Wednesday, August 31, 2005

CCCD (las cuatro actividades humanas basicas): parte 3

3) Cagar: el cine ha tratado poco esta probelmática y, si en efecto la tomó, jamás fue seriamente. Cada tanto tenemos a un personaje en una comedia pícara hollywoodense defecando, pero tampoco saben actuar esto. Como con el sexo, aflora el pudor y tenemos planos frontales donde los actores hacen malabarismos o se inclinan para adelante para que no se les vea o el falo o el ano (ejemplo: The rules of attraction, de Roger Avary, donde vemos a James "Dawson" van der Beek en ese acto). Los italianos han sabido ocuparse del tema con gracia, tacto y conocimiento de causa. Dejemos que Pasolini, a través de Saló, nos diga qué se puede hacer con la mierda.
4) Dormir: el acto más banalizado y desdeñado de todos. El dormir en sí es irrelevante, siempre importa el sueño, el sexo o el paso del tiempo. La cama sirve para otra cosa y el descanso en sí es elipsado, mostrar a alguien durmiendo no dice nada de el personaje. Veremos infinidad de veces a un personaje enamorado de otro, viéndolo dormir, pero el acento no está en el durmiente sino en el despierto. El cine prefiere a la actividad antes que al reposo (como se dijo, sólo Warhol retrata al acto en su real dimensión en Sleep, película que nadie nunca vio completa).
La conclusión es evidente: al cine, la vida real en su más visceral esencia no le interesa. La idea de realidad o, más precisamente, de verosimilitud es siempre una construcción. ¿No estamos más acstumbrados a las coordinadas peleas cinematográficas antes que a las toscas y desordenadas contiendas reales? ¿No creemos más en una muerte aparatosamente fílmica que en la silenciosa muerte real? Poco importa ya la diferencia. Sólo sé que cada vez que un personaje se introduzca alimentos en la boca o interactué con otro íntimamente o expulse sus desechos o se rinda al sueño, yo estaré mirando, juzgando, esperando.

CCCD (las cuatro actividades humanas basicas): parte 2

1) Comer. Aquí se define quién es un buen actor y quien. Casi nunca me creo cuando se come en las películas. ¿Por qué? Porque me doy cuenta de que el actor no tiene hambre y de que viene de hacer veinte tomas antes de la que quedó. Por ende, en el cine todos comen de a bocados pequeños, delicadamente y aprovechan cualquier interrupción para detener la ingesta. El buen actor en serio es quien me convence de que sabe actuar el acto de alimentarse y hacerlo natural. Los orientales son grandes comensales cinematográficos y sus voracidad se suele reflejar en las prolongadas escenas de alimentación del cine oriental moderno.
Quedan descartadas las películas donde vagabundos son alimentados, ya que el acto de comer pasa a primer plano y debe ser exagerado. Cabe aclarar que mis películas preferidas sobre alimentos suelen involucrar una perversión a la norma. Ejemplo: La gran comilona, del enorme Marco Ferreri.
2) Coger: diré poco y nada. Todos le temen a las escenas de sexo y polemizan sobre los desnudos. Las grandes estrellas se enfiestan a troche y moche, pero a la hora de llevar eso a la pantalla son pudorosos, tiemblan de espanto. Los planos cerrados, los fundidos encadenados y las luces rojas nada ayudan. Son contadas las buenas escenas de sexo y en general provienen de Europa. No analizaré a la pornografía o las películas comerciales con sexo explícito (la nueva moda), ya que estoy hablando de actuación y de no sexo real filmado (Nine songs, de Winterbottom).

CCCD (las cuatro actividades humanas basicas): parte 1

Embarcado como estoy (hace más de quince años de mi veintipocos tacos) en la perpetua reflexión sobre la imagen (fílmica, claro está), no veo por qué detenerme ahora. Veo allí una inagotable fuente de expansión y de divertimento y, vamos a admitirlo, los planteos me salen casi naturales, tanto para el deleite como para la alienación de quienes me rodean.
El tema de hoy es sencillo: el cine y nuestras actividades constitutivas; no aquellas que elegimos hacer, sino aquellas sin las cuales no hay vida. En el lingo popular: C(omer), C(oger), C(agar), D(ormir). Si el cine, quiéralo o no, gira en torno a la vida humana (espero el día en que haya cine no humano, sin descuidar al protagonista bressoniano, el burro Balthazar, o a los intentos soviéticos mecánico - deterministas), necesariamente retrata esas cuatro actividades elementales. Curioso resulta que no todas son igual de aceptadas y su representación no es siempre bien vista. Todos vemos de buen grado el comer en el cine y más de uno se deleite con Babette y sus banquetes, pero si mostramos a alguien defecando nos tildarán de escatológicos, si mostramos a alguien durmiendo por un tiempo prolongado nos tildarán de snobs (pobre Warhol) y si mostramos sexo seremos o bien osados (sin genitalia, claro está) o pornógrafos (la polémica queda para otra oportunidad).
Vale decir, las cuatro actividades pilares de nuestra vida son para el cine problemáticas. Tomemos una por una.

Tuesday, August 30, 2005

Dios no esta en la tele: parte 3

Tercera parte, novela en entregas...
Basándonos en este principio, ¿Es de extrañar que las películas de época estén condenadas al fracaso desde su total credibilidad? No existe la película de época absoluta, ya que lo quiera ésta o no, está plagada de signos y señales que nos retrotraen de vuelta a la cotidianeidad tangible en la que fue filmada. Si toda reconstrucción histórica parte de una lectura de ese trozo de historia a representar, es inevitable que la realidad contamine a la ficción a representar. Cuando un cierto corte de pelo o una cierta de entonación no invaden el campo histórico con anacronismos, cuando los colores no delatan a los swinging sixties de fondo al disco de los setentas, ese magma amorfo al que llamamos “sesentosidad” nos indica sin mayores dudas en qué momento real fue filmado o fotografiado el evento.
Lo cual nos lleva nuevamente al punto de partida: ¿Cuál es la Verdad de la imagen si esta se ha hecho múltiple, versátil y, además, es incapaz de alejarse de los condicionamientos de la época a la que pertenece, si no sabe desatarse del yugo de la realidad que la circunda? ¿Cómo estudiar al elemento místico de la imagen que la hace inabarcable pero que a la vez la asienta espacio – temporalmente?
Filmemos una pared blanca indefinidamente y hagamos la prueba. Me arriesgo a decir (y ciertas fuerzas cósmicas están de mi lado, sin dudas, sin motivos, porque sí) que tendremos una imagen compleja, identificable pero impenetrable a la vez, incapaz de convencernos de su verdad o de su falsedad. Estamos obligados a creer en ella o a tantear a ciegas, retocándola y rogándola que nuestra elaboradas máquinas le sepan insuflar una pizca de Verdad, a la cual sólo llegamos intuitivamente (y de allí la subjetividad y la paranoica dificultad de encontrarla).
Dios no está en las imágenes. Ellas no esconden el sentido de la vida.
La imagen pura no existe.
El anclaje sémico es un proceso inevitable.
Hay que seguir tanteando en la oscuridad, confiando en nuestro sentidos, avanzando a tientas, sabiendo que es lo único que tenemos.

Dios no esta en la tele: parte 2

Segundas partes, no siempre peores...
El problema ya no es técnico ni práctico, sino filosófico y, tal vez, ontológico.
¿Hasta qué punto el medio modifica al contenido de lo retratado?
Hagamos un experimento empírico. Elijamos un objeto del mundo real, inanimando e invariable, preferentemente inalterado por el paso del tiempo. Retratemos a ese objeto una vez por década, puntualmente y sin pasar por alta ninguna de las décadas. Es un trabajo puntual y duradero, pero acarrea frutos válidos. Basta buscar un poco en nuestro iamginario para descrubrir que retenemos en nuestros recuerdos una configuraciín a la que llamados “imagen de los años sesenta”, “imagen de los años setenta”, etc. Sin lugar a dudas que cada década trae aparejada innovaciones y descubrimiento de nuevas técnicas (los sesenta traen los formatos panorámicos y el uso intenso del color, los setentas juegan con la cámara en mano y la imagen “sucia”), pero se da a su vez una fenómeno menos metodológico y más ontológico, vinculado no a lo retratado sino a la sensación que esa imagen transmite.
Mi hipótesis, si bien incomprobable, sería la siguiente: aún fotografiando el mismo objeto invariable, desde una misma ubicación, bajo los mismos parámetros estéicos y fotográficos, bajo las mismas condiciones meteorológicas y sin la influencia de marcadores temporales (objetos externos que remiten a la época en la que está tomada la fotografía), cualquier espectador con un mínimo de años vividos podría reconocer a qué época pertenece cada foto. ¿Por qué? Por el tipo de emulsión usada y su resistencia al paso del tiempo, por la coloración, por el papel o incluso por la forma en que este papel está dispuesto. ¿Sólo por esto? No, hay un elemento extra, el elemento místico, al que llamaré “setentosidad” o “ochentosidad”, una cualidad versátil y fluida que inmediatamente nos remite a la época de procesado, un aire reconocible y al mismo tiempo indescriptible que nos lleva a reconocer sin ambigüedades la década en cuestión.

Monday, August 29, 2005

Dios no esta en la tele: parte 1

No somos Bazin, carajo.
El problema estaba planteado desde los comienzos. La tecnología sólo lo increcentó. Es probable que lo siga haciendo. (Hay quienes siguen adelante de todos modos, indiferentes, los irreflexivos, los idiots savants de nuestros tiempos). Es curioso como, en un mundo tan plagado de imágenes, ya nadie se lo cuestione. Ya nadie se pregunta cuál es la verdadera imagen, o la Verdad en la imagen o si deberíamos creer en las imágenes.
Se establecen cadenas conectivas, donde la imagen es procesada y transfigurada, modificada y manipulada. Este proceso nos es vendido como una ampliación de la libertad, una flexibilización de los rangos de manipulación para una imagen. Lo cierto es que, cuanto más posibilidades tenemos para registrar procesos de mundo, más se disfumina la búsqueda sobre la Imagen Verdadera, ese santo grial sensorial.
Si la fotografía primero fue la única reina, montada en su apoteosis por la prosa baziniana, luego secundada por el cine, basado en el mismo principio, la imagen posible era una y única (no a nivel sémico, sí a nivel de soporte). El advenimiento de la imagen digital destruye el mosaico monocorde de la imagen analógica y destruye la apreciación casi mística que el celuloide había construido del mundo.
Podemos filmar con una cámara digital en mini DV o en DVCam, en Beta o en Alta Definición, podemos filmar con una webcam o con una cámara de fotos digital, podemos sacar fotos analógicas o digitales y manipulables por computadora; se puede hacer un film to tape, tape to tape o tape to film, escanear la imagen, retocarla, ampliarla. Entonces, dadas las variantes y sus diferencias, ¿Cuál de todas ellas es la imagen verdadera? ¿Cómo sé cuál de todas ellas representa más fielmente el fenómeno real?

Sunday, August 28, 2005

A mi me suena razonable

¿Y que pasa si ya no es así?
y capaz que no nos damos cuenta
no permitas que hable mal de mí
aunque todos diferentes sean
sangramos igual.

Saturday, August 27, 2005

¡No, otro maldito post amoroso!

En lo que respecta a las mujeres, no soy muy diferente a los demás hombres. Vale decir, no soy original en mis pretensiones y, si bien guardo ciertos fetiches u obsesiones para mí, no tengo demasiado que ocultar. Me gustan mis mujeres delicadas pero decididas, sofisticadas pero con capacidad de disfrute, ágiles pero con el timming suficiente como para detenerse a peder conmigo un rato. Esta breve descripción no me acerca al común de los hombres, como anuncié, pero la verdad es que tampoco soy excluyente: soy un buen carnívoro y tengo debilidad por los pechos y las nalgas como cualquier hijo de vecino.
El balance es entonces un tanto contradictorio; me gusta la sutileza y también la explicitud, pero sazonadas en muestras equivalentes. Cuando tengo mucha carne anhelo la fragiliadad y cuando abunda la sofisticación ruego por la sexualidad desenfrenada. Y ahí es donde, creo, me diferencio un poco de la media masculina: tengo un complejo de falta, un tanto de histeria, que se asemejan a lo femenino (y con esto no implico nada) y eso desemboca en dar vueltas y ser inconformista y hablar más de lo que debería. En pocas palabras, no sé apreciar lo que tengo, nada es suficiente.
Algunas son demasiado flacas y delicadas, ergo, no me despiertan apetito sexual.
Otras, que una vez fueron nenas, quieren demostrar que son ahora mujeres, ergo, extraño a la nena.
Otras son serpientes venenosas que, si bien tentadoras, son letales y aprendí de la experiencia.
Otras son fogosas y exhuberantes, pero en esa combinación siento una vulgaridad disimulada que me aleja.
Las entregadas me desmotivan, las histéricas me dan rechazo, a las indiferentes les pago con la misma moneda.
Y después están las complicadas, mi especialidad, que sea por sus inseguridades, sea por su entorno, sea por su ideal, hacen que uno las desee al mismo tiempo que desearía no desarlas en absoluto. Pero no... basta una llamada a último momento, cuando uno se iba a rendir, para que el deseo vuelva, renovado, intenso, insaciable. La recompensa nunca basta; siempre nos pagan con billetes falsos. Tienen esa fabulosa capacidad de generar más ansias a medida que sacian las ya existentes y uno se enreda en sus perfumes y en bufandas de plumas y... zas... se acabó la función.
"Es un asunto muy triste, abrí mi corazón tantas veces ya... "
Hay que hacerse cargo de lo que uno desea. A fin de cuentas, el deseo es propio y algo de elección hay.
Alegría, comensales.

Tuesday, August 23, 2005

Preludios y nocturnos

¿Por que se dice, cuando uno se excede de faltas o es penalizado en una materia académica, que se quedó "libre"? ¿La libertad no es acaso algo bueno? Si se cumple con las pautas y se aprueba la cursada, ¿Está uno "prisionero"?
¿Por qué decimos "ni en pedo", cuando hay muchas cosas que bajo el estado de ebriedad tampoco haríamos? Y cuando decímos frases como "ni en pedo dejo de tomar", ¿No estamos planteando un absurdo?
El término "remis", que muchas veces aparece escrito como "remise", ¿Proviene acaso del francés, en su significado de "vuelto a colocar"? ¿Significa, a fin de cuentas, "repuesto"?
¿Por qué cuando no nos importa la muerte decimos "se murió" pero cuando queremos ser respetuosos decimos "falleció"?
Si simpático es que "comparte el pathos", antipático es quien "es opuesto al pathos" y apático es quien "no posee pathos", ¿Qué demonios es el pathos?

Thursday, August 18, 2005

Listas, benditas listas

Aquí va mi top ten de creaciones de Johnny Depp, el mejor actor de los noventa. No entraron, a mi gusto, las actuaciones más bien convencionales o naturalistas, sino que incluí todos los freaks y extravagantes que el gran Johhny compuso. Esta vez sí soy jerárquico, pero todos ganan.

1) Raoul Duke/Hunter S. Thompson (Fear and loathing in Las Vegas, 1998, Terry Gilliam)
2) Jack Sparrow (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl, 2003, Gore Vidal)
3) Ed Wood (Ed Wood, 1994, Tim Burton)
4) Willy Wonka (Charlie and the Chocolate Factory, 2005, Tim Burton)
5) William Blake (Dead Man, 1995, Jim Jarmusch)
6) Ichabod Crane (Sleepy Hollow, 1999, Tim Burton)
7) Edward Scissorhands (Edward Scissorhands, 1990, Tim Burton)
8) Sands (Once upon a time in Mexico, 2003, Robert Rodriguez)
9) Wade "Cry Baby" Walker (Cry Baby, 1990, John Waters)
10) Inspector Fred Abberline (From Hell, 2001, hermanos Hughes)

Bonus track: Bon Bon/ Lieutenant Victor (Before Night Falls, 2000, Julian Schnabel).

Puntos suspensivos

...

Tuesday, August 16, 2005

Por que creo en Dios

No voy a misa, ni respeto los ritos, ni leí la Biblia y me cago en la diversidad de credos. Pero creo en Dios. ¿Por qué? Porque no hay manera de que azarosamente la vida sea tan cruel y despiadada, tan sarcástica delante de nuestros ojos. Y no hablo sólo de mí, hablo de ustedes también. Dios está ahí y es una mierda viviente que se ríe de nuestras desgracias y en especial de todos esos infradotados que profesan su palabra, confundiendo maldad con pureza y burla con amor.
Aquí mis razones:

- Todo lo rico, sabroso, disfrutable hace mal, o engorda o mata.
- Todo lo bueno pronto llega a su fin a través de alguna desdicha, enfermedad o accidente violento.
- Si hay posibilidad de que algo fracase, eso ocurre (ya hablaré del profeta).
- Siempre lo verdadero es olvidado y lo superficial es masivo. Si algo verdadero es aceptado, pronto se convierte en falso.
- Siempre se imponen ideales agresivos y difíciles de satisfacer, a los cuales hay que someterse violentamente.
- El cuerpo es un caldo de cultivo para reacciones alérgicas, pelos, irregularidades y aflicciones. Estamos condenados a vivir con un estuche vulnerable y bastante desagradable.
- Tenemos conciencia y eso nos impide satisfacernos, cuando todos los placeres y delicias están a la vista.

Ergo, Dios existe y está allí para jodernos la vida. Si nos gusta mucho el alcohol, inventa la cirrosis y la acumulación de grasa en la zona de la cadera. Si disfrutamos mucho de las drogas, inventa la sobredosis. Si creemos que el sexo al natural es fabuloso, allí surgen las enfermedades venéreas, el sida y la obligación de usar preservativo que hace al sexo tan apasionante como lamer una gata peluda.
Dios existe y no vive en las Iglesias. Vino a asegurarse que la vida sea un valle de lágrimas para tí y para mí. Aleluya, ovejas.

Y no vino sólo. Trajo al profeta, Murphy, con su libro de leyes. Sabio que enunció todos los males del mundo, no para salvarnos o para guiar nuestro camino, sino para revelarnos la futilidad de la esperanza, la imposibilidad de salir, la resignación como modo de rezo.

Monday, August 15, 2005

Lo bello y lo triste

Si bien el título es un lugar común, no deja de ser menos apropiado. Esta semana que acaba de pasar trae aparejada dos reflexiones, o, para usar otra frase archiconocida "tengo una buena y una mala noticia". Como en la mayoría de estos casos, voy a empezar con lo malo y seré breve.
Lo malo es que me desagrada bastante mi vida y que no me gusta lo que soy. Tomé malas decisiones y debo hacerme cargo del resultado general. No tomé riesgos, no aproveché las oportunidades y me dejé estar. Hoy soy el producto de ese lento proceso de involución y puedo afirmar que soy tan mediocre como la gente a la que critico. Hoy estuve todo el día invadido por esa sensación e imposibilitó toda posibilidad de disfrute. Debería dejar esta ciudad asquerosa, pero no veo que eso pase pronto.
Lo bueno es que sé reconocer cuando estoy equivocado y ayer tuve una hermosa ocasión para probarlo. Estaba con unos amigos dialogando animadamente y bebiendo, en una típica situación de presalida. De fondo corrían imágenes de El Show de Benny Hill, que a esta altura todos sabemos que es una obra de arte absoluta y me hizo a reir hasta las lágrimas. Claro que esta vez ví allí un desarrollo del gag que no había notado antes y reconocí que el humor del bueno de Benny no sólo es música rápida + aceleración de la acción + jump cut + muñecos + golpe en la cabeza al viejito. Un humor típicamente británico surge en cada secuencia, chistes sobre adulterio y parodias estilizadas... todo un mundo de sutilezas que no había notado.
Pero no es ese el tema a tratar, sino que redescubrí a Stanley Kubrick. Yo sé que parece una trivialidad afirmarlo así, pero durante mucho tiempo me resistí a sus encantos. Influido por gente imbécil y de mentalidad estrecha, repetí la frase "es sólo un buen fotógrafo", como si eso me hiciera más inteligente. Ayer, luego de estudiar a Benny, alguien colocó como imagen de fondo La Naranja Mecánica (que, por cierto, se llama así porque en malayo "orang" quiere decir "hombre", de ahí que sea "el hombre mecanismo de relojería", ergo Alex). Esta vez, por primera vez en la innumerable cantidad de veces que la ví, me pude abstraer. No estaba mirando qué estaba pasando en pantalla sino cómo estaba siendo filmado. Descubrí una planificación perfecta y armónica, construida e base a puntos de fuga centrales, muy renacentista. El misticismo general surge de cada plano particular y de su admirable equilibrio, de su fuerza propia, como si no hubiese otra alternativa mejor que colocar la cámara donde está. Pero no sólo eso: el patrón de movmiento, los planos largos y delicados que parten de un detalle para llegar a un inmenso plano general.
Y no sólo eso... conecté a Benny Hill con Kubrick y descubrí que comparten el humor. Ese humor socarrón, un tanto nonesense, otro tanto flemático, levemente cockney, sarcástico hasta la médula, donde toda institución es perversa y cada hombre esconde bajo sus pantalones medias de red...
Estaba equivocado y lo reconozco. Me da placer y me regocija y me da una satisfacción temporaria que es bienvenida, un baño de humildad y redescubrimiento que por momentos me aleja de las miserias cotidianas.

Sunday, August 14, 2005

Mundo loco

Me parece un poco gracioso,
me parece un poco triste
los sueños en los que muero son los mejores que tuve.
Me cuesta decírtelo,
me cuesta entenderlo
Cuando la gente corre en círculos es un
mundo loco
mundo loco.

Poses

En los verdes parques otoñales, conduciendo
al maravilloso coro de todas las calles de la ciudad,
cantando sobre estas poses, que ya no son infantiles,
me hicieron un hombre pero a quién le importa lo que eso es.

Handbags & gladrags

¿Qué pasará contigo, mi amor,
cuando finalmente te hayan despojado
de las bolsas y los harapos
que tu pobre abuelo tuvo que sudar para comprarte?

Thursday, August 11, 2005

Mientras pasa el tiempo, niego el espacio

Ya no puedo vivir en Buenos Aires. Ya no la tolero, aún si a ella yo le resulto indiferente. Yo no la hago a ella pero ella no me hace a mí. Lo cierto, claro e indisimulable, es que ella me alienó; no fue intencionalmente, ya que tiene problemas más serios que mi bienestar en su atareada agenda, pero lo hizo. O yo me dejé alienar en ella, no sé. Algo se rompió, algo se dobló más de la cuenta, algo se quebró. Y ya no puedo ser yo en esta urbe sudamericana, ya no hay recomposición en el interior del circuito. Ya no hay nuevos circuitos sino que todos se reducen a un sólo, único, eterno circuito multiforme y polifacético en el que las caras cambian para sólo ser siempre las mismas. Me cansé.
Y sin embargo... la pasividad. Ya sin angustias, sino con tierna resignación. Un desamparo otoñal y descendente, pequeñas ráfagas de viento que sólo traen oxígeno degradado. Es imperante y necesario empezar de nuevo, donde nadie me conozca, donde no haya redes, ni códigos tácitos archiconocidos, donde las palabras se reinventen y la lucha cotidiana sea justa, válida, digna de ser llevada a cabo. Donde me pueda calzar la armadura y montar el caballo con la frente en alta, con la espada cargada, en soledad, como los buenos viejos caballeros.
Es cuestión de mirar al panorama.
Descartemos Los Angeles por vasta, por fea, por mundana. El mismo principio se aplica a la inmunda y menemista Miami.
Ni hablar de Nueva York, por su mentira étnica, por su estereotipo de cosmopolitismo, por su suciedad y su aislacionismo disfrazado de bienvenida.
Qué hermosa es Madrid, es una pena que esté tan invadida por latinoamericanos sudorosos, malhablados y salseros. Sus hermosas avenidas y museos se ven opacadas por el argentinismo reinante.
Barcelona, la bella Barcelona es un encanto, pero todos los santos mozos son argentinos. Además, es demasiado pequeña para ser una ciudad y sólo posee dos cines donde las películas no se den dobladas.
No quiero volver al D.F. ya que sus autopistas, su violencia racial y su desproporción me apabullan.
Canadá es prolija, respetable y poblada de bellos paisajes pero aburrida y sosa.
París, la ciudad luz, no carece de historia y atractivos, pero los parisinos son insufribles y aberrantes. La neoderecha tampoco ayuda.
Con Roma no he tenido el placer pero desconfío y Berlín me atrae más como sitio turístico que como residencia permanente.
Amo a Londres con toda mi alma, aún si la invaden los atentados, el conservadurismo y los elevados precios.
Japón y Hong Kong me dan claustrofobia, China me da agarofobia y los maremotos le restan ese salvaje encanto a Tailandia y Malasia. Vietnam sería ideal para poner un restaurant (Hanoi), pero la idea de extranjero occidental exótico se agotó en los años sesenta.
Marruecos es extraño y seductor, pero no tanto como en las películas y a la larga implicaría el tedio desértico y los dolores estomacales. Sudáfrica es chata y racista y en Kenia no hay más que safaris y población nativa que no sabe liberarse del yugo inglés.
Algún día veré Australia y me perderé en alguna isla polinésica, pero el día no ha llegado y la idea de vivir aislado de la industria cultural me da un poco de miedo.
El mundo de hoy es inhabitable, es peligroso, es poco encantador, es hostil.
Me da miedo, me paralizo y me quedo donde estoy.
Aquí, en Buenos Aires, sigo alienado, sigo extrañado y sigo envuelto en la ingenua costumbre de hundirme en dulces mentiras diarias, prolijamente catalogadas como cultura u ocio, para olvidarme un poco de quien soy.

Wednesday, August 10, 2005

Un serio problema ontologico

Cinco días en la intensa nieve de Bariloche pueden representar un gran relajo, pero también la dura conciencia de que existe la inevitable posibilidad de toparse con gente indeseable. Especialmente si hablamos de comienzos de Agosto, donde aún queda parte de la crema de la aristocracia argentina, con sus almidonadas costumbres de pacaterìa; las primeras oleadas de egresados comienza a hacer desmanes y ruido por doquier y las hordas de entusiastas clasemedias se apilan para compartir al menos un rato en la nieve con los caretas y los famosos...
Y en el medio está uno, que tiene cierto status económico pero mantiene la veta intelectual, que pertenece a ciertos grupos pero marca la diferencia, que sabe distinguir el vino del agua, pero no se priva de gozar con la plebe de los rituales terrenos. En pocas palabras, estamos nosotros los snobs, que estamos con el enemigo pero pronto nos diferenciamos...
El problema empieza entonces. ¿Qué pasa cuando nos damos cuenta de que hacemos lo mismo que aquellos a quienes odiamos? ¿Qué si la fuente de nuestros placeres y de nuestros vicios es la misma que los de ellos?
Ejemplifiquemos, que las abstracciones alejan a mis lectores. La gente que detesto con particular saña cumple con los siguientes requisitos:
1) Son de clase media alta/ alta y responden a los sobrenombres "Peter", "Mary" o "Mechi", cuando sus nombres son, lisa y llanamente, Pedro, María o (María) Mercedes.
2) En verano van de vacaciones a Punta del Este (Enero) y en invierno se van a esquiar a San Martín de los Andes o Bariloche. Por supuesto, hacen snowboard (el ski les parece de viejos y aburrido) y sus equipos de nieve, que sólo pueden usarse un rato al año, son caros, sofisticados y están perfectamente combinados.
3) Van a todas o casi todas las fiestas electrónicas. Toman éxtasis en cada una de ella y lo llevan a la ligera, como si se pusieran sus cremas faciales. Portan esos deleznables anteojos oscuros de tamaños desproporcionados, que cubren mitad de sus alineadas caras. Llevan musculosas blancas/negras, jeans sueltos y zapatillas adidas. Bailan mecánicamente y reverencian a la música electrónica, pero no sabrían diferenciarla del pop de los años 80.
4) Usan celulares psicodélicos y caros, que rigen sus vidas. Hacen del mensaje de texto una religión y de la llamada irrelevante una ideología.
5) Estudian o trabajan en alguna actividad relacionada a la imagen. Hacen publicidad o cine, aún si nunca vieron una película anterior a los años 90. Claro que están los que hacen administración de empresas o economía, pero odio más a los que juegan con una camarita sin hacerse cargo del valor de las imágenes que arrojan al mundo.
6) Creen que adoptando costumbres o modismos populares tienen onda. Como dice Pulp, "You think that poor is cool".

Eso es el estereotipo de lo que odio y, puesto que ellos no quieren alejarse ni un milímetro del estereotipo, la realidad que odio. El problema surge cuando analizo mi propio accionar desde esta perspectiva. Veamos:
1) Mi nombre no admite sobrenombre cheto ni variación del estilo. Estoy salvado.
2) Todos los diciembres voy a un tiempo compartido en Punta Ballena, cerca de Punta del Este. Está bien, no es Enero ni estoy cerca de la Gorlero o la Barra, pero asisto a ese exclusivo balneario uruguayo en verano. Punto en contra.
3) Yo voy a suficientes raves. Está bien, me diferencio de las masas en vestimenta y me niego a usar lentes oscuras de noche. Bailo a mi manera y no oculto ser de otra escala. Pero disfruto de la música al mismo nivel que ellos y no dejo de verla como un ritual. Segundo punto en contra.
4) Mi celular no es extraño, ni caro (dentro de los standares, claro está) y es feo. Pero lo uso frecuentemente y abuso de los mensajes de texto. Admito que varias veces me sorprendo mirándolo fijo, esperando que suene.
5) Yo estudio, hago y pienso el cine. Soy un cinéfilo y un estudioso y eso me saca de la estupidez reinante, pero aún así... hago la carrera de moda en un tiempo mediocre. Ser un obsesionado ya no es excusa.
6) Yo aborrezco lo popular y de ninguna manera intentaría imitarlo. Otro punto a mi favor.

De todos modos, la duda está en el aire. La pregunta es ahora diferente: ¿Con qué derecho puedo yo odiar a aquellos que se comportan igual a mí? ¿Implica eso que me odio? Pero si yo tengo tanto respeto por mí mismo y me aprecio tanto, ¿Es mi odio hacia ellos capriochoso, infundado? ¿Basta mi intelecto, mi sentido del sarcasmo, mi pesimismo y curiosidad expansiva como para establecer diferencias con ellos o es la acción concreta la que dicta quienes somos? ¿Debería reformular mis creencias?
Como se verá, el asunto es más complejo de lo que aparenta. Que no digan después que la metafísica o los problemas ontológicos (del ser, incultos) no afectan a la vida cotidiana. Ni veinte Paulos Coelhos pueden refutar la idea.

Tuesday, August 09, 2005

La reflexion del dia

Portada vistosa para incultos, la mujer se cubre de adornos,
pero en su interior esconde un libro extraño y misterioso,
al cual sólo unos pocos tienen acceso.
Yo soy uno de esos pocos.

Estoy de vuelta.

Friday, August 05, 2005

Yo me merezco ser un vegetal

Por una vez quiero decir la verdad. No esforzarme por escribir bonito, sino sólo decir la verdad. Porque me duele y porque no puedo guardarla y porque ya me da igual. Hice todo mal. Todo mal. Lo eché a perder y me duele y me llena de angustia y no sé qué hacer con ella y me desespera. Y me culpo constantemente pero no sé qué hacer.
La noche venía bien, la salida era ideal y la sensación en el aire era adorable. Fue demasiado para mí, perdí la cabeza. La tuve que arruinar porque era demasiado bueno para un imbécil como yo. Yo tenía mucho miedo de decirle que quería ir a dormir con ella y sólo lo hice cuando era tarde. Yo me moría de ganas de decirle que no me molestaría dejar de ser amigos a cambio de que me quisiera un rato. Pero estaba cagado de miedo y no podía creer que ella siguiera ahí, conmigo, como si me acabase de descubrir.
Perdí el control y empecé a balbucear, salían torrentes de palabras inconexas de mi boca, no lograba hilvanar dos frases coherentes. No le dije que la quería, no le dije que tenía miedo, no le dije que soy torpe cuando me importa, sólo perdí el control. Me encerré en mí mismo, y rocé el borde de la psicósis; nunca tuve tanto miedo a perder la cordura. Y ella estaba ahí, presenciándolo, como si la Naturaleza me jugara una mala pasada. Bien podría haber pensado que esa era la faceta mía que no conocía y que era mejor conocer ahora, cuando todavía hay tiempo para correr. Porque de esta no se vuelve, no se sale vivo: no se recupera el encanto una vez que se perdió, no se puede mendigar de vuelta el interés. Porque mendigar sólo trae desprecio y lástima, jamás cariño. Y así es como, de pronto, inesperadamente, la arruiné de verdad y no sé como arreglarla.
Corrió a los saltitos hasta el interior de su casa, como un escape aliviado y yo lo ví, en silencio, impotente. Impotencia, total, absoluta.
"Apenas nos estamos conociendo", dijo, y allí sentenció todo.
"Estoy en un lugar psicológico donde no quiero estar" y no hacía falta decir más.
"Estás hablando en abstracto... te quiero escuchar pero simplemente no puedo". Elocuente.
Me dio todas las putas posibilidades y yo las dilapidé una a una. Fui grosero, fui banal, fui torpe, fui todo lo que no había sido en la primera mitad de la noche. Ya no podía decir nada para arreglarlo, ya no podía cubrir con besos la incomodidad, ya no había caricias sinceras para tapar ese bache.
"Te diría que me da un poco de escalofríos que me toques." Merecido.
No hay perdon y no hay vuelta atrás. Esa es la carga que tengo que llevar. No hay redención, no hay segunda vuelta, no hay arreglo. Sólo un larguísimo instante nocturno de micromuerte, donde no tengo nada más que decir, donde no tengo nada más que hacer y donde sólo me queda este espacio vacío, donde escribo para nadie y donde a nadie le importa.
A la mierda con todo. No quiero mis vacaciones así.
Las ilusiones te comen las entrañas y las escupen ensangrentadas. Yo no quiero vivir de quimeras, perfiero morir estúpidamente y sin expectativas, prefiero ser un vegetal.

Thursday, August 04, 2005

My own private film list (parte 2)

Como se prometió (y los caballeros mantenemos nuestras promesas hasta las últimas consecuencias) había más películas pertenecientes al Hollywood de los noventa que marcaron y siguen marcando mi existencia. Para todos ustedes que quieran ponerse más al tanto, les ruego que se dirijan a los archivos de este blog de Julio de 2005 y lean la nota titulada Esa tierna debilidad (oh, no, no les daré el link, perezosos). En los comments de ese post quedaron sueltas algunas películas que son igual de importante que el puñado comentado y quiero hacerlas oficiales, más algunos agregaditos que incluyo ahora. Sin reflexión sobre cada una (el tiempo pasa y me pongo viejo y haragán), aquí van, peladas y defendiéndose con su propio aliento:

- Gremlins 2 (1990, Joe Dante)
- Velvet Goldmine (1998, Todd Haynes - se la considera válida, aún si hay capitales ingleses)
- Election (1999, Alexander Payne)
- 10 things I hate about you (1999, Gil Junger)
- Romeo + Juliet (1996, Baz Lhurmann)
- Waitnig for Guffman (1996, Christopher Guest)
- Escape from LA (1996, John Carpenter)
- Joe versus the volcano (1990, John Patrick Shanley)
- A league of their own (1992, Penny Marshall)
- That thing you do! (1996, Tom Hanks)
- Clueless (1995, Amy Heckerling)
- Mumford (1999, Lawrence Kasdan)
- From dusk till dawn (1996, Robert Rodriguez)
- The thin red line (1998, Terrence Malick)
- Gattaca (1997, Andrew Niccol)
- Grosse Point Blank (1997, George Armitage)
- Mi best friend´s wedding (1997, P.J. Hogan)
- Freejack (1992, Geoff Murphy)
- Dick Tracy (1990, Warren Beatty)
- The Shadow (1994, Russell Mulcahy)
- Cool World (1992, Ralph Bakshi)
- Sweet and lowdown (1999, Woody Allen)
- Bill and Ted´s Bogus Journey (1991, Peter Hewitt)
- Beverly hills cop III (1994, John Landis)
- Jerry Maguire (1996, Cameron Crowe)
- A Walk in the clowds (Alfonso Arau, 1995)

Lamento que haya directores que sean responsables por más de una excelente película en una década. Llama la atención en casos como Michael Lehmann, quien también hizo en los noventas Airheads (1994) y The truth about cats and dogs (1996), que también entrarían en mi lista (reglas son reglas). No sorprende tanto en el caso de John Carpenter, quien además hizo en 1994 la memorable In the mouth of madness.
Será hasta la próxima y que no les extrañe que uno de estos días suba una lista con los 80s o... los 00, si es que me atrevo.

