Monday, February 08, 2010

Marina

Estábamos hablando de otra cosa, de algo trivial.
Papá tomaba clericó, nosotros tomábamos cerveza.
Mamá no había pedido plato, comía de los nuestros.
No me acuerdo cómo empezó, pero todos nos callamos.
Papá empezó a hablar del accidente.
Lo conocido, al menos los datos iniciales.
Creo que hablábamos de cicatrices, o de operaciones.
Nos mostró la cicatriz permanente que tiene en la ceja izquierda.
Después nos explicó con detalle el choque.
Ahora recuerdo: hablábamos de la Hiena Barrios, de su culpabilidad.
Homicidio culposo, no doloso, explicó papá.
Cuando murió Graciela, a mí me acusaron de lo mismo.
Fui a hablar con los jueces, me dijeron que estaban todos locos.
Pero no había testigos, los choferes del micro lo estaban arreglando.
No vieron nada, solo escucharon el choque y fueron a ver.
El choque fue de mi lado, el que debería haber muerto soy yo.
Pero no, atravesé el vidrio y caí afuera.
Me rompí una pierna y doblé el volante con mi cuerpo.
Pero la que murió fue ella.
De una hemorragia.
El tipo desapareció.
Cuando quise pasar al auto, el tipo se mandó y no miró por el espejito.
Me di cuenta de que no pasábamos los tres autos y me tiré hacia la banquina.
Ahí estaba el micro, y perdí el control.
El hijo de puta que me encerró se escapó.
Y me culparon a mí.
Ninguno de nosotros hablaba.
Nadie conocía esta versión de boca de Papá.
Nos llevaron a Chascomus, dijo.
A mí me sangraba la cara, recuerdo que apenas podía ver.
Nadie paraba, nadie me atendía.
A Graciela la llevaron a una habitación y a mí a otra.
Me dieron un teléfono de línea, en esa época no había celulares.
Llamé a Buenos Aires para contar lo que había pasado.
Me dijeron que ahí no podían atenderla.
Nos llevaron rápido a La Plata.
Me operaron de inmediato de la cara y la pierna.
Pero yo solo podía pensar en Graciela.
Le preguntamos si esa fue la última vez que la vio.
Mi hermano me estaba esperando en La Plata, siguió.
No me acuerdo qué pasó en el medio.
El siguiente recuerdo que tengo es un cuarto de hospital.
Vinieron a decirme que Graciela había muerto.
Ni se me ocurrió preguntar qué había pasado con el bebé.
Un par de meses después volví a trabajar.
Ya estabas conmigo, dijo Mamá.
Creo que sí.
Vino un tipo al estudio y me dijo que lamentaba lo ocurrido con mi mujer y la nena.
¿Qué?, le pregunté.
La nena.
Lo quise matar.
¿Cómo podía ser que ese tipo supiera que era una nena y yo no?
Todos lloramos.
Mamá me preguntó: ¿Estás llorando?
No, me estoy cagando de risa, respondí.
Qué aparato que sos, le dijo Hermana a Mamá.
Papá también lloraba, con cierto pudor.
¿Podrían haberla salvado?
No lo sé, dijo Papá.
¿Te imaginás qué hubiera pasado si no hubiese pasado el accidente?, me preguntó Mamá.
Entonces se acordó de mis palabras.
"Yo hubiera nacido igual", me citó.
Papá rió.
Muchas veces lo dije, yo hubiera nacido igual.
Ahora no estoy tan seguro.
La nena se iba a llamar Marina.
Entonces yo ahora sería Marina, dije.
Tendría unas tetas enormes.
¿Soñás todavía con el accidente?, preguntó Hermana.
Durante mucho tiempo sí, pero ya no, dijo Papá.
Todos cenamos.
Yo me quedé pensando en todos los momentos en que pienso en morir.
Pero vivo.
Si no es por mí, al menos por Papá.
No puedo hacerle eso.
No se merece eso.
Si no es por mí, será por Marina.
O para reafirmarme.
Yo hubiese nacido igual.

Thursday, February 04, 2010

Absolute denial of oneself

I´m stuck. I´m tied to this desk. I can´t get out. I´ve been doing the same shit over and over again and it seems like it´s been like this forever. I´m tired, I want to sleep for ages. I´m sick of complaining. I don´t feel free at all. I don´t even know what freedom is supposed to mean. I only know it´s meant to be better than this. I feel numb. I´m out of strength. I don´t remember how enthusiasm is supposed to feel. I feel regret. I don´t feel nostalgia anymore. I don´t see a way out. I can´t see further than this desk and this chair and this office. I don´t read anymore. I´ve lost interest in everything. Everything looks black and white. The only noise I hear is that of fingers striking on keyboards. I don´t read the news. I don´t call old acquaintances. I sometimes miss old girlfriends, but not that often. I complain in the morning and stretch as long as possible the evenings. I get tired of films half-way through. I don´t make new plans for the future. I criticize everyone and everything. I dream of things I didn´t have the guts to do. I have a closet full of things I left behind. I pretend to know things I don´t actually know. I feel tied. I´m cold. I plan to do things and never actually accomplish anything. I love to suffer. I´m cheap. I only sing in the shower. I never look up. I hate the sun. I despise optimistic people. I save money and never use it. I have a hard time breathing. I smoke too much. I don´t care about health. I never buy new clothes. I feel at ease when there´s nothing left to do. I don´t believe in positive thinking. I don´t think ideals will take you anywhere. I don´t trust activists. I don´t see the point in anything. I envy those who take chances. I hate my body. I don´t enjoy traveling. I sense time slipping through my fingers. I hate writing. I´ve long stopped talking. I loathe people who express themselves constantly. I detest life utterly. I don´t think that´s funny. I can´t stop. I want to quit. I´ve even grown tired of myself, the possibility of myself, my own image in the mirror, my own me in any of it´s multiple ramifications.

Gregory D´Amato (1964-1983)

Wednesday, February 03, 2010

La selva de lo real

La maleza es espesa, por momentos los machetes no alcanzan. Los hombres comienzan a cuestionar los motivos. No tengo mucho para decirles, solo sigo adelante. Me siguen, porque son fieles y no reniegan de su hombría, pero sé que ya no creen en este viaje. Después del episodio del tigre, algunos de ellos continúan a desgano. Sé que tienen miedo. Yo también tengo miedo. Pero sé que no hay vuelta atrás. Nuestro destino es grande, nuestro coraje prevalecerá. Sé que el regreso prematuro puede implicar nuestra muerte espiritual. Y, como su líder, soy el que abre camino. No puedo ver más allá de mis propios pies, pero la fe me guiará. La herida en mi brazo izquierdo no se ve bien, creo que ha empezado a infectarse. Las provisiones son cada vez menos y nos hemos quedado sin municiones. No las necesitamos. Nuestros enemigos no son de este mundo. La batalla transcurre en la mente, ese es el campo de batalla. Hoy acamparemos cerca del árbol sagrado. No sé discernir a qué distancia y la brújula ya no responde. El lugarteniente intuye que al caer la noche, avanzando en línea recta, llegaremos al álamo. Se acerca el temporal, lo anuncian los insectos en su chillido incesante. Hemos perdido cuenta del tiempo, uno de los soldados razos dice que estamos en Enero. Es probable, pero no lo sé. Solo sé que me han enviado a este infierno tropical con un motivo, y que no pienso regresar con las manos vacías.