sentir que a cada palabra que escribo me afianzo más, me siento más cómodo, me acerco más a Dios. No al Dios real, carajo, ese me da igual, sino a la idea de Dios, a lo sagrado, a lo que no podemos tocar con los dedos pero nos llena de satisfacción y de paz. El mundo me sobra cuando escribo, el amor está en el aire, la gente me parece interesante, yo soy uno conmigo mismo. ¿No ven? Basta poner en marcha la cosa para sentirse vivo. Basta llenar el vacío con algo para pasar del nihilismo más radical y del borde del suicidio (esta semana lo pensé al menos veinte veces, matarse joven, como Caicedo, pero algo me retiene, algo me deja de este lado) a la celebración de la vida. Recién le confesé a mi ex novia recobrada que prefiero darle besos y acariciarle la espalda que ir a buscarla a un bar en Martínez, donde seguramente no pueda ni mirarla a los ojos. No pido amor, eso es mucho pedir, más con alguien que uno (cree que) amó. Esas pilas se gastaron. Pero, mientras uno espera que algo pase, no está mal un poco de entretenimiento ingenuo y sano. Como hacer literatura, sobre todo si uno se olvida de esperar tanto y simplemente ofrece, lanza al mundo una piedra y espera. Espera. Espera. Y sigo esperando, mientras con una mano me aferro a la puntita del mundo.

Wednesday, June 10, 2009

Neuro bitchin´modern trash

Vacío/reflexión... una foto en B y N con puntitos de color de la impres... sí, de la impreso...
Sin final, infinitamente en loop, fragmentado, sin saber adonde ir.
Envidia, sana e insana, envidia al fin, de esos que... hicieron y hacen. Llenan el mundo, y yo en mi living comedor.
The trumpet, the trumpet, las notas me traban, me siento trabado en una nota, imagináte...
Dijo no, ni sí ni no, pero no, digo no. Vacas con manchas detrás de una cerca/disertación/dijo que no.
¡Decí que sí, decí algo más! que te siento lejos, lejos, cuando te hablo por un medio digital y tardás días en responder.
Amor, morcilla, silla, me caigo, me rompo, y no... te----tengo!
Cadenas de sentimientos que me prestaron, déjenme reternerlo, dejenmé, déjenmén!
Saboreo tu boca en un sueño y estás tan rica, tan sabor a vainilla, vainilia, tan... me derrito como tus labios, que se van, se evaporan, ay, qué sexy, y se pierde, se pierde...
Mi mamá es de juguete, y papá es de Dallas, de una serie así, y las chicas son caricatuchicas y yo también, me dibujó un nene mogo, un nene mongon, mogoliquín. ¡Mal dibujado, pero si no pensás, no ves que ni podés escribir bien tu nombre?
Falté, me hice ausencia, yo que siempre estaba, estaba para no carme del otro lado, ¿y ahora? me caí, me enmoldé, me emulé, me inmolé... ¡y uno con la baldoza! Babosa, babita, mamita, mamina, subíla, subíte, encima, mío, ya.
Todo, todo, dámelo todo, me quedo corto, me quedo cortina, cucurucho, voy a estallar, ya, voy a explotar, me voy a enlechar todo porque no me dan las manos y no me da, no me da.... dámelo ya, dame.
Uno solo, uno, me quedo con... me sacan... me frena que... me deja en... qué poco, loco, po---co.
Po---------co.
Yo soy poc............................... vos sos po................ él............................. ¿Por qué?
Por eso terminamos con la de Dio´, Dio todo Dio, todo o le dimos, le damos, le queremos dar y que nos de. ¡Dános Dio!
Danos algo que tener, alguito, una cosita, un alguín, alguillo a qué aferrarse, porque estamos tan solos, estoy tan solo, estoy tal sol.......

Friday, June 05, 2009

Esta noche

No dejes que el miedo te engañe, eso que ves te aleja de mí.
Aquí no hay nada que te ate, este no el modo de empezar la vida.
¿No sabías, acaso, que esta noche las calles son nuestras?
Esa gente no tiene nada adentro y hacen que nuestros televisores no enceguezcan de nuestras visiones y nuestras metas.
El gatillo del tiempo te cosquillea y no te da chance a crecer, pero no te olvides que esta noche las calles son nuestras.
Nadie más me acecha como vos, necesito saber que me deseas.
Ahora que sabemos matar a la soledad y hay tantas cosas que pueden curarte y hacer lágrimas del pasado.
Pero no esta noche. Las luces no mienten.
Esta noche las calles son nuestras.

Thursday, June 04, 2009

La pregunta resume todo

Vino a casa y nos fumamos un caño, tomamos café y yo además me armé mil cigarrillos. Todo bien, calma, no somos lo que éramos, dejálo ahí. Hablamos mucho de música, yo toqué la trompeta - de entrada me puse nervioso porque, con ella, adelante, no es lo mismo que practicar solito en mi cuarto - y ella me dijo que no sabe una mierda de música, que se sabe tres acordes y que con eso hace temas y que no quiere saber tampoco.
Yo no estaba muy seguro de lo que hacía, pero si uno trae a una chica a su casa, aún si es una chica así, con la que uno no empieza de cero, algo tiene que pasar. Una chica linda, además, que tiene muchas cualidades que a mí me gustan y con la que se puede hablar. La llevé al cuarto y ahí nomás, mientras me decía algo de la música haciendo muchas pausas en el medio, le di un beso. Me gusta porque gime cuando le doy besos, eso es impagable. Y saborea cada beso, hacía mucho que eso no me pasaba.
Después terminamos en la cama dándonos besos y me pidió que le acariciara la espalda, y yo lo hice. Como si fuera un favor me lo pidió, pero yo dije que nada de favores, que yo quería hacerlo. Besos y favores, abrazos horizontales.
Le hice leer sobre el sueño que tuve con ella. Dijo que se sentía halagada y se sonrojó. Pero si era verdad, soñé que ella estaba en la playa con un bebé entre brazos y al final el bebé era mío pero no de ella. Y estaba hermosa en el sueño, más hermosa que nunca, y creo que hasta pensé que el bebé era de ambos y la cosa no estaba tan mal. Pero en fin, la realidad es otra cosa y ahí estábamos los dos, en mi cama sin siquiera pensar en coger (¿Para qué? Si el sexo agota y arruina todo) y hablando de amor con otras palabras. Le dije que en realidad la habñia buscado porque todas mis mujeres recientes eran una nube de humo, y yo quería sentir como sentía cuando estaba con ella, cuando hasta el dolor era dulce.
Después se fue, nos dimos un beso y me gritó desde el colectivo que la había pasado muy bien conmigo.

A la noche soñé con ella de nuevo. Eramos nosotros en el pasado, la relación era esa. Pasional, sacada, lo bueno y lo malo al extremo. Era lindo, volver a eso en sueños: sexo desenfrenado y peleas a gritos, todo junto, los pelos todos revueltos y cosas que volaban. Al día siguiente, aparecía con otro. Yo a ese lo conozco, pero no sé qué hacía ahí con ella, y de última yo la culpaba a ella, porque él qué va a saber que el día anterior ella había estado conmigo. Abrazados estaban, sentaditos en un banco al lado de una pileta toda podrida, y yo trinando, hija de puta, basura, nos peleamos y se va con el primero que encuentra, así, en mi cara. Pero no decía nada yo, me la bancaba como un duque. Eso me sorprendió, lo razonable que yo era en el sueño: tema de ella, si quiere bardearla así, tema de ella, yo impertérrito. Pero los miraba, no podía parar de mirarlos, las hojas flotaban negras sobre el agua verde y el cielo estaba gris fulero, podrido, al borde de las lluvias. Me trepaba al árbol para verlos mejor, aunque ellos a mí no me veían, y las ramas se quebraban, toda rama que pisaba se quebraba, estaban rojas de enfermas. Entonces me subía al techo del quinchito, que estaba también cerca de la pileta y tenía techo de chapa. Me subía a la escalera caracol oxidada y llegaba a la chapa medio blandengue, pero subía igual, porque yo tenía que ver. No sé si no me escuchaban o si se hacían los boludos, pero él no paraba de mirarla y de darle besos y ella se dejaba, pero no parecía tan convencida. Claro, pensaba yo, si al que quiere es a mí, por qué no se deja de joder y se entrega.
Ni bien pisaba el techo se desplomaba y yo caía al piso, amortizado por la chapa, que se enroscaba como hamaca paraguaya, pero de la humillación no me salvaba nadie. Ni bola, ella y él. La guerra, eso era la guerra, y con lo que a mí me gusta la guerra...
Después vino una nebulosa y aparecí, en el terreno de los sueños, en Nueva York. Quise parar un taxi y apareció un gordito rosado y pelirrojo que también buscaba uno. ¿Te vas a tomar uno de esos? Yo también, me decía. Buena onda, los dos íbamos hacia la esquina. El taxi pasa de largo y aparece un tipo con una van Volkswagen con una cara de lo más extraña, con manchas de acné y los ojos rojísimos, estallados, pero que nos ofrece llevarnos. Dudo, la puerta del medio de la van está arrancada, pero el tipo hace señas con la mano, vamos, vamos, suban. Lo miramos y no subimos. Al toque llega un auto de policía y se baja uno de esos SWATs, medio fachos, y le empieza a hablar al tipo, cruzan apenas una o dos palabras y, así, de la nada, el cerdo saca una ametralladora gorda y pesada y empieza a gritar emergency, emergency, 911. Ni bien termina de gritarlo, apoya el arma contra el vidrio delantero de la van y dispara. Los sesos del conductor se esparcen sobre el tapizado de atrás y queda una mancha bordó sobre el vidrio del costado. Lo miro al gordo, me mira, no entendemos. Lo que sí estoy seguro, incluso dentro del sueño, es que la policía me da mucho más miedo que los degenerados que andan dando vuelta.

¿Qué es lo que está fallando?

Wednesday, June 03, 2009

Escribir me mata porque es como vivir con tiempo prestado

Cuatrocientos millones de pompas de jabón surcan el cielo y yo pienso en cuánto te amaba cuando estabas echada al sol.
Y rompo vidrios con un bate, rompo vidrios con un bate, porque quiero gritar ¡Yo te amo, yo te amo! pero ya no estás y en esta habitación se quemó la lamparita.
Después hicimos una torta, y le pusimos cosas de más, solo para ver si el empalague era universal, y no, era nuestro.
Seda prensada, algo que tocar, una oruga en tus brazos y yo paseo con los ojos por esos pliegues, que te quedan tan tan plegados, tan sobre los poros, que te quedan tan bien.
Después te doy besos en la parada del 26 y me decís, como si no pasara nada, que es lindo perderse en el sabor de un beso.
Yo me saco todos los pelos, no dejo ni en la barbilla, a ver si al final me puedo sentir limpio.
Seamos libres, mierda, hagamos algo que nos haga dormir bien, pero no esto, mierda, no esto, y esto es exactamente lo que hacemos.
Qué olor a carne picada, qué ganas de no tener sentido en nada y de hacer conexiones que nadie más ve.
Los gatos sobre el colchón duermen la mona, no guiñan el ojo ni cuando sacudo el plato, no opinan nunca.
Debería bastarte con mi amor, y no tendríamos que tener más que una sola bala, un solo tiro, y fallar, fallar, cagarse de risa del yerro hasta que nos duelan las costillas y gritar, juntos, al unísono ¡Silencio, Señor, silencio!
Silencio de calma pero también de ausencia, de no saberse solo por no tener opción.
La historia de nunca acabar, la de las palabras que se van, se las lleva el polvo.
Al final solo sabemos amarnos con palabras, y qué carajo implican las palabras, si no son más que esto, ¡Esto! Manchas sobre una superficie lisa, encajes de tinta, una camisa de fuerza muy tensa, muy húmeda, muy epidermis de serpiente.
Crucifixión, risa mal grabada y archivo, silencio de redonda, incoherencias que acaban ocupando el lugar que antes tenía la poesía.

Tuesday, June 02, 2009

Schauffenberg sintetizado

Schauffenberg vio la veta y lo hizo. Hay muchos arquitectos y no tantos inversionistas. Buscó la necesidad y le metió duro y parejo. Cárceles, Schauffenberg se metió en esa. Empezó por las escuelas, que son más aceptables y siempre hacen falta en época electoral. Pero de esas se aburrió, porque siempre son cuadradas y no dan lugar al vuelo. Sin embargo, Schauffenberg le encontró la vuelta: legos, pensó, bloques enormes. Encastran unos con otros y uno tiene una escuela instantánea. O una cárcel. Y así arrancó, a rolete con las penitenciarías para el Gobierno de la Provincia. Chorros hay siempre, y los amigos no tienen por qué saber. Contrato fijo con el Estado y a cobrar. Cárceles de juguete, rápidas, para encerrar a toda la mierda que se come al país. Pero eso a Schauffenberg no le importa. Solo quiere andar en su velero.
Un día sale a dar una vuelta en el barquito para ahogar los gritos de la jefa y le agarra la calma chicha. Ni una brisa, nada. Parado, se queda. Y no acá nomás, sino río adentro. La comida alcanza, pero la cabeza no. Se le va a Schauffenberg, que empieza a hablar solo. Se le aparece la vieja, el hermano, empieza a hablar con todos. Hablan largo y tendido. Cuando vuelve, Schauffenberg no es el mismo. Se va de las conversaciones, dice cosas que nadie entiende. Desde entonces, las cárceles vienen con capilla de legos. Si nadie escucha, alguien allá arriba seguro presta la oreja.