Tuesday, August 02, 2005

A pedido del mismisimo "Loco" Gatti

El juguete mas esperado

En un sorpresivo vuelco comercial, la empresa de juguetes norteamericana Mattel, responsable entre otros productos de la afamada muñeca Barbie, pondrá a la venta el mes que viene una novedosa e innovadora línea de juguetes articulados - más conocidos en el mercado como "action figures". Debido a las bajas ventas que se registraron en las últimas temporadas, gracias al crecimiento exponencial de los juegos computarizados y de productos japoneses de diversa índole, los empresarios han optado por un vuelco inusitado, buscando ampliar su target de compradores, tanto en edad como en cantidad. De este modo, guiados por el exitoso camino que Todd McFarlane, el renombrado dibujante, emprendiera años atrás, han decidido lanzar una colección de juguetes basados en figuras reales, tanto del cine como de la música.
Fieles a las estrategias de comercialización del país del norte, se testeó en cinco ciudades del país (Los Angeles, Nueva York, Detroit, Texas y San Francisco) y se realizaron cientas de encuestas para decidir cual sería el primer muñeco en salir a la venta. Los niños y, en especial, sus padres y hermanos mayores, fueron terminantes. Próximamente, podremos encontrar en las bateas a una curvilínea, insinuante y sensual Jessica Alba de plástico.
La medida, como era de esperarse, causó cierto revuelo en tierra protestante. El reverendo James McDougall se expresó al respecto: "Es vergonzoso que una empresa de tal tradición en la educación de nuestros hijos haya cedido tan abiertamente a la lascivia; veo con malos ojos, del mismo modo que toda la comunidad, esta pésima influencia en la educación de nuestros hijos". Madelaine O´Hara, Presidente de la Asociación de Amas de Casa de Texas, también atacó duro contra la inciativa: "Mi hija Jodie jugaba dulcemente con su Barbie hace veinte años y ha crecido hasta ser una mujer fabulosa. ¿Qué puedo esperar de mi pequeño Jeremiah si viene a pedirme que le compre un muñeco de una mujer desnuda?".
Si bien la figura propuesta no llega al desnudo completo, sí es verdad que resulta bastante osada. La joven Alba, reconocida por su protagónico en Dark Angel y vista recientemente en Los Cuatro Fantásticos y Sin City, presenta dos atuendos intercambiables (uno de ellos un traje de cuero de cuerpo entero, ajustado; el otro, sombrero de cowgirl, minifalda y botas altas) y ambos son removibles, de tal modo que la muñeca queda en paños menores, que, dicho sea de paso, son diminutos. La propia Jessica opinó al respecto, entre sonrisas: "Sé que es la imagen que doy y debo aprender a vivir con ello. Como siempre digo, tal vez cuando me salgan arrugas lograré ser una actriz seria." Por su parte, William "Tobey" Depregeau, director general de la Convención Nacional de Comics y Fanzines de Orange County decretó, orgullosamente: "Cuando vi la foto no lo pude creer. Correré a comprarla en cuanto salga. ¡Quedará hermosa entre mis muñecos de Spawn y los de Kiss!".
Ante tal ola de comentarios y opiniones, la empresa Mattel conserva la calma y sigue adelante con su agresiva campaña del nuevo producto. Jeff Ballory, gerente de marketing de la rama Este de la compañía, se limitó a decir: "Jessica Alba es una mujer hermosa, exitosa y representa tanto los valores americanos como la sensualidad latina. Creo que será un éxito." Se rumorea que con escasos meses de diferencia saldrán a la venta los modelos articulados de Michael Jackson (aprovechando el furor que causó su jucio por abuso de menores) y Emanuel Ginobili (ampliamente favorecido por su rutilante papel en la NBA y por ser abanderado de la inmensa comunidad latina). Pero por ahora Mattel no se ha pronunciado oficialmente al respecto; el tiempo dirtá quién acompañará a Jessica, Barbie y Ken en el descapotable rosa por las pequeñas calles del mundo del juguete.

Monday, August 01, 2005

Tim Robbins no es Clint Eastwood

Meneo la cabeza para darle a entender que no fumo, pero él ya lo sabía y guarda el paquete nuevamente en su bolsillo derecho del pantalón. Empantana la habitación de humo, me despierta un asco que ya conozco de memoria y que casi no siento naturalmente. Fuma como si fuera Travolta, como si yo le prestara atención. Asumo que empuñaría un arma de la misma manera, lateralmente, pero dudo que alguna vez tenga las agallas o las razones para portar un arma y, para el caso, lo mismo yo. La habitación está mal iluminada pero no hay demasiado que iluminar y no es un festín para los ojos. Me sirvo el cuarto vaso de whisky y me excedo con los hielos, más como un gesto de salud que porque lo prefiero on the rocks. Ya no siento particularmente el sabor y observo a la habitación girar dulcemente, justo como me gusta. Es un momento de extraña calma, de paz interior obligada, de olvidos. Sus pitadas son torpes, calculadas, y lo sé, pero lo perdono. Juego a ser su espectador en sus cinco minutos de fama. No terminó su segundo vaso, pero tampoco lo obligo. Sé que no le gusta el whisky, pero bebe para emborracharse. Lo respeto, aún si veo en él una hipocresía inocente, inocultable. El teléfono no suena, pero probablemente no lo haga en toda la noche. El alcohol y una mínima dosis de adrenalina, la necesaria para seguir adelante, me recubren de una armadura de optimismo, de esos sentimientos efímeros que uno cree que durarán décadas. Pero basta un soplo para demolerlos. Su cara de poker sin cartas, su nube de humo, su ansiedad mal disimulada, la pésima combinación de sus prendas, mi borrachera, mi olvido.
¿Notaste cuánto se parece Escape de Alcatraz a Sueños de Libertad? - dice, buscando interesarme.
Sí, respondo secamente, pero Tim Robbins no es Clint Eastwood.
Tim Robbins no es Clint Eastwood, maldito estúpido ignorante